Sunday, July 01, 2018

PINIOL: una exquisita bestia avant-progresiva de dos cabezas



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy nos complacemos enormemente en presentar al ambicioso ensamble avant-progresivo francés PINIOL y su disco “Bran Coucou”, el mismo que ha sido publicado en el día 27 del último mes de abril. Lo que opera en PINIOL es la asociación de dos bandas experimentadas en esto de proponer formas ostentosamente asadas e intensas de vanguardismo progresivo: POIL y NI. La alineación de esta fusión de bizarras mentes colectivas queda así: Antoine Arnera [teclados y voz], Boris Cassone [bajo y voz], Guilhem Meier [batería y voz], Anthony Béard [guitarra y voz], François Mignot [guitarra y voz], Benoit Lecomte [bajo y voz] y Jean Joly [batería]... ¿Una  banda de rock progresivo? ¡Más bien una orquesta eléctrica dedicada a cultivar una modalidad ecléctica de Zeuhl donde se abren campos diversos para recursos del math-rock, el avant-jazz, el rock-in-opposition de raíz francófona, la tortuosa ingeniería Crimsoniana y, como ingrediente extra, algunos elementos de psicodelia libre de inspiración ruidista!


Ocupando los 14 primeros minutos del disco, ‘Pilon Bran Coucou’ establece desde el mismo punto de partida las pautas de diversión dadaísta y vitalidad surrealista desde las cuales el ensamble ha de encuadrar el vigor de sus ideas musicales y performances. En su momento inicial, la cosa es paulatina: hay que esperar hasta casi tocar la frontera de los 2 ¾ minutos para que el malabarísticamente sostenido crescendo abra paso a la instauración del motif central, el cual se centra en tensos juegos de síncopas y densas exhibiciones de neurótica vivacidad. Se combinan los universos sonoros de KING CRIMSON, MAGMA y PRESENT dentro de unos aires extrovertidos que nos remiten tanto al FRANK ZAPPA de los 80s (pensemos en ese jazz-prog tecnificado de “Jazz From Hell”) como a la nueva escena Zeuhl (NEOM, SETNA, UNIT WAIL, GA’AN). Los encuadres respectivos entre las dos baterías y las dos guitarras empujan, a su vez, el encuadre de la instrumentación general en bloque. La sección final se reserva un momento de crucial mordacidad cuando el esquema rítmico se intensifica hasta niveles furiosos… y salen por fin al frente los dos bajos mientras el clímax concluyente va rumbo a su poderoso cierre. ‘Pogne’, el segundo tema del disco, dura casi la mitad que el primero mientras le da una nueva vuelta de tuerca a las polivalentes tácticas sonoras dentro de su misión de crear neurosis festiva y oscurantista. Eso sí, la niebla inherente a este oscurantismo adquiere ahora un fragor más ligero por vía del proceso más mesurado de los aportes aguerridos de las guitarras y el realce de los bajos y el teclado en algunos pasajes estratégicos. Ahora se hermanan math-rock, Zeuhl y jazz-rock con un descaro apabullante y una creatividad genialmente peculiar. En la ocasión del tercer tema del disco, titulado ‘Mimolle’, el septeto opta por hacer una síntesis netamente instrumental de la esencia musical del tema precedente pero con un poco más de punche y un posicionamiento aún más destacado de los bajos ya las baterías dentro del entramado general. Esta pieza bien puede definirse como un híbrido de DON CABALLERO (discos segundo y tercero) y KING CRIMSON (81-84) bajo la guía compartida de los PRESENT y los SONAR.  



Durando poco más de 14 ½ minutos, ‘Shô Shin’ se erige como la pieza más extensa del álbum, siendo patentemente diseñada para plasmar un momentum dramático del repertorio. El preludio está marcado por un juego de lúgubres síncopas y lóbregas pulsaciones hasta que la segunda sección, donde ya interviene el canto, instaura una diligente ilación de pasajes aguerridos y otros contenidos. Hay una sensación de indescifrable tragedia en algunos de estos pasajes contenidos mientras que los más aguerridos focalizan su ingeniería en seguir la pauta trazada anteriormente en el primer tema del álbum. De hecho, las vibraciones trágicas son predominantes en buena parte de los primeros tres quintos de la pieza, pero a poco de pasada la frontera del octavo minuto y medio, el grupo se decide a gestar un interludio de talante frontalmente bélico. Con puentes caídos y barcos quemados tras sus espaldas, los músicos se enfrascan en la creación de un equivalente sonoro de arquitectónicas metrallas musicales de lo que sería un cuadro cubista. Hace falta extender los estertores de los últimos golpes para emular el eco de una explosión, el mismo que abre las iniciales agitaciones de las cuerdas con las que comienza ‘François 1er’. Este tema #5 del repertorio hace uso de este truco muy propio del estándar post-rockero solo como ornamento, pues no tarda mucho en asentarse un cuerpo central definido por una nerviosa y vitalista encrucijada de math-rock y jazzcore dentro de una amalgama progresiva muy fiel al paradigma Crimsoniano (tanto de los 80s como de la etapa 94-03). Por ahora, ya no hay nada nuevo bajo el sol pero sí se nota una refrescante aura de señorío revitalizante en el desarrollo temático compuesto para esta ocasión. Cuando llega el turno de ‘Kerberos’, el grupo está más que preparado para llevar esta línea de trabajo hacia niveles más explosivos de incandescencia y tensión, coqueteando incluso con las vertientes vanguardistas del prog-metal en ciertos pasajes donde los guitarreos edifican recursos estilizados.  



Los últimos 12 minutos y pico del disco están ocupados por ‘Orbite’, pieza diseñada para infiltrar de tenebrosos y oscurantistas tonalidades propias del rock-in-opposition (a lo UNIVERS ZERO) a un motif estructurado en torno a una confluencia de post-metal y stoner dentro de una matriz progresiva donde la regla de oro es la de mantener a raya una furia solipsista para que nunca muestre sus verdaderas garras de ira y desconcierto. El truco de la revalidación monótona del motif central ayuda bastante a comprender cómo la idea del encierro la furia bajo siete llaves es una labor que exige un inconmensurable tesón“Bran Coucou” es, a fin de cuentas, una obra excelsa y magnífica que honra infinitamente el ideal del rock progresivo en su vertiente más radical: este colectivo de PINIOL se ha lucido a placer, ha demostrado con creces ser una bestia bípeda que sabe hacer brillar con lúcida garra e inquietante intensidad su versátil ingenio musical. Esta asociación de POIL y NI ha funcionado a las mil maravillas y no tenemos ningún empacho en recomendar a “Bran Coucou” al 500% a todo fan del rock progresivo con aspiraciones pérfidamente desafiantes.


Muestras de “Bran Coucou”.-
Pilon Bran Coucou: https://piniol.bandcamp.com/track/pilon-bran-coucou

No comments:

Post a Comment