Wednesday, October 30, 2019

SCHLEGELMILCH, GOLDBERGER & BLACK: ilustres visitantes del mundo jazz-prog contemporáneo



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Con un poco de tardanza – bastante, en realidad – presentamos el disco “Visitors” del trío JP SCHLEGELMILCH, JONATHAN GOLDBERGER & JIM BLACK, disco que fue publicado el 21 de setiembre del pasado año 2018 por vía del sello Skirl Records. Este trío practica un jazz-prog ecléctico agitado por amplias dosis de recursos apropiadamente diversos que van desde la tradición del jazz-rock de los 70s hasta la de la psicodelia, pasando por matices atmosféricos donde se coquetea con el shoegaze y recursos bizarros al modo del RIO. Con SCHLEGELMILCH a cargo del órgano y los teclados, GOLDBERGER a la guitarra y BLACK a la batería, el ensamble opera unitariamente en una exploración de motifs y atmósferas donde la densidad es el elemento protagónico, ya sea de forma escondida y sutil, ya de forma tensamente patente, ya sea en cualquier espectro intermedio entre estos dos extremos. Aquí se han asociado tres músicos que se conocen desde hace mucho tiempo, han sido colegas en más de un colectivo previo de rock y jazz experimentales, y se profesan mutuas admiraciones; así pues, en base a esta recurrente camaradería, la conformación de este ensamble para grabar un disco a seis manos solo era cuestión de tiempo. BLACK tiene su propio proyecto ALASNOAXIS, así como un nutrido currículum como integrantes de bandas lideradas por Tim Berne, Ellery Eskelin y Dave Douglas, además de ser miembro del proyecto ENDANGERED BLOOD. Por su parte, GOLDBERGER cuenta también con una trayectoria muy amplia como músico, productor y compositor de bandas sonoras. En fin, SCHLEGELMILCH es un virtuoso y versátil teclista (¡incluso domina el acordeón!) que se siente a sus anchas en las áreas del jazz, el rock y la cámara por igual. La conjunción de estas tres mentes estaba destinada a tener un enfoque progresivo, a fin de cuentas, y eso es lo que se nota a lo largo del despliegue de diversos esquemas sonoros que se encapsulan en el repertorio de “Visitors”. Este disco tuvo un merecido reconocimiento en los círculos de la vanguardia jazzera estadounidense al ser designado como uno de los mejores discos de jazz del año 2018 en varias revistas y redes musicales... pero es mucho más que jazz lo que en este disco encontramos. Nos concentramos ahora en sus detalles, ¿vale?


Los primeros cuatro minutos del álbum están ocupados por la pieza homónima, la cual establece un vibrante encuentro entre los palpitantes ornamentos de la batería, las cósmicamente elegantes armonías del teclado y los señoriales fraseos de la guitarra (a medio camino entre Dave Gilmour y Lutz Ulbrich). ‘Chiseler’ sigue a continuación para establecer un dinamismo diferente que se alimenta de la vitamínica mezcla de avant-jazz y space-rock que el grupo empleó para crear el bizarro motif central y articularlo dentro de una ingeniería plástica y tensa. Eso sí, el factor tenso es manejado con tanta fineza que, a pesar de su talante deconstructivo, no se siente tan explosiva como cautivadora de una manera exótica. Eso sí, algo tiene de explosivo también, algo de furioso en su ambiente inquieto. El lirismo denso del prólogo y del epílogo alivia la tensión predominante con grácil soltura, aunque insertándose en la susodicha tensión por vía de su propio groove. La dupla de ‘Ether Sun’ y ‘Corvus’ resulta crucial para que el álbum siga fluyendo a través de sus sorprendentes oscilaciones sónicas y sus poderosos ambientes eclécticamente expresivos. El primero de estos temas entabla abiertamente una atmósfera reposada donde los sutiles fraseos de la guitarra reflejan una actitud introspectiva, a la par que las serenas bases armónicas de los teclados le dan un ropaje otoñal al asunto. A través de los ribetes jazzeros que se filtran a través de las intervenciones de la guitarra y de la batería se advierte en el bloque íntegro que se juega a coquetear con el estándar del post-rock. Por su parte, ‘Corvus’ regresa al territorio antes andado por la homónima pieza de entrada pero con una incrementada aureola de vibraciones etéreas: se trata de un hermoso ejercicio de musicalidad jazz-progresiva que nos remite a los paradigmas de ELEPHANT9, THE MESSTHETICS y TORTOISE. Su combinación de vitalidad contenida y aristocrática prestancia a través de los juegos de disonancias sobre los que se apoya su motif central la convierte en una pieza climática dentro del repertorio de este disco. Aunque coquetea abiertamente con lo siniestro, en realidad nunca llega a poner un pie en ese terreno, limitándose a refinar la sustentación de un espesor musical alimentado por las vibraciones etéreas que antes mencionamos.



