Thursday, July 04, 2024

El juramento de los japoneses MONO para seguir honrando al arte en el año 2024



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA. 

Tenemos la muy grata noticia de que el cuarteto japonés MONO tiene un nuevo disco en el mercado desde el pasado 14 de junio. “Oath” es el título de este acontecimiento fonográfico que, por vía del sello Temporary Residence Limited (en colaboración con Pelagic Records), ha sido publicado en CD y en doble vinilo con varios colores (negro, dorado, azul/blanco, con imagen de un cielo con nubes)“Oath” es el decimosegundo trabajo de larga duración de este ensamble que ya goza de un cuarto de siglo de existencia. El colectivo conformado por los guitarristas Takaakira “Taka” Goto y Yoda, la bajista-teclista Tamaki y el baterista Dahm hacen gala nuevamente de su inmensa habilidad para crear rock experimental conectado con el prog, el post-rock y la psicodelia de base ambient con creativa majestuosidad. Es verdad que para concretar esto en algunos pasajes del álbum que hoy comentamos, fue concluyente la participación de un ensamble de cuerdas (las violinistas Susan Voelz, Andra Kulans, Jennifer Dunne y Vannia Phillips, y los cellistas Timothy Archbold, Melissa Bach, Nora Barton y Molly Rife) y la de otro ensamble de bronces (Chad McCullough a la trompeta, Ryan Shultz a la trompeta bajo, Catie Hickey al trombón y al trombón bajo, y Matthew Oliphant al corno francés).* Las labores de producción de estuvieron repartidas entre “Taka”, Steve Albini (con quien la gente de MONO ya tiene varios años trabajando) y Jeremy DeVine. Albini también se hizo cargo de la ingeniería de sonido y la mezcla, mientras que el ulterior proceso de masterización estuvo en manos de Bob Weston. 

La trilogía inicial de ‘Us, Then’, la pieza homónima y ‘Then, Us’ sirve para instalar eficazmente una atmósfera significativa para la mayor del repertorio que sigue. Todo comienza con una manifestación de llovizna posmoderna que va expandiéndose con cristalina delicadeza bajo un manto de flotante misticismo. Al unísono de la irrupción de los arreglos de cuerdas y bronces, ‘Oath’ entra a tallar con la inserción de climas cinematográficos que transportan el misticismo inicial hacia una aureola de serena contemplación. La precisión del swing de la batería lleva al esquema sonora a un área más terrenal, la cual se va solidificando gradualmente con el transcurso de los segundos. Es así que poco antes de llegar a la frontera del tercer minuto, los guitarreos dirigen un nuevo ímpetu para el bloque grupal. El tercer tema es un reprise ligeramente más suntuoso del primero, una elegante cosecha de la siembra enmarcada en la pieza titular. Al toparnos con ‘Run On’, se nos revela la pieza más extensa del álbum con sus 9 ¼ minutos de duración. Su estrategia sonora comienza con un lirismo sereno y cauteloso basado en el hermanamiento de las armonías marcadas por las dos guitarras, un prólogo que espera el ingreso de la batería para empezar a crear un esplendor creciente desde el cual se articula una mágica mezcla de misterio y densidad. El núcleo central exhibe un talante luminoso, pero siempre están esos matices nebulosos que se resisten a abandonar el paisaje sónico general: de este modo, se provoca una efusividad gloriosa y contundente donde la musculatura de los MONO de 2021 y su prestancia de la fase 2006-12 se fusionan compacta y convincentemente. ‘Reflection’ aprovecha los ecos del cénit expresivo del tema precedente para dar un viraje un poco más melancólico a esa prestancia mientras elabora nuevos recursos de suntuosidad progresiva. El moto perpetuo del piano se deja ornamentar por algunos grooves cuasi-jazzeros de la batería mientras la oscilante intensidad de la muralla de guitarreos brinda una flotante sofisticación al entramado sonoro (tangencialmente Crimsoniano con su toque adicional de MOGWAI). ‘Hear The Wind Sing’ emerge como una brisa de aire otoñal en el quieto amanecer del alma. La postura impresionista del centro compositivo va floreciendo a ritmo sostenido sobre un groove calculadamente ceremonioso. El crescendo que signa a la segunda mitad de la pieza es típica de esa majestuosidad etérea que es marca de la casa.

