Sunday, June 26, 2022

Luz verde para las noches blancas de una nueva etapa de OCTOBER EQUUS

 

HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy estamos de plácemes porque toda nueva que provenga desde los cuarteles de OCTOBER EQUUS, uno de los ensambles más notables de la vanguardia progresiva española del presente milenio, es una buena nueva: claro está, nos referimos a la publicación de su nuevo disco, el cual se titula “Noches Blancas, Luces Rojas” y fue producido por el maestro Ángel Ontalva y Francisco Macías para el sello OctoberXart Records. Salido a la venta el día 7 del presente mes de junio, este disco cuenta con una alineación inédita para OCTOBER EQUUS: el propio Ángel Ontalva [guitarra y bajo], Víctor Rodríguez [teclados], John Falcone [fagot] y Avelino Saavedra [batería]. Falcone ya estuvo presente en el disco predecesor “Presagios” y Saavedra apareció en el disco solista de Ontalva “Angel On A Tower”, y es el primer disco del grupo sin Amanda Pazos a cargo del bajo. Ontalva también se hizo cargo de la mezcla y la masterización del material contenido en “Noches Blancas, Luces Rojas”, además de las imágenes y el diseño gráfico del disco. Lo de costumbre... Y como también es costumbre, la presentación gráfica es impactante e impresionante. La monumental pieza homónima, que es la única compuesta por Ontalva, da inicio al repertorio ocupando un espacio de casi 23 ¾ minutos, y justamente se trata de una vieja composición que estaba destinada originalmente para “Charybdis”, el segundo álbum de OCTOBER EQUUS (publicado en setiembre de 2008); a la postre, esta idea épica se abandonó para dejar entrar a otras composiciones realizadas por otros integrantes de la banda. Por su parte, todas las demás composiciones son de Rodríguez, siendo su gestación mucho más reciente. Tenemos aquí, pues, un encuentro entre un mundo paralelo donde el grupo sigue la línea del primer álbum homónimo de 2005 y este mundo real donde los OCTOBER EQUUS siguen explorando rutas estilísticas definidas desde los tiempos de “Permafrost” (2013) y, sobre todo, “Presagios” (2019), eso sí, con un vigor renovado. Pasemos ahora a detalles más concretos. 


La suite ‘Noches Blancas, Luces Rojas’ se explaya por casi 23 ¾ minutos, una maratón reveladora e inusitada dentro de la trayectoria musical de la banda y, tal como dijimos más arriba, una pieza de claras intenciones épicas. Todo comienza con un clima misterioso de sutiles tonalidades lánguidas que, de alguna manera, parecen esconder un secreto trágico. Las capas de teclado ostentan un crucial protagonismo en esta primera instancia de la arquitectura multitemática, pero cuando el groove se agiliza un poco (haciéndose también más complejo), el armazón sonoro permite a los instrumentos actuantes conectarse de una forma más equilibrada. La importante presencia de atonalidades y ornamentos abstractos hace que esta emergente agilidad vehiculice un bien sostenido aumento de la densidad musical; en medio de los despliegues de fuerza de carácter asentados por la guitarra y los teclados, el fagot también hace sentir su relevante presencia. Desde poco antes de llegar a la frontera del quinto minuto, se puede aseverar que el ensamble ha conquistado fehacientemente un fragor expresivo muy al estilo de una cruza entre los últimos HENRY COW y los UNIVERS ZERO de los dos primeros álbumes. Más adelante, el ensamble vira hacia un aura sigilosa que se parece bastante al talante misterioso con el que ese inició esta maratón progresiva, pero se trata solo de un breve interludio que abre paso a otra excelente sección marcada por un refinado e inquietante oscurantismo. Poco antes de llegar a la frontera del décimo minuto, emerge una sección lenta e introspectiva que permite a Ontalva explorar la faceta avant-jazzera de su visión musical mientras las capas de teclado y el parsimonioso swing de la batería sostienen la ceremoniosa atmósfera progresiva del momento. Una siguiente sección aún más lenta está diseñada para dejar que se muestre un poco de la misteriosa ansiedad que latía desde hace bastante rato en el subsuelo de los desarrollos musicales que se iban hilando, hasta que ésta se interrumpe por obra y gracia de la emergencia de un contundente pasaje de línea jazz-progresiva signada por un predominio de ágiles tensiones donde conviven la vivacidad y la tirantez. Es como una mañana neurótica con ribetes juguetones que sucede a una noche plagada de un incierto dramatismo. Es precisamente este último factor el que habrá de predominar en el siguiente pasaje, el cual supone un parcial regreso a la ceremoniosidad otoñal que se hizo presente en otras secciones anteriores. Con todo, es la extroversión fastuosa la que marca el tenor de la sección epilogar de esta arrolladora y magníficamente heterogénea suite.

