Thursday, September 01, 2011

TOUNDRA - testimonio de una evolución vital dentro de la vanguardia rockera española


HOLA AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Esta ocasión nos ponemos a repasar los dos discos de la banda española TOUNDRA: el debut homónimo del año 2008 y “II” del año 2010. TOUNDRA es un cuarteto formado de las cenizas de un grupo llamado precisamente NACEN DE LAS CENIZAS. El bajista Alberto Tocados, el baterista Guillermo y los guitarristas Esteban Jiménez y Víctor García-Tapia se asociaron para dar rienda suelta a aventuras sonoras enmarcadas dentro de los esquemas del post-rock y el post-metal, asimilando referentes y alineando confluencias con bandas como MOGWAI, ISIS, RUSSIAN CIRCLES y PELICAN. Poco después de editado su disco debut, Guillermo dejó la banda para ser reemplazado por Álex Pérez.


Comenzamos con el primer trabajo fonográfico de la banda, titulado como ella misma. La dupla de ‘Bajamar’ y ‘Pleamar’ da inicio al álbum: el primero de estos temas tiene una vibración consistente y convincente, controlada con buen pulso aunque inocultable a través de su predominante compás lento, solo soltándose con mayor vigor en el intermedio para desarrollar un clímax tan sugerente como opresivo; el segundo es muy diferente, basado en un suave desarrollo de sutiles secuencias de acordes donde las guitarras se hermanan en un clima de calma reflexiva. ‘Medusa’ encarna el primer momento de genuina extroversión electrizante del disco. Durante 7 ¾ minutos, la pieza pasa por una ilación de motivos donde los riffs establecen sus respectivas dosis de vitalidad muscular con una coherencia muy bien cuidada: los pasajes marcados sobre compases ágiles son mayoritarios, pero también hay espacio para algún momento más cadencioso donde el ensamble decide matizar la recurrente expresividad vitalista. En este punto ya TOUNDRA ha instalado su propia voz: así, llega ‘Órbita’, pieza basada en texturas melódicas arábigas y cadencias rítmicas tribales, dando así pie a que se aplique una importante dosis de psicodelia al estándar sonoro de la banda, lo cual repercute en que el nervio rockero es manejado con un poco menos de pesadez y una agilidad más pronunciada. ‘Jauría’ opera sobre un compás más contenido en 3/4, pero para nada significa esto que el grupo perpetre una excursión hacia atmósferas lánguidas: por el contrario, ahora la masa de guitarreos se conjuga en una nueva forma de expresar su electrizante fuego que, en parte hereda la tendencia psicodélica de la pieza precedente, en parte se retrae hacia una introspección furiosa y auto-afirmativa. Hay una edición especial que incluye un bonus track titulado ‘Génesis’: dicha pieza recapitula algunos aspectos esenciales de ‘Bajamar’, aunque con una actitud un poco más ceremoniosa. ‘Tesalia’, la última pieza del disco, se inicia con un envolvente juego de monótonas escalas de guitarra que desemboca finalmente en un jam lento marcado por una amable, casi ensoñadora calidez. Esto es “Toundra”, poco menos de 40 minutos de post-metal aplicado e ingenioso, un excelente punto de partida para este grupo.


Titulado sin mayores misterios “II”, el grupo ofreció en 2010 su segundo disco como muestra de los derroteros sónicamente enriquecidos con los cuales proyecta la revitalización de su esquema esencialmente post-metalero: elementos de stoner, psicodelia empapada de exóticos perfumes fusionescos y retazos de metal estándar entran a tallar en ciertos parajes estratégicamente ubicados del repertorio. Dicho enriquecimiento estilístico repercute necesaria y vitalmente en la plasmación de un repertorio más contundente en comparación con el del homónimo disco debut, el cual dos años antes de este disco ya había llamado la atención de aficionados al post-rock y post-metal de España y del mundo por merecidas razones. En pocas palabras, el grupo ha sabido trascender (sin negarlos) a los referentes que inspiraron sus primeros pasos creativos. Hay, de hecho, una estrategia bien definida en la notoria incorporación de colores étnicos en varios temas de este disco, tal como se revela en la entrevista publicada en este enlace: http://www.feiticeira.org/entrevista/toundra Las imágenes de la portada, duendes masculinos y femeninos maléficamente entusiasmados con rituales de destrucción corporal, erotismo grotesco y muerte en medio de un bosque que ostenta colores cándidos, aluden al concepto de choque de culturas. Esas manifestaciones de orgiástica crueldad portan orgullosamente una actitud desafiante frente a los ojos que las ven, a diferencia de la portada del disco debut, un iceberg en la noche que evoca más bien la presencia de algo mayestático encerrado en la calmada soledad del mar.


