HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA
CÉSAR INCA.
Hoy echamos la mirada atrás al legado del maestro ANTHONY PHILLIPS, más
precisamente, al año 1990, cuando publicó ese hermoso disco titulado “Slow
Dance”. Éste contiene la suite mencionada en dos partes, siendo la música
contenida en ellas una cruza entre prog sinfónico y new age con un claro
enfoque de suntuosidad y preciosismo a través de sus numerosas ilaciones
melódicas. A lo largo del material compuesto íntegramente por el propio
PHILLIPS, éste toca los sintetizadores, Roland Jupiter-8, E-mu Emax y Casio
CZ-5000, las guitarras acústicas de 6 cuerdas Ovation y 12 cuerdas Alvarez, la
eléctrica Fender Stratocaster y la clásica Yari, el bajo sin trastes Gretsch, y
los secuenciadores de ritmos Roland TR-808, TOM y Yamaha QX5. Adicionalmente,
también aparecen Martin Robertson (clarinete), Ian Hardwick (oboe), Michael Cox
(flauta y pícolo), Tjborn Holtmark (trompeta), Julie Allis (arpa), Ian Thomas
(batería) y Frank Ricotti (percusión), además del Speachi Quartet bajo la
conducción de Ralph Bernascone, y algunos arreglos de cuerdas bajo la
conducción de John Owen-Edwards. Las sesiones de grabación de esta magna obra
tuvieron lugar en Vic’s Place, los Clapham Studios y los CBS Studios (los
arreglos de cuerda dirigidos por Owen-Edwards), todos ellos situados en Londres,
entre junio de 1988 y marzo de 1989. PHILLIPS y Simon Heyworth se repartieron
las labores de ingeniería de sonido, con aportes de John Gibbons. Publicado por
el sello Virgin el 24 de setiembre de 1990, tanto en CD como en vinilo y en
casete, tiene la distinción de ser la última obra fonográfica de este maestro que fue publicada en estos tres formatos. Tras una reedición de dos CD y un DVD por el sello Esoteric Recordings del año 2017, “Slow Dance” ha vuelto a ser reeditado por el mismo sello en este año 2024 como un doble CD con el álbum original y otro volumen de maquetas (‘Vignettes’), y para esta ocasión, Heyworth volvió al ruedo para dirigir el
proceso de remasterización en el estudio Super Audio Mastering, en Chagford,
Devon.
Este disco resultó ser uno de los más exitosos dentro de la carrera de ANTHONY PHILLIPS, pero el tiempo de su ideación y subsiguiente gestación estaba lleno de incertidumbre y descentramiento debido a que este maestro, a pesar de llamar la atención en el marcado de la new age con el Volumen VII de “Private Parts
& Pieces” y la pronta culminación de “Tarka” en asociación con HARRY
WILLIAMSON, el sello Passport Records dejó de actuar como difusor del material
de PHILLIPS en mayo de 1988. Eso no sólo significaba que él se quedaba sin un
contrato de grabación y estaba privado de cualquier adelanto económico para
empezar a financiar futuras grabaciones, sino que se veía incapaz de pagar su
reciente deuda con el management de Hit & Run en la compra de nuevos
sintetizadores. PHILLIPS ya había estado escribiendo la mayor proporción de los centros temáticos para lo que habría de ser “Slow Dance” y ahora estaba en una situación en la que consideróa la idea de dejar de pensar en cualquier disco futuro y buscar trabajo componiendo música para documentales y demás, pero... al final decidió concentrarse en el plan inicial mientras esperaba que la logística laboral mejorara, y así fue que la composición del nuevo material se desarrolló hasta su forma final, pensada como una suite en dos partes de forma semejante a la de “1984” (1981). Una ventaja para la relativamente pronta compleción de la Parte 1 fue la disponibilidad de músicos de sesión que aparecieron en discos anteriores de PHILLIPS y, ante todo, la presencia de Simon Heyworth al frente de la ingeniería de sonido. Ya para fines del verano de 1989, el título provisional del proyecto había cambiado de “Album ‘88” a “Project 2”, y fue en esta instancia que cierta gente de Virgin Publishing conoció esta maqueta y mostró interés en contratar a PHILLIPS como compositor para el departamento de Filmes y TV. Las negociaciones de rigor llegaron a buen puerto y el buen ANT pudo obtener un adelanto financiero que, entre otras cosas, le permitió saldar su deuda con Hit & Run. Esta bendición no vino sola, pues también llegó el turno de Virgin Records para brindarle un contrato de grabación, y además de eso, un contrato de reedición de toda su discografía precedente. Lo primero que se concretó de este nuevo contrato fue el primer volumen de “Missing Links”, titulado “Finger Painting”, en diciembre de 1989.* Con estos múltiples beneficios derivados de este nuevo giro positivo de la rueda de la fortuna y los vientos del azar del negocio musical, PHILLIPS contaba con recursos para terminar el disco y sacarlo al mercado, pero... ¿con cuál título? Se barajaron nombres tales como “Time & Tide” y “Field Day” (a la postre, títulos de discos posteriores del buen ANT), pero “Slow Dance” fue el que quedó por sugerencia de un ejecutivo de Virgin Records llamado Declan Colgan, quien señaló que la música sonaba a algo para ballet.
