Saturday, May 04, 2019

STEPHAN THELEN y la fractalización del discurso progresivo


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

En esta ocasión presentamos a “Fractal Guitar”, un disco solista del guitarrista suizo STEPHAN THELEN, a quien conocemos como parte del genial grupo SONAR: el disco en cuestión fue publicado por el incansable sello MoonJune Records a mediados del pasado mes de enero. El material aquí recogido, un total de cinco piezas, fue grabado en numerosas sesiones de grabación en salas de Europa y los Estados Unidos entre agosto del 2015 y abril del 2018, siendo así que la labor de postproducción tuvo lugar en los meses de abril y mayo en la ciudad alemana de Berlín, terminando todo el proceso logístico con la masterización en un estudio vienés durante el subsiguiente mes de agosto. Solo faltaba la publicación para que saliera al mundo como el fabuloso ítem progresivo que es: ya desde el primer mes del 2019 se avizora como una de las obras más decididamente insuperables del año, tan inmenso es su despliegue de vigor, texturas, riqueza y sofisticación. STEPHEN THELEN, acreditado con la Fractal Guitar, la Tritone Guitar, Blue Sky Guitar, loops granulares, algunas partes de órgano y sampleos, ha contado con una abundante presencia de invitados de lujo pertenecientes a diferentes generaciones del rock y del jazz de avanzada. Están aquí esas ilustres leyendas vivientes que son los guitarristas Barry Cleveland, Henry Keiser y David Torn, y también está aquí el genial Markus Reuter, quien es el único que se hace presente en todos los temas del álbum con su U8 Touch Guitar y mecanismos de soundscapes. Los demás invitados son los bateristas Manuel Pasquinelli (también integrante de SONAR) y Benno Kaiser; Jon Durant a la Cloud Guitar; Bill Walker a la guitarra; Matt Tate a la U8 Touch Bass Guitar; Andi Pupato a la percusión. Estas congregaciones variables garantizan la gestación y la gestión de un bloque sonoro más lleno del que usualmente utilizan THELEN y sus colegas de SONAR. De hecho, según sus propias palabras, THELEN tenía la inquietud de hacer una obra musical donde los efectos ocuparan una parte integral de la música tras estar varios años en SONAR haciendo un uso muy parco y restringido de los mismos. Antes de que existiera SONAR, el maestro THELEN había creado un sistema de efectos de guitarra que él bautizó justamente como Fractal Guitar, un delay rítmico con altos niveles de feedback desde los cuales se podía armar y cruzar patrones rítmicos inusuales como 3/8, 5/8 y 7/8. Claro está, el intermitente desarrollo de este proyecto también sirvió a THELEN para codearse con varios músicos que él fue conociendo y que también se dedicaban a explorar las posibilidades de la tecnología guitarrera para la vanguardia contemporánea. Todo fue encajando en el lapso de casi tres años que mencionamos más arriba. Bueno, ahora sabemos que el título del disco no es producto de un ingenio poético sino la presentación oficial de un artilugio artístico: veamos ahora los detalles del repertorio contenido en él.




Los temas más extensos del repertorio son los que lo abren y lo cierran, respectivamente: ‘Briefing For A Descent Into Hell’ dura poco más de 18 ½ minutos, mientras que ‘Urban Nightscape’ supera ligeramente el espacio de 17 ½ minutos. ‘Briefing For A Descent Into Hell’ comienza con un prólogo sigiloso cuyos matices minimalistas que marcan el camino pronto pasan al trasfondo bajo el peso de los retazos y fraseos musculares que se explayan desde la guitarra y la Touch Guitar: esto último hace que la ingeniería rítmica pase del rol de cómplice al de gestor. Con todo el despliegue de cáustico y circunspecto vigor que se va exhibiendo a lo largo del camino, el esquema general de la pieza se mantiene en un nivel minimalista que tiene mucho que ver con el paradigma de SONAR. Alrededor de la frontera del noveno minuto emerge un momento especialmente incendiario que permite agilizar el aire permanente de misteriosa densidad a pesar de que el swing permanece firmemente sólido bajo la mirada atenta de Pasquinelli. Es un momento breve pero altamente relevante pues prepara el camino para una variante que habrá de forjarse poco antes de llegar a la frontera del undécimo minuto: el armazón de una polifonía muy reconocible por su peso Crimsoniano (al estilo de los 90s) y, de paso, también reminiscente colateralmente a una modalidad etérea de psicodelia progresiva. Se nota una renovada gracilidad que se respira en el ambiente a pesar de que el groove básico no ha cambiado mucho. En todo caso, esa gracilidad no llega en estado puro porque las emergencias de unos solos garantizan que todavía impere una aureola de inescrutable tensión. En los últimos dos minutos, el ensamble desarrolla un sostenido camino hacia un remanso cósmico donde el talante minimalista de la pieza deriva hacia una manifestación flotante de sí mismo. ‘Urban Nightscape’ es la pieza con menos participantes en el disco, son solo cuatro: THELEN, Reuter, el baterista Benno Kaiser y el heroico guitarrista David Torn. Eso no quiere decir que haya un desmedro en la expresión de vigores y rigores rockeros, muy por el contrario, se trata de la pieza más extrovertida del álbum, y parte de la genial culpa de ello radica en no poco medida en el esplendoroso talante expansivo con el que la dupla rítmica establece su posicionamiento fundacional. Al igual que en la otra pieza maratónica, las conexiones estilísticas con SONAR son fuertes, aunque también son bastante fuertes las vibraciones neuróticas y autoritarias que nos remiten a los KING CRIMSON del nuevo milenio, los STICK MEN en su faceta más aguerrida y ciertos estándares del rock-in-opposition de diversas generaciones (PRESENT, NI, XAAL). La arquitectura musical se mantiene firme mientras florecen algunos solos y armonías añadidas en ciertas locaciones estratégicas. El epílogo que ocupa algo más de los seis minutos finales comienza con una proyección crecientemente minimalista que termina ahogándose en algo muy parecido al silencio puro, para luego abrir campo a una breve serie de retazos abstractos y rasgueos mecanicistas. Es como música de fondo para el momento en que la gran ciudad le dice adiós al día que se fue mientras se prepara para acoger al siguiente. Un estupendo cierre de álbum, pero todavía pasana muchas cosas antes de llegar a este punto.