Cuando llega el turno de Hourglass’, la banda decide ahondarse más aún en la senda introspectiva con un realce de sus procesos impresionistas. El inicio impulsado por un teclado solitario es muy propio del estándar minimalista de BRIAN ENO, mas el ingreso de las elegantes y parcas líneas de la guitarra en compañía del ensamble de cuerdas convierte la senda musical en una señorial reflexión crepuscular. Los tres temas que se suceden a partir de ahora duran entre 7 ¼ minutos y casi 8 minutos, portando los respectivos títulos de Moonlight DrawingHoly Winter y We All Shine. El primero de estos temas mencionados perpetúa las vibraciones cinematográficas que signaron a la ingeniería de la pieza precedente y las eleva hacia un nuevo ejercicio de magnificencia envolvente y sublime, siendo así que la patente densidad es utilizada para recrear el aspecto más hercúleo del paradigma histórico de MONO. Esto se nota particularmente en las acentuaciones tribales de la batería, las mismas que después se tornan más aguerridas, pero es cierto que este vitalismo funciona sistemáticamente en todos los recursos instrumentales presentes. Las capas de cuerdas finales arman el epílogo perfecto. En lo referente a Holy Winter’, se centra en una nueva excursión en la faceta más evocadora del ideario musical del cuarteto, siendo así que hay efluvios románticos que emanan tanto del núcleo melódico como de los tratamientos de guitarras, piano y percusión con el que se dirige la logística. Una vez ingresado al armazón grupal, la batería instaura un compás lento cuyos ornamentos razonables invitan a la exhalación posterior de un nervio incrementado y, otra vez, unos cautivadores arreglos orquestales. Así las cosas, We All Shine tiene la misión de restaurar en parte la vivacidad de los pasajes más extrovertidos que se hicieron presentes en algunos temas previos del repertorio, una vez pasada la sección prologar que continuaba el impacto del sosiego contemplativo sobre el que se apoyó el tema precedente. Time Goes By es la segunda pieza más extensa del álbum con sus 9 minutos y pico de duración y también es la que lo cierra. Tras un preludio de cariz cibernéticamente minimalista, su cuerpo central establece una síntesis de los aspectos más etéreos del repertorio anterior sobre un compás de 6/8, siendo así que poco antes de atravesar la frontera del cuarto minuto, el dinamismo se enriquece mientras los guitarreos aumentan su poderío y el ensamble de cuerdas va añadiendo imponentes texturas. Para el epílogo, se reitera la atmósfera inicial con una dosis aumentada de ceremoniosa placidez. La calculada languidez del parsimonioso fade-out es bastante efectiva. 

Con su ambiciosa duración de más  de 71 minutos, Oath imponse su autoridad estética como un álbum donde se nos muestra inequívocamente la ostentación que el colectivo de MONO hace de su empuje creativo masivo y renovador para este momento de su larga carrera. Hasta ahora, el grupo ha mantenido una buena reputación como una entidad grupal experta en crear climas atmosféricos de diverso talante dentro del mundo del rock experimental y Oath” no es la excepción, precisamente. Los despliegues de ingenio, fuerza de carácter y elegancia que se aplican al repertorio de este discoc verifican que el personal de MONO sigue honrando al rock como arte en este año 2024. ¡¡Totalmente recomendable!!


Muestras de “Oath”.-


* Adicionalmente, Susan Voelz escribió los arreglos de cuerdas mientras que Chad McCullough hizo lo propio con los arreglos de bronces. 

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