Saturday, May 18, 2019

DAAL: remodelando un origami sonoro progresivo



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Con algo de demora (tal vez mucha)  “Navels Falling Into A Living Origami”. El personal de DAAL, que sigue estando encarnado en el dúo de Alfio Costa [teclados, piano y mellotrón] y Davide Guidoni [batería, percusiones, loops y soundscapes], ha contado aquí con las colaboraciones de Guglielmo Mariotti al canto; Simone Montrucchio, al bajo; Lorenzo Fasanelli y Marcella Arganese, a las guitarras; Salvatore Lazzara, a las guitarras y el ehru, y; Mir Khista, al violín. Es el más experimental de los dos discos que el dúo publicó el 8 de octubre del pasado año 2018 (siendo el otro “Decalogue Of Darkness”) pues consta de una extensa suite de casi 49 ½ minutos donde se hace una suerte de collage de ideas musicales contenidas en discos precedentes, asociándolas con algunas nuevas ideas melódicas, y sobre todo, atmósferas abstractas y ambientales en claros ejercicios de coqueteo con la electrónica pionera de los 70s y el krautrock sintetizado. También se notan algunas ocasionales excursiones space-rockeras en esta obra que, ante todo, tiene toda la apariencia de ser una experiencia de aprendizaje desarrollada “al aire libre” para que cualquiera que pase por allí y sienta algo de curiosidad se detenga a escuchar lo que pasa. El título del disco es, de por sí, revelador, pues fusiona los títulos de trabajos anteriores como son“Disorganicorigami”, “Destruktive Actions Affect Livings” y “Dances Of The Drastic Navels” (de los años 2009, 2011 y 2014, respectivamente). Pues bueno, ahora nos ponemos a describir lo que va pasando a lo largo de “Navels Falling Into A Living Origami”.


El sonido de un fuerte vendaval y los aleteos de enormes figuras espectrales nos dan la bienvenida a esta ambiciosa suite para que, al poco rato, tras la intervención de unos efectos en reversa, surja el primer motif con el encuadre de acordes de guitarras acústicas y capas de mellotrones. El ambiente general es sombrío y sereno a la vez, como si se tratara del reflejo sonoro de un momento de reflexión realizado por un alma errante en alguno de los rincones más nebulosos del Purgatorio. Una rara mezcla del GENESIS de la época 70-71 y el paradigma de ANEKDOTEN (los dos primeros álbumes). Tras otro interludio focalizado en cortinas procesadas en reversa, a poco de llegar a la frontera del sexto minuto emerge el segundo motif, el cual ostenta unas vibraciones Floydianas inmersas en un soliloquio cósmico donde lo etéreo es el factor dominante. Los fraseos de la guitarra suenan muy a lo DAVE GILMOUR, mas pronto advertimos que estábamos atravesando por el primero de dos preludios a una sección más propiamente desarrollada ulterior. El segundo preludio exhibe un conciso espectro de densidades fastuosas y aguerridas antes de que la siguiente sección desarrollada se enfile hacia un grácil ejercicio de sinfonismo donde los teclados asumen un rol crucial a la hora de gestar y sustentar una atmósfera envolvente y ensoñadora. La siguiente sección recoge este espíritu para darle un viraje fusionesco-electrónico al asunto (al modo de unos DEAD CAN DANCE remodelados con recursos nu-jazzeros), y al finiquitarse ésta, otra nueva sección establece una atmósfera misteriosa que coquetea levemente con lo tétrico en lo que parece una mezcla de sinfonismo, space-rock estilizado y krautrock electrónico de matices amables. Ya una vez que los músicos han atravesado la frontera del vigésimo minuto, el potencial psicodélico expuesto y desarrollado en las dos secciones precedentes asume un rol más robusto. Lo que se hace explícito parece una danza ritual donde se celebra la anunciada irrupción de alguna fuerza superior que brotará desde detrás de un velo de Maya. El gran peso de la batería y las percusiones contrasta con el talante surrealista marcado por los retazos flotantes del ehru y el violín; mientras tanto, los sintetizadores reafirman el factor krautrockero cuya presencia ya advertimos en una sección precedente.

A poco de pasada la frontera del minuto 24, el ensamble se enfila hacia un pasaje lánguido que ya exhibe cadencias y tonalidades tétricos, aunque la sobriedad aludida en el lento esquema rítmico y el carácter electrónico del arreglo instrumental global impiden que esos aires tétricos se tornen absorbentes o arrolladores. Más perturbador es el caótico juego de deconstructivas capas instrumentales y densos efectos especiales que seguirá a continuación para instaurar una nueva versión del oscurantismo ya reinante de una manera más abstracta. Las guitarras flotan al modo de los experimentos con soundscapes de ROBERT FRIPP mientras que los diferentes armazones de los teclados nos remiten a un horizonte híbrido de los TANGERINE DREAM de mediados de los 70s y el VANGELIS de fines de los 70s. Una vez preparado el terreno para que el piano elabore unas bases armónicas tensas e inquietantes, la banda se detiene a explorar ambientes introspectivos que al principio parecían enrumbarse por una nueva travesía de introversiones oscurantistas, pero que, a fin de cuentas, desembarcan en algo melancólico y vulnerable, a veces definiéndose por senderos relajantes. Las líneas de la guitarra ostentan una vibración poética mientras el nuevo motif se va desarrollando con tonalidades impresionistas. Una vez terminada esta sección donde la guitarra porta la voz cantante, los teclados y efectos inundan todo con solipsista autosuficiencia, primero encaminándose hacia un paisaje de ensoñaciones celestiales, y en una siguiente instancia, operando con un retorno masivo a la elasticidad electrónica de inspiración krautrockera. En medio de las reinantes y cruciales capas, ornamentos y proyecciones electrónicas, emerge en algún momento una serie de punteos del ehru: esta vez no es el arco sino el pizzicato quien genera estos vaivenes exóticos que caen como gotas de rocío. Los últimos minutos de la suite sirven para que vuelva el primer motif, esta vez con un lugar predominante para la guitarra eléctrica y un rol razonablemente importante del canto. El mellotrón llena espacios con convincente plenitud mientras este motif final va preparando su camino hacia el fade-out: de este modo, el epílogo muestra su solvente señorío persistentemente mientras sus últimos empellones fluviales desembocan en el mar de la nada. 



Todo eso fue lo que la gente de DAAL nos brindó en “Navels Falling Into A Living Origami”, una obra que desarrolla una dinámica crucialmente amalgamada entre la reconsideración de viejas ideas musicales y la canalización de nuevas estrategias sonoras. Posiblemente tenemos aquí una delcaración de principios sobre nuevos rumbos a seguir en el futuro cercano o tan solo un experimento de un momento específico... el tiempo lo determinará. Lo que sí nos queda claro es que se trata de una obra estupenda que suma en el muy buen nombre que desde hace varios años tiene DAAL en la escena progresiva del nuevo milenio.



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