HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
Hoy nos centramos en el músico indonesio DWIKI
DHARMAWAN, un teclista de larga trayectoria y sólida veteranía dentro de la escena
jazz-rockera de su país: el pretexto idóneo para ello es la publicación de su
álbum “So Far, So Close” por el sello MoonJune Records, la misma que tuvo lugar
en setiembre del año pasado 2015. El material de este disco fue grabado en
enero del mismo año en la ciudad de Los Ángeles, un ambiente muy apropiado para
crear una música jazz-fusión-progresiva que se sienta fresca. El arsenal de
DHARMAWAN consta de pianos acústico y eléctrico, sintetizadores Mini-Moog y
Korg, órgano Hammond y clavinet, además de realizar algunas intervenciones
vocales. Sus compañeros permanentes de viaje son todo un lujo: el bajista Jimmy
Haslip y el baterista Chad Wackerman. No solo eso, también cuenta con las
colaboraciones ocasionales de otro gran renombrado del jazz contemporáneo como
el violinista Jerry Goodman, además de sus ilustres compatriotas Dewa Budjana y
Tohpati alternándose en el rol de guitarrista, y también I Nyoman Windha a los
vientos y las percusiones étnicas. DHARMAWAN lleva sobre sus espaldas una
trayectoria musical que abarca más de tres decenios, tanto en grupos como en su
faceta solista, y ahora tenemos una oportunidad de oro para descubrirle. Veamos
ahora los detalles mismos del repertorio de este disco.
El álbum empieza mostrando todas las
coloraciones disponibles en la paleta sonora con ‘Arafura’, una pieza sumamente
atractiva que dura 7 minutos y segundos. El groove de esta pieza es contagioso
en sus intrínsecas vibraciones optimistas: la triangulación de piano eléctrico,
bajo y batería es inmensamente pulcra. Sin duda alguna, el violín (claro está,
a cargo de Goodman) se erige como un ítem relevante para la instrumentación
global al acompañar sólidamente a los desarrollos temáticos elaborados por el
sintetizador y la guitarra: el solo de violín destila un vigor efectivo, un
oportuno contraste al lirismo elaborado por el de sintetizador al cual precedió
(muy a lo JAN HAMMER). ‘Bromo’ gira hacia un terreno introspectivo en base a un
motif sereno y un esquema rítmico lento: se notan las influencias del WEATHER
REPORT de fines de los 70s y del CHICK COREA de los 80s y 90s en la estrategia
de trabajo abordada por DHARMAWAN y sus compañeros de aventuras. Menciones
especiales deben ir para la gracilidad impresionista creada por los solos de
sintetizador y el aura de etérea sobriedad plasmada en los fraseos de la
guitarra (Budjana borra la frontera entre música y orfebrería como si nada). Tras
este despliegue de dulce belleza llega la pieza homónima: durando poco menos de
4 ½ minutos, ‘So Far, So Close’ sirve para mostrarnos una agradable
focalización temática sobre un ágil groove fusionesco que nos recuerda un poco
al modelo del HERBIE HANCOCK de los 80s así como, otra vez, al COREA de la
misma década. Para cuando llega el turno de ‘Whale Dance’, volvemos al momento
del lirismo cálido y sereno: el esquema jazz-progresivo del trabajo plasmado en
esta pieza convierte a ésta en un hermoso ejemplo de arquitectura melódica en
la cual los individuos participantes articulan sus interacciones con impecable
pulso, haciendo que el desarrollo melódico sea el ítem protagónico absoluto.
Los sucesivos solos de guitarra acústica y bajo son prodigiosamente efectuados,
y sobre todo, complementan muy bien las pautas marcadas por el sintetizador
desde el primer pasaje. Bajo el enigmático título de ‘The Dark Of The Light’,
el ensamble se dedica precisamente a recoger la claridad melódica de la pieza
precedente e insuflarle una dosis de vigor semejante a la que ya apreciamos en
la pieza de apertura, aunque se nota que el frenesí expresivo es menor. En todo
caso, Tohpati se erige como interlocutor perfecto para el líder del ensamble, y
más que nada, el oyente empático se contagia de la espiritualidad extrovertida
que signa la esencia de este tema.
Durando poco más de 9 ¼ minutos, ‘Jembrana’s
Fantasy’ se erige como la pieza más extensa del álbum. De hecho, también se
trata del ítem más experimental del repertorio pues el factor free-jazzero se
impone desde el momento en que el grupo inicia el tanteo de la armazón del
groove general: las formas libres y los espontáneos recursos de expansión y
constricción se van sucediendo con convicción hasta cuando nos acercamos a la
frontera del tercer minuto, que es cuando el cuerpo central se instala bajo la
guía principal de los efluvios atonales del piano. La coda sirve para volver al
indefinido punto de origen, cerrando así un círculo musical caracterizado por
una actitud de continua búsqueda de coordinaciones nunca estables, siempre
dispuestas a ser replanteadas sobre el camino. Si la precedente secuencia de
‘Whale Dance’ y ‘The Dark Of The Light’ supuso un cénit de ingeniería
jazz-progresiva, ‘Jembrana’s Fantasy’ enfiló nuestro oídos hacia una cima de
continua sensación de sorpresa ante un jardín sonoro donde nunca se sabe por
dónde brotará una nueva flor. La dupla de ‘NYC 2050’ y ‘The Return Of The
Lamafa’ ocupa los últimos 10 ½ minutos del repertorio: en el caso del primero
de estos temas tenemos un regreso en pleno al dinamismo más extrovertido de
DHARMAWAN y sus amigos (Budjana es el guitarrista de turno en ambos), mientras
que el segundo refleja una extroversión más comedida, además de una labor un
poco más robusta en los sonido y trucos de la guitarra y del sintetizador. Se
confirma por enésima vez cuán magistral es la combinación de Haslip y Wackerman
en cualquier ensamble jazz-rockero, y esto significa algo especialmente valioso
cuando se trata de explotar cabalmente los potenciales de colorido y
expresividad de las composiciones de DHARMAWAN. En fin, todo esto fue “So Far,
So Close”, un disco muy bello que nos abre la puerta del acercamiento a una
mente musical tan inspirada como la de DWIKI DHARMAWAN.
Muestras de “So Far,
So Close”.-
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