HOLA AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
En esta ocasión volcamos nuestras miradas y oídos a THINKING PLAGUE, que es uno de los referentes más imponentes de la tradición rock-in-opposition de los Estados Unidos, vuelve al
ruedo fonográfico con esta joya fonográfica titulada “Decline And Fall”, un disco diseñado para continuar por la veta de madurez estilística que el grupo tan genialmente encapsuló en sus dos discos de estudio precedentes “In Extremis” (1998) y “A History Of Madness” (2003). Estrictamente hablando, el nuevo disco se siente más cercano a este último en el tiempo y en cuanto a estructura estilística, pero es fácil comprender que la secuencia de estos tres discos conforma un proceso de afianzamiento y robustecimiento de una forma ingeniosamente peculiar de hacer rock-in-opposition con convicción y fuerza de carácter… y claro, por supuesto, con infinitas cuotas de talento creativo. Bob Drake, consistente colaborador de la banda y figura importante dentro de la vanguardia progresiva norteamericana, ha realizado los procesos de mezcla y masterización de este disco grabado durante la segunda mitad de 2011. La formación que grabó este disco es casi la misma que se fue asentando a poco de partir la vocalista Deborah Perry, excepto que Dave Kerman ya no está en la batería y el grupo no cuenta con un teclista permanente desde 2009. Antes esta coyuntura, el multi-instrumentista Kimara Sajn se ha hecho cargo de la batería y el teclado simultáneamente en la grabación de “Decline And Fall”. Sajn es un músico con una larga trayectoria solista, y su solvencia a las baquetas y las teclas es lo suficientemente grande como para que los aportes percusivos y melódicos que él genera desde su doble posición provoquen una tremenda repercusión en el sonido global de la banda. Harris, por su parte, si bien recién fue miembro del grupo durante el proceso de producción de su tercer disco a fines de los 80s, ya es dueño de facto de la estructuración de los vientos dentro de la esencia nuclear de THINKING PLAGUE. Elaine Di Falco asume solventemente su posicionamiento como front-woman: ella está situada más allá del simple rol de “reemplazo de Deborah Perry” (ojo, no hay ánimo de desestimar los aportes de esta última a los mejores momentos de la historia de la banda). Por su parte, el guitarrista fundador Mike Johnson y el miembro de larga data Dave Willey (bajo) operan con sus respectivas cuotas de genialidad en pos del enriquecimiento del sonido grupal.
‘Malthusian Dances’ abre el disco con un vigoroso ejercicio de temáticas coherentemente disonantes y esquemas rítmicos tan intrincados como ágiles: la banda le da un aire de absoluta y arrolladora distinción a la ilación de misteriosas ideas musicales que se van generando a lo largo del camino. Kaveh Rastegar se encarga de tocar el bajo en esta pieza. Un poco como secuela del tema de entrada y otro poco como vía capitalizadora de las aristas más grisáceas del ideario sónico de THINKING PLAGUE, ‘I Cannot Fly’ encarna un impresionante despliegue de dinamismo manejado con pulcritud y nervio: en cuanto a su estructura en sí, esta canción se puede describir como una resurrección de una versión hiperbólica de ART BEARS al más puro estilo del mejor THINKING PLAGUE, con algunos matices sombríos, tímidamente tenebrosos, parcialmente afines al chamber-rock de raigambre francófona. La serie de arreglos vocales expuesta por Di Falco a poco de pasada la barrera del quinto minuto tiene algo de embrujador así como está empapada de perfumes surrealistas. ‘Sleeper Cell Anthem’ se dedica a insuflar aires de travesura al esquema sonoro trabajado por la banda, incorporando arreglos y quiebres inesperados a la ilación temática. Hay un detalle muy curioso, y es que resulta que esta composición tan bizarra y “peligrosa” es ejecutada con la mayor dosis de fineza que el ensamble ha exhibido en lo que va de disco: así pues, la disposición de ‘Sleeper Cell Anthem’ es de una locura arropada con finísimas telas y embellecida con ornamentos inteligentemente sutiles. Después de poco más de 21 minutos de música, queda claro que esta plaga pensante sigue fungiendo como indiscutible figura monárquica de la vanguardia progresiva, y si acaso quedara alguna partícula de duda al respecto, emerge a continuación ‘A Virtuous Man’, la pieza más larga del disco. A través de sus más de 11 minutos y medio de duración, esta canción exhibe una cruza entre el delirio delicado de ‘Sleeper Call Anthem’ y el dinamismo atrevido de ‘I Cannot Fly’. Hay momentos particularmente intrigantes, como ese solo de clarinete bajo que parece exorcizar fantasmas vengativos con engañosa suavidad, o aquellas capas de mellotrón (primero de cuerdas, luego de coral) que se imponen como una densa niebla que no se sabe si es ensoñadora o encubridora de un mal agüero. La secuencia lánguida que anticipa la definitiva conclusión de la pieza realza la sensación de incertidumbre a la que la pieza ha estado permanentemente aludiendo.
