Tuesday, June 26, 2018

Perspectiva desde la torre de la ciudadela progresiva de MOTORPSYCHO


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Con bastante demora pero con el entusiasmo melómano de siempre repasamos hoy el disco 
“The Tower” del grupo noruego MOTORPSYCHO, el cual fue publicado en la primera mitad de setiembre del pasado año 2017 por vía del sello Rune Grammofon (publicado como doble CD así como doble vinilo). El trío de Bent Sæther [bajo, guitarras, teclados y voz], Hans Magnus Snah Ryan [guitarras, teclados y voz] y Tomas Järmyr [batería, percusión y voz] fue el personal a cargo de dar vida a esta ambiciosa obra que se prolonga hasta casi una hora y veinticinco minutos de duración. Es el primer trabajo de estudio con
Järmyr como parte de su alineación. Además de su propio arsenal instrumental, el grupo contó con las ocasionales participaciones invitadas de Alain Johannes al canto, la guitarra y la flauta (en cuatro temas, especìficamente). MOTORPSYCHO es, hoy por hoy, toda una autoridad dentro de la actual escena progresiva, contando con una muy nutrida discografía cuyo arranque inicial se remota hacia el ya lejano año 1991. El disco que ahora tenemos en nuestras manos es el trabajo de estudio #22 de su carrera. Cabe decir que su disco del año 2012 “The Death Defying Unicorn” supuso todo un hito dentro del mundillo progresivo dentro de las redes sociales, pero ya desde los tiempos de “In The Fishtank” (grabado junto a integrantes de JAGA JAZZIST), “Black Hole / Black Canvas” y “Little Lucid Moments”, los MOTORPSYCHO se habían estado situando en un perfil destacado dentro de la varriopinta escena progresiva escandinava y europea. Lo que tenemos ahora en “The Tower” es un sólido y convincente reforzamiento del ingenio ecléctico que el grupo ha sabido cultivar y renovar consistentemente a través de las décadas, algo que exige arduas dosis de lucidez y entrega teniendo en cuenta que entre los años 2016 y 2017, el grupo ha creado y grabado tres discos (este y el par de “Here Be Monsters” y “Begynnelser”). Para el caso de
“The Tower”, el grupo no ha escatimado recursos a la hora de grabar y hacer las primeras mezclas para el repertorio en los estudios californianos White Buffalo y Rancho De La Luna, para luego llevar lo grabado a los sucesivos procesos de sobremezclas y masterización en estudios de su natal Noruega y de Holanda. Vayamos ahora a los detalles mismo del disco, ¿vale?


  

La pieza homónima ocupa los primeros 8 ¾ minutos del disco: su título completo es ‘The Tower’ (including ‘The Wishboner’) y su esquema de trabajo es razonablemente ágil y directamente enfocado en la claridad melódica. La labor de la dupla rítmica alterna pasajes marcados por lo grácil con otros marcados por la ferocidad mientras el mellotrón y la guitarra alternan momentos protagónicos dentro del bloque sonoro. Los aires de familia con ANEKDOTEN, CAUSA SUI y GÖSTA BERLINGS SAGA son patentes a lo largo de la instalación de los diversos ejes temáticos. El aura de etérea serenidad que envuelve a la coda brinda un breve momento de candidez introspectiva antes de que ‘Bartok Of The Universe’, la pieza que sigue a continuación, exhiba un llamativo punche afirmado sobre una sólida confluencia de stoner y sinfonismo. Las pistas sobregrabadas de guitarra en los riffs básicos y solos llenan espacios con una soltura impactante mientras los ornamentos de teclado aportan una aureola de sombría majestad en medio de la reinante intrepidez. Así las cosas, la dupla de ‘A.S.F.E.’ e ‘Intrepid Explorer’ se instala con la finalidad de seguir ahondando en el ágil eclecticismo de la banda. ‘A.S.F.E.’ lleva el legado de musculatura de la pieza precedente hacia un frenesí más cargado: sin duda, estamos aquí en un terreno híbrido de rock clásico y space-rock. La mecánica de la dupla rítmica funciona con la precisión de un reloj a través de su tempo animoso y corajudo, logrando encuadrar la diagramación idónea para el hermanamiento de los últimos cánticos y fraseos de la guitarra. Por su parte, la canción ‘Intrepid Explorer’ instaura una atmósfera inicial de languidez contemplativa para luego derivar hacia un contundente ejercicio de robusta psicodelia progresiva que se explaya generosamente, dando vueltas continuas a un motif central mientras se van amontonando algunos ornamentos sonoros. El empleo de un groove moderadamente complejo ayuda bastante a mantener el aire sofisticado planeado para esta canción. La balada acústica 
‘Stardust’ se caracteriza por explorar una sencilla ambientación bucólica: el mellotrón y la percusión tonal aportan un trasfondo interesante a los arreglos vocales gestados un poco al estilo de CROSBY, STILLS & NASH. 



