Sunday, July 24, 2016

JETHRO TULL: historias de vagabundos y perspectivas anticlericales... el rock de la vida misma



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

El legado de JETHRO TULL sigue fresco en la memoria perenne del rock: “Aqualung” tuvo su reedición especial de 40mo aniversario en el año 1971 en formatos de LP y Blu-Ray con la inclusión de un libro con copiosa información retórica y visual, pero en abril pasado se hizo una versión nueva de dicha reedición en 2 CD y 2 DVD. La formación de entonces para el grupo consistía en Ian Anderson [voz, flauta y guitarra acústica], Martin Barre [guitarra eléctrica y flauta dulce], John Evan [piano, órgano Hammond y mellotrón], Clive Bunker [batería y percusiones] y el nuevo integrante Jeffrey Hammond-Hammond [bajo, flauta dulce y coros extravagantes]. Lo que conocemos tradicionalmente de “Aqualung” es la segunda serie de sesiones de grabación que se repartió en dos temporadas, diciembre de 1970 y febrero de 1971, en los Island Studios y los Morgan Studios. El primer intento tuvo lugar a mediados de 1970, estando Cornick todavía en la banda, con la grabación de unas cuantas canciones que, a fin de cuentas, dejó bastante insatisfecho a Anderson. En perspectiva, tampoco se mostró satisfecho con cómo quedó el producto final, pero aprecia mucho el disco por la energía de las ejecuciones y el tipo de ecléctica vitalidad que muestra desde la primera hasta la última canción. El día 19 de marzo de 1971 fue la fecha de salida al mercado de este ítem fonográfico, siempre por vía del sello Chrysalis (en asociación con Island Records) en Europa, y por vía de Reprise Records en los EE.UU., Japón y Oceanía. Todo se disparó gloriosamente; en muy poco tiempo se erigió como el referente comercial definitivo para la banda, y hasta el día de hoy ostenta el honor de ser el disco más vendido de JETHRO TULL. Hay tres canciones totalmente emblemáticas dentro del amplísimo catálogo histórico de la banda en este repertorio: la canción titular, ‘Cross-Eyed Mary’ y ‘Locomotive Breath’, siendo esta última el centro para el cierre de los conciertos de casi todas las giras posteriores. También fueron estas canciones las que terminaron por afianzar el estereotipo de la faceta rockera de JETHRO TULL en las mentes y oídos del Norte de América, algo que también jugó un poco en contra de la expresividad de Ian Anderson: en los conciertos estadounidenses y canadienses de JETHRO TULL, el público mostraba muy poca paciencia con las piezas acústicas y folk, haciendo ruido y reclamando más muestras de rock. En fin, cosas de la vida de una estrella de rock... bueno, en este caso, cinco estrellas de rock.   
  
  

