Thursday, October 02, 2025

La certera señal de los japoneses PTF para el último mes del año 2024



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA. 

Se nos estaba pasando por alto este lanzamiento fonográfico del pasado año 2024, pero bueno… es mejor tarde que nunca (o que más tarde todavía). Nos referimos al quinto trabajo del cuarteto japonés PTF, el cual se titula “Ambiguous Fragile Sign”, el cual fue publicado el 11 de diciembre de 2024 por vía del sello Perpetual Spring Records. El colectivo conformado por Keisuke Takashima [violines y teclados adicionales], Takeya Kito [teclados], Hiroyuki Ito [bajo] y Yusuke Seki [batería] concretó este álbum tres años después de “Genesis Of The Stars”, y más o menos sigue el patrón sonoro de ese álbum, aunque ahora trabaja predominantemente con estrategias más fastuosas en los arreglos colectivos con los que se ha dado forma definitiva al nuevo materialTakashima es tanto el autor de todas las composiciones como el productor del disco que hoy nos ocupa. De hecho, el título del álbum hace referencia a la precariedad y la ambivalencia de los valores humanos, y ese concepto general se traduce musicalmente en el constante enfoque de usar dos (o más) motivos centrales en cada una de las piezas contenidas en este álbum.* Hiro fue el ingeniero de sonido para la gestación del álbum que hoy nos ocupa, en el Studio Prisoner. Pasemos ahora a los detalles de “Ambiguous Fragile Sign”.


Los primeros 9 minutos y pico del repertorio están ocupados por ‘To The Skyline’, una pieza que comienza con un prólogo encantadoramente calmo con connotaciones impresionistas donde las notas emitidas por el matrimonio de violín y teclado parecen flotar afablemente. Es cuando emerge una secuencia armónica de sintetizador que las cosas empiezan a animarse un poco y lo hacen al modo de un híbrido de UK y GENESIS a través del filtro de la banda compatriota OUTER LIMITS: el vigor colectivo del grupo se suelta de a pocos mientras el cuerpo central empieza a asentarse con un nervio versátil y un sereno esplendor. La sucesión de motivos oscila grácilmente entre el sinfonismo y el jazz-prog con una clara ostentación de parte del violín de su rol protagónico en el centro sonoro. A continuación, sigue ‘Eris’, pieza que ocupa un espacio de casi 10 ¼ minutos y que desde el mismísimo punto de partida pone en claro que quiere elevarse hacia un área expresiva mucho más vivaz que la explorada en el tema inaugural. La luminosidad que marca a esta composición tiene matices variados, lo cual permite al ensamble revestir a su actual desenvoltura con un ropaje de celebratoria altivez. Los grooves elaborados por la dupla rítmica desbordan elegancia mientras los colores del desarrollo melódico van llenando el paisaje musical con inocultable majestuosidad. Los teclados transitan de lo Emersoniano a lo Wakemaniano sin tanto aspaviento para no opacar nunca al violín. La patente explosividad de la sección epilogar es precedidas por un interludio relativamente sereno. Cuando llega el turno de ‘In The Abyss’, la banda se pone a experimentar con vibraciones y atmósferas románticas dentro de un contexto jazz-progresivo, al modo de una exploración en la faceta más relajada del Ponty de los 70-80. El piano guía la caminata por los vericuetos temáticos bajo el perenne protagonismo del violín mientras la batería instaura un swing bastante fecundo. Algunos ornamentos de sintetizadores ayudan a realzar la faceta etérea de la composición, la cual se destaca por su peculiarmente seductora belleza. ‘Sorrow 43 / Bliss 47’ tiene una espiritualidad semejante a la del segundo tema, incluso con un nervio rockero más pronunciado. También está el hecho de que la ingeniería rítmica es más intrincada, haciendo que el groove general se sienta más urgente. Hay un parentesco con lo que hicieron los KBB en su etapa 2003-07.

‘Inner Conflict’ tiene la misión de reafirmar la estrategia de la grandilocuencia y la prestancia mientras le da un giro un poco más ceremonioso a los recursos de soltura sonora que fueron tan relevantes para los dos temas más extrovertidos del álbum. Poco a poco, mientras los músicos van pasando de un motif a otro, la pieza va exhibiendo al oyente las tonalidades y matices melódicos que se ubican en un flujo impolutamente organizado. La amalgama de elementos musicales se mueve cómodamente dentro del estándar jazz-progresivo en una suntuosa confluencia de señorío y calidez. Los fantasmas del jazz-fusion de los 70 vuelven a ser exorcizados con convincente creatividad. La sección final porta una aureola solemne que coquetea ligeramente con lo sombrío, o tal vez, sólo con lo misterioso. ‘The Calm’ es un ejercicio de cándido lirismo con un talante celestial. Las proyecciones cinematográficas de las cósmicas capas de los sintetizadores realzan la encantadora sencillez del núcleo melódico vertido por el violín. La suite ‘Thesis’, que ocupa un espacio total de 25 minutos, trae consigo el cierre del álbum. ‘Thesis’, ‘Hypnosis’, ‘Narcosis’, ‘Analysis’ y ‘Catharsis’ son los títulos respectivos de las partes de esta maratón. Se puede decir que, en lo más básico, de lo que se trata aquí es de sintetizar el fulgor extrovertido tan destacado en los temas #2 y #4 con las palaciegas vibraciones del tema inaugural, dándose un predominio notable del primero de estos factores mencionados. Los cinco primeros minutos de la suite contienen suficientes credenciales progresivas en los manejos de cada índice temático individual así como en los calculados despliegues de estilizada garra jazz-progresiva. El terreno está entonces preparado para que el violín confecciones su solo más electrizante de todo el álbum antes de que el ensamble regresa al área del lirismo bien perfilado. A poco de pasada la frontera del octavo minuto, el centro melódico se enfila hacia lo introspectivo, siendo así que las orquestaciones de teclados aportan un aura cósmica al asunto. De hecho, con el paso de los minutos, estas orquestaciones se apoderan del contorno melódico mientras la batería refuerza el groove. Es esta misma batería quien se encarga de abrir la puerta a una sección saltarina e impetuosa. En medio del complejo esquema rítmico utilizado, el bajo tiene algunos espacios para lucirse a lo grande. Un motif sereno anterior regresa al frente poco antes de que se llegue a la frontera del decimoctavo minuto, esta vez con un enfoque más expansivo que amplía las libertades expresivas del violín y del piano. De esta manera, se concreta un prolongado y solemne epílogo para la suite, una culminación envolvente para el viaje pentapartito.  

PTF realmente se ha soltado a lo grande tanto en el diseño de su esquema sonoro grupal como en las ambiciosas proyecciones de varias de las composiciones que ocupan este disco. Así las cosas, nuestro veredicto sobre “Ambiguous Fragile Sign” es bastante positivo en lo referente a la exquisita osadía de gestar una obra tan ambiciosay tan certera. El personal de PTF merece todos los elogios por este disco que es muy recomendable en cualquier colección actualizada de música progresiva.


Muestras de “Ambiguous Fragile Sign”.- 

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