‘In Every Dream Home (There’s A Dream Of Something Else)’ desarrolla un groove cadencioso para un efectivo retorno a la vitalidad rockera que ocupa el centro nuclear de la esencia estilística  de la banda. Coqueteando con el stoner y vagabundeando por los alrededores del rock duro clásico, el grupo se da buen abasto para desarrollar una canción pletórica de gancho. Los aportes de la flauta y las complejas líneas de bajo establecen una confiable triangulación para el entramado sonoro global. La segunda parte del concepto del álbum comienza con ‘The Maypole’ (including ‘Malibu’ and ‘Stunt Road’), una canción de puro talante folk-rockero que nos remite a estándares de LOVE y CROSBY, STILLS & NASH. La maratónica pieza ‘A Pacific Sonata’ se toma un generoso espacio de 15 ½ minutos para decir todo lo que quiere decir. Comienza con una presencia dominante de la guitarra acústica, sumándose poco a poco algunos teclados y la batería, pero esta vez no es el folk el factor predominante sino una línea progresiva bucólica al modo de una cruza entre los YES de la época con Peter Banks y la faceta serena de los PINK FLOYD de la etapa 69-71. Con el despliegue de un lírico solo de guitarra, la pieza adquiere una prestancia moderadamente fastuosa. Una segunda instancia que nace poco antes de llegar a la frontera del octavo minuto y medio brinda un groove más contundente que se toma algo de tiempo para revelar toda su garra: mientras tanto, una grácil ingeniería dialogante entre la guitarra y el piano toma posición sobre el macizo swing creado por la dupla rítmica. El crescendo de teclados y retazos de guitarra se cuida mucho de llegar a niveles de innecesaria estridencia pero, sin duda, está diseñado para ostentar un genuino vigor rockero bajo los parámetros de la psicodelia progresiva. El moto perpetuo adquiere y gestiona su propia magnificencia con una calculada elegancia. Ya nos vamos acercando al final del disco cuando llega el turno de ‘The Cuckoo’, una canción desarrollada sobre un medio tiempo que oscila entre lo melancólico y lo sombrío, siendo así que la métrica irregular aporta un efecto sofisticado al asunto. La vitalidad relativamente elusiva de esta pieza se hace presente en la aguerrida labor de los guitarreos, los mismos que mantienen contenida su potencial de total tonificación a fin de respetar la aureola sutil que envuelve a aquella. 



Con la dupla de las dos piezas precedentes, el disco ha conquistado un culmen crucial pero todavía queda algo más: el cierre llega a lo grande con otra extensa pieza, ‘Ship Of Fools’, la cual dura casi 14 ¾ minutos. Una secuencia de arpegios de órgano en 6/8 que comienza muy tenue y luego va saliendo al frente poco a poco instaura el groove principal sobre el cual pronto se instaurará el ensamble íntegro. La elegante expresión de vigorosas mecánicas progresivas que focalizan el primer motif expone algo llamativo y evocativo antes de que la segunda sección, más intrépida en su esquema rítmico y centrada en un tempo de 5/4, abarque y guíe la magia sofisticada y extrovertida que habrá de guiar a lo que queda de la pieza. Con los diversos ornamentos de teclados (especialmente, varias capas de mellotrón) y la mezcla de señorío e intensidad que emana de la batería, el grupo crea un clímax permanente; las emergencias ocasionales de ciertos pasajes relativamente constreñidos realzan la luminosa reciedumbre con la que terminan esta pieza y el álbum. Los flotantes colores de flauta mellotrónica para la breve coda funcionan como un hermoso eco de las dimensiones más refinadas de esta definitiva segunda sección del tema de cierre. Esto fue todo con “The Tower”, un disco magnífico que confirma por enésima vez a los MOTORPSYCHO como amos dentro del reino universal de la psicodelia progresiva. La perspectiva que nos brinda este trío desde la torre de vigilia de su particular ciudadela progresiva está llena de inspiración y creatividad hasta para regalar. 


Muestras de “The Tower”.-

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