Thursday, March 12, 2020

RUSSIAN CIRCLES: música para una nueva sangre



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy nos complace presentar el más reciente trabajo fonográfico del trío estadounidense RUSSIAN CIRCLES, el cual se titula “Blood Year” y fue publicado en el primer día de agosto del pasado año 2019 por el sello Sargent House, tanto en formato de CD como de vinilo. O sea, que nuestra reseña llega un poco tarde... Bueno, a veces se dan así las cosas. El trípode de Brian Cook [bajo], Mike Sullivan [guitarra] y Dave Turncrantz [batería] se tomó un poco de tiempo desde su anterior disco 
“Guidance” (que data del año 2006) para gestar el material que habría de integrar este nuevo ítem. Las sesiones de grabación para “Blood Year” tuvieron lugar en GodCity Studio y Electrical Audio Studio (este último, de propiedad del guitarrista de gran fama en el underground vanguardista Steve Albini), bajo la producción de Kurt Ballou (también guitarrista, además de dueño del primero de estos estudios mencionados). Aunque en alguna que otra entrevista se mostraron un poco escépticos respecto a la etiqueta, el hecho es que el legado vigente de RUSSIAN CIRCLES está situado como un referente importante del post-metal tanto en su país de origen como a nivel mundial. Bueno, podemos hablar simplemente de experimentación dentro del metal con claros ribetes psicodélicos... pero como sea, mejor es pasar de una buena vez al repaso de los detalles de “Blood Year”, ¿verdad?


Posicionado en torno a capas y escalas parsimoniosas de guitarra, la breve pieza ‘Hunter Moon’ abre el disco con una vibración introspectiva que coquetea abiertamente con el fulgor minimalista del post-rock, creando una neblina onírica desde la cual el alma utiliza su mirada interior para dejarse cautivar por el firmamento explayado sobre nuestras cabezas. A partir de allí emerge ‘Arluck’, una pieza donde la batería es la que inicia las cosas, asentando el swing y el groove razonablemente muscular que habrá de ser explorado, delineado y desarrollado por el trío en pleno. El grupo exhibe una fuerza llamativa no exenta de rudeza, haciendo que los guitarreos se amolden fluidamente dentro del armazón enérgico gestado por la dupla rítmica. En algún momento, la guitarra vuela solitariamente, haciéndonos recordar al exorcismo ensoñador que signó al prólogo del álbum, pero esta vez en clave más aguerrida: este momento es el puente para la última sección del tema, la cual desarrolla una llama más ardiente para el fulgor rockero en curso. Luego sigue la dupla de ‘Milano’ y ’Kohokia’, ocupando conjuntamente un espacio de poco más de 14 ¾ minutos. ‘Milano’ parte notoriamente de la cosecha sembrada en ‘Arluck’ y la lleva a la maduración de sus frutos con un toque mayor de sofisticación en los arreglos estructurales y una más explícita robustez sonora del colectivo. El epílogo en clave oscurantista aporta la solemnidad adecuada para La situación. Todo un cénit del álbum, no nos cabe duda al respecto. En cuanto a ‘Kohokia’, su mezcla de parquedad y corpulencia se traduce en un ejercicio de musculatura parsimoniosa donde lo otoñal y lo furioso se conjugan en una sola fuerza expresiva. Las variaciones en los desarrollos armónicos y la ingeniería de los mantos de la guitarra cuentan con el bajo como un cómplice idóneo; a la vez de todo esto, el mismo instrumento focaliza el encuadre rítmico mientras la batería aprovecha algunos lugares estratégicos para crear algunos ornamentos. La aguerrida vehemencia rockera en curso, en este nuevo esquema, adquiere una fortaleza nueva. El áspero golpe final completa fehacientemente la aureola de aguerrida densidad que se impuso desde el primer instante de la pieza.

‘Ghost On High’ es otro tema breve que explora matices introspectivos, ostentando unos aires más señoriales que los de ‘Hunter Moon’, así como un talante más oscurantista. Esto es necesario para que su cierre se conecte con la apertura de ‘Sinaia’, el penúltimo tema del álbum. La primera sección de esta pieza sigue en buena medida la senda de ‘Kohokia’ mientras le da un viraje notablemente más sombrío al imperio tripartito de la languidez, la furia y la melancolía. Hay ciertos matices cósmicos inherentes al modo en que el grupo desarrolla esta primera sección con el nervio con que lo hace. La segunda sección es más cruda y arrebatada, lo cual se traduce en un reemplazo de lo oscuro por lo belicoso dentro del persistente encuadre de lo ceremonioso. Es fácil imaginar que en lo que ahora escuchamos se ha producido una cruza impetuosa entre MOGWAI, MONO y RED SPAROWES. Durando poco más de 6 ½ minutos, ‘Quartered’ cierra el repertorio desplegando volviendo al terreno fiero que marcó y atizó las hogueras de los temas #2 y #3. La renovación de este vigor supone una capitalización de la atmósfera arrolladora que caracterizó a la segunda sección de la pieza precedente. Pues, bien, todo esto es lo que el colectivo de RUSIAN CIRCLES nos ha brindado en este séptimo trabajo de estudio: “Blood Year” es un disco intenso de principio a fin que, a despecho de durar menos de 40 minutos, abre espacios suficientes para que el paradigma histórico del grupo preserve su núcleo central mientras adopta tonalidades sónicas renovadoras. Este grupo demuestra que cuenta todavía con todos los argumentos necesarios para mantenerse en la cima de la escena del metal experimental de nuestros días: su sangre corre como nueva por sus venas musicales.


Muestras de “Blood Year”.-
Quartered: https://russiancircles.bandcamp.com/track/quartered

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