Tuesday, May 07, 2013

SETNA - regresa la nueva voz del Zeuhl



HOLA AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy nos complacemos en prestar atención al grupo francés SETNA y su nuevo disco “Guérison”. Seis años después de la edición de su disco debut “Cycle I”, el sello Soleil Zeuhl repite plato con este ensamble dirigido por Nicolas Candé [batería, guitarra de 12 cuerdas y teclados], y que también incluye a Christophe Blondel [bajo], Benoît Bugeïa [pianos eléctrico Fender Rhodes y acústico], Yannick Duchene [voz] y Florent Gac [órgano]. Más precisamente, “Guérison” fue publicado en febrero último. Como en la ocasión anterior, el leit-motiv de SETNA es el de reconstruir y revitalizar los paradigmas de ESKATON, MAGMA y el primer ZAO en aras de mantener viva la hoguera del Zeuhl. Para completar el espectro sonoro del repertorio de este nuevo disco, el quinteto ha contado con la activa participación de varios invitados ilustres como los guitarristas Nicolas Würtz, Tony Quedeville y Samuel Philippot, los teclistas Benoît Widemann y Nicolas Goulay, Julien Molko al clarinete bajo y David Fourdrinoy al vibráfono. Vemos, pues, la presencia de varios nombres ligados a las nuevas generaciones del Zeuhl y el jazz-rock, tanto en grupos (Nicolas Goulay es el director de XING SA, por ejemplo) como en solitario. Repasemos ahora el repertorio de “Guérison”.


‘Cycle II’  da inicio al disco ocupando un espacio de casi 10 minutos y conteniendo tres secciones. La primera instala 6 minutos y pico de climas optimistas y extrovertidos, los mismos que son manejados con exquisita delicadeza a través de su latente intensidad. El aura jazzera del swing básico se realza oportunamente en las dos últimas secciones: cada una de éstas dura 1 minuto y ¾, por lo que se puede asegurar que operan como mecanismos para, sucesivamente, redondear la atmósfera central de la primera sección y virar hacia un cierre sereno y calmado. Esta tercera sección porta una belleza melancólica que resulta impactante a través de su suavidad evocativa. Luego sigue la pieza maratónica ‘Triptyque’, que dura 26 ¼ minutos y contiene tres partes (con sus respectivas secciones particulares). La primera parte empieza creando un aire de expectativa medianamente caótica, signada en buena parte por los efluvios del sintetizador Mini-Moog y las virtuosas florituras de la guitarra eléctrica (muy a lo JOHN MCLAUGHLIN), una apertura que prepara el camino para las cadencias reflexivas de una sección de fuerte tendencia bucólica, la cual se sustenta sobre la presencia importante de la guitarra acústica de 12 cuerdas en la base armónica de la instrumentación global. La idea termina proyectándose hacia ambientes crepusculares donde los arreglos corales flotan cuales sortilegios que están a medio camino entre la rememoración de un paraíso perdido y el simple gozo del momento presente. Mientras la coral va terminando de hilar su propia maraña, la base rítmica va asentando el camino hacia un clímax de elegante densidad donde el contraste entre la fiereza del bajo y la sutileza del vibráfono marca la pauta. La segunda parte de ‘Tryptique’ empieza con una sección de 5 minutos y pico de duración, la misma que gesta una iniciación espiritual en clave de exploraciones del aspecto cósmico del estándar Zeuhl. Widemann se regodea en su Mini-Moog en clave de JAN HAMMER durante el cénit sónico de los últimos minutos, mientras que el resto de instrumentos sostiene una arquitectura hipnóticamente lírica en 7/8. Así las cosas, la siguiente sección crea un groove fantástico que nos lleva al terreno histórico del jazz-fusión de los 70s con su hálito moderado de extravagancia grisácea. La última parte de ‘Tryptique’ empieza con un mantra recurrente que coquetea abiertamente con el acid-folk (al modo de una encrucijada entre ZAO y YATHA SIDHRA), abriendo paso a una sección que evoca un misticismo parcialmente siniestro, aunque mayormente se siente misteriosa. La última sección mantiene el aura de misterio y se aparta de lo siniestro, aportando lo opuesto: luminosidad, pero de una manera delicada que se complemente fluidamente con el equilibrio sónico conquistado por las dos secciones anteriores.


Los últimos quince minutos del repertorio del álbum están ocupados por la pieza homónima, que contiene cuatro secciones. La primera trata se enfila hacia una exploración caótica de atmósferas aleatorias bien sedimentadas en una ingeniería que no permite exabruptos en medio de la anarquía. La segunda sección establece un motivo fusionesco que se muestra a medio camino entre RETURN TO FOREVER y el MAGMA de “Üdü Wüdü”, mientras que la tercera y cuarta se perfilan bajo una orientación más marcadamente jazzera: una vez más, el Mini-Moog de Widemann opera como un ingrediente esencial para que el alimento sonoro se sienta genuinamente consistente. Los parajes finales de ‘Guérison’ exhiben un clima de caos etéreo que despide la expansión global de la pieza con un aire de incertidumbre. ‘Le Parasite’ e ‘Hymne Au Soleil’ son los dos bonus tracks que cierran el disco: el primero se centra mayormente en un ejercicio de free-jazz impulsado desde el imponente centro neurálgico que Candé dispone a través de su batería, mientras que el segundo se hace eco de los aspectos líricos que han aparecido en varias ocasiones a lo largo del repertorio oficial del álbum.

 

Como balance final, solo queda enfatizar que SETNA confirma con éste, su segundo disco, que está en posición de fortalecer su rol como fuerza joven vital para la preservación de la tradición  Zeuhl con una nueva vida en el presente milenio. “Guérison” encarna un despliegue de belleza desafiante elaborada con una fineza artesanal única, una manifestación excelsa de lo que la visión musical de Nicolas Candé puede brindar a los seguidores actuales del rock experimental. ¡Recomendado!


Muestras de “Guérison”.-

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