Luego sigue otra dupla importante, la de ‘Lake Oblivion I’ y ‘Lake Oblivion II’, que conjuntamente ocupa un espacio de casi 8 ½ minutos. Este concepto musical le sirve al trío para explorar la lógica de los contrastes con particular detenimiento. El primero de estos temas comienza con una aureola de tensa languidez que concluye con un clímax en clave de post-rock aguerrido. Por su parte, el segundo se pone en plan más lírico dentro de un ejercicio de prog psicodélico donde el intrincado esquema rítmico da prioridad al compás de 5/4. Ya cerca del final, la guitarra brinda un electrizante solo deconstructivo mientras los teclados refuerzan la base armónica y la batería hace lucir a plenitud unos magníficos ornamentos para intensificar el swing. ‘Terminal Waves’ es la pieza más extensa del repertorio con sus poco menos de 7 ½ minutos de duración. Su comienzo es sereno, portando algo así como una calidez sutil envuelta en una ligera bruma otoñal, pero esto dura poco pues el sonido sintetizado que emula al mellotrón abre las puertas a una sección sombría y tenebrosa: he aquí el pasaje climático de esta pieza. Con este giro, se impone una atmósfera Crimsoniana trazada sobre un surco diseñado por PRESENT y resuelto desde una teoría ingenieril gestada en la fábrica musical conjunta de HENRY COW y MASSACRE. El carácter caótico de la sección final se articula en torno a los flujos libres de la batería y el órgano, todo ello mientras los retazos lisérgicos de la guitarra buscan el camino por donde pueda conectarse con los parajes concluyentes del teclado, el cual ya trazó un motif epilogar reconocible en el último minuto. El cénit decisivo y fundamental del álbum, no nos cabe ninguna duda al respecto, y de paso, contiene el solo de guitarra más impresionante de todo el álbum. La miniatura ‘Island’ cierra el disco con un ejercicio de entrañable lirismo, el cual exuda una calidez envolvente mientras usa algunos leves recursos disonantes en el desarrollo temático: solo hizo falta la participación de teclados (imitando el vibráfono, el fagot y el armonio) y guitarra acústica para este cierre. “Visitors” es un disco más que recomendable para los amantes de la música híbrida de jazz-rock y rock progresivo que sabe ser densa y mágica a la vez, haciendo uso liberal y bien organizado de atmósferas, recursos de tensión y vigor sonoro mientras va avanzando el repertorio del disco. Los magistrales JP SCHLEGELMILCH, JONATHAN GOLDBERGER y JIM BLACK se han lucido bastante en el repertorio contenido en este disco y, por ello, solo nos queda agradecerles por esta estupenda experiencia melómana que gestaron para nosotros, los oyentes.


Muestras de “Visitors”.-


[Reseña dedicada a Humberto Luna Tirado como gesto de genuino agradecimiento por habernos presentado a este ensamble, así como por la foto de la banda.]

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