HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
Hoy nos toca presentar a la banda canadiense fundada en Halifax, capital de Nova Scotia, por motivo del reciente lanzamiento de su nuevo trabajo fonográfico “Trappist”, más exactamente, en la primera semana del presente mes de julio. El disco en cuestión sucede por tres años al disco debut “Origins”, el cual recogía todo el material que el grupo esforzadamente compuso y arregló desde los tiempos de su fundación, en el año 2006. Ahora este nuevo disco muestra al grupo con una fuerza de personalidad consolidada y robustecida. El ensamble conformado por Mike McPhee [bajo,
mandolina y teclados], Cameron Lawrence [batería y percusión] y Glenn O’Keefe [guitarras]
nos brinda una propuesta math-progresiva de gran calibre e infinita energía… y
sobre todo, con una versatilidad atrapante. El derroche de ingenio que
percibimos a lo largo del repertorio de “Trappist” es fenomenal más allá de lo que
nuestra mente puede realmente creer a despecho de la innegable evidencia
auditiva. Para ser más específicos, lo que hemos de disfrutar en este disco es una fabulosa exhibición de tensas y sosfisticadas musicalidades sonoridades progresivas, las cuales, desde un encuadre básico de math-rock con tendencia pesada, sabe abrirse a un ingenioso crisol de posibilidades eclécticas con un pulso estupendo y una autoridad convincente. Tras esta caracterización general, llega la hora de concentrarnos en los detalles individuales mientras se van mostrando ante nuestros oídos.
Durando casi 8 ¼ minutos, ‘Arabic Spring’ abre el
disco con una rotunda exhibición de grooves sofisticados alimentados de una
meteórica exaltación rockera. La compleja ingeniería sonora que se desarrolla a
partir del encuadre de los guitarreos y la labor sesuda de la dupla rítmica ostenta
un vitalismo tan fiero en su expresividad como meticuloso en los detalles
esenciales de su armazón. A continuación sigue ‘Holy Mountains’, una pieza que
se asienta sobre un swing que abre espacios a compases un poco más gráciles y
otros a cadencias más contenidas, sin por ello renunciar al punche rockero. En todo
caso, este punche exige de sí mismo un poco más de fulgor a la hora de
ajustarse a la amalgama en curso, la misma que también parece coquetear
ocasionalmente con la esfera más vanguardista del prog-metal. La vitalidad de ‘Arabic
Spring’ ahora es reemplazada por la neurosis impredecible que hace de ‘Holy
Mountains’ un estupendo ejercicio de tensos dinamismos. Los siguientes 10
minutos y pico del álbum están ocupados por la dupla de ‘Emissary’ y ‘Sefīd-Rūd’, diseñada para abrir nuevos campos para la siembra music al del trío. El
primero de estos temas está signado por unas efectivas vibraciones eclécticas
que incluyen altas dosis de cromatismo de inspiración arábiga, las cuales se
explayan solícitamente en los arreglos de percusión y de mandolina que entran a
tallar en varias secciones del desarrollo temático. Ya hemos dejado el terreno
de DON CABALLERO para entrar en los de GORDIAN KNOT y TREY GUNN. Por su parte, ‘Sefīd-Rūd’ nos muestra una bizarra confluencia de ebulliciones futuristas (al
modo de un inaudito híbrido de CAN y THIS HEAT) y exquisitos retorcimientos de
matiz Crimsoniano a través del filtro de los STICK MEN.
Volviendo al híbrido de math-rock y prog-metal, ‘The
Serac’ cumple con la misión de reinstaurar el imperio del nervio rockero, y lo
hace apelando a una refrescante agilidad que en varios momentos vuelve a
hacerse eco del paradigma Crimsoniano. En otro pasaje, las cosas se tornan
particularmente aguerridas de tal modo que la mesa está servida para que la
guitarra geste uno de sus solos más explosivos del álbum. Así las cosas, ‘Damavand’
entra a tallar como un paisaje etéreo de paisajes serenos y espíritus
melancólicos, algo que nos toma por sorpresa de una manera total. Los elegantes
efluvios de la guitarra acústica, que elaboran cadencias de influencias latina
y parajes de tenor fusionesco, se dejan ornamentar por líneas flotantes de
guitarra eléctrica y sutiles capas de sintetizador. Durando poco más de 13
minutos, ‘Path To Elborz’ cierra el repertorio exhibiendo de entrada un fulgor
salvajemente furioso. El bajo suena más tormentoso que nunca mientras el
ensamble se dedica a explorar diversas atmósferas y grooves a lo largo del
ambicioso espacio que se otorga para decir todo lo que quiere decir en esta
ocasión. Bien se puede definir a esta pieza como una correcta síntesis de las
aristas más robustas y pesadas del ideario musical de la banda: dentro del esquema
globalmente encuadrado dentro del paradigma del math-rock, hay cubículos y
recovecos para motivos que transitan de lo psicodélico a lo prog-metalero y de
allí a lo jazz-rockero, pasando por los modelos de PRIMUS, los involvidables CANVAS
SOLARIS y la faceta más guerrera de KING CRIMSON. Mientras tanto, una y otra
vez, el bajo hace lucir el pulso fiero de su punzante centelleo. El paraje más
sutil emerge alrededor de la frontera del noveno minuto y medio, y justamente
aquí empieza a armarse el camino hacia el epílogo, el cual exhibe un dinamismo
jazz-rockero bastante amable mientras recibe parte del impacto de los pasajes
más aguerridos que le habían precedido. Un estupendo cierre de álbum.
Vibrante y vigorosa, así es la música de OCEANIC: vibrante con un anclaje exquisito para sus electrizantes pulsiones, vigorosa sin llegar nunca a la rudeza en su majestuosa fuerza. “Trappist” es una de las obras más musculares que la escena progresiva mundial nos ha brindado en lo que va del año 2017 y debemos, por tanto, apreciarlo con enormes elogios. Al menos, eso nos parece. De hecho, es una labor de riguroso sacerdocio para la nueva generación progresiva canadiense. ¡Recomendado al 100%!
Muestras de “Trappist”.-
Arabic
Spring: https://oceanicmuzak.bandcamp.com/track/arabic-spring-2
The
Serac: https://oceanicmuzak.bandcamp.com/track/the-serac
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