Monday, December 02, 2019

Los BRIGHTEYE BRISON completan un magnífico pentágono progresivo



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

En esta ocasión tenemos el enorme placer de presentar el nuevo disco de la banda sueca BRIGHTEYE BRISON, el cual se titula “V” y fue publicado el pasado 24 de mayo por el sello Bad Elephant Music. El título mismo del disco es una alusión al hecho de que se trata de su quinto trabajo de estudio: ya se siente lejano aquel año 2003 en el que el grupo publicó su homónimo disco debut. La alineación de esta banda está actualmente conformada por Kristofer Eng Radjabi [bajo, Theremin y voz], Erik Hammarström [batería], Johan Öijen [guitarras], Per Hallman [órgano, mellotrón, sintetizadores clavinet y voz] y Linus Kåse [piano, sintetizadores, saxofón y voz]. A decir verdad, también se siente un poco lejano ese 11 de noviembre del año 2011 en el que el grupo publicó su ambicioso disco The Magician Chronicles – Part I”, justo con la misma formación. El asunto es que hay un vínculo entre ese cuarto disco de hace 8 años y el que ahora nos ocupa pues la suite de casi 37 minutos de duración que lo cierra se titula ‘The Magician Chronicles – Part II’, lo cual indica que es una secuela de ese disco disco conceptual de más de 43 minutos y duración. Ahora tenemos aquí su secuela con una duración semejante. Kåse y Hallman se encargaron de dirigir y mezclar las sesiones de grabación, las cuales tuvieron lugar en los Relayer Studios y Brison Studios, mientras que la producción general corrió a cargo del grupo mismo. Bueno, pasemos ahora a los detalles de “V”.


‘The Crest Of A Quarrel’ ocupa los primeros 12 ½ minutos del disco, una duración muy ambiciosa... y eso que se trata del ítem menos largo del álbum. Con un inicio abiertamente cósmico donde los ornamentos y capas de sintetizador van regodeándose en sus propias vibraciones etéreas, la pieza se toma casi dos minutos antes de dejar entrar a la flotante línea melódica de sintetizador que ha de abrir camino al motif central, y con ello, a la acción del ensamble completo. Con una actitud de rescate y remodelación de los legados de YES y EMERSON, LAKE & PALMER a través de una estrategia hermanada con las de THE FLOWER KINGS y el PÄR LINDH PROJECT, el quinteto nos brinda un muy agradable y colorido desarrollo temático. Curiosamente, también hallamos algunos rasgos emparentados con el patrón de los ya desaparecidos MAGELLAN en sus cuatro primeros álbumes. El desarrollo temático se enriquece con el muy fluido groove elaborado por la dupla rítmica, y sobre todo, por el despliegue del canto y los arreglos corales que también entran a tallar en diversas ocasiones. Si bien se advierte que lo extrovertido es lo predominante en la edificación del talante expresivo de la pieza, a poco de pasada la frontera del séptimo minuto, las cosas se calman un poco y asumen una momentánea aura de ceremoniosidad. Este pasaje no dura mucho, pero aun así, resulta muy eficaz para impulsar una interesante variedad en el suntuoso cuerpo central. La abundancia y persistencia de las intervenciones vocales son manejadas de tal manera que el fulgor inherente a los bloques instrumentales se capitaliza apropiadamente hasta el momento del mismo golpe final. Muy efectivo inicio del álbum. Con sus casi 17 ½ minutos de duración, la pieza homónima se dispone a expandir sus terrenos sonoros y diversas atmósferas en base a la herencia recibida del primer tema del repertorio. ‘V’ comienza con una actitud un poco más relajada (incluso con algunos aires jazzeros en el armazón rítmico), aunque eso dura poco, pues un puente caótico de tenor psicodélico abre camino a un motif ágil y llevadero. El asunto pinta para explayarse por una estrategia más ecléctica en las marañas y mapeos multitemáticos, así como para la elaboración de climas aún más coloridos y extrovertidos bajo las que se desarrollo la primera canción del álbum. Y así es, ‘V’ desarrolla su propia sintonía prog-sinfónica con una ágil combinación de nervio y luminosidad: las presencias de los YES de la fase 73-74, los KAYAK de los dos primeros discos y los GENTLE GIANT de la fase 73-75 son las más hondamente encuadradas  en el aspecto retro que la banda utiliza para esta canción, aunque también hay confluencias con sus más veteranos compatriotas de KARMACANIC. En algunos pasajes signados por el encanto evocador de lo etéreo se hacen sentir las magias particulares del mellotrón y del Theremin. Por supuesto, también hay campo para el desarrollo de algunas secciones fastuosas donde la guitarra puede lucir algún que otro solo de talante ceremonioso. 

