Wednesday, December 30, 2020

Un nuevo lugar para el veterano e inagotable genio de PAT METHENY



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy disponemos de una ocasión melómana muy especial porque es el turno del último disco del maestro PAT METHENY, el cual se titula “From This Place”, el cual fue publicado, tanto en CD como en vinilo doble por el sello Nonesuch Records, el pasado 21 de febrero. Este incombustible maestro del jazz contemporáneo y ecléctico que nació en la localidad de Lee’s Summit, Missouri el 12 de agosto de 1954, sigue adelante explorando, remodelando y revitalizando sus visiones e intuiciones estéticas. METHENY se hace cargo de todas las guitarras y algunos teclados, dejando el piano para Gwilym Simcock. Con la dupla rítmica del baterista Antonio Sanchez y la contrabajista Linda May Han Oh se completa el grupo de apoyo. Pero es que además de eso, METHENY cuenta con un ensamble orquestal dentro del entramado sonoro diseñado para “From This Place”: un gran colectivo a cargo de las cuerdas, maderas y bronces. Colaboradores ocasionales son Meshell Ndegeocello (canto), Gregoire Maret (armónica) y Luis Conte (percusión), y para añadir más fastuosidad al asunto, también se hace presente varias veces la Hollywood Studio Symphony, bajo la dirección de Joel McNeely. Tal como lo confiesa METHENY en los créditos del álbum, la idea central del concepto orientado a la gestación de esta hermosa y ambiciosa obra fue la de crear ideas melódicas y atmósferas que permitiesen al oyente evocar las lujosas atmósferas tan propias de la música para películas, y eso exigía, por lo menos, en la mayor parte del tiempo, la participación de un ensamble orquestal. Para el maestro PAT, este disco es la manifestación de una culminación de sus principales trayectos creativos: el espíritu mágicamente viajero del legendario PAT METHENY GROUP y los experimentos más vanguardistas de los últimos años (p.e., UNITY BAND), además de rendir honores a algunos de sus héroes de siempre como Don Sebesky, Herbie Hancock y Ron Carter.* Así pues, se hacía obligatoria una agenda de trabajo de carácter ampuloso y fastuosamente estilizado; veamos ahora los detalles específicos de este disco.    


  

Durando poco más de 13 ¼ minutos, ‘America Undefined’ abre el disco, muy a lo grande, comenzando con aires contemplativos y etéreos, para luego ir desarrollando pasajes marcados por una cristalina elocuencia a lo largo del camino. Siendo tan imponente la complejidad del groove general de la pieza, ésta es manejada con un nervio delicado, siendo así que la batería sabe en qué pasajes estratégicos debe dar un paso atrás, y también resultan muy importantes las vibrantes florituras de contrabajo en medio de las que se espera que la guitarra y el piano hagan mientras la pieza establece con pletórica gallardía su esencial magnificencia. Poco antes de llegar a la frontera del octavo minuto, el lima se torna introvertido con ciertos matices crepusculares; es así que el lirismo reinante adquiere tonalidades grisáceas que son meticulosamente realzadas por los impresionistas arreglos de cuerdas. Un momento de misterio en medio de la luminosidad dominante, la misma que retorna en los últimos minutos con un aura magníficamente ceremoniosa; estos seis últimos minutos de la pieza han derrochado un espíritu cinematográfico tremendamente envolvente. Como dijimos antes, el disco comienza a lo grande con una actitud tan cómoda y segura que ya casi parece magia más que arte musical, propiamente dicho. Sigue a continuación ‘Wide And Far’, una pieza determinada a elaborar un cálido retrato de refinada extroversión. Los fraseos de la guitarra son enérgicos en espíritu, aunque su concreción está planificadamente delicada, fluyendo como un riachuelo lento a través de su conmovedora musicalidad. La batería, definitivamente, se hace notar enormemente dentro del bloque sonoro global. ‘You Are’ ostenta un moto perpetuo (guiado por el piano) bastante parco en su estructura, pero que en manos del ensamble se convierte en un sublime ejercicio de sutilezas que se sitúa a medio camino entre el minimalismo y el impresionismo. Una pieza que exhibe su hermosura esplendorosa haciendo lucir su luz inherente de a pocos hasta que llega el momento de la última nota de piano. Por su parte, ‘Same River’ sigue en buena medida la huella trazada por el segundo tema del álbum, pero con un talante más melancólico, siendo así que los arreglos de cuerda y la exuberancia elegante de la batería operan como contrapeso de vivacidad para los aires de añoranza que inconfundiblemente brotan de la guitarra y del piano.