‘Aqualung’ es algo más que el título del cuarto trabajo de estudio de JETHRO TULL y algo más que el título de la primera mitad de dicho trabajo: es el título de un himno rockero de gran alcurnia y que brilla con luz propia en el parnaso de la música popular de los 70s. A este respecto, el testimonio de la primera esposa de Ian Anderson, Jennie Franks, quien entonces estudiaba en la Escuela de Arte, resulta revelador y emocionante. En un día de ese año de 1971, Jennie estaba tomando fotografías a unos vagabundos de la Salvation Army de Victoria para un proyecto de la Escuela, y mientras capturaba esas imágenes, se sentía impactada al oírles contar sus historias de cómo pasaron todos ellos rápidamente de llevar una vida productiva normal a otra donde tenían que buscar restos de comida en los parques. Un vagabundo en especial le llamó la atención, llegando incluso a hacer buenas migas con él: ella se ofreció a obsequiarle las fotos que le tomaba una vez que haya terminado la exposición, idea que el vagabundo en cuestión tomó con escepticismo. Cuando Jennie fue al cuarto oscuro para trabajar con los revelados de los rollos, se topó con que no había película en la cámara. A los pocos días de esta frustrada aventura estético-social, ella se puso a idear una letra para unas armonías de guitarra acústica que su entonces esposo estaba creando. Las palabras y las rimas le venían fácilmente a la mente, concentrada como estaba en la memoria de ese vagabundo con quien se pasó conversando mucho tiempo: “salvation à la mode and a cup of tea” es su línea preferida. Así nació ‘Aqualung’, canción que ella siempre consideró como triste, y con la adición de las secciones rockeras, también contiene mucho enojo. Aunque a ella no le importaba tanto eso de tener créditos como co-autora, Ian se aseguró de que así se oficializara el dato en los créditos del disco… algo poco habitual en esos tiempos en que la presencia femenina en la fuerza creativa de la industria musical no era muy tomada en cuenta. En la larga entrevista publicada en el libro, Ian elabora reflexiones preocupadas sobre el trato, o mejor dicho, la falta de trato (y sobre todo, de suficiente manejo humanitario) que se promueve en la sociedad moderna ante los desposeídos de la Tierra. Esa ceguera selectiva que nos permite seguir caminando por las calles sin dejar que nos atormenten las visiones de mendigos y pordioseros genera siempre en Ian una reacción muy fuerte… y es por eso mismo que nunca le cansaba cantar ‘Aqualung’ en cada concierto de JETHRO TULL y de sus giras solistas: “No es difícil pararse y cantar una canción así y seguir sintiéndola. La repetición no borra lo que sigue sucediendo allí afuera.” Barre dice que una canción no pasa de moda ni se vuelve vieja si es que se sigue tocando: más preciso, imposible. Por supuesto, no puede dejarse sin mencionar la importancia que tiene negar y seguir negando que “Aqualung” es un disco conceptual: más bien se trata de una serie de canciones sueltas en la que algunas del lado A se centran en estereotipos de personajes marginales mientras que otras del lado B adoptan una temática anticlerical desde una genuina preocupación por la espiritualidad. Anderson dice claramente que le preocupan los dogmatismos y formalismos de la religión institucional, pues él está más en sintonía con la idea de que la fe y la duda deben ir de la mano. A partir de aquí, podemos ver un enlace entre los dos índices temáticos del álbum: el espíritu religioso tiene menos que ver con certezas y más con modos de sentir el significado de la vida, lo cual implica una actitud ante el mundo que nos rodean y la humanidad con la que convivimos… incluyendo de forma especial a los marginados. Esto se refleja perfectamente en la rotundamente contestataria leyenda de la contraportada: un llamado a la conciencia re-creadora de Dios con la exigencia de reconocer a ese mismo Dios en los rostros de los desposeídos. Además, hay también una canción de amor y otra sobre la preocupación por la salud del padre de Ian: es, a fin de cuentas, un disco como cualquier otro anterior de Anderson, Barre y cía., un disco con canciones de diversas temáticas.   

 

La grandiosa apertura homónima del disco comienza con uno de los riffs de guitarra más celebrados de la historia del rock, y con ese rotundo y minúsculo redoble a cargo de Bunker, el ensamble íntegro pone su maquinaria sonora a funcionar. El efecto de megáfono para el primer interludio acústico simboliza la actitud de llamado a la conciencia, mientras que el genial solo de guitarra de Barre y la garra aumentada en el reprise del motivo inicial expresan el fuego airado del espíritu desesperado de nuestros tiempos. Es un clásico innegable, nada más ni nada menos. ‘Cross-Eyed Mary’ es, qué duda cabe, el otro gran himno rockero del lado A de este álbum. Esta nueva mezcla resalta cabalmente la confluencia de órgano, bajo y guitarra sobre el cual se construyen los riffs centrales de la pieza, y eso se traduce en la manifestación de una musculatura renovada para este sórdido retrato de una quinceañera prostituta con afanes de Robin Hood. El final de esta serie de esbozos de personajes llegará con ‘Up To Me’, canción cañera de claro talante blues-rockero con una base folk al modo de DONOVAN y el folklore celta: cabe destacar el esplendor tan electrizante con el que la guitarra de Barre se coloca al frente así como algunas florituras del piano de Evan, recursos siempre útiles a la hora de reflejar el descaro constructivo de la libre voluntad que se justifica a sí misma en su propio actuar. La faceta acústica no es ignorada por las tres canciones situadas en el intermedio, como, por ejemplo, la jovial ‘Mother Goose’ con su serie de imágenes surrealistas en torno a la pérdida de la inocencia y el descubrimiento del infinito placer de agitar el gallinero. Las suaves síncopas proyectadas por las percusiones y los cándidos colores de las flautas dulces – cortesía de Barre y Hammond-Hammond, quienes las compraron a precio muy módico en una tienda muy cercana al estudio – sirven de oportuno fondo para el canto de Anderson. Yendo al aspecto más sereno de las cosas, ‘Cheap Day Return’ y ‘Wond’ring Aloud’ exhiben sendos viajes introspectivos signados por una amable delicadeza: esta nueva mezcla realza oportunamente algunos matices del órgano de Evan que habían quedado un poco ocultas en la versión de ‘Cheap Day Return’ que todos hemos llegado a conocer, mientras que los arreglos de cuerdas para ‘Wond’ring Aloud’ se exponen con una prestancia más diáfana. Bueno, cada día ‘Wond’ring Aloud’ suena más hermosa, siendo como es una de las baladas más emblemáticas de toda la carrera de JETHRO TULL. Esta faceta notoriamente relajada no volverá hasta que nos topemos con otra canción breve en el ecuador del lado B del disco: nos referimos a ‘Slipstream’, balada cuya cristalina delicadeza introspectiva queda eficazmente ornamentada por unos etéreos arreglos de cuerda que terminan flotando en una espiral de disolución cósmica.

