Los peruanos de ANCESTRO vuelven al ruedo con su nuevo trabajo “El Gran
Altar”. El trío de Boris Baltodano [bajo], Diego Cartulin [guitarra, percusión
y teclados] y Víctor García [batería] vuelve a lucir su muscular híbrido de
psicodelia progresiva, stoner, space-rock, post-metal y doom metal desde su
reducto trujillano. Con la incorporación de García en reemplazo de, el ensamble de ANCESTRO sigue adelante con sus exploraciones sónicas y afianza su destacado rol dentro de la vanguardia rockera peruana del momento. El disco en cuestión fue publicado en setiembre del pasado año 2017 en su red de Bandcamp, pero fue recién en el posterior mes de diciembre que el sello nacional Necio Records pudo darse abasto para sacar al mercado el ítem físico del mismo. Como sea, valió la pena la no demasiado larga espera pues hemos hallado en “El Gran Altar” un testimonio del incremento de la vitalidad expresionista al cual aspiraba este colectivo oriundo de la localidad norteña de Trujillo desde los tiempos de su primer álbum, el cual fue toda una revelación en su momento. También se nota un trabajo un poco más pulido en la producción de sonido.
Con la dupla de ‘Ícaro’ y ‘Mareación’, el trío nos brinda unos primeros
8 ½ minutos tremendos respecto a la elaboración de recursos sofisticados de
vigorosa expresividad rockera. De hecho, ‘Ícaro’ es en sí mismo un preludio misterioso que tiene algo de oscurantista desde una dimensionalidad etérea, pero más que nada se trata de un momento de contemplación que está a la expectativa de algo que ha de emerger pronto, y esa emergencia se cumple con el arribo de ‘Mareación’ una pieza aguerrida y solemne cuya espiritualidad se desenvuelve amenazante bajo una bruma inescrutable mientras posiciona su groove sobre un compás tenebrosamente lento. Poco antes de llegar a la frontera del quinto minuto, tras un breve momento de lucimiento de la guitarra solista, el grupo añade matices de vaporosa sutileza al persistente cuerpo central. Stoner puro y duro. El tercer tema es ‘Aguijón’ y su esquema de trabajo se centra en un punche vitalista marcado por una obstinación visceral en homenajear al poder del rock desde sus entrañas más crudas: el rock contempla su propia furia a través de este tema, el cual incluye, dicho sea de paso, una de las intervenciones más lucidas del bajista Baltodano a lo largo de todo el disco. El momentum del
repertorio de “El Gran Altar” está encarnado en los poco menos de 12 ¼ minutos
que ocupa ‘Purga / El Gran Altar’. El trío regresa al dinámica stoner que había signado tan imperiosa y robustamente a ‘Mareación’, pero esta vez se inserta en el cuadro sonoro una tonalidad un poco más sofisticada, procedente no solo de los delineamientos melódicos que traza el bajo en medio de los contundentes riffs de la guitarra, sino también de los posteriores ornamentos de sintetizador y órgano que entrarán a tallar desde poco antes de llegar a la frontera del séptimo minuto. La última sección de la pieza se adentra en un aumento de la voracidad rockera, la cual nos lleva a una especie de eslabón perdido entre los PINK FLOYD de la época 69-71 y los HAWKWIND del primer álbum: así las cosas, el desarrollo temático adquiere un carácter festivo, por decirlo de algún modo, aunque tal vez lo más acertado es decir que se inserta un poco de luminosidad relajada en medio del intransigente vigor rockero.
‘Agua Muerta’ es otra pieza de ambicioso aliento – dura más de 10
minutos – cuyo enfoque ostenta una encrucijada entre el paradigma del stoner y el vigor lisérgico del post-rock con matices Floydianos. El solo de guitarra que entra a tallar en algún momento después de atravesar la barrera del cuarto minuto tiene un inconfundible dejo Gilmouriano con tintes Sabbathianos, y además, crea un espacio de apasionamiento oscuro que permite al grupo aumentar el frenesí del esquema rítmico creado para la ocasión. La coda en clave stoner le da un broche lúgubre y lóbrego a un tema que se manifestó como el más colorido del disco. Si ‘Purga / El Gran Altar’ había sido diseñado para ocupar el centro neurálgico del repertorio, ‘Agua Muerta’ se gestó para que impulsara el cénit definitivo del mismo. El ítem de cierre es ‘Gallinazos’, una pieza que ostenta un fulgor poderoso con cierto tufo Zeppeliniano, aunque reelaborado a través de una cirugía modernizada que recibe goces de RUSSIAN CIRCLES y usufructos de CAUSA SUI. La particular dosis de fiereza que la banda insufla a la pieza en sus últimos minutos encarna a la perfección el brote de incandescencia majestuosa antes de que todo llegue a su final. Todo esto fue lo que nos ofreció el trío ANCESTRO con su nuevo disco “El Gran Altar”, un trabajo sólido y bien pulido donde el grupo en cuestión demuestra que ha tenido muy bien oficio a la hora de cosechar la siembra de su obra precedente. Sin duda alguna, los ANCESTRO ocupan un lugar céntricamente palpable en el altar de la psicodelia peruana de nuestros días.
Muestras de “El Gran Altar”.-
Agua Muerta: https://ancestro.bandcamp.com/track/agua-muerta
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