Repasemos de una vez los detalles de este disco. La Parte 1 comienza con una breve introducción marcada por nebulosas cortinas
de teclado acompañadas de efectos de viento, hasta que surge el arpa, seguida
de la flauta y oboe, para instalar una cautivadoramente hermosa melodía y sus
correspondientes variaciones, en consonancia con los sintetizadores y el
ensamble de cuerdas. Todo lo que ocurre hasta ahora es como el paisaje sonoro de un oasis donde se cruzan sensaciones de elevación contemplativa y plácidas visiones de esplendores delicados; estos últimos se matizan momentáneamente con capas graves que parecen aludir a algo misterioso. Las siguientes dos secciones son notoriamente más sutiles,
trabajando con orquestaciones y contrapuntos delicados: a veces se insertan algunas líneas del esquema melódico inicial. Lo que suena aquí nos remite, a veces, a los elementos sinfónicos del Vol. VII de la serie “Private Parts & Pieces”. En la frontera del minuto 12 emerge sorpresivamente una sección más rápida, la cual ostenta un tenor exótico,
donde las marimbas marcan la base y la guitarra eléctrica emite unas texturas
bastante efectivas. Su irrupción es poderosa, aunque no totalmente abrupta, pues acoge el mismo lirismo meticulosamente perfilado de antes. Es notable el acento mesurado que aportan las líneas de guitarra dentro de esta inesperada celebración; esto se nos antoja muy similar a los aspectos más ambiciosamente telúricos del OLDFIELD de “Crises”, “The
Killing Fields” y “Islands”, valgan verdades. Con el breve regreso del motivo inicial se crea un
puente a una sección celestial, la cual está centrada en una coral sintetizada desde la que se focalizan los demás instrumentos actuantes.
Los últimos ocho minutos exhiben secuencias amables que se suceden con total
fluidez, siempre marcadas por el suave protagonismo de los teclados, y contando
con ocasionales toques de guitarra eléctrica y acústica que aportan matices
eficaces al cristalinamente fastuoso paisaje sónico. Así las cosas, el terreno está preparado para la emergencia de un hermoso epílogo cuya claridad melódica está signada por una cristalina placidez que también es parte de los paradigmas de CAMEL, GENESIS y THE ENID. La obediente estructura rítmica de la batería y los sobrios fraseos de la guitarra eléctrica rodean cabalmente a la orquestación central, la cual se vale de sí misma para elaborar la coda.
Manteniéndose fiel al sistemáticamente flotante lirismo sinfónico que signa al disco como un todo, la Parte 2 porta un carácter un poco más juguetón que la Parte 1, siendo así que inicia su aserción específica con un pasaje prologar elaborado al modo de una danza china dirigida por armonías de una cajita musical sintética. Con un golpe de gong pasamos a otra sección más patentemente intimista, la cual está marcada por cortinas de teclado y evocadoras líneas de clarinete. El mismo intimismo se disfraza de amable simplicidad con una posterior ilación de motivos fluidamente conectados bajo un signo similar; en uno de ellos reemerge el motivo introductorio, esta vez operando como un ornamento dentro de la base armónica general mientras un loop sintetizado opera como impulsor de una renovada aura extrovertida. En la frontera del minuto 12 surge un golpe de ruptura que da inicio a un interludio envolvente y textural, un cautivador ejercicio de minimalismo cinematográfico que, a su vez, funge como puente hacia un pasaje más extrovertido que refleja una bien perfilada organicidad sobre un compás realmente veloz. Es en este momento que emergen orquestaciones rebosantes y entusiastas, las mismas que, a veces, gestan unos giros un tanto exóticos donde se vuelven a asentar algunos motivos inmediatamente precedentes. Mientras estamos en un territorio afín a los TANGERINE DREAM de 1982-85, este recurso de constantes retornos a viejos motivos funciona para crear una unidad dentro de la obra. De hecho, otro golpe de ruptura posterior supone la vuelta de unas capas absorbentemente solemnes; una vez más, el cuerpo melódico se sustenta en un regreso de algunos motivos utilizados anteriormente, y a estas alturas del partido, PHILLIPS pone sobre la mesa la estrategia para empezar a cerrar el círculo trazado por este opus. En este momento, la ilación del motivo inicial de esta Parte 2 y el introductorio de la Parte 1 se elabora con una poco escondida suntuosidad que está trazada por vibraciones ceremoniosas, siendo así que ambos núcleos melódicos van confluyendo en un armazón contrapuntístico etéreo y sumamente refinado. Una idónea expresión de intensidad romántica para una composición que merecía un cierre a lo grande.
