HOLA AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
Fantástico súper-grupo este trío que congrega a TONY LEVIN, MARCO
MINNEMANN y JORDAN RUDESS: vamos… que con solo mencionar sus nombres ya hay
razones sobradas para sentir estremecimientos de admiración, y si encima se juntan
para hacer un disco, pues tenemos una fórmula ganadora. Bien es verdad que no
hay nada infalible en esta vida y que incluso los mejores planes pueden derivar
en fracasos, pero éste no es el caso en lo absoluto. Lo que este trípode de
LEVIN MINNEMANN RUDESS nos ha traído con “LMR” es una joya signada por una
musicalidad rotunda y una vitalidad contundente: con el primero asumiendo roles
en bajos, stick y cello, el segundo centrado en su batería y aportando algo de
guitarra ocasionalmente, y el tercero luciéndose en los teclados, el Continuum
y el Seaboard, tenemos la garantía de que la musicalidad va a ser suntuosa y
exigida para esta particular misión progresiva.
‘Marcopolis’ abre el disco con casi cinco minutos de gloria
expresionista que se basa en una confluencia de los legados de EMERSON, LAKE
& PALMER y RETURN TO FOREVER, ostentando a su vez un toque contemporáneo.
Si esta muestra de colorida extroversión resulta idónea para iniciar la
experiencia de este disco, ‘Twitch’ se hace eco de la misma para guiarla por la
senda del jazz-rock psicodélico con una actitud un poco más ligera, pero
igualmente signada por esa sofisticación típica del género progresivo…
especialmente en algunos breves pasajes donde se desarrollan variantes
inesperadas. ‘Frumius Banderfunk’ parece un planeta sónico que orbita entre
LIQUID TENSION EXPERIMENT y PLANET X, mientras que ‘The Blizzard’ nos lleva
hacia un sendero de lirismo introvertido, en no poca medida inspirado en
estándares de HAPPY THE MAN, DIXIE DREGS y la obra solista del propio RUDESS. Durando
7’50”, ‘Mew’ resulta la segunda pieza más extensa del álbum: heredando
directamente el lirismo del tema precedente, lo remodela con un aura expresiva
que redunda en afinidades con otros ítems del jazz-rock-progresivo contemporáneo
(como CAB, NIACIN…). La coherencia de su desarrollo melódico y el despliegue de
estilización que cada uno de estos maestros hace en sus propias labores la
convierten en un imponente cénit del disco. La dupla de ‘Afa Vulu’ y ‘Descent’
regresa a la florida y alegre extroversión que antes marcaron las pautas
temáticas de ‘Marcopolis’ y ‘Twitch’.
Para cuando llegamos a ‘Scrod’ ya tenemos una idea de los cimientos
esenciales de este ensamble: este tema en particular funciona como paradigma de
la mayor parte del álbum tomado como un todo. ‘Orbiter’ retorna a la faceta
introvertida del trío, elaborando una idea musical que porta un aura
space-rockera muy atractiva... ¡Ojalá hubiera sido un poco más larga! Pero
bueno, el disco continúa y lo hace con ‘Enter The Core’, una pieza marcada por
una espiritualidad relajante y cuyo mayor impacto está en la forja y
consistencia del swing de la dupla rítmica en aras de sostener la hiperbólica
presencia de RUDESS. Acto seguido, ‘Ignorant Elephant’ preserva esta estrategia
para darle una mayor polenta rockera al asunto, lo cual implica, hasta cierto
punto, una retoma de lo que habíamos escuchado antes en ‘Frumius Banderfunk’.
‘Lakeshore Lights’ pone más énfasis en el factor jazzero, ostentando una
lealtad doble al modelo contemporáneo de unos TRIBAL TECH y a los viejos
paradigmas de CHICK COREA y JAN HAMMER: el motivo central es ciertamente muy
bello, además que los desarrollos y variantes ulteriores son manejados con suma
fineza. ‘Dancing Feet’ es un jam contenido que sirve para ostentar síncopas y
elaborar atmósferas etéreas, pero más que nada, sirve como anticipación de
‘Service Engine’, el tema que ocupa los últimos 8 ½ minutos del disco. ‘Service
Engine’ es un viaje progresivo de gran altura, mayormente dominado por un
manejo contenido del vigor esencial del trío, llevando finalmente a un clímax
conclusivo robustamente épico.
Es grandeza musical y solo eso lo que razonablemente se espera de una
congregación como ésta: nos complace atestiguar que los 64 minutos y pico que
dura “LMR” están abrumadoramente inundados de tal grandeza, con lo cual se confirma que este triángulo musical se diseñó con una fórmula ganadora. LEVIN MINNEMANN
RUDESS ha hecho un trabajo muy bordado que queda como uno de los máximos
referentes fonográficos progresivos de 2013.
Muestra de “LMR”.-
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