HOLA, AMIGOS DE
AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
En esta ocasión
presentamos al grupo avant-progresivo belga HELIUM HORSE FLY por motivo de la
reciente publicación de su nuevo trabajo fonográfico “Hollowed”: más
exactamente, a mediados del primer mes del presente año 2019. Se trata de su segunda
producción tras el homónimo álbum de debut que data del año 2013 (antecedido
éste por dos EPs que datan de los años 2010 y 2011, respectivamente). Su conformación consta de Marie Billy [voz], Stéphane Dupont [guitarra, teclados y coros], Dimitri Iannello [bajo] y Gil Chevigné [batería]. Para el primer tema del álbum, el cuarteto contó con la colaboración de Bertrand de Lamalle al saxofón alto. Este conjunto
afincado en la bella localidad de Lieja cultiva un enfoque musical donde
confluyen el post-metal, el rock-in-opposition, el noise-rock y la faceta oscurantista
de la psicodelia progresiva, todos ellos dentro de un núcleo central donde se da prioridad a los dos primeros de esta lista de recursos estilísticos. Para decirlo de otra manera, este grupo funge como eslabón perdido entre BENT KNEE y RUSSIAN CIRCLES con elementos de la faceta más árida de THE
ORVALIANS, además de precisas afinidades con los legendarios SLEEPYTIME GORILLA MUSEUM,
los KAYO DOT de la fase 2006-10 y el paradigma de ZEVIOUS. Permítasenos adelantar que nos ha parecido fascinante el ingenio que tiene esta banda para presentar a la oscuridad tortuosa del alma con un perturbador encanto, pero bueno, ahora mismo vamos a los detalles de este disco que ahora tenemos en nuestras manos.
El repertorio de “Hollowed” comienza con la intensa y misteriosamente dramática canción ‘Happiness’, canción impregnada de nieblas densas sobre un desconcertante groove celebratorio. Aunque la primera mitad ostenta un porte tentativo en lo referente a los arreglos rítmicos, ya la densidad noctámbula y hambrienta hace acto de presencia con una voracidad inquietante. Las repetitivas líneas de bajo acuchillan las persistentes nubes de solipsista rabia que se imponen de parte de la guitarra... y cuando se arma un compás reconocible, ya advertimos que no solo se trata de la segunda sección de la canción sino que su estructura específica era la pauta para la canción como un todo orgánico. Luego sigue
‘In a Deathless Spell’, que es la pieza más extensa del álbum con sus más de 14
¼ minutos de duración, un prodigio de ilaciones de diversas atmósferas cuyo inquietante vitalismo se resuelve a través de unos incansables descalabros neuróticos que van armando, desarmando y rearmando sus esquemas mientras avanza la pieza. Todo comienza dentro de una atmósfera grisáceamente ensoñadora, al modo de una calma triste que parece proceder de una catarsis: todo está muy contenido aquí por un rato, como penetrado por una misteriosa reflexión que, por el momento, logra esconder su angustia intrínseca. Pero ya llega el momento esperado, el momento en el que la furia rockera sale al frente para sacudirse de encima la promesa del amanecer y exorcizar a las sombras. El vitalismo focalizado de los rasgueos de la guitarra van a un efectivo contrapelo con la labor exuberante de la batería. A mitad de camino, todo se detiene para que la guitarra emane unas espartanas notas que dejan que los silencios ocupen el rol protagónico, pasando poco a poco al armazón de una nueva sección misteriosa y reflexiva. La sección final ostenta una densidad belicosa en medio de las columnas sonoras de la guitarra y la batería: suena un híbrido de KING CRIMSON, PRESENT, ZEVIOUS y BENT KNEE mientras una coral femenina anuncia la apertura de las grandes puertas del Limbo. Un
momento cumbre del álbum como también lo es ‘Algeny’, la canción que viene a continuación. Aunque su desarrollo temático es menos complejo que el de ‘In a Deathless Spell’, su vitalismo siniestro se encuadra en una ingeniería de contrastes entre los pasajes parcos y los dramáticos. Es como una idea perdida de BJÖRK que fue remodelada por un combo de músicos de RUSSIAN CIRCLES y MOGWAI bajo la dirección artística de los integrantes de la dupla rítmica de los BENT KNEE.
