Wednesday, June 19, 2019

GALASPHERE 347: un enfoque moderno para la música progresiva ecléctica



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Llega a nosotros el colectivo multinacional británico-escandinavo GALASPHERE 347 con su homónimo primer disco, uno de los ítems progresivos más interesantes del año 2018: específicamente, fue publicado en la segunda mitad de julio del año pasado (¡Ya ha pasado casi un año de eso!). Los integrantes de este proyecto son (nada más ni nada menos que Stephen Bennett [voz, teclados, guitarras y pedales bajos], Ketil Vestrum Einarsen [teclados, programaciones y flauta], Jacob Holm-Lupo [guitarras y bajo] y Mattias Olsson [batería, teclados, pedales bajos y guitarra adicional]. O sea, tenemos aquí a una pléyade de veteranos del rock progresivo de las últimas tres décadas con pedigríes diversos que incluyen a HENRY FOOL, ÄNGLAGÅRD, WHITE WILLOW, NO-MAN, WESERBERGLAND, NECROMONKEY, etc. El hecho de que cada uno de ellos se explaye en más de un instrumento a la hora de explayar su talento performativo dentro del bloque general cuatripartito indica que aquello a lo que aspiran los GALASPHERE 347 es a establecer una sólida dinámica sonora bajo las ambiciosas y plurales coordinadas que regulan el delineamiento de su ofertas progresiva en particular: neo-prog, retro-prog de tenor sinfónico, jazz-prog y art-rock con notables sensibilidades electrónicas. Todos estos encuadres sonoros confluyen en la dinámica de este grupo dentro de una ingeniería sonora solventemente unificada desde sus propias entrañas. El material contenido en este disco editado en formatos de CD y vinilo por el sello Karisma Records, fue grabado en diversos registros que tuvieron lugar, en los años 2016 y 2017, en The Dude Ranch Studios, Roth Händle Studios, Chaos Studios y Weserstudio: o sea, lugares de Gran Bretaña, Suecia y Noruega. En el primero de estos estudios nombrados tuvieron lugar las sesiones de masterización y posproducción bajo la pauta principal de Holm-Lupo, y contando con la invaluable asistencia de Andy Jackson (quien trabajó varias veces con los legendarios PINK FLOYD). En algunos momentos de “Galasphere 347”, el cuarteto cuenta con la asistencia de AKABA (trío de ambient-pop-electrónico del cual también forma parte Olsson) en los arreglos corales, así como del trombonista Dave Scragg. Bueno, pasemos de una buena vez a los detalles de este disco, ¿vale?


El álbum consta solamente de tres temas: ‘The Voice Of Beauty Drowned’, ‘The Fallen Angel’ y ‘Barbarella’s Lover’, oscilando todos ellos entre los 10 ¾ y 15 ½ minutos de duración. Con fornida precisión y sin lugar para confusiones, el emotivo entusiasmo con el que se marca la esencia sonora predominante de ‘The Voice Of Beauty Drowned’ comienza con un talante cósmico donde lo ensoñador y lo vaporoso se conjugan bajo un aura de expectativa, abriendo paso pronto al muy llamativo cuerpo central. El swing es ostentosamente contagioso en su evocativa languidez que nos lleva por terrenos Floydianos a través de los filtros extrañamente conjugados de PENDRAGON y FROST con algunos aires a lo KARMACANIC. Mientras tanto, se preserva en el enfoque del desarrollo temático y sus correspondientes arreglos instrumentales un aura de controlada sofisticación. El hermoso interludio dirigido por la flauta sobre el apoyo de serenamente densas capas de sintetizador nos remite a un momento de inaudita pero efectiva hibridización entre el paradigma Genesiano de la primera mitad de los 70s y el art-rock de talante modernista a lo NO-MAN. Es una pena que dicho interludio no sea más extenso pues es muy bello, pero la pieza todavía nos tiene preparada otra estupenda sorpresa a partir de las instancias previas a la frontera del sexto minuto y medio, pues allí se arma un motif ágil y asertivo con el que se edifica una ambientación extrovertida para la canción, la misma que nos recuerda un poco a los PORCUPINE TREE de fines de los 90s al igual que a NECROMONKEY. Una muy buena canción de entrada, sin duda, pero en nuestra humilde opinión, son las dos restantes las que conforman los momentos máximos del disco. ‘The Fallen Angel’ exhibe, en líneas generales, un talante más grave aunque para nada exento del vitalismo moderno del cual y disfrutamos que ya disfrutamos en la primera canción. El ambiente general crece en vibraciones épicas y sofisticación mientras los armazones y cortinas de teclados siguen su camino de acrecentado reforzamiento del centro neurálgico del ambicioso desarrollo multitemático que va a tener lugar. Todo comienza como una balada neo-progresiva sazonada con suficientes elementos electrónicos al modo de NO-MAN, los TANGERINE DREAM de los 80s y de los PORCUPINE TREE de fines de los 90s (una vez más), siendo así que en los momentos más grandilocuentes se suman diversos solos de teclado de tenor jazz-rockero, y un solo de trombón que también va por ese lado. Por su parte, el solo de guitarra es más adusto, asentado principalmente para reforzar las atmósferas insinuadas por las bases armónicas de los teclados. Los tránsitos de esquemas rítmicos del predominante 12/8 a otros son manejados con una fluidez impoluta, siendo así que el groove resulta totalmente relevante para el aparato melódico en curso. Algunos momentos más orientados al pop-rock nos remiten efímeramente a SIMPLE MINDS (fase de inicios de los 80s) y a ULTRAVOX (fase con Midge Ure). Una sección en 7/8 armada sobre un tempo bélico añade una nueva textura al predominante talante ceremonioso de la canción, pero no tarda ella en ser sucedida por una sección final que porta una espiritualidad más dinámica donde las secuencias de sintetizador se erigen en directoras del actual centro temático. Mientras esta sección final se va instalando, emerge en un pasaje estratégico un interludio lento y sobrio cuyos climas etéreos se alimentan de las vibraciones emitidas por un flotante solo de guitarra que mezcla lo Glimouriano y lo Hackettiano.  