Tal como dijimos en el primer párrafo de la presente reseña, la suite ‘The Magician Chronicles – Part II’ cierra el disco y ocupa un espacio de casi 37 minutos. Todo comienza con una pletórica exhibición de capas cósmicas de teclados, mezclando lo impresionista con lo gótico, aunque el efecto no es la creación de algo denso  en sí sino más bien sembra el terreno para el pronto folrecimiento de fastuosidades sinfónicas. Éstas no tardan mucho en brotar, instalarse y reforzarse dentro de una meticulosa y ampulosa arquitectura melódica donde los variados entramados de los diversos teclados van asentando las bases armónicas y las orquestaciones nucleares, siendo así que los solos de guitarra y de sintetizador que entran a tallar a lo largo del camino cuentan con un buen asidero musical. Sus recursos de robustez expresiva y estilización melódica aseguran que se desarrolle una excelsa fiesta prog-sinfónica basada en YES, GENESIS, GENTLE GIANT y sus compatriotas pioneros de KAIPA. Por un buen rato, son la luminosidad y la gracilidad quienes reinan conjuntamente en la creación y la organización de los motifs que entran a tallar uno por uno, junto a las líneas vocales y sus confluyentes arreglos corales. A veces, la cosa se pone muy afín al modelo de los SPOCK’S BEARD de los cuatro primeros discos. Poco antes de llegar a la frontera del décimo minuto, una etérea miniatura de sintetizador anuncia que en el futuro próximo también habrá espacio para otras secciones más calmadas e introvertidas, pero por lo pronto, el grupo vuelve a la carga con su llamativo vigor rockero adecuadamente tapizado con estilizados diálogos entre guitarra y teclados, fluyendo sobre un ágil esquema rítmico. La primera sección calmada surge a poco de pasada la frontera del decimosegundo minuto, centrándose en sobrias bases de piano mientras se van superponiendo arreglos vocales al modo de un híbrido de KAYAK y THE BEATLES, mientras que se van sumando los ornamentos de mellotrón y órgano. El desarrollo temático se va expandiendo hasta alcanzar un nivel razonable de musculatura rockera (más cercana a los modelos de SPOCK’S BEARD y KARMACANIC que a los paradigmas habituales de los 70s), haciendo que el pausado esquema rítmico articule ahora un momento ceremonioso. Poco antes de llegar a la froneta del minuto 19, el ensamble vuelve de lleno a la luminosidad que antes había sido prioritaria. Otro pasaje lento habrá de emerger, llenándose desde el primer instante de las corrientes sonoras ceremoniosas donde había desembocado la primera. Hay un momento donde un bello solo de sintetizador abre el camino a un interludio desde el cual habrá de impulsarse una tercera sección extrovertida sobre un compás complejo. Aquí nos parece que está el momento cumbre de la suite, creando una amabilidad melódica y un groove llamativo como en los pasajes más notables de las dos canciones precedentes. La sección epilogar se expande durante los últimos 3 ½  minutos, y lo hace en base a un reprise de la primera sección lenta, pero sacando pronto provecho del impulso expresionista del gran vuelo instrumental que vino antes. Un final gentil y fastuoso muy a lo KAIPA-con-YES.  



Todo esto es lo que hemos disfrutado de “V”, un disco que la gente de BRIGHTEYE BRISON ha concebido como espacio para ahondar en los caminos de vivacidad y fastuosidad típicamente prog-sinfónica que ya estaban siendo fehacientementge explorados en los dos álbumes precedentes, “Believers & Deceivers” y The Magician Chronicles – Part I”. Dada la distancia cronológica entre estos dos discos y el que ahora nos ocupa, podemos especular, con un razonable grado de confianza, que “V” es un disco de cuentas pendientes con lo que aún quedaba por explorar en esos caminos: dado lo mucho que nos ha gustado este disco, concluimos que este nuevo disco de BRIGHTEYE BRISON es, además de una efectiva manera de retomar la actividad, también una hermosa manera de completar este pentágono inicial de la carrera de este grupo. En el balance final, no nos impresiona tanto como los otros dos discos que antes hemos mencionado, pero no se queda muy a la zaga de ellos; es, por cuenta propia, un disco estupendo.



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