  

‘My God’ inicia la segunda mitad del álbum y le da título global a la misma… y cómo no, se trata de otro himno inmortal del mundo musical de JETHRO TULL. Diseñada al modo de un blues-rock progresivamente ambicioso, sus diversas secciones y atmósferas fluyen en un ilación compacta, logrando abrir espacios naturalmente para el momentum rockero que se inicia a partir de la segunda mudanza. La letra introduce las apreciaciones ácidamente críticas que Anderson dirige hacia la displicencia arbitraria y la cerrazón dogmática de los discursos oficiales de las religiones institucionalizadas (tema en el que se habrá de ahondar posteriormente en ‘Hymn 43’ y la canción de cierre ‘Wind Up’). El interludio sustentado por un electrizante solo de flauta y una imponente coral de múltiples pistas vocales de Hammond-Hammond añade un satírico dramatismo al asunto: esa mezcla de furia y jocosidad que se trasluce con intensa claridad en este pasaje sirve de bisagra para la última sección cantada. Pasando específicamente a ‘Hymn 43’, Anderson se atreve a retorcer el espíritu originariamente devoto de los salmos del Antiguo Testamento para denunciar agriamente la combinación de hipocresía, frivolidad y autoritarismo que reina en el pensamiento colectivo de la comunidad cristiana moderna: líneas como “If Jesus saves, well, He’d better save Himself from the gory glory seekers who use His name in death y “I saw Him in the city and on the mountains of the moon, His cross was rather bloody, He could hardly roll His stone surgen como reclamos brutalmente elocuentes, y sobre todo, finamente acertados. Esta canción establece un nexo entre el ímpetu anticlerical de esta segunda mitad del disco y la desgarrada crítica social del primero. ‘Locomotive Breath’ instaura el clímax decisivo del álbum, con un legendario motivo introductorio de piano compuesto por Evan y un contagioso groove maquinista para el cuerpo central. Este cántico es una llamada de alerta a la continua e imparable explosión demográfica que asola a nuestro planeta, el cual sigue siendo saqueado irracionalmente por el género humano, aparte de mal administrado. No resultó fácil para el grupo armar el esquema rítmico que ahora es un clásico de su discografía así como un estándar de la historia del rock. Es una canción que exige que se explaye en una energía contenida al modo de una caldera: “debe tener ese aire de inminente fatalidad y explosión sin volverse demasiado ruidoso ni estrepitoso”. Anderson decidió grabar él mismo la base de hi-hat y bombo junto a una versión primitiva del riff de guitarra, siendo así que Bunker y Barre completaron los demás sonidos de batería y guitarra eléctrica.


