Tuesday, October 14, 2014

INNER DRIVE: un oasis de música progresiva en Rusia


HOLA AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy se da el motivo de presentar al grupo ruso INNER DRIVE y su primera grabación oficial “Oasis”. Fundado en el 2006 como un power-trío de teclado, bajo y batería bajo el liderazgo del teclista Sergey Bolotov, pronto empezó el grupo a ampliar su paleta sonora con la inclusión de músicos al violín, la flauta y la guitarra. Lo curioso es que en este disco vemos que la guitarra solo está presente en unos cuantos temas, mientras que la flauta y el violín nunca conviven dentro del arsenal utilizado en un tema específico. Los créditos del álbum también indican que hay dos bajistas y dos bateristas alternándose a lo largo del repertorio: cuando la dupla rítmica no está conformada por Alexei Kublochkin y Fedor Kozharinov, lo está por Dmitry Shtatnov y Vimal Nikonov. Todo esto indica que el grupo sigue teniendo a la estructura de power-trío como su principal enfoque sonoro, y además, resulta que el repertorio del álbum pretende reflejar los diversos estadios que ha atravesado el proceso de maduración y reforzamiento de la visión musical del grupo. Este disco es no solo un disco, sino el diario de la larga vivencia de una entidad musical.


‘Way To The Unknown’ da inicio al disco con un derroche de colorido pletórico al modo de una arquetípica melodía en clave de chamber-rock remodelada con un dinamismo jazz-progresivo desde donde se impulsan las aristas más líricas de la musicalidad nuclear. Con el protagonismo esencial del violín y la armazón básica que conjuntamente instalan el piano y la batería tenemos una entrada genial. La segunda pieza es justamente la homónima, ocupando un espacio de casi 4 minutos: su tenor general apunta hacia un lirismo más reposado y estilizado, tal vez “convencional” en el sentido de que se focaliza más abiertamente en las pautas del romanticismo, con algunos cauces para un impresionismo sereno. Hay algo en este tema que nos recuerda a THE ENID, pero bajo el filtro del ISILDUR’S BANE de la época del “The Voyager”. Con el particular título de ‘Inspired By Pink Floyd’, el ensamble de INNER DRIVE nos muestra una idea musical más bien inspirada en THE ALAN PARSONS PROJECT – su versión más ambiciosa – en cuanto a la obvia vitalidad cálida con que se desarrolla la ilación de los motivos centrales. Con todo, la riqueza de los arreglos instrumentales en curso nos vuelven a remitir a esos viejos tiempos de ISILDUR’S BANE. ‘Full Moon’ comienza con un órgano Hammond instaurando la base para el groove general que no tardará en motivar al ensamble íntegro, pero es el sintetizador quien asumirá el rol de guía para el desarrollo temático de la pieza: hay mucho de Emersoniano en las sonoridades de los teclados así como en el carácter de la composición misma, y bien puede describirse esta fulgurante pieza como una remodelación del paradigma de EMERSON, LAKE & PALMER bajo la influencia del AFTER CRYING de la época del “6”. A continuación, ‘Life In Our Minds’ despliega una exuberancia que ostenta aires de familia con ‘Way To The Unknown’ y ‘Oasis’, poniendo énfasis en el aura de serena gravedad que predominaba en este último.

Las dos piezas más extensas del álbum son ‘Elephants’ y ‘Chaos’, durando ambas más de seis minutos. En el caso de ‘Elephants’ tenemos una exhibición de modismos sinfónicos con unos detalles Canteburyanos que claramente se hacen notar en la labor de la dupla rítmica; en especial cabe destacarse la sólida labor del bajo, el cual crea complejas líneas en varios momentos con el fin de explotar a fondo la sofisticada atmósfera general de la pieza. Por su parte, ‘Chaos’ se inicia con un prólogo etéreo que tiene cierto tufillo Crimsoniano, mas cuando entra a tallar el cuerpo central, la prestancia sonora se enfila hacia una vibración extrovertida netamente sinfónica, muy en línea con ELP y los solistas de RICK WAKEMAN. En medio de ellas está ‘Lost Dreams’, un tema más cálido y relajado donde la banda va hilando fino el desarrollo temático en curso, dejando siempre un espacio donde la flauta pueda explayarse en su rol protagónico dentro del ensamble grupal. ‘Aigba’, el penúltimo tema, está marcado por una relativamente tranquila expresividad desde la cual el ensamble puede trabajar con texturas fusionescas mientras los motivos centrales se van desarrollando y abriendo ventanas a ciertos recursos de variedad. El piano sabe asumir con carácter su posición de ítem integrador de toda la instrumentación, y por su parte, el violín sabe cómo realzar una idea cuando es su turno para salir al frente. Con un fondo de ruidos de corrientes marinas, el piano gesta sus últimos fraseos en un final magníficamente elegante que nos remite nuevamente a los viejos paradigmas de AFTER CRYING e ISILDUR’S BANE. Aún queda el no muy extenso epílogo ‘Transience’ para cerrar el álbum: impresionismo ornamentado de tal manera que las florituras de la flauta no rompan con el equilibrio comandado por el piano eléctrico, plasmando así el idóneo retrato sonoro de una risa serena. 


Lo que tenemos en “Oasis” es, a fin de cuentas, una serie de más de tres cuartos de hora de música progresiva de gran nivel, dueña de una vitalidad ecléctica equiparada por pocas bandas de la actualidad, o sea, un disco totalmente bordado. Los INNER DRIVE se han lucido bárbaramente y solo nos queda recomendar este disco a los coleccionistas a ojos y oídos cerrados.


Muestras de “Oasis”.-


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