‘Tchad’ da inicio al disco al modo de un preludio de cadencias arabescas articuladas finamente en la cristalina maraña de guitarras acústicas y eléctricas. El sobrio punche mostrado en la atmósfera bien sostenida de esta pieza es idóneo para preparara el camino para ‘Magreb’, ambiciosa pieza de 11 minutos que se erige en el primer cénit del álbum. Tras poco menos de 2 ½ minutos haciéndose eco de la ceremoniosidad filuda del primer tema, el ensamble finalmente explota por primera vez en una exhibición de fuego controlado, cuyas llamas se imponen con viril incandescencia a través de los riffs y armonías del motivo guitarrero, así como por la muscularidad milimétricamente articulada de la dupla rítmica. Más adelante, la banda sucesivamente alterna intensos climas de tenor stoner con otros más sutiles de tendencia shoegaze, aprovechando así los matices que la batería insufla al permanente dinamismo de la dupla rítmica, para cerrar el conjunto sónico con un despliegue de post-metal académicamente puro y contundentemente convincente. Los últimos segundo de rasgueos guitarreros y redobles entrecortados de batería anuncian el despliegue de extrovertido vigor de ‘Zanzíbar’, pieza que principalmente se basa en sacar provecho de la pulsión vibrante de ‘Magreb’: el buen oficio de la banda en esto de evitar monotonías hace que los poco menos de 5 minutos que dura la pieza pasen como en un instante. Otro cénit, lo cual convierte a esta dupla en un perpetuo clímax luminoso. ‘Völand’ es un interludio de guitarras acústicas y percusión en base a un motivo inspirado en aires del Oriente Medio. ¿Será una suerte de nostalgia por los viajes acústicos fusionescos que a veces insertaba Jimmy Page en el repertorio de LED ZEPPELIN? Posiblemente, pero como sea, funciona muy bien como momento de relax antes de que ‘Danubio’ desarrolle un clima de reflexividad intensa, creando una polenta notoria pero contenida dentro de los confines expresivos marcados por la pauta rítmica semi-lenta. En la frontera del cuarto minuto y medio, los guitarreos se sumergen en una flameante atmósfera de ágil densidad que primero se enfila por el estándar del post-metal y termina por exaltarse en una intrépida manifestación de visceral furia rockera donde el hierro exultante del metal se mezcla con el acero macizo del stoner. Un final impresionante, realmente. ‘Koschei’ se conecta con el tipo de electrizante vibración que ya se había plasmado en buena parte de ‘Zanzíbar’ en fluida conexión con la tormentosa extroversión de ‘Danubio’, terminando en una coda más contenida que permite al grupo trabajar con atmósferas misteriosas. El disco se termina con ‘Bizancio’, broche de oro para la completa aventura sónica de “II”. Comenzando el primer motivo con arreglos sobrios, apenas traspasada la frontera del segundo minuto, el ensamble le da un filo contundente con apabullantes sonoridades inquietantes. Un nuevo momento de retrotraimiento ofrece la oportunidad de explorar texturas evocativas donde la banda explora refrescantes texturas candorosas; este giro está inteligentemente expandido para generar un álgido contraste con la poderosa sección final, forjada a puro fuego épico. La presencia de invitados al cello, piano y guitarra steel (Álvaro Llorente, Manolo Iglesias y Víctor Teixeira, respectivamente) resulta un factor crucial a la hora de concretizar la instalación de estas ambiciones sonoras reservadas para este mágico final del disco.


Como balance final, cabe reiterar el modo tan coherente y tan sólido en el que TOUNDRA ha desarrollado su evolución musical dentro de un consistente apego a la misión específica que se ha trazado dentro de la vanguardia rockera contemporánea. El sano y dinámico eclecticismo que se organiza dentro la bien armada integralidad sonora de “II” habla por sí solo. TOUNDRA ha dado un paso de gigante en el poco tiempo que le llevó preparar y grabar el material de “II” después de la efectiva declaración de principios que supuso el primer disco. Vale la pena seguirle el paso a esta banda, no me cabe duda al respecto.

3 comments:

Álex Pérez said...

Tremendo. Muchas gracias.

yago said...

Que bueno ver buenas bandas de músicos jóvenes tocando rock, por si alguien decía que el rock había...

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César Inca Mendoza Loyola said...

GRACIAS A TOUNDRA POR LA MÚSICA... ¡Y PERDÓN POR NO HABEROS DESCUBIERTO EN AÑOS ANTERIORES!