Si en ‘Locomotive Breath’ el asunto anticlerical pasa a un segundo plano, éste vuelve de lleno en ‘Wind Up’, pero ahora sin centrarse tanto en intuiciones teológicas como en una inquietud existencial: en efecto, la letra reclama una mayor atención al cultivo de la espiritualidad inherente a nuestro yo interior (por donde se puede buscar la luz divina) y una condena definitiva de la política clerical de lavado de cerebros (Well, you can excommunicate me on my way to Sunday school / And have all the Bishops harmonize these lines.I don't believe you, you had the whole damn thing all wrong / And he's not the kind you have to wind up on Sundays.”). Esta canción sabiamente fusiona la suave calidez del folk y el vigor descarado del rock, y bien puede interpretarse como una síntesis de todo lo que ha venido sucediendo en el repertorio de “Aqualung”, un broche perfecto para el álbum. Los temas bonus son de especial interés porque muestran tanto los preámbulos a este momento especial de JETHRO TULL sino también el siguiente paso que tuvo lugar en el reciclaje de la alineación de la banda: el reemplazo de Bunker por Barriemore Barlow, lo cual significaba que ahora JETHRO TULL constaba de Ian Anderson, sus tres amigos más cercanos de los orígenes de la banda, más Martin Barre, afianzado éste como el guitarrista esencial del colectivo. Barlow es el baterista de JETHRO TULL por antonomasia, así como Bill Bruford lo es para la tradición de KING CRIMSON y Phil Collins lo es para la de GENESIS: con él a bordo, el grupo concluyó la gira promocional del “Aqualung” y grabó el EP “Life Is A Long Song”, publicado en setiembre del propio año 1971 y cuya canción homónima supuso un nuevo single exitoso para la banda. Algo bueno surgió del arribo de Barlow a las filas de JETHRO TULL, una exuberancia nueva y una vitalidad sofisticada en los grooves de las canciones, ya fuesen de tenor folklórico o rockero; es entonces que el grupo se sentía preparado para asumir misiones más ambiciosas con miras a seguir desarrollando la ecléctica visión musical de Ian Anderson & co. Pero bueno, no es tiempo ahora de ir más allá de fines del año 1971 (“Thick As A Brick” y todo lo demás) sino de destacar el grácil colorido de ‘Life Is A Long Song’ y ‘Up The ’Pool’, así como el vigor juguetón de ‘From Later’ y el barroquismo cálido de ‘Dr. Bogengroom’. ‘From Later’ tiene un groove rockeramente irresistible que dice mucho en cerca de 2 minutos mientras que ‘Up The Pool’ destila una entrañable aura campechana que, estando marcada por un ácido sarcasmo, se deja llevar grácilmente por su muy agradable esquema melódico. Anderson seguía explorando sesudamente su faceta de cantautor en esta fase de JETHRO TULL, así que no es de extrañar que el cierre del EP venga con la serena y breve balada acústica ‘Nursie’. Anecdóticamente, tenemos en ‘Up The Pool’ la primera de ínfimas intervenciones de Anderson al violín. Sobre el caso específico de ‘Life Is A Long Song’, se trata de una canción que celebra el hecho de estar vivo y disfrutar de las cosas pequeñas de la vida: el giro expuesto en la línea final “But the tune ends too son for us all” combina cinismo, candidez y vulnerabilidad, todo a la vez, con una brillante concisión.*


Barriemore Barlow (cuyo nombre de pila es simplemente Barrie) recuerda la forma tan accidentada en que un parcialmente beodo John Evan llegó a su casa para llevarle a la suya: no le gustó mucho que le interrumpieran el disfrute de una final de la Copa de Inglaterra de Fútbol, y menos aún que le avergonzara frente a sus amigos vertiendo unas palabras un tanto altisonantes, pero quedó complacido de que le transmitiera la invitación a integrar JETHRO TULL en reemplazo de Bunker. “¿Que si quiero el puesto de baterista en el grupo? ¿Dolly Parton duerme boca arriba? Pensé ‘Por todos los demonios, he aquí la oportunidad de vivir mi sueño con mis mejores amigos. ¡Por supuesto que quiero el puesto, maldita sea!’ Tras una audición tan breve como exitosa en una parroquia cercana a la casa de los padres de Ian Anderson, lo primero que había que hacer era grabar el EP “Life Is A Long Song” en un estudio de Chelsea, y a pocas semanas, iniciar la primera de dos giras estadounidenses a fines del año 1971. Entre las otras canciones extra hay una versión temprana de lo que después vendría a ser ‘Two Fingers’, la canción de cierre para el álbum “WarChild” (de 1974): con menos ornamentos que ésta, resulta una versión más grácil y más áspera, y responde al título de ‘Lick Your Fingers Clean’. También hay otra versión temprana, esta vez de ‘My God’, la cual data de cuando Glenn Cornick aún estaba en el grupo. Con algunas diferencias en la letra y en el interludio de flauta y coral, tenemos aquí un interesante testimonio del proceso de crecimiento para este opus especial de “Aqualung”. Cornick también está presente para ‘Wond’ring Aloud, Again’: presentada originalmente en una versión reducida de casi 4 ¼ minutos en el recopilatorio doble “Living In The Past” bajo el recortado título ‘Wond’ring Again’, ahora lo tenemos en su formato original de 7 minutos y pico. Con letra ampliada y un dramatismo más pronunciado en medio de la reinante serenidad contemplativa, la canción asume un aura más concienzuda en sus vibraciones emocionales. Las líneas There's the stillness of death on a deathly unliving sea / And the motor car magical world long since ceased to be / When the Eve-bitten apple returned to destroy the tree nos parecen particularmente notables. Con la serenidad etérea de la breve balada acústica ‘Just Trying To Be’ (guitarra acústica y la voz de Anderson más la celesta de Evan) tenemos nuestra cuota de tierna introspección antes de llegar al material del EP “Life Is A Long Song”.


