Tuesday, March 14, 2017

Una loa a la resurrección de PERHAPS


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR MENDOZA.

Buenas noticias desde Boston, Massachusetts: el colectivo avant-progresivo PERHAPS ha vuelto al ruedo para retomar sus osados asuntos musicales y crear un nuevo disco, el cuarto de su currículum, disco que se titula “4”, así, sin más. Este disco ha sido publicado a inicios del pasado mes de octubre pero estaba siendo gestado desde antes de que el año 2016 llegara a su ecuador, casi como celebrando el primer triste aniversario de la disolución del grupo. Este retorno ha sido a lo grande pues parece ser que las diosas del destino tenían en reserva grandes campos de cultivo y gigantescos invernaderos para la germinación de nueva música. Para decirlo con un lenguaje más “laico”, parece que tras la tormenta de aquel entonces, el guitarrista Sean McDermott y el bajista Jim Haney han retomado los asuntos pendientes que tenían con las musas de la música y han reformulado la esencia de PERHAPS para elaborar una transubstanciación gigantesca con la inclusión de David Khoshtinat, Peter Danilchuk, Ricky Petraglia, Tom Weeks, Tabata Mitsuru, Ken Topham, Joe Harrison, Lucas Brode, Dennis Fuller, Jesse Weiss y Ben Talmi. Este nutrido colectivo concretó en “4” un extenso jam space-rockero donde se abren amplios campos a la inclusión de recursos propios del krautrock, el noise-rock, el R.I.O. y el punk-jazz. Un verdadero malestrom de guitarras, teclados, vientos, cánticos, bajo y sintetizadores se asocia en una nueva idea de orden, muy semejante a lo que usualmente designamos como caos: así, con toda la liberalidad del mundo, con todo el descaro que se puede permitir dentro de la concepción del arte como expresión libre. Bueno, repasemos ahora los detalles de la música contenida en este disco, ¿vale? 

El tema titulado ‘4’ ocupa todos los 40 minutos del disco. Tras un breve soliloquio emerge un vitalista despliegue de musculatura mecanizada en el discurso del rock, al modo de un híbrido entre la faceta más extrovertida de CAN, el entusiasmo anarquistamente lisérgico del HAWKWIND del periodo 71-73 y el fulgor exquisito de THE COSMIC JOKERS (con su correlato en ACID MOTHERS TEMPLE), además de algunos toques de la agresividad inteligente de los visionarios MASSACRE. Hay momentos en que el soliloquio sigue adelante mientras el bloque sonoro despliega neuróticos colores de saxofones, sintetizador y flauta en medio del maelstrom pertinaz en el que se focaliza la triangulación básica de guitarra-bajo-batería. Poco antes de llegar a la frontera del décimo tercer minuto se hacen destacar unos ornamentos de teclado que poco a poco van imponiéndose como un recurso de racionalidad sónica alternativa, algo así como un arrebato emitido desde un logos que existe fuera del sistema de jolgorio que hasta ahora había sido absorbente en exclusiva. No hay un viraje temático pero sí un momento de replanteamiento de las cosas para que se vislumbre algún recurso de sutileza para esta imparable arquitectura neurótica. Y que esto es así se confirma con la instauración de la intervención vocal que sigue poco después: el canto no es particularmente aguerrido – aunque sí apasionado – por lo que la potencialidad de su aporte creativo al bloque sonoro integral exige que el ensamble se mantenga atento ante el peligro de llevar a su propio fuego esencial hacia niveles extremos que destruirían su propia riqueza estructural. Ya entramos a un terreno donde cohabitan el prototipo de los dos últimos discos de THE MARS VOLTA y la faceta más caótica del legado del chamber-rock francófono cuando nos acercamos a la barrera de los 20 minutos; algunos ornamentos de guitarra acústica y piano eléctrico logran hacerse notar en medio de todo este arrebato tremendista.


Desde poco antes de entrar al último cuarto de este increíble viaje sónico, el groove se torna un poco más sutil mientras los teclados, sintetizadores y guitarras van adquiriendo un nuevo señorío. Para los últimos 5 minutos se añaden matices de aparente caos que, en realidad, son apuntalamientos de la luminosidad psicodélica en curso con trucos de free-jazz. El momento del epílogo resulta curiosamente sereno: se puede establecer un símil con unos marinos que se dedican a pasear por la costa por un rato relativamente largo tras el arribo de su barca pero solo después de concluido su paseo testimonian el fin del trayecto. PERHAPS representa, ante todas las cosas, la imagen de máxima grandilocuencia dentro del space-rock contemporáneo, llevando a esta vertiente rockera hacia niveles magníficos de ecléctica magnificencia progresiva: vayan todas nuestras loas para la gente de PERHAPS por haber vuelto a la vida como un Lázaro trastocado por una potenciación hiperbólica hasta niveles estratosféricos de creatividad musical.

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