Después de este peculiar viaje musical que se nos manifestó en la cuarta pieza del disco, no viene nada mal que ‘The Gyre’ aplique algunas cadencias juguetonas al asunto, aunque la densidad sonora y el apogeo de lo disonante siguen siendo las bases irrefutables de este juego mágico donde se organiza la visión musical de Johnson, Harris y co. De hecho, se nota un incremento en el vigor rockero de la banda a la hora de diseñar y ejecutar esta pieza: el grupo está navegando con un pie en la barca del chamber-rock a lo PRESENT y el otro en la barca del HENRY COW de la etapa “In Praise Of Learning”. El clímax final es… ¡sencillamente fabuloso!, un desarrollo impecable de una arquitectura tensa y retorcida que se mantiene coherentemente fiel a su propia ingeniería interna con cada partícula de sonido. Más que una canción, ‘The Gyre’ es una fiesta, y en esta fiesta hubo dos invitados especiales: Robin Chestnut a la batería y Dexter Ford al bajo. El primero de éstos ha colaborado en varios conciertos de los más recientes conciertos del grupo. En fin, ‘Climbing The Mountain’ cierra el álbum al modo de una síntesis de muchas de las aventuras y trucos que se han venido plasmando hasta ahora: aquí se retoma la sombría aureola de inquietud emocional de ‘I Cannot Fly’ con la misma soltura que se recapitula los deconstructivos aires de travesura que tan buenos réditos habían generado para ‘Sleeper Cell Anthem’ o la ambientación densamente misteriosa de ‘A Virtuous Man’. Un gran cierre para un disco grandioso, enorme, genial: “Decline And Fall” es cualquier cosa menos un declive o una caída en desgracia para THINKING PLAGUE, una banda que, campeando continuamente los temporales del negocio musical y la inestabilidad de sus propias alineaciones sucesivas, demuestra que sabe mantenerse como una personalidad fuerte que se sostiene con paso firme dentro de la vanguardia del nuevo milenio. ¡¡Imperdible!!
Muestras de “Decline And Fall”.-
Sleeper Cell Anthem: http://www.youtube.com/watch?v=kNIuJTRQ-KI
A Virtuous Man: http://www.youtube.com/watch?v=iI23Err779U
En esta ocasión volcamos nuestras miradas y oídos a THINKING PLAGUE, que es uno de los referentes más imponentes de la tradición rock-in-opposition de los Estados Unidos, vuelve al
ruedo fonográfico con esta joya fonográfica titulada “Decline And Fall”, un disco diseñado para continuar por la veta de madurez estilística que el grupo tan genialmente encapsuló en sus dos discos de estudio precedentes “In Extremis” (1998) y “A History Of Madness” (2003). Estrictamente hablando, el nuevo disco se siente más cercano a este último en el tiempo y en cuanto a estructura estilística, pero es fácil comprender que la secuencia de estos tres discos conforma un proceso de afianzamiento y robustecimiento de una forma ingeniosamente peculiar de hacer rock-in-opposition con convicción y fuerza de carácter… y claro, por supuesto, con infinitas cuotas de talento creativo. Bob Drake, consistente colaborador de la banda y figura importante dentro de la vanguardia progresiva norteamericana, ha realizado los procesos de mezcla y masterización de este disco grabado durante la segunda mitad de 2011. La formación que grabó este disco es casi la misma que se fue asentando a poco de partir la vocalista Deborah Perry, excepto que Dave Kerman ya no está en la batería y el grupo no cuenta con un teclista permanente desde 2009. Antes esta coyuntura, el multi-instrumentista Kimara Sajn se ha hecho cargo de la batería y el teclado simultáneamente en la grabación de “Decline And Fall”. Sajn es un músico con una larga trayectoria solista, y su solvencia a las baquetas y las teclas es lo suficientemente grande como para que los aportes percusivos y melódicos que él genera desde su doble posición provoquen una tremenda repercusión en el sonido global de la banda. Harris, por su parte, si bien recién fue miembro del grupo durante el proceso de producción de su tercer disco a fines de los 80s, ya es dueño de facto de la estructuración de los vientos dentro de la esencia nuclear de THINKING PLAGUE. Elaine Di Falco asume solventemente su posicionamiento como front-woman: ella está situada más allá del simple rol de “reemplazo de Deborah Perry” (ojo, no hay ánimo de desestimar los aportes de esta última a los mejores momentos de la historia de la banda). Por su parte, el guitarrista fundador Mike Johnson y el miembro de larga data Dave Willey (bajo) operan con sus respectivas cuotas de genialidad en pos del enriquecimiento del sonido grupal.
