Monday, August 13, 2018

La primera fase de MILDLIFE


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Tenemos hoy la ocasión de presentar al grupo australiano MILDLIFE, un cuarteto instrumental que debuta con el álbum “Phase”, un estupendo muestrario de space-rock progresivo fluidamente mezclado con elementos fusionescos, funky y jazz-rockeros bien definidos dentro de un eclecticismo compacto. La propuesta de este grupo afincado en Melbourne se hermana claramente con el paradigma de los OZRIC TENTACLES (desde mediados de los 90s) y también con el de HIDRIA SPACEFOLK, así como con el de SNARKY PUPPY y la tradición del funk psicodélico (SLY AND THE FAMILY STONE, PARLIAMENT-FUNKADELIC). El cuarteto conformado por James Donald [batería], Adam Halliwell [guitarra, flauta y canto], Kevin McDowell [teclados, melódica, vocoder y canto] y Tom Shanahan [bajo] tuvo sus primeros pasos en el año 2017 y muy pronto se puso a armar un repertorio propio que conforma este disco, publicado el 23 de febrero pasado por el sello Research Records tanto en formato de CD como de vinilo. En algunos temas, Craig Shanahan aporta labores a la percusión dentro del entramado sonoro de la banda. Todos los integrantes de MILDLIFE son amigos de toda la vida y ya tienen cuatro años de convivencia musical en este grupo, captando a un público de culto en sus conciertos y participaciones en festivales. Ahora es un hecho concreto el sueño del primer disco y pasamos en este mismo momento a revisar su repertorio. 


El disco se inicia con ‘The Magnificent Moon’, tema que dura poco menos de 9 minutos y que está diseñado para instalar buena parte del multicolor ideario musical de la banda. La musicalidad general es bastante agradable y plácida, siendo así que el groove se muestra sobrio a través de la patente espiritualidad alegre que se va desplegando; una vez que entra a tallar el canto, el ambiente general adquiere un aire de cercanía y apacibilidad. El encuadre central de la pieza tiene en el bajo y las flotantes armonías de los sintetizadores a sus dos columnas de apoyo. ‘Zwango Pop’ sigue a continuación para aligerar notablemente las cosas en base a un realce del factor funky. La guitarra asume un rol más llamativo cuando se asocia con el sintetizador durante el generosamente extenso solo en el pasaje intermedio; por su parte, el esquema rítmico se beneficia de una mayor expresión de luminosa extroversión al modo del paradigma de PARLIAMENT-FUNKADELIC. Tras la aureola de exquisita algarabía instaurada por el segundo tema  del disco llega el turno de ‘Im Blau’, pieza que nos remite a una fusión sobre grooves caribeños cercanos al reggae en su esquema rítmico mientras que los aportes flotantes de los sintetizadores mantienen firmes los nexos con el space-rock. Por su parte, la flauta brinda unas ocasionales florituras encantadoras cuya función principal es la de añadir una cálida sofisticación al asunto; de hecho, mientras el grupo va dando vueltas y más vueltas a su motif central, se nota que el espíritu global de la pieza incrementa su dosis de nervio a través de un meticulosamente calculado crescendo de densidades gráciles: este último detalle nos remite al paradigma de SNARKY PUPPY. Un notorio cénit del disco, sin duda. El ecuador del disco se inicia con la pieza que justamente le da título. El rol de ‘Phase’ consiste mayormente en explorar la faceta más introvertida del ideario musical y lo hace focalizándose en un recuadro sonoro donde el candor jazz y el color la psicodelia progresiva se hermanan bajo una vaporosa ingeniería space-rockera. Tenemos aquí otro estupendo punto culminante del álbum. 


‘Two Horizons’ retoma el sendero musical antes recorrido por la pieza inicial del repertorio, prácticamente está intacto, solo hace falta arrastrar y labrar un jam nuevo para que todo siga sonando fresco. En efecto, eso es lo que logra el grupo concretar con indudable solvencia, dar una efectiva vuelva de tuerca más a una atractiva musicalidad jazz-progresiva con cimientos space-rockeros. Eso sí, notamos también que algo de la distinguida elegancia de la pieza homónima se ha perpetuado en algunos pasajes de los arreglos instrumentales de esta pieza en particular. Las cosas terminan con ‘The Gloves Don’t Bite’, un tema que realiza una especie de síntesis estilística entre los grooves y cadencias de los dos primeros temas del álbum, balanceando los enfoques del gancho inmediato y de la cálida sofisticación mientras diseña nuevos recursos de sobria fastuosidad con el refinamiento habitual que se ha venido imponiendo desde los pasos iniciales del repertorio del disco. Como balance final, agradecemos a MILDLIFE que nos haya brindado con “Phase” varios momentos de buen disfrute melómano; ha sido ciertamente una estupenda carta de presentación que nos mueve a esperar que este cuarteto australiano nos entregue más trabajos fonográficos en el futuro cercano. 


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