Saturday, December 09, 2017

Las nuevas danzas cósmicas de VESPERO


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy tenemos el gusto de presentar y reseñar el nuevo disco de VESPERO: “Shum-Shir”. Grabado en diversas sesiones en los años 2015 y 2016, el disco finalmente fue publicado en noviembre de este año 2017 para deleite de todos los conocedores y seguidores de esta prolífica banda que ha sabido darle una frescura nueva al estándar del space-rock contemporáneo a lo largo de los años. Este nuevo disco conforma una continuación del concepto de “Abyssinian Tales”, cuya primera parte estaba encarnada en el disco “Lique Mekwas”, publicado por el sello R.A.I.G. en el pasado año 2016. Ahora, el nuevo disco ha sido publicado por el sello Tonzonen Records tanto en formato de CD como de vinilo. El título de “Shum-Shir” corresponde a una ceremonia religiosa del Antiguo Egipto que se realizaba cada 10 años con miras a elegir un nuevo rey, asunto que era organizado por los chamanes y ancianos de todas las tribus. Como resultado de la quema de hojas de eucaliptos y la inhalación de alucinógenos secretos a lo largo de toda una noche, se invocaba a los espíritus de todas las tribus (Isidora, Gully y Gaya), quienes finalmente indicaban quién debía ser ungido como nuevo rey.  Al amanecer, el hombre escogido se vestía de atavíos blancos mientras suena un ritmo místico con el tambor Hapi, lo cual daba inicio a una nueva vida para las tribus. La carrera fonográfica de VESPERO sigue siendo consistente e interesante bajo sus propios términos así como a la luz de la tradición inspirada por los OZRIC TENTACLES que le antecede. La alineación del grupo consta de Ivan Fedotov [batería, percusión y programación de ritmos], Arkady Fedotov [bajo, sintetizadores y flauta], Alexander Kuzovlev [guitarras], Alexey Klabukov [teclados y sintetizadores] y Vitaly Borodin [violín]. Para el primer tema de este nuevo álbum, el colectivo contó con las participaciones invitadas de Alexander Timakov a la percusión y de Rasul Shugaipov al canto. Veamos ahora los detalles del disco en cuestión.



‘Shum-Shir’ abre el repertorio brindándonos 10 minutos y pico de gloriosas musicalidades space-rockeras culminadas con inspiradas estilizaciones progresivas y alimentadas con el fragor telúrico propio de la fusión folklórica contemporánea. La manera en que se hermanan las secuencias electrónicas del sintetizador con el esquema rítmico (confluyente de recursos acústicos y cibernéticos) asienta una base muy efectiva para que los guitarreos y las florituras de violín guíen el transcurso de la ingeniería melódica. De todas maneras, a mitad de camino entra a tallar un interludio exorcista donde un discurso se impone sobre la estructura organizada por el compás tribal y los efectos espaciales del sintetizador; una vez pasado este interludio, la guitarra pasa a ocupar el rol protagónico para darle una polenta renovada al asunto mientras el conglomerado de instrumentistas trabaja en bloque para retomar el hilo conductor. Hacer esto implica sacar buen provecho del enérgico dinamismo que ha pasado a instaurarse en el esquema sonoro aún en curso, y el grupo sabe desenvolverse a las mil maravillas en la compleción de esta misión. Luego sigue ‘Isidore’s Dance’, engarzándose con los últimos instantes de la pieza inicial por vía de un preludio etéreo donde la guitarra flota grácilmente sobre las capas sintetizadas de trasfondo. Este talante etéreo es efímero pues bien pronto entra en acción la batería para imponer un swing contundente y voraz, pero no particularmente agresivo: de hecho, sus vibraciones jazz-rockeras lo hacen más celebratorio que agresivo. Sobre esta ingeniería, la guitarra, el teclado y el violín alternan momentos de lucimiento específico donde el régimen legislador es la primacía de las texturas; el vigor y la soltura están exclusivamente en manos de la dupla rítmica, y a veces ésta recurre a trucos de vitalidad cuidadosamente sutil en ciertos pasajes estratégicos. Las dos partes de ‘Gaya’s Dance’ ocupan un total de 14 ¾ minutos y tenemos en la primera parte una exhibición de plena soltura extrovertida dentro de la bien instalada línea de trabajo. Los diálogos entre violín y guitarra se hacen más intensos, siendo así que la última adquiere ciertos tintes Frippianos en varios de sus fraseos. En líneas generales, la vitalidad colorida que marcó la esencia expresiva de ‘Isidore’s Dance’ es impulsada hacia un nuevo nivel de celebratoria incandescencia. Hay un breve interludio donde el grupo asume un talante ceremonioso, como si contemplara lo ya hecho hasta ese momento para calcular el tipo de dinamismo que se quiere para el clímax sonoro que ha de arribar pronto.

La segunda parte de ‘Gaya’s Dance’ comienza con un groove un poco más contenido, sustentado sobre una cadencia elegante y sobria que, lejos de apartarse de la predominancia de lo extrovertido tal como se ha venido desplegando en lo que va del repertorio, instaura una ingeniería jazz-progresiva al bloque instrumental con el fin de gestar un recurso de calidez renovadora. Así las cosas, el elemento fusionesco que siempre está presente en el cosmos musical de VESPERO goza de un mayor campo de expansión. Dicho sea de paso, tenemos aquí los más impresionantes solos de violín de todo el álbum. Mientras el groove se agiliza ligeramente en el tramo final, llega un momento en que se nos confronta con un flotante clima cósmico: he aquí la emergencia de la pieza que está a cargo de cerrar el repertorio, la cual se titula ‘Hapi’.  Para esta última instancia del álbum, el grupo decide retrotraerse a un dinamismo más liviano que el habitualmente empleado en el repertorio precedente: la base rítmica es sobria en su manejo de las siempre mágicas posibilidades de la etno-fusión. Aquí lo etéreo no es un elemento de la paleta sonora que convive con otros sino el color de base para la guía de elaboración de las intervenciones de los instrumentos a cargo de desarrollar los motifs (guitarreos muy a lo STEVE HILLAGE, a propósito). De esta manera, el ritual de diversas danzas que se ha proyectado de principio a fin en este exquisito ritual space-rock-progresivo orquestado por VESPERO llega a su conclusión con una aureola de reposada reflexión, aureola apropiada para recibir al nuevo día con la adecuada disposición de lúcida espiritualidad. La verdad que la gente de VESPERO se ha lucido a lo grande con “Shum-Shir”, pero claro, quienes hemos seguido de cerca su trayectoria sabemos muy bien que este ensamble ruso ha mantenido una valla muy alta en cuanto a la creatividad y la intensidad expresiva dentro de la escena progresiva de los últimos lustros. Disfrutar de este disco no es solo escucharlo, es, además, dejar que nuestras almas desplieguen una danza celebratoria al ritmo de los temas contenidos en él. 

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