‘Barbarella’s Lover’ pone el broche al repertorio proponiendo una suerte de síntesis entre la gracilidad del primer tema del álbum y el enfoque fastuoso del segundo, y de hecho, su peculiar énfasis en este segundo aspecto lo convierte en el cierre perfecto para este disco. Con un dueto de voz y piano comienza la canción, el mismo que se perfila bajo una aureola de introspectiva parsimonia, pero este prólogo dura muy poco pues al poco rato emerge un primer cuerpo central cuyo groove es razonablemente complejo. El espíritu de su desarrollo temático y el entramado de diversos teclados que entran a tallar para reforzar dicho desarrollo ostentan una gracilidad llamativa revestida de ropajes otoñales. El asunto suena extrovertido mas no festivo, sino más bien frontalmente melacólico. La ulterior emergencia de ornamentos percusivos programados con talante tribal permite preparar el camino para que, poco antes de llegar a la frontera del cuarto minuto, se elabore una hermosa serie de jams donde se cruzan los caminos del neo-prog y el jazz-rock dentro de una ingeniería electrónica sumamente elegante. Hay un momento que revela recursos de expresividad densa a poco de pasada la frontera del sexto minuto, algo que nos hace recordar a los WHITE WILLOW de las épocas del “Signal To Noise” y de su más reciente trabajo “Future Days”. Alrededor de la frontera del noveno minuto, todo se detiene para dejarnos con suaves capas cósmicas de sintetixzador y espartanos fraseos de guitarra en nombre de una retoma del espíritu introspectivo que marcó al prólogo; se trata de un puente que nos lleva a otro puente, esta vez solemne, asentado sobre un compás marcial. Luego sigue un poderoso jam instrumental que alterna esquemas rítmicos de 5/4 y 4/4, el cual nos suena a algo así como una vieja idea de los GENESIS de la etapa 74-76 que fue remodelada por los NECROMONKEY bajo la meticulosa guía de los WESERBERGLAND. Se trata de la sección final de esta canción. Los solos de sintetizador que entran a tallar alternándose con los de guitarra son tal vez los más notables de todo el disco... y sin duda, este pasaje nos parece el más rotundo de todo el repertorio, tan grandiosa es su magia y tan atrapante es su musculatura. Cuando el canto entra a tallar en las últimas instancias, sabemos que llega la hora del grand finale, cuyo momento final nos sacude con su efectiva sequedad. 

Todo esto fue “Galasphere 347”: el nombre de este disco y el del colectivo GALASPHERE 347 deben ser anotados en nuestras agendas de investigación melómana de las propuestas musicales progresivas ingeniosamente informadas de sonidos modernos. Gracias a los Sres. Stephen Bennett, Mattias Olsson, Jacob Holm-Lupo y Ketil Vestrum Einarsen por esto. 



Muestra de “Galasphere 347”.-


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