Sunday, April 28, 2019

AIN SOPH y los colores de la resurrección progresiva



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Tiempo de resurrección para AIN SOPH, una de las bandas más memorables de la escena progresiva japonesa desde fines de los 70s con su manera tan cálida y entrañable de retomar las influencias del Canterbury, el sinfonismo y el jazz-fusion con su propio enfoque particular. La alineación de Yozox Yamamoto [guitarras], Kikuo Fujikawa [teclados], Masahiro Torigaki [bajo] y Taiqui Tomiie [batería, percusión y voz], la definitoria de AIN SOPH, vuelve a hacer presente su señorío en el mercado musical con su nuevo álbum, el cual fue publicado durante la última semana del pasado año 2018 por el sello Nexus Nova, bajo el título de “Seven Colours”. Este grupo fue en su momento uno de los más admirados por los ávidos prog-melómanos del mundo entero por causa de las grandes dosis de belleza y musicalidad que emenaban de sus dos primeros discos de estudio “A Story Of Mysterious Forest” (1980) y “Hat And Field” (1986), siendo así que para la grabación del primero de estos discos, el teclista era Masey Hattori en reemplazo del histórico Fujikawa. La gente de AIN SOPH obtuvo mucho prestigio con estas obras, las cuales luego fueron sucedidas por “Marine Menagerie” (1991) y “5 Or 9 – Five Evolved From Nine” (1992), este último más específicamente centrado en el estándar jazz-rockero que era tan común entre fines de los 80s e inicios del nuevo milenio. La discografía de AIN SOPH se amplió con publicaciones de varios bootlegs en vivo pero es recién con el arribo de “Seven Colours” que llegamos a tener auténticas nuevas noticias desde sus cuarteles de creación musical. Adelantamos que se trata de un estupendo trabajo que muestra ingenio melódico y frescura, aunque sin igualar del todo la grandeza paradigmática de sus primeros álbumes: como sea, es muy agradable advertir que este colectivo formado a inicios de los 70s con el nombre de TECHNI-SOZO con tres de sus cuatro integrantes históricos ha vuelto a ser una realidad presente en el universo progresivo. Bueno, veamos ahora los detalles de este repertorio.



Ocupando los primeros 9 ½ minutos del álbum. ‘Felix’s Strange Bag – The Sower Of Ther Systems’ pone sobre el tapete esa dinámica híbrida de frescura estilizada y cristalina claridad melódica que el grupo siempre subo exhibir en los momentos más paradigmáticos de su trayectoria. Ostentando un colorido vivaz al modo de un Canterbury (HATFIELD AND THE NORTH, GILGAMESH, CARAVAN) hibridizado con sinfonismo medianamente fastuoso (a lo CAMEL), añadiéndose refinados recursos jazz-rockeros al asunto. El desarrollo temático transita con toda naturalidad a lo largo de todos los motivos que van resurgiendo hasta que poco antes de llegar a la frontera del sexto minuto, todo deriva hacia una dimensión más reposada a partir de un renacentista interludio de guitarra acústica. Así las cosas, la ambientación se pone a tono con el modelo de FOCUS mientras preserva esa calidez alevosamente ingenua que se siente tan típica de muchas provincias musicales del Canterbury. ‘Moral Hazard’, la segunda pieza del álbum, explora un ahondamiento en la prestancia lírica esencial del grupo, siendo así que el sintetizador que emula la flauta ocupa un rol totalmente protagónico en la guía y la elaboración del cuerpo melódico. El compás en 6/8 es manejado con una oportuna expansión de grooves sofisticados, pero siempre poniendo al virtuosismo de los integrantes de la dupla rítmica al servicio del realce de la magia musical en curso. Para una segunda instancia, cuando se cambia de motivo y de compás (4/4), la guitarra y los teclados alternan los pasajes de elegante lucimiento mientras la calidez predominante adquiere un matiz un poco más sobrio. La presencia invitada de Tomiie Taiki al canto sirve para reforzar la fineza extrema de algunos fraseos de la guitarra. De forma inesperada, todo se detiene para una breve coda de órgano de estilo barroco: nos toma de sorpresa pero tiene sentido como recursos humorístico (que no burlón). La miniatura ‘Seven Up (Intro)’ y el cuerpo central ‘Seven Up (Main)’ completan casi un total de 9 ¼ minutos. La miniatura consiste en un acomodamiento paulatino de la guitarra para armar un pasaje relajante, algo que va a contrapelo del grisáceo cuerpo central en torno al cual gira el tema principal. Operando sobre un semi-lento compás de 7 /8, el esquema de sonoro se basa en un intermedio entre los CAMEL de los dos primeros álbumes y el estándar del jazz-rock de los 90s (a lo NIACIN): hay, sin duda, un mayor nervio roquero en el bloque sonoro, especialmente en lo que concierne a la guitarra. Dicho sea de paso, ésta tiene aquí uno de sus pasajes más lucidos. 

