Monday, March 07, 2022

La sinfonía kraut contemporánea de WESERBERGLAND

 

HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy recibimos buenas nuevas desde la vanguardia progresiva radical noruega de nuestros tiempos: el nuevo disco de WESERBERGLAND, el cual se titula “Sacrae Symphoniae Nr. 1” y consta de una sola pieza musical que dura casi 40 minutos y se titula igual. Esta entidad que comenzó como una asociación de Ketil Vestrum Einarsen y Mattias Olsson en el año 2017 con a meta de hacer krautrock escandinavo para el nuevo milenio opera actualmente como un proyecto del primero de ellos. Vestrum Einarsen, quien es el autor de esta Sinfonía Sacra, se hace cargo del sintetizador, el teclado computarizado y los efectos de sonido en tiempo real. Quienes le acompañan en esta obra son Gaute Storsve (guitarra), Jan Terje Augestad (piano), Vetle Larsen (batería), Jørgen Mathisen (saxo), Ingebrikt Håker Flaten (bajo), Fillippo Tramontana (corno francés) y Manuel Domeneche (oboe); casi todos ellos son renombrados integrantes de la vanguardia jazzera y progresiva noruega, como, por ejemplo, el saxofonista de KROKOFANT Mathisen. WESERBERGLAND sigue en las suyas, o sea, creando y recreando su propio enfoque de música progresiva modernista de fuerte raigambre krautrockera con relativa obediencia al legado de la Escuela de Berlín, pero también incorporando elementos deconstructivos propios del avant-jazz y el chamber-rock. “Sacrae Symphoniae Nr. 1” se publicó el pasado 18 de febrero, tanto en CD como en vinilo, por vía del sello Apollon Records. Tras la realización y la producción de la grabación de esta Sinfonía, el proceso de mezcla del nuevo disco estuvo a cargo de John McEntire, mientras que la masterización fue hecha por Jacob Holm-Lupo (otro gran figura de la movida progresiva escandinava de las cuatro últimas décadas). El diseño de la portada del álbum es de Henning Lindahl. 

La Sinfonía Sacra comienza con unas filudas y relativamente chocantes capas de efectos computarizados que articulan un paisaje surrealista rayano con lo siniestro pero que, más bien, penetra en el área de un solipsismo inescrutable; sobre ese trasfondo se hacen notar algunas líneas sueltas y muy parcas de guitarra, y un poco más adelante, algunos golpes de platillo. Es como si se estuviese poco a poco despejando un campo libre para que algún motif bien delineado entre a tallar, una sospecha que se confirma mientras los vientos van aportando también unos ornamentos anticipatorios. Poco antes de llegar a la frontera del séptimo minuto, ya está el ensamble íntegro desarrollando una acción avant-kraut-jazzera que nos recuerda a ANNEXUS QUAM con algunas vibraciones vigorosas que proceden de uno de los muchos paradigmas de JOHN ZORN. El asunto no dura mucho, pero es suficiente para encauzar el sendero por el cual transitarán las restantes secciones de la Sinfonía. De hecho, tras un interludio onírico dirigido por los vientos emerge otra sección más mecanizada que se sitúa en una encrucijada entre JAGA JAZZIST, SHINING y CLUSTER. En esta instancia, se da una incendiaria dialéctica entre el nervio bélico de la dupla rítmica y los permanentemente flotantes aportes de la guitarra y los vientos, mientras algunos juguetones efectos cibernéticos se deslizan en el medio. Es la arquitectónica estabilidad que sucede al caótico torbellino que anteriormente apuntaló a nuestras conciencias. Tras un suntuoso y envolvente epílogo para esta sección emerge un pasaje cósmicamente denso que reitera el espíritu general de los 5 primeros minutos. Otro ejercicio de free-jazz psicodélico, más vibrante que el anterior, entra a tallar combativamente en la frontera del minuto 21 y medio, lo cual funciona muy bien como una fuga liberadora para la creciente densidad que se venía dando. Aunque todavía apuestan por la sutileza, las líneas de los vientos se sienten más vivaces, y ahora los efectos de guitarra son más ácidos. Un tercer explayamiento en esta línea regresa a la ambientación relativamente amenazante que signó a la primera sección colectiva, siendo así que éste tiene la función de crear espacios y atmósferas para enfocar buena parte del cierre de la Sinfonía. De hecho, su garra surrealista y deconstructiva impulsa varias de las capas cibernéticas que se expanden tras la parada de la batería: el legado de CLUSTER se hace sentir aquí. Paulatinamente, la tensión oscurantista se va apagando para que prevalezca un sosiego metafísico con miras a un aterrizaje silente. 

“Sacrae Symphoniae Nr. 1” tiene que ser apreciada y valorada como una obra de vanguardia que exuda excelencia a través de todos sus poros aventureros sónicos. Esta obra representa otro magnífico momento para el catálogo de WESERBERGLAND; es un disco muy difícil, pero nos parece que brilla con luz propia dentro de los caminos contemporáneos de la experimentación musical en las veredas más radicales del ideal progresivo. Aguardamos más sinfonías de este proyecto en el futuro próximo. 

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