‘Road Movie’ le da una desenvoltura más fresca a la perpetuamente desafiante arquitectura musical desarrollada en el disco. Aquí tenemos una actitud de relativo relax desde el que el núcleo temático pretende exponer las vibraciones introspectivas desde el corazón más íntimo de un espíritu contemplativo. Si bien el groove armado por Pasquinelli y Tate ostenta una musculatura más pronunciada que la empleada en el primer tema del álbum o en la que le sigue, la cosa es que la interacción entre los instrumentos de cuerda es más impresionista que denso. También es verdad que en algunos parajes particularmente extensos de la pieza, la dupla rítmica reitera la lógica arquitectónica que operó en ‘Briefing For A Descent Into Hell’, pero, con todo, se nota más soltura en el dinamismo de su labor. Tenemos algunos ornamentos rudos que entran a tallar como destellos propios de una tormenta pero su posicionamiento es más colateral que otra cosa: los solos que salen al frente están, ora centrados en fraseos limpios y serenos, ora focalizados en un nervio sugerente que apelan a un fulgor psicodélico que no tiene nada de amenazante ni tenso. Eso sí, el último solo ostenta una especie de rabia Frippiana, teniendo el poder de llevar al epílogo de la pieza a un inicialmente insospechado recurso de pirómana neurosis, mas se trata solo de una explosión efímera para los instantes concluyentes. Es obligatorio señalar que tener aquí al maestro Henry Keiser es un lujo. La tercera pieza del álbum es la que justamente se titula igual que él: también aparece como ilustre invitado un veterano del jazz y el rock de vanguardia, quien es Barry Cleveland. Tal vez se podría describir a grandes rasgos a ‘Fractal Guitar’ como un intermedio entre los dos primeros temas del álbum, con una sutil predominancia del primero. Los acentos cósmicos están allí marcando el modo en que los instrumentos de cuerda interactúan, se enhebran, se sueltan momentáneamente para volver a una nueva y fortalecida imbricación. Definitivamente, se nota aquí un impulso intensificado del punche rockero en medio de tanta abstracción progresiva. Poco antes de llegar a mitad de camino se impone un bello y señorial solo de guitarra que es seguido por otro cuyo enfoque es más sobrio en su (innegable) fuerza expresiva. ‘Radiant Day’ (también con Cleveland a bordo) rinde lealtad a su propio título y desde sus instancias iniciales exhibe un clima luminoso a su serie de abstracciones sonoras: ahora los ribetes cósmicos y atmósferas flotantes asumen un candor renovador. Varios breves esbozos armónicos de guitarra se suman para armar una estructura reconocible cuya recurrencia sivre de referencia obligatoria para los fraseos y riffs que van surgiendo a lo largo del camino. El fulgor reinante asimila y organiza recursos de plúmbea intensidad en el momento central, algo eficaz y contundente antes de que las nubes entren a tallar para matizar las cosas con buen pulso: una estrategia muy eficaz a la hora de iniciar el sostenido camino hacia la calma final.      



Toda esta fue la experiencia de “Fractal Guitar”, una experiencia gratificante y excitante con la cual STEPHAN THELEN y sus colegas de turno nos muestran nuevas aristas y matices de lo que es el rock artístico del nuevo milenio. “Fractal Guitar” es un catálogo de expresiones y enfoques musicales donde el pensamiento sobre los posibles esquemas artísticos del futuro diseña la ruta para travesías sonoras de muy alto vuelo. Músculo e inteligencia unidos en un mapa de empujes trascendentes donde los fractales musicales se integran en osadas y estimulantes convergencias progresivas. ¡Recomendado al 500%! 



Muestras de “Fractal Guitar”.-


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