Un cénit sucede a otro para desarrollar un paulatino distanciamiento de las agitaciones desafiantemente juguetonas con las que nos habían gratificado los continuos retazos de musicalidad neurótica de ‘Happiness’: el trayecto musical trazado para este disco ha virado hacia una exaltación desosegada y muscular de lo oscuro y lo inescrutable. Y ahora es el momento del instrumental ‘Progeny’, el cual se centra en el muy estilizado entramado de arpegios armado por la guitarra, su talante etéreo y su atmósfera galante nos remiten a la faceta más introspectiva de unos MONO pero con un enfoque un poco más rudo. El núcleo temático es sobrio, aferrado a su propio lirismo con el propósito de insertar una motivación momentánea para la calma en medio de tantos tránsitos gobernados por la lógica de la inquietud. Siendo como es una pieza con personalidad propia y con una belleza envolvente, su mayor función es la de preparar el terreno para el arribo del segundo tema más largo del disco: ‘Monochrome’. Esta pieza tiene como misión crucial el llevar los recursos de siniestra fastuosidad que antes se habían explayado a lo largo de la secuencia de los temas #2 y #3 hacia un viraje un poco más controlado en lo referente a la expresividad de la tormenta anterior. Para los primeros tres minutos y medio, la sección inicial se mueve por un camino sereno e introspectivamente circunspecto, siendo sucedida por un intermedio instrumental furioso, que no intrépido. Así las cosas, el factor circunspecto regresa al poco rato pero con un nuevo talante que evidentemente se alimenta del impacto del antes mencionado interludio. El vigor rockero que se impone tras el breve pasaje cantado se asienta sobre un ceremonioso groove signado por un esquema rítmico complejo: en algún momento se da un parón para permitir la interferencia de un puente minimalista, el mismo que sirve para volver a un momento de furia desde el cual se habrá de impulsar la acción del epílogo de la canción. En fin, la coda del álbum llega de la mano de la breve pieza ‘Shelter’ (no llega a completar el espacio de 2 ½ minutos), la cual exhibe un lirismo sosegado e intimista, una exposición de la calma espiritual que se contempla a sí misma tras haber pasado por un ciclo de tormentas del interior y del exterior. El hecho de que las últimas palabras que emite Maire Billy no cuenten con el apoyo de la guitarra realza el carácter solitario de esta canción de cierre: el espíritu quiere seguir ensimismado en su autocontemplación mas ya no quiere dar testimonios adicionales al respecto.
Un cénit sucede a otro para desarrollar un paulatino distanciamiento de las agitaciones desafiantemente juguetonas con las que nos habían gratificado los continuos retazos de musicalidad neurótica de ‘Happiness’: el trayecto musical trazado para este disco ha virado hacia una exaltación desosegada y muscular de lo oscuro y lo inescrutable. Y ahora es el momento del instrumental ‘Progeny’, el cual se centra en el muy estilizado entramado de arpegios armado por la guitarra, su talante etéreo y su atmósfera galante nos remiten a la faceta más introspectiva de unos MONO pero con un enfoque un poco más rudo. El núcleo temático es sobrio, aferrado a su propio lirismo con el propósito de insertar una motivación momentánea para la calma en medio de tantos tránsitos gobernados por la lógica de la inquietud. Siendo como es una pieza con personalidad propia y con una belleza envolvente, su mayor función es la de preparar el terreno para el arribo del segundo tema más largo del disco: ‘Monochrome’. Esta pieza tiene como misión crucial el llevar los recursos de siniestra fastuosidad que antes se habían explayado a lo largo de la secuencia de los temas #2 y #3 hacia un viraje un poco más controlado en lo referente a la expresividad de la tormenta anterior. Para los primeros tres minutos y medio, la sección inicial se mueve por un camino sereno e introspectivamente circunspecto, siendo sucedida por un intermedio instrumental furioso, que no intrépido. Así las cosas, el factor circunspecto regresa al poco rato pero con un nuevo talante que evidentemente se alimenta del impacto del antes mencionado interludio. El vigor rockero que se impone tras el breve pasaje cantado se asienta sobre un ceremonioso groove signado por un esquema rítmico complejo: en algún momento se da un parón para permitir la interferencia de un puente minimalista, el mismo que sirve para volver a un momento de furia desde el cual se habrá de impulsar la acción del epílogo de la canción. En fin, la coda del álbum llega de la mano de la breve pieza ‘Shelter’ (no llega a completar el espacio de 2 ½ minutos), la cual exhibe un lirismo sosegado e intimista, una exposición de la calma espiritual que se contempla a sí misma tras haber pasado por un ciclo de tormentas del interior y del exterior. El hecho de que las últimas palabras que emite Maire Billy no cuenten con el apoyo de la guitarra realza el carácter solitario de esta canción de cierre: el espíritu quiere seguir ensimismado en su autocontemplación mas ya no quiere dar testimonios adicionales al respecto.
Todo esto es lo que el colectivo de HELIUM HORSE FLY nos ha brindado con el catálogo de canciones que conforman “Hollowed”, un disco denso, oscuro y misterioso que encarna una manera muy interesante de infundir una energía genuina y apasionada a la vanguardia progresiva del momento. Vale la pena seguir la pista a esta banda, la cual nos da muchas evidencias de lo que tiene dentro de sí para enriquecer a la vanguardia belga (y a la europea, en general) del momento.
Muestras de “Hollowed”.-
In A Deathless Spell [en vivo en el Blend Studio, febrero del
2019]: https://www.youtube.com/watch?v=Jjx_lsXa9Dg
Monochrome [en vivo en el Blend Studio, febrero del 2019]: https://www.youtube.com/watch?v=56VJq0iWkkY
No comments:
Post a Comment