El libro que acompaña a esta reedición también contiene copiosa información sobre los entretelones, preámbulos y perspectivas a posteriori de “Aqualung”. Además de lo que ya se observó antes sobre la gestación del himno rockero homónimo y las demás canciones, también hay información de primera mano sobre lo que se sentía ser un integrante de JETHRO TULL por aquel entonces. Tenemos unas elocuentes expresiones del entonces nuevo vecino del barrio, Jeffrey Hammond-Hammond, contando cómo pasó en muy poco tiempo de una frustrada intentona para ingresar al programa de posgrado en pintura en las Royal Academy Schools a tocar el bajo en uno de los grupos más candentes del rock británico, no habiendo tocado un instrumento en cinco años… y eso que ni siquiera había sido un verdadero experto en sus años mozos. Pero bueno, el disco “Aqualung” fue un gran debut porque resonó de una manera muy especial. Un dato anecdótico es que su imagen en el dibujo interior del disco como bebedor impertinente en una iglesia no está basada en ningún hecho de la vida real, pues él es alérgico al alcohol: una sola vez bebió un jugo de lima con generosas dosis de vodka que algún amigo bromista vertió en su jugo... y quedó desmayado al instante. Barre, Bunker y Evan guardan emocionados recuerdos del periodo de gestación y grabación del álbum, señalando siempre que no se trataba de un disco conceptual a pesar de que algunas canciones que compuso Anderson se centraban específicamente en sus serias reservas ante las pretensiones y estándares de la religión organizada. Ian Anderson también da rienda suelta a sus memorias y reflexiones en torno a la vida en la carretera así como la moda progresiva en la avanzada rockera británica de aquel entonces. Él confiesa que se sentía agradecido de vivir en un ambiente muy creativo y ecléctico, pero también tenía una preocupación grande (y más grande en años posteriores) por que la idea de la música progresiva se volviese demasiado pretenciosa. 


David Palmer (actualmente Dee) recuerda la primera vez que vio a JETHRO TULL, que fue en el Sunbury Blues Festival de 1968, siendo así que fue lo único que le agradó (y mucho) del evento. Al día siguiente, recibió una llamada de Terry Ellis, manager del entonces cuarteto, para solicitarle que haga arreglos de bronces para el primer disco de la banda. Para cuando llegó la hora de “Aqualung”, él se sentía en casa haciendo y dirigiendo arreglos orquestales para algunas canciones del grupo. Tal como recuerda Palmer, su amistad con Anderson se forjó muy velozmente: “Tal era nuestra empatía que nunca teníamos discusiones. Él me mostraba pistas de lo que estaba escribiendo en el momento, yo me iba a casa para trabajar en ello y más tarde lo grababa. Eso era todo.” Y cómo no, ya sabemos que Palmer llegó a ser miembro de la banda, lo cual expandió mucho más su rol como figura creadora dentro del cosmos de JETHRO TULL, pero mejor dejamos este detalle para otro momento. Terry Ellis admite que “Aqualung” es su disco preferido de JETHRO TULL: “Me encanta la combinación de material acústico con canciones potentemente rockeras. Canciones como ‘Mother Goose’ son muy especiales porque establecen por qué la banda significa tanto para mí.” Curiosamente, Evan también hace una mención especial de esta canción y las breves piezas acústicas por su belleza traviesa y ensoñadora. También hay palabras de Glenn Cornick, quien estaba todavía en la banda cuando se hizo el primer intento de grabar el álbum, por lo que sus memorias de ese tiempo no pueden faltar: él destaca cuánto le gusta la versión original de ‘Wond’ring Aloud’. Según parece, las exploraciones de cantautor de Ian Anderson eran muy bien recibidas en su entorno inmediato. La lista de conciertos y demás actividades del grupo entre abril de 1970 y febrero de 1972 es muy interesante: se anota las últimas actuaciones de Cornick y Bunker en el grupo, las primeras de Evan y Hammond-Hammond, y también se muestra que la preparación del siguiente disco “Thick As A Brick” comenzó antes de la última gira estadounidense de 1971.**


