Monday, May 04, 2020

Nuevos destinos para los trayectos del maestro DARRYL WAY



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy tenemos el honor y el agrado de presentar el nuevo disco del maestro veterano del rock progresivo británico DARRYL WAY, el cual se titula “Destinations” y fue publicado por el sello Right Honourable Records el pasado 14 de febrero (sí, en el más reciente Día de San Valentín). En este disco que desde ya nos aventuramos a calificar como uno de los más bellos y refinados de la producción progresiva hecha en estos primeros meses del año 20020, WAY toca su arsenal de violines eléctricos, teclados, guitarras y programaciones de ritmos, además de ser el autor exclusivo de los 10 temas aquí contenidos. Le acompañan el bajista Richard Mead y el baterista Pete Skinner. El disco en cuestión ya tenía terminado su proceso de postproducción a fines del año pasado, y así aparece registrado en los créditos de la contraportada, pero recién en este año salió a la venta. A estas alturas del partido, el gusto de WAY por el rock melódico y versátil bajo pautas progresivo-sinfónicas no es novedad, pero nos complace sobremanera que la diversidad sonora desplegada a lo largo de este álbum nos muestra a un músico y compositor que aún cuenta con mucha frescura creativa en su mente y su espíritu. Bueno, ya va siendo hora de que nos detengamos en los detalles de “Destinations”.



El primer tema del disco, titulado ‘Downtown LA’, se abre paso con un talante fulguroso que irradia vibraciones heroicas y algarabía. El vitalismo y el gancho de esta pieza afirman desde el primer instante que se trata del inicio perfecto para el álbum. Acto seguido llega el turno de la dupla de ‘Metropolis’ y ‘The Stars’. El primero de estos temas mencionados sigue las huellas de la luminosidad optimista y celebratoria del tema de apertura, pero esta vez le añade un toque extra de señorío progresivo en lo que respecta al fluido preciosismo con el que se desarrolla el índice melódico en curso. El colorido resultante de las combinaciones y entramados armados por las líneas de violín y los solventes esquemas orquestales de los teclados nos transporta hacia el primer punto culminante del álbum. En cuando a ‘The Stars’ – un tema bellísimo –, WAY decide virar hacia una dimensión introspectiva y nostálgica, haciendo que el siempre reinante señorío del preciosismo sinfónico se deje envolver por una atmósfera ensoñadora. Ésta se alimenta adecuadamente de ciertos matices cósmicos aportados ocasionalmente por las capas de teclados. No es realmente tristeza lo que se destila a través del núcleo melódico de esta pieza, sino una añoranza de algo que dejó su imborrable huella de luz en los pensamientos inquietos agrupados en lo más recóndito del yo. Repetimos: se trata de una pieza bellísima, tal vez la más cautivadora del álbum.  El cuarto tema del repertorio se titula ‘The Wild West’ y es el más extenso del mismo con sus 6 ¼ minutos de duración. Ya desde el título mismo se nota que WAY quiere explorar aquí los senderos de las bandas sonoras de las películas western, y nuestras sospechas se confirman de inmediato cuando nos dejamos llevar por la magia misteriosa y sobriamente densa que dirige al desarrollo melódico. Hay un breve intermedio en el que las cosas se intensifican para armar un instante de refrescante esplendor en medio de una pieza que se destaca por explorar ambientes ceremoniosos. La verdad que esta secuencia de los temas segundo al cuarto ha consistido en un clímax musical perpetuo, y las cosas seguirán resultando magníficas cuando llegue el turno de ‘A Rainy Day In Vienna’.


En efecto, ‘A Rainy Day In Vienna’, el quinto tema del álbum, explora el candor nostálgico heredado de ‘The Stars’ pero no con tantas vibraciones cósmicas en el trasfondo de su desarrollo temático, sino con un arrebato nostálgico que guía al mismo. Podemos notar algunas confluencias Genesianas y afluencias del patrón de JEFF BECK en el modo en que el esquema melódico se explaya en su magnificencia esencial cuando, a mitad de camino, su groove se agiliza sobriamente. Otro momento particularmente destacable dentro de “Destinations”. ‘The Restless City’ entra a tallar para retomar los aires de trepidante centelleo que ya vimos plasmados en la pieza de apertura, desarrollando un inspirado enfoque sinfónico sobre un armazón rítmico que tiene mucho de country-rock. ‘Riviera Blue’, por su parte, exhibe una aureola relajante en base a un discurso fusionesco de inspiración mediterránea. Jazz-prog amable con efectivos solos de guitarra y violín, más algunos coquetos ornamentos percusivos para darle una robustez elegante al compás. Con la tríada final de ‘Antigua Bay’, ‘Freedom Road’ y ‘Mystic Mountain’ se completa el despliegue caleidoscópico proyectado a lo largo y ancho del álbum. ‘Antigua Bay’ ostenta una espiritualidad más celebratoria, pero prosigue en buena medida con la estrategia de trazar la estilización melódica propia del sinfonismo dentro de un esquema de predominantes resabios jazz-fusionescos. A mitad de camino, el talante jubiloso se acrecienta mientras la maraña instrumental se torna un poco más sofisticada. ‘Freedom Road’, va por otro lado; despliega un vigor rockero alimentado por una estilización rotunda que no es para nada ajena a la faceta más extrovertida del viejo paradigma de CURVED AIR de los primeros álbumes. Muy bien podemos señalarlo como el tema más autoafirmativo del disco. Su gancho es patente pero, que conste que es manejado con la debida exquisitez estética que se espera de un veterano del rock progresivo. En fin, ‘Mystic Mountain’ pone un precioso broche de oro al disco al recuperar la dimensión evocadora y nostálgica que antes apreciamos en ‘A Rainy Day In Vienna’, proveyéndola de una renovada fastuosidad. La causa principal de ello está en la emotividad penetrante que brota del violín de WAY, quien se reservó sus solos más conmovedores para este último tema.

En fin, “Destinations” nos ha brindado un catálogo maravilloso y hermoso de trayectos musicales que irradian diversidad y estilización dentro de su esencia progresiva de siempre. Nos queda claro que DARRYL WAY se ha vuelto a lucir como compositor e intérprete dentro de sus propios parámetros estéticos. Sin brindar algo realmente nuevo dentro de su muy amplia trayectoria, este disco hace infinita gala de ingenio melódico y, como tal, resulta totalmente recomendable para cualquier buena colección de rock artístico (o de rock, en general). 


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