Tuesday, May 19, 2015

ZS: la nueva ley de los lobos vanguardistas


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

El ensamble estadounidense ZS vuelve a emerger de su sólido nicho dentro del siempre activo movimiento underground de Nueva York, un incesante hervidero de ideas nuevas que apuntan a hacer de la música futurista algo, de una forma u otra, intangible para el presente e inexorable frente al pasado. “Xe” es el título de la nueva aventura fonográfica que nos brinda el trío de Sam Hillmer [saxo y efectos computarizados], Greg Fox [batería, percusión y sintetizador] y Patrick Higgins [guitarra y efectos computarizados] para el presente año 2015. El trío repite plato después del disco “Grain”, que data del 2013. El grupo se originó en el año 2000 por iniciativa de Hillmer aunque recién dos años después hizo su debut en los escenarios… y ahora les tenemos aquí gestando vías de desafiante expresividad. Su propuesta es muy sui generis, donde la electrónica, el rock, el jazz de avanzada y la musique concrete fungen de cuatro elementos para la constitución de un kosmos nuevo que se resiste a ajustarse uniformemente a un orden totalmente constante. Si en “Grain” el trío abrió puertas y ventanas a las musas de la abstracción vigorosa en busca de una neurosis metafísica, “Xe” encarna la acción de salir de la casa para investigar de dónde sacan dichas musas su luz inspiradora: concretemos esta expresión con una detallada descripción del repertorio de este álbum. 


Empezando con una base de palmas simuladas sobre la cual se sustenta la arquitectura rítmica, ‘The Future Of Royalty’ abre “Xe” desarrollando un ejercicio de vitalismo dadaísta donde los riffs de guitarra y las pulsaciones del saxofón (fuertemente filtrado por efectos sintetizados) se amalgaman en un puzle cibernético intenso y rotundo. ‘Wolf Government’ emerge cortando de cuajo este clímax inicial elaborando un radical juego de deconstrucciones sónicas donde la lógica surrealista de resplandores oníricos se conjuga a la perfección con el paradigma futurista de celebrar el auge de la máquina. La naturaleza abrumadoramente punzante de los sonidos organizados en esta pieza simbolizan los abusos del monstruo metálico que agita el corazón de la sociedad urbana moderna y continuamente devora a las últimas generaciones de seres humanos. Cuando se abre campo a un solitario delirio cacofónico de guitarra, el camino está preparado para que emerja la tercera pieza del álbum, la misma que se titula ‘Corps’. Aquí, el grupo empieza a explayarse en sus vuelos musicales apelando a una combinación de jazz vanguardista a lo JOHN ZORN, climas krautrock a lo CAN y teorías minimalistas propias de la musique concrete: es como si el caos agobiante de la pieza anterior hubiera motivado un sistema de ordenamiento musical donde lo obsesivo no es exceso sino el nuevo camino de la prudencia. La batería de Fox aprovecha las cadencias y espacios de esta ambientación general para elaborar una ingeniería pulsátil que se siente tan desafiante como cálida. Por su parte, el saxo de Hillmer se focaliza en crear exorcismos neuróticos e inquietantes ansiedades: esto viene muy bien cuando en ciertos momentos específicos, la guitarra abandona parcialmente sus vibraciones maquinistas para elaborar breves explosiones de formas libres.


Tras los amplios pasajes de señorial ensoñación sónica que conformaron el cuerpo central de ‘Corps’ llega una coda caótica, anuncio del pronto arribo de la cuarta pieza del álbum, ‘Weakling’: en esta instancia, el grupo elabora unos climas aleatorios semejantes a los del limbo modernista rimbombante de ‘Wolf Government’, pero esta vez con un tenor etéreo que los acerca al paradigma del TANGERINE DREAM pre-“Zeit” y de los dos primeros álbumes de CLUSTER. En fin, los últimos 18 minutos y pico del álbum están ocupados por la pieza homónima, la cual nos revela que la misión principal de ‘Weakling’ había sido la de asentar un puente entre ella y ‘Corps’. Tras una breve introducción minimalista donde la guitarra juega con fraseos graves, la marca principal de ‘Xe’ se explaya en el trabajo de cadencias tribales de su armazón rítmica: desde ese empuje, el saxo y la guitarra exploran los recursos minimalistas y cacofonías embrujadoras necesarios para mostrarnos un ejercicio de exorcismos envolventes. Hay un momento de frenesí lunático que, a pesar de no ser particularmente extenso, deja una huella en lo que ha de ser el desarrollo temático de los últimos cuatro minutos de la pieza: tenemos la consonancia de una batería embrujadora, guitarreos sutiles recurrentes y un saxo que se ata y desata en las alternancias de su fiera expresividad. Así concluye “Xe”, una nueva muestra del ingenio aventurero e implacable que mantiene a ZS como una de las figuras con mayor autoridad de la vanguardia estadounidense. 


Muestra de “Xe”.-

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