Thursday, July 20, 2017

DISCIPLINE y su nueva libertad de expresión báquica


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy tenemos el enorme agrado de presentar el nuevo trabajo de la banda estadounidense DISCIPLINE, el cual se titula “Captives Of The Wine Dark Sea”. El pasado 7 de julio se oficializó su publicación a través de la red de Bandcamp y también por vía del sello del grupo Strung Out Records; por su parte, The Laser's Edge ayuda en la distribución de este disco que estamos reseñando aquí. El genial Mimo Ácido Matthew Parmenter se hace cargo de los teclados, el violín, las guitarras eléctrica, acústica y e-bow, y la pandereta, mientras que la dupla rítmica del bajista Matthew Kennedy y el baterista Paul Dzendzel se vuelve a poner en marcha; por su parte, Chris Herin, debutante como integrante de DISCIPLINE a las guitarras eléctricas solista y rítmica en los últimos años, tiene su primera presencia en la discografía del mismo. Pero no es ningún debutante en el negocio del rock, y de hecho, le conocemos como integrante de TILES. Vayamos ahora al repertorio mismo del disco que ahora tenemos en nuestras manos.


Durando poco menos de 9 ½ minutos, ‘The Body Yearns’ abre el álbum estableciendo un vínculo entre los GENESIS de la etapa 76-78 y el periodo psicodélico de THE BEATLES, más algunos ribetes estilizados que nos suenan tanto al PETER HAMMILL de la etapa del “Over” y a los PROCOL HARUM anteriores al “Broken Barricades”. Durante su primera sección, los quiebres rítmicos inusuales están a la orden del día, así como los inteligentes fraseos de la primera guitarra, ya por debajo del canto de Parmenter, ya generando sus propios espacios; pero ante todo, lo que prima aquí es una estupenda claridad melódica marcada por una refinada orfebrería sonora. Sobre la frontera del cuarto minuto y medio, la pieza vira hacia una suerte de blues gótico en el que se enfatiza el influjo Procoliano, aunque siempre con esa aureola inquieta y extrañamente fascinante que el Mimo Ácido suele poner a sus composiciones. Un ágil reprise del primer motivo dispone de la coda oportuna para ‘The Body Yearns’.  Virando hacia un dinamismo ostensiblemente más ligero aunque con una clara actitud de preservar la vitalidad melódica que marcó a la canción de apertura, ‘Life Imitates Art’ se explaya simultáneamente en una atmósfera cínica y unas vibraciones juguetonas. Los acordes retro del órgano (imitando al clásico Lowrey) y la robustez de la batería son las columnas sobre las que sostiene el bloque sonoro general. Las líneas iniciales son genuinamente demoledoras: “This flesh, a masterless catedral. / Dearly beloved, pray no more. / No Unity of congregation. / Obscene graffiti on the door.” Como si hiciera falta, parmenter nos confirma por enésima vez que es uno de los más inspirados poetas del art-rock de las tres últimas décadas. Los siguientes 4 minutos y picos del repertorio están ocupados por el instrumental ‘S’. Bajo este título tan ingeniosamente minimalista se desarrolla una pieza ostensiblemente ágil que parece exhibir la amenaza de algo tétrico disfrazado de ropajes angelicales. De hecho, el epílogo deriva hacia una especie de languidez oscurantista (un poco a lo PRESENT) que parece revelarnos esa amenaza que antes preferíamos tener como insospechada. Alguna herencia también notamos del modelo sónico estructurado y macerado a través del disco precedente de la banda “To Shatter All Accord” y el solista de Parmenter  “Horror Express”.


Con la dupla de ‘Love Songs’ y ‘Here There Is No Soul’, la banda explora recursos más sencillos dentro de su ecléctico ideario estético. ‘Love Songs’ nos brinda una peculiar mezcla de cabaret y blues-rock: una canción que sabe hacerse sentir extravagante a través de su sencillez estructural. Por su parte, ‘Here There Is No Soul’ es la canción encargada de pasar el ecuador del disco, y lo hace al modo de un híbrido entre los ECHOLYN de los últimos discos y el modelo histórico de THE DOOBIE BROTHERS. Con los guitarreos dobles y la precisión sucinta de la dupla rítmica se garantiza un groove llamativo, pero como estamos hablando de un grupo devotamente dedicado a promover el sueño progresivo del rock, incluso en un contexto tan prosaico como éste se advierte una sutil aureola de sofisticación musical. Es una pena que la canción no sea más larga pues su gancho es innegable. El instrumental ‘The Roaring Game’ dura poco más de 6 minutos y cumple con la misión de devolvernos a los aires de la canción de entrada, aunque esta vez la ambientación general se siente más adusta y los matices sombríos ocupan un rol más dominante dentro de la armazón instrumental en curso. Siendo la más extensa pieza del álbum con sus 14 ½ minutos de duración, ‘Burn The Fire Upon The Rocks’ cierra el álbum con un esplendor mágico y contundente que desde las primeras instancias nos muestra las aristas más ágiles y vitalistas del enfoque musical que el cuarteto ha estado plasmando a lo largo del disco, para luego derivar hacia un tenor más etéreo y calmado. La guitarra, inicialmente pletórica de vigor incendiario, se convierte en nube flotante en un cielo vespertino de fines de otoño. En muchos aspectos, tenemos aquí un retorno a los días de su obra maestra de los 90s “Unfolded Like Staircase” (especialmente ‘Into The Dream’ y ‘Before The Storm’), pero también hay en los filos más adustos de su dinamismo un retorno a los tiempos de ese gran primer álbum que era Push & Profit. Recién en la frontera del cuarto minuto y cuarto entra a tallar el canto de Parmenter, expandiéndose en un ambiente que reemplazó lo etéreo por lo melancólico. Mientras va evolucionando la pieza, los motivos y esquemas rítmicos se van sucediendo en una ilación que siempre mantiene altos niveles de magia expresiva: los legados de GENESIS y VAN DER GRAAF GENERATOR se reactivan bajo la luz particular de DISCIPLINE. Cuando llega la sección final, se resaltan eficazmente una vigorosa coral mellotrónica y unas bellas interacciones de sintetizador y guitarra. Para esta conclusión se reservaron estos músicos la manifestación de su faz más épica. ¡Todo un broche de oro!


  

Aunque no iguala la grandeza distinguida de “Unfolded Like Staircase” – álbum que queda como una obra maestra del rock progresivo de los 90s – debemos apreciar a “Captives Of The Wine Dark Sea” como un trabajo inspirado y vitalista dentro del canon de DISCIPLINE. Compartiendo el vigor rotundo de “To Shatter All Accord” y la versatilidad reluciente de “Push & Profit”, este disco despliega un repertorio muy llamativo que nos invita jovialmente a embriagarnos en un báquico festín musical. Definitivamente, Matthew Parmenter y sus compañeros de viaje siguen siendo almirantes de enorme soberanía en los anchos mares del rock progresivo de los tres últimos decenios.


Muestras de “Captives Of The Wine Dark Sea”.-
Burn The Fire Upon The Rocks: https://lasersedge.bandcamp.com/track/burn-the-fire-upon-the-rocks

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