El volumen 2, titulado ‘Vignettes’, contiene
varias maquetas preparatorias de esta magna obra. La primera es ‘Theme From
Slow Dance’, el cual contiene la sucesión de tres motivos recurrentes en un
marco de poco más de 3 ½ minutos, una síntesis compositiva pensada como posible single. Después sigue una mezcla alternativa de ‘No
Way Out’, la cual realza las vibraciones orquestales de la composición central
mientras aligera un poco la dimensión progresiva de su lugar original dentro de
la suite. Más adelante encontraremos una mezcla original de esta sección con la batería de Ian Thomas, así
como una versión abreviada y un poco más lenta de una de las secciones de la Parte 1, pensada como single, pero que permaneció inédita hasta esta reedición. En medio de todo esto encontramos unas joyas bien definidas como ‘A Slower
Dance’, ‘Guitar Adagio From Slow Dance’ y la maqueta de ‘Touch Me Deeply’. La primera de
estas piezas se enfila hacia un reordenamiento de uno de los motivos recurrentes de la suite en clave de ambientación cinematográfica, apelando a un esquema sonoro que reconocemos como uno muy común en los tiempos de la segunda mitad de los 80 y la primera mitad de los 90: gran bloque de armonías y melodías que se asocian a través de un pulcro enfoque digital. En cuanto al ‘Adagio’, se trata de un realce de la espiritualidad cálidamente primaveral que se impuso en el último tramo de la Parte 1. El preciosismo mágico ínsito en el modo en que la guitarra guía la estructura melódica es un estándar atemporal del maestro PHILLIPS. La tercera pieza mencionada es una composición independiente que, en base a la guía del piano, articula una estructura melódica evocadora y bastante agradable, muy motivada por esquemas románticos dentro del discurso de la new age. ‘Clarinet
Sleigh Rides’ es otra composición nueva que se posiciona más cercanamente al paradigma de MANNHEIM STEAMROLLER con algunos matices heredados de las exploraciones en la electrónica lírica de algunas piezas de “Private Parts & Pieces VII: Slow Waves, Soft Stars”. La viñeta que cierra la reedición es ‘Lenta
Chorum’, que es el arreglo orquestal para la penúltima sección de la Parte 2.
En palabras de ANTHONY PHILLIPS, fue todo un riesgo apostar por la grabación de una composición de tal envergadura en un tiempo en que no contaba con un contrato de grabación concreto y mientras seguía pendiente la publicación efectiva de “Tarka”, pero el riesgo de gestar “Slow Dance” se retribuyó con creces al convertirse en uno de sus discos más exitosos. Cedemos la palabra al propio autor: “Ahora se ve como algo sabio y sagaz, pero
en ese momento era como ser un funambulista sobre una cuerda de alambre en
medio de una tormenta; muy fácilmente pudo haber salido mal este asunto. […] «Slow Dance» es algo que, en
retrospectiva, tiene mucho sentido, pero en ese momento fue como un gran salto
al vacío. Más allá de sus posibles fallas, este álbum tiene estructura, tiene
estructura y tiene mucho significado para mucha gente. Creo que lo que más me
gusta del álbum es que, durante su evolución, se podía ver cómo los temas se iban
usando y entretejiendo. Cuando llegué al final, tenía la sensación de que era
como el fin de un viaje mientras entendía que algo que funcionaba al comienzo también
funcionaba en la conclusión.” Palabras muy elocuentes que complementan (o
incluso podrían reemplazar) a lo que hemos aspirado a explicar en esta
retrospectiva. En resumen, “Slow Dance” es una obra cumbre del maestro ANTHONY
PHILLIPS, la cual le permitió cerrar una década a lo grande y alumbrar nuevas energías creativas para las siguientes (incluyendo un nuevo disco a dúo con HARRY WILLIAMSON un par de años después). Aunque se insertó en aquel momento en el mercado de la new age, en realidad, se trata de una joya inmortal de la música progresiva británica desde los 80 en
adelante que merece un lugar destacado en cualquier colección mínimamente buena.
* La serie de discos “Missing Links” recoge composiciones de música de librería, jingles, fondos para documentales y comerciales televisivos. En el año 2020, el sello Esoteric Recordings publicó una caja con los cuatro volúmenes de dicha serie,