‘Malthusian Dances’ abre el disco con un vigoroso ejercicio de temáticas coherentemente disonantes y esquemas rítmicos tan intrincados como ágiles: la banda le da un aire de absoluta y arrolladora distinción a la ilación de misteriosas ideas musicales que se van generando a lo largo del camino. Kaveh Rastegar se encarga de tocar el bajo en esta pieza. Un poco como secuela del tema de entrada y otro poco como vía capitalizadora de las aristas más grisáceas del ideario sónico de THINKING PLAGUE, ‘I Cannot Fly’ encarna un impresionante despliegue de dinamismo manejado con pulcritud y nervio: en cuanto a su estructura en sí, esta canción se puede describir como una resurrección de una versión hiperbólica de ART BEARS al más puro estilo del mejor THINKING PLAGUE, con algunos matices sombríos, tímidamente tenebrosos, parcialmente afines al chamber-rock de raigambre francófona. La serie de arreglos vocales expuesta por Di Falco a poco de pasada la barrera del quinto minuto tiene algo de embrujador así como está empapada de perfumes surrealistas. ‘Sleeper Cell Anthem’ se dedica a insuflar aires de travesura al esquema sonoro trabajado por la banda, incorporando arreglos y quiebres inesperados a la ilación temática. Hay un detalle muy curioso, y es que resulta que esta composición tan bizarra y “peligrosa” es ejecutada con la mayor dosis de fineza que el ensamble ha exhibido en lo que va de disco: así pues, la disposición de ‘Sleeper Cell Anthem’ es de una locura arropada con finísimas telas y embellecida con ornamentos inteligentemente sutiles. Después de poco más de 21 minutos de música, queda claro que esta plaga pensante sigue fungiendo como indiscutible figura monárquica de la vanguardia progresiva, y si acaso quedara alguna partícula de duda al respecto, emerge a continuación ‘A Virtuous Man’, la pieza más larga del disco. A través de sus más de 11 minutos y medio de duración, esta canción exhibe una cruza entre el delirio delicado de ‘Sleeper Call Anthem’ y el dinamismo atrevido de ‘I Cannot Fly’. Hay momentos particularmente intrigantes, como ese solo de clarinete bajo que parece exorcizar fantasmas vengativos con engañosa suavidad, o aquellas capas de mellotrón (primero de cuerdas, luego de coral) que se imponen como una densa niebla que no se sabe si es ensoñadora o encubridora de un mal agüero. La secuencia lánguida que anticipa la definitiva conclusión de la pieza realza la sensación de incertidumbre a la que la pieza ha estado permanentemente aludiendo.
Después de este peculiar viaje musical que se nos manifestó en la cuarta pieza del disco, no viene nada mal que ‘The Gyre’ aplique algunas cadencias juguetonas al asunto, aunque la densidad sonora y el apogeo de lo disonante siguen siendo las bases irrefutables de este juego mágico donde se organiza la visión musical de Johnson, Harris y co. De hecho, se nota un incremento en el vigor rockero de la banda a la hora de diseñar y ejecutar esta pieza: el grupo está navegando con un pie en la barca del chamber-rock a lo PRESENT y el otro en la barca del HENRY COW de la etapa “In Praise Of Learning”. El clímax final es… ¡sencillamente fabuloso!, un desarrollo impecable de una arquitectura tensa y retorcida que se mantiene coherentemente fiel a su propia ingeniería interna con cada partícula de sonido. Más que una canción, ‘The Gyre’ es una fiesta, y en esta fiesta hubo dos invitados especiales: Robin Chestnut a la batería y Dexter Ford al bajo. El primero de éstos ha colaborado en varios conciertos de los más recientes conciertos del grupo. En fin, ‘Climbing The Mountain’ cierra el álbum al modo de una síntesis de muchas de las aventuras y trucos que se han venido plasmando hasta ahora: aquí se retoma la sombría aureola de inquietud emocional de ‘I Cannot Fly’ con la misma soltura que se recapitula los deconstructivos aires de travesura que tan buenos réditos habían generado para ‘Sleeper Cell Anthem’ o la ambientación densamente misteriosa de ‘A Virtuous Man’. Un gran cierre para un disco grandioso, enorme, genial: “Decline And Fall” es cualquier cosa menos un declive o una caída en desgracia para THINKING PLAGUE, una banda que, campeando continuamente los temporales del negocio musical y la inestabilidad de sus propias alineaciones sucesivas, demuestra que sabe mantenerse como una personalidad fuerte que se sostiene con paso firme dentro de la vanguardia del nuevo milenio. ¡¡Imperdible!!
Muestras de “Decline And Fall”.-
Sleeper Cell Anthem: http://www.youtube.com/watch?v=kNIuJTRQ-KI
A Virtuous Man: http://www.youtube.com/watch?v=iI23Err779U
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