Tras ese fabuloso viaje musical que supuso la maratón homónima del álbum llega el turno de ‘Arrecia Tempestad’, un tema que también refleja una fuerte personalidad sin pretender igualar la fastuosidad expansiva de aquélla. En efecto, aquí opera una primacía sistemática de los matices y los coloridos insurrectos tanto en el complicado desarrollo temático como en los osados esquemas rítmicos diseñados para sustentar los diversos momentos del desosegado dinamismo que marca la esencia de esta pieza. Posiblemente era un tema con esta peculiar pieza de carácter el único que podía suceder cabalmente a la suite para hacerse notar por su propia voz. ‘Entre Rostros Y Sombras’, dada la situación, puede darse el lujo de exhibir un nuevo ejemplo de la faceta más sutil de la banda con su serena atmósfera jazz-progresiva cabalmente informada por resabios vanguardistas. En varios parajes de la segunda mitad, el groove se intensifica un poco, pero el epílogo regresa de lleno a la atmósfera inicial con una discretamente aumentada dosis de fastuosidad. Aquí y en algún otro tema posterior hallamos ecos del anterior disco de estudio de la banda, “Presagios”. ‘Rara Avis’ se adentra aún más en el prototipo jazz-progresivo, esta vez, con un enfoque más inclinado hacia la tradición del Canterbury y sus remodelaciones contemporáneas; estamos pensando en bandas como SCHERZOO, THE WRONG OBJECT y FORGAS BAND PHENOMENA como entidades con las que el colectivo OCTOBER EQUUS está tendiendo puentes estéticos. ‘Un Viejo Conflicto’ cumple con la misión de retornar a la línea avant-progresiva con una actitud frontalmente inquietante, pero sin renunciar al refinamiento sonoro y al dinamismo arquitectónico que son tan habituales en buena parte de la obra pasada y presente de OCTOBER EQUUS. ‘Hasta El Fin Del Tiempo’ es el tema encargado de cerrar el álbum y también es la composición más extensa de Rodríguez con sus más de 8 minutos de duración. La suntuosidad reinante y rebosante a lo largo y ancho del exquisito colorido desplegado en esta vibrante pieza de cierre gesta un auténtico broche de oro para el disco. Hay una grandilocuencia evidente aquí, aunque ésta no llega a niveles de pomposidad autocomplaciente; por el contrario, cada línea melódica, cada ornamento, cada variante de tono y cada swing están situados dentro de lo que puede, en un principio, parecer un rompecabezas, pero que en realidad es un jardín de místicos deleites progresivos. Ésta es la antítesis de ‘Noches Blancas, Luces Rojas’, es una manifestación celebratoria. 


He aquí lo que se nos ha brindado en “Noches Blancas, Luces Rojas”, el nuevo repertorio de la genial banda OCTOBER EQUUS, símbolo viviente de lo más excelso de la música avant-progresiva española del nuevo milenio. Desde poco antes de que este año 2022 llegue a su ecuador, la gente de la actual alineación de OCTOBER EQUUS gesta y exhibe una de las obras más rotundas del rock progresivo mundial de hoy en día, algo a lo cual ya estamos habituados. 51 minutos y medio de gloria musical. Le damos luz verde; es más, lo recomendamos al 400%, ¿vale?, un 100% por cada músico integrante.


Muestras de “Noches Blancas, Luces Rojas”.-

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