En fin, es un hecho histórico que “Aqualung” fue bien recibido por la crítica y el público, convirtiendo a JETHRO TULL en parte del parnaso de los héroes del rock.*** El titular de Disc & Music Echo que decía “Good Heavens, now Ian Anderson wants us to think!” es inolvidable, un testimonio claro del impacto que causó en su momento. Pero tal vez sería más justo señalar que aquí comenzó el impacto imperecedero de “Aqualung”: hasta el día de hoy vemos mendigos caminando solitarios bajo un sol insípido con las piernas adoloridas y los pies fríos, y esta música seguirá resonando en nuestras almas en su honor.


Muestras de “Aqualung” [40mo aniversario].-
My God [primera versión]: https://www.youtube.com/watch?v=Nd4SFgvgzpA
Life Is A Long Song [vídeo-clip]: https://www.youtube.com/watch?v=bKXy0C3UuE4


* De hecho, al evocar el significado de esta bella canción en la entrevista, Ian Anderson muestra toda su ira reprobatoria contra la idealización de la muerte en el rock y la mistificación del ethos del “live fast, die young”.

** Es emocionante leer en esta lista la mención del concierto del 10 de junio en el Rod Rocks Amphitheatre (Morrison, Colorado), el segundo con Barlow en las filas de JETHRO TULL. Dicho concierto fue realmente infame pues estuvo rodeado de trifulcas entre grupos de personas que querían entrar sin pagar y agentes policiales que arrojaron apresuradamente gas lacrimógeno a las ansiosas turbas. Contraviniendo órdenes policiales, Ian Anderson gallardamente subió al escenario con el resto de la banda, y tras dar instrucciones básicas de seguridad al público, tocó los 90 minutos que tenían ensayados para la presentación; por supuesto, esto le ganó a la banda lo contrario de la amistad de parte de la policía. Este diálogo es imperdible: Barlow – ¿Será así cada noche? Anderson – Como regla general, solamente los martes y jueves.

*** Bien es verdad que no todo es unánime en esta vida, y el caso de “Aqualung” no puede ser la excepción. De todas maneras, es sintomático que en la Rolling Stone Ben Gerson señalara en su momento que es “un disco serio e inteligente” aunque “su seriedad socava su calidad”. Extraño elogio… ¿o reproche contradictorio? Peor es lo que dijo ese nefasto cretino de Robert Christgau: “Ian Anderson es como el librepensador del pueblo. Mientras uno quede confinado al mismo pueblo, sus rudimentarios intereses culturales y ópticas escépticas en torno a la religión y la conducta humana suenan refrescantes, pero apenas uno se lo encuentre en la gran ciudad resulta ser un plomazo.” Por Dios… ¡qué tío más “capullo”! Hacer de una labor de reseña un desvergonzado argumentum ad hominem es algo purulento. Pero bueno, no debemos subestimar la fuerza de voluntad y el talento de alguien que logra ser más gilipuertas que Lester Bangs… ¡porque hacen falta voluntad y talento para llegar así de bajo!

5 comments:

Ricardo said...

Fantastico, Cesar... tuve que abandonar la cronica, pero volvere horas mas tarde para saber todo sobre esta obra. Saludos desde Buenos Aires, Ricardo Aranda.

César Inca Mendoza Loyola said...

Gracias por tu atención y tus palabras de elogio, Ricardo.

humbarcam said...

Excelente crónica

humbarcam said...

Excelente crónica

César Inca Mendoza Loyola said...

Gracias por el elogio, Humbarcam