Saturday, September 25, 2021

ALEX WARD: espacios abiertos para la genialidad experimental y ecléctica



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy presentamos uno de los discos más sorprendentes y osados del año: “Gated” del maestro compositor y multiinstrumentista británico ALEX WARD. Publicado por el sello Discus a mediados de julio último, WARD hace gala de su versatilidad a los clarinetes saxofones, guitarras, bajo, teclados y diversas programaciones de software mientras registra una cantidad piezas que se van sucediendo a lo largo de un repertorio que dura poco menos de hora y cuarto. Se trata de un repertorio intenso y robusto proyectado hacia una modalidad ecléctica de avant-prog, la misma que gesta diversas atmósferas y estrategias compositivas que tienen como denominador común el deseo de impactar al oyente con experiencias intrépidas. Nacido en 1974 como ALEXANDER JAMES WARD, este señor cuenta con una vasta discografía iniciada a inicios de los 90s, principalmente en el área del jazz contemporáneo experimental, aunque también ha incursionado en el avant-prog. Ha liderado proyectos de trío a sexteto mientras también registraba discos como solista (éste es el sexto), además de asociaciones momentáneas con colegas de la vanguardia; una de ellas fue con el legendario Lol Coxhill, siendo así que también formó parte de su UNLAUNCHED ORCHESTRA. También ha colaborado con otros grandes nombres del jazz contemporáneo como Duck Baker, Sean Noonan, Pascal Marzan, etc. Concentrándonos en lo que hay en “Gated”, WARD no solo grabó todo lo que suena aquí, sino que también lo produjo, mezcló y masterizó en los Stowaway Studios de Londres, a lo largo de diversas sesiones entre julio de 2020 y marzo de 2021. WARD dedica el disco a la memoria de Simon H. Fell, legendario bajista y contrabajista británico de la línea del free jazz, quien falleció en junio de 2020. Bueno, pasemos ahora a los detalles del repertorio contenido en “Gated”.

‘Heat Patch’ pone las cosas en marcha con un enérgico y desatado despliegue de retorcidas ingenierías temáticas que nos remiten a un feroz híbrido de HENRY COW y DR. NERVE, con un añadido toque picaresco de cierto cariz Zappiano. No es una pieza oscurantistas de por sí, es muy jovial, pero de una manera apabullantemente neurótica, aunque haciendo gala de un manto fastuoso. ‘The Celebrated Restriction’ se encarga de poner tensión rockera y densidad surrealista al asunto: ahora es la guitarra y no los vientos (como sucedió en la pieza de apertura). quien lleva sobre sus espaldas el laberíntico foco temático mientras la batería elabora swings imposibles con sus también imposibles quiebres que van surgiendo a lo largo del camino. Dos piezas no muy extensas, pero que dicen mucho. ‘Let’ despliega unas atmósferas deconstructivas en clave misteriosa, combinando lo solipsista con lo noctívago: mientras la batería y las percusiones arman un trasfondo vaporoso e inescrutable, los vientos llevan la voz cantante a la hora de desarrollar y robustecer sus etéreamente osados viajes atonales. Todo lo que suena aquí está elegantemente calculado, pero el mapa donde se traza los caminos sonoros se va gestando mientras avanzan los casi seis minutos y medio que dura la pieza. ‘Buyout’ vuelve a las instanciaciones aguerridas de RIO muscular que ya modelaron la senda del segundo tema del álbum, aunque esta vez la tensión reinante exhibe un talante más arquitectonico y menos explosivo, a veces coqueteando abiertamente con el avant-metal. De esta forma, opera una gracilidad muy particular que permite que se introduzca factores de los paradigmas respectivos de KING CRIMSON, MASSACRE y PRESENT dentro de la propuesta musical de WARD. La monumental pieza de más de 18 ¼ minutos de duración titulada ‘Hewn’ es la más larga del álbum y la que sigue a continuación. Todo comienza con un sigilo minimalista de claro tenor oscurantista, pero pronto empiezan a emerger estructuras que guían a la instrumentación, claro está, tales estructuras apelan a un enfoque retorcido. Sin darnos cuenta, el encuadre de guitarra, bajo y batería irrumpe con un estampido maquinista y diabólico que destruye todo atisbo de luz a su paso con su machaconería estrepitosa. Esto viene seguido de un ejercicio de parsimonia infernal, la cual va gradualmente sumergiéndose en una mística extraña. Cuando regresa el imperio de lo aguerrido, lo hace con una incrementada dosis de sofisticación, lo cual facilita que el ulterior retorno a los recursos de parsimonia densa y pesada asuma un aura señorial para la conclusión de las cosas.   

Tras la radical exposición de sucesivos motivos tortuosos y tormentosos de ‘Hewn’, llega el turno de ‘Stilled’, una pieza totalmente antagónica donde la sutileza regula las cosas a través de una estrategia marcada por un denso minimalismo. El severo distanciamiento entre los instrumentos partícipes (que son pocos) da la sensación de que estamos frente al retrato sonoro de un lugar luminoso y tenso que se esconde de una absorbente oscuridad cósmica que lo circunda. ‘Cushioned’, que es el segundo tema más extenso del álbum con sus poco más de 14 minutos y medio de duración, se abre camino con su asunción de desafiantes diálogos entre el piano y las maderas como centro nuclear de una operación conjunta de free jazz y cámara contemporánea. La ebullición de las masivas atonalidades que emergen alborotadamente y la estrategia de ir armando y desarmando esquemas sin cesar completan un magnífico cuadro de caos descontrolado. Ya con el ingreso de la batería en la segunda mitad, el entramado sonoro se enriquece aún más con la existencia de un sustento que le da un vigor renovado a esta sólida e incandescente aventura. Para los últimos minutos, la batería desaparece y regresa un nuevo momento de soltura total, pero esta vez la tensión reinante está más mesurada. ¿Un híbrido de HENRY COWELL, EDGARD VARÈSE y JOHN ZORN? Posiblemente. ‘Brow’ regresa de lleno a la faceta muscular del disco sin hacer tantos aspavientos desafiantes como los que tuvieron lugar en los temas #2 y #4. Hay una vitalidad que opera aquí con un talante cortante y exuberante a la vez. Los duelos entre guitarra y saxo son fundamentales para preservar el consistente esplendor sonoro al cual aspira la pieza desde el punto de arranque. ‘The Bradford Factor’ exhibe una mezcla de grooves complejos de tipo avant-jazz y atmósferas Canterburyanas, siendo estas últimas fáciles de notar por su vibrante calidez. Sin llegar a completar los tres minutos de duración, esta pieza es tremendamente expresiva. El repertorio termina con ‘Maybe It’ll Break The Heat’, que dura casi 10 ¾ minutos. Su estrategia consiste en retomar los aires de frondosidad oscurantista absorbente que antes marcaron la pauta de desarrollo para el quinto tema del álbum y filtrarlos radicalmente a través de un enclave flotante, creando así una versión post-rockera del paradigma de UNIVERS ZÉRO. La ausencia de esquema rítmico no es óbice para que se instale un groove reconocible. 

Todo esto fue “Gated”, una obra excepcional gestada por un músico excepcional como es ALEX WARD. Discos como éste son muestras palpables de que el ideal de la vanguardia sigue tan viva y tan vivaz como siempre. Totalmente recomendable para cualquier fonoteca que reserva espacios para discos genuinamente aventureros.


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