Otra vez nos topamos con una coda sorprendente: el epílogo titulado a secas ‘Seven Up’ cierra el esquema desarrollado en ‘Seven Up (Main)’ con un solitario piano cuyas vibraciones románticas establecen una pauta de atmósferas crepusculares; a su vez, ello marca el camino para los pasajes iniciales de piano eléctrico con los que comienza ‘Cat & Queen’. Este tema vuelve a los ambientes cálidos y un tanto ingenuos (desde el punto de vista de una alegría sobria y despreocupada) que signaron a la primera mitad del tema #1 y a la mayor parte del tema #2. Incluso se hacen sentir algunos aires rocanroleros en unas secciones del primer solo de órgano mientras el motif vigente va reforzando su perpetuo gancho. A mitad de camino, el piano traza unos retazos expresionistas desde los que se quiere enlazar la espiritualidad cordial de la primera sección y las vibraciones melancólicas y contemplativas que se avecinan para la segunda mitad. Afianzada ésta, la guitarra sale al frente para focalizar la nueva atmósfera en una musculatura mesurada que, a la vez, explote cabalmente las alusiones melódicas brotadas desde el trasfondo de teclados y se haga eco de la necesidad de expresar una pasión misteriosa. ‘Cat & Queen’ y ‘The Swan Lake, Pt. 2’ son los dos ítems más extensos del álbum – ambos se prolongan por más de 10 ½ minutos – y es con su ilación que se completa el repertorio de “Seven Colours”. Ambas piezas también tienen en común su enfático interés en ahondar en las influencias recibidas de los tres primeros discos de CARAVAN y los dos primeros de CAMEL. El título del último de estos temas nos remite a la pieza que abría el segundo álbum de la banda “Hat And Field” (del año 1986), y ya se hace notar su parentesco temático tanto en algunas secciones de su motif central (finamente desarrollado por la dupla de guitarra y teclado) como en el asentamiento de su swing principal en 6/8. En todo caso, hay aquí un enfoque distinto que se centra principalmente en el tipo de protagonismo que asume el órgano a la hora de colorear el enfoque temático. También hay que mencionar el modo en que la línea de trabajo se siente más melancólica que en esa otra pieza de 1986; al igual que con el tema precedente, se inserta un interludio lento y sereno, aunque aquí cabe acotar que tras finalizar dicho interludio, la guitarra pasa a primer plano para guiar una remodelación más enérgica del motif inicial.

“Seven Colours” es un estupendo testimonio de cómo la voz de AIN SOPH puede volver a sonar tan fuerte como en sus viejos tiempos dentro de la provincia jazz-progresiva. No nos ha decepcionado para nada este regreso de los Sres. Yamamoto, Fujikawa, Torigaki y Tomiie al fuero de la música más ambiciosa y exquisita dentro del variopinto escenario progresivo de ayer y hoy. Esta resurrección está trazada por hermosos colores hechos sonido. 

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