Los siguientes 14 ¾ minutos del álbum están ocupados por la dupla de ‘Pathmaker’ y ‘The Past In Us’, dos temas muy contrastados entre sí respecto a sus espíritus expresivos. El primero de estos temas exuda frontalmente un espíritu alegre, muchas veces penetrado por una saltarina jovialidad. Los diálogos entre guitarra y batería conforman un clímax muy dinámico para la esta pieza en cuestión, pero son los momentos centrados en el matrimonio de guitarra y orquesta los más propiamente emblemáticos de su estructura temática. El segundo de ellos, tal como elude en el propio título, está focalizado en un temple más sereno, incluso nostálgico, expuesto a un remanso contemplativo cuyos cimientos están asentados por la amalgama de piano y ensamble de cuerdas. La armónica, casi protagonista, entra a tallar y pone sus sobrios colores a disposición de la construcción de un refinado diálogo con la guitarra cuando el cuerpo central ya ha instalado un patrón melódico reconocible. Las notas y las bases armónicas van como flotando lentamente a través del cielo que corona los pensamientos del oyente empático. ‘Everything Explained’ se revela como una pieza muy bien estructurada, apuntalada por la estructura razonablemente rigurosa de su esquema melódico. Las joviales vibraciones emanadas del tempo y concretadas por la dupla rítmica con diáfana exuberancia son relevantes para que el vitalismo reinante se mueva  sus anchas a través de cada nota y cada paso. El octavo tema del disco es el que precisamente la da título; también es el más breve del mismo con sus poco menos de 4 ¾ minutos de curación. Básicamente, se trata de un balada que exhibe un talante crepuscular con un exquisita delicadeza, otro momento de lúcida introspección que es uno de los muchos puntos fuertes de este maestro. ‘Sixty-Six’ es un título muy simpático para el noveno ítem del disco porque hace alusión en su título a la edad que el maestro METHENY cumplió este año. Se trata de un tema razonablemente colorido sin llegar a ser realmente fastuoso: las capas orquestales se sienten bastante imponentes a lo largo del sencillo desarrollo temático, y también es de destacar un bello y señorial solo de contrabajo que emerge a mitad de camino para posicionarse como interlocutor legítimo de l guitarra en lo que queda por hacer. Aquí la idea es expresar una actitud celebratoria con una actitud refulgentemente ceremoniosa. 


‘Love May Take A While’, que dura casi 6 minutos, es el bonus track de la edición especial: su talante es reflexivo e introspectivo, siendo así que el núcleo temático dirigido por la guitarra está debidamente arropado por los arreglos orquestales. Todo esto fue lo que se nos brindó en “From This Place”, 76 minutos y medio de refinada y meticulosa belleza musical en su estado más trascendental. Con este disco, el maestro PAT METHENY ha establecido el asentamiento de un nuevo territorio dentro de su muy curtido cosmos musical. Según parece, dentro de poco publicará un nuevo disco, el cual ya tiene adelantado el título de “Road To The Sun” por lo que podemos seguir sintiéndonos afortunados por que su estado de gracia creativa siga rindiendo frutos a este ritmo tan irrefrenable. Por lo pronto, “From This Place” se ha destacado como una de las obras más notables dentro de la escena jazzera mundial del año 2020.


Muestras de “From This Place”.-


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