HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
En esta ocasión miramos atrás al día 22 de agosto de 1989 y celebramos las bodas de coral del quinto disco de estudio de la legendaria banda estadounidense FATES WARNING, atemporal emblema del paradigma rockero del prog-metal. El disco en cuestión es “Perfect Symmetry” y fue publicado por el sello Metal Blade Records en CD, vinilo y casete, en un tiempo en que el grupo hacía debutar su alineación de Jim Matheos [guitarras], Frank Aresti [guitarras y coros], Ray Alder [voz y coros], Joe DiBiase [bajo] y Mark Zonder [batería y percusión electrónica]. Se trata de su alineación clásica, o, en todo caso, la que registró los discos más emblemáticos de su canon histórico. Éste es el segundo disco de Alder en la banda, lo cual significó un comenzar a afianzar su papel en la historia como el frontman definitivo de la banda, mientras que era el primero de Zonder como reemplazante del baterista original Steve Zimmerman, lo cual significaba que la entidad de FATES WARNING quería reedificar la arquitectura fundamentalmente progresiva del palacio de su propia aristocracia metalera con una concepción más refulgente. El grupo no terminó sus días con Zonder sentado tras el andamio de tambores y platillos (salió de la banda en algún momento del año 2005), pero su presencia de entonces marcó un antes y un después para el arquetipo del baterista de rock metalero con mentalidad de orfebre. Su talento ya había quedado bien constado en WARLORD, una banda de culto que nunca pudo despegar apropiadamente en el círculo rockero de Los Ángeles, pero ahora era integrante de una banda con mayor potencial en el mainstream y que, a la vez, mantenía una propuesta artística genuinamente ambiciosa. Volviendo al caso concreto de “Perfect Symmetry” no sólo consiguió concretar un nuevo paso de elevación estilística para FATES WARNING, sino también asentar un zócalo decisivo para el hogar del metal progresivo de ese tiempo en adelante. Una visión de futuro que no se conformaba con ser una simple testimonio de un momento definido en la historia del grupo, aunque también era eso. Las sesiones de grabación tuvieron lugar en los meses de abril y mayo de 1989 en los Carriage House Studios de Stamford, Connecticut, estando Roger Probert al mando de la producción. Era la misma situación que en el disco precedente, “No Exit” (1988), el cual encarnó una capitalización crucial del esplendor conquistado en el tercer disco de la banda “Awaken The Guardian” (1986), el último con el frontman original John Arch. El hecho de que existiera una suite que ocupaba íntegramente el lado B de “No Exit” era una declaración de principios sobre la alquimia ascendentemente progresiva que corría por las venas de FW.
En general, la misión del disco que hoy revisamos era la de generar nuevos aires para la garra sofisticada desarrollada en los dos discos precedentes que acabamos de mencionar, una agilidad renovadora al instinto épico que se mantiene como parte de la esencia de FW. Esa nueva
frescura se manifiesta abiertamente y sin reparos desde la majestuosa pieza de
apertura ‘Part Of The Machine’. A través de su espacio de alrededor de 6 ¼ minutos,
esta canción exhibe una majestuosa ingeniería sónica donde el armazón de riffs y solos va fluyendo a paso firme sobre la intrincada arquitectura rítmica. La orientación masivamente expresionista de la composición se enfatiza con el rutilante canto de Alder y las estratégicamente situadas florituras del bajo. Hay que resaltar el solo de guitarra en el interludio como uno de los más genialmente tortuosos del disco. También vale la
pena resaltar algunas magníficas líneas de su letra cuestionadora del
conformismo cívico y la tendencia social de encasillar al individuo con la pretendida finalidad de defender un ideal común: “Weary and weakened, / Victims fall prey / To
vague ideals / And passionless play. / Systematic spontaneity in synchronized
society.” – “A spirit of belonging / Satisfies your longing, / But the
truth is never seen. / False sense of freedom grows, / But dependency shows / Your
part of the machine.” La segunda canción es ‘Through Different Eyes’ fue el single y su argumento para ello se hace notar desde muy pronto por el modo en que el gancho melódico se revela a través del razonablemente complejo esquema rítmico que se despliega tras el breve y sereno preludio. El canto es muy amable y los ornamentos de la percusión electrónica se ajustan ágilmente a la garra de las bases de guitarra y los momentos más relajados, Mientras tanto, las refinadas líneas de bajo completan eficazmente el enclave colectivo. Los sucesivos solos de Aresti y Matheos en el intermedio son virtuosos y coherentemente melódicos. Cuando
llega el turno de ‘Static Acts’, nos topamos con una de las mejores
composiciones que ha aportado Aresti al catálogo histórico de FW. Al igual que la canción precedente, se apoya en la construcción de recursos de fiereza inteligente sobre un arduo maderamen donde también hay campo para algunos pasajes de tenor contenido. La
estrofa final es contundente en su impugnación contra la apatía resultante de la confluencia entre nulo espíritu crítico e ímpetu irrefrenable de la sanción social: “Ban expressiveness. / Bold repressiveness / Dictated by minds
closed tight / And walls that shut out light, / And so we have static acts.”
‘A World Apart’ dedica bastante espacio a la gestación y preservación de un aura ceremoniosa bajo el cobijo de una atmósfera donde conviven la furia contenida y la introspección parsimoniosa. El razonablemente lento compás edificado para la ocasión se beneficia de los ornamentos que Zonder pone en su groove, lo cual, a su vez, da acceso a la activación de algunos subterfugios de agilidad en el último tercio. De esta manera, el dramatismo inherente a la composición se enriquece cabalmente. La segunda mitad
del disco se abre de una manera contundentemente épica: es el turno de ‘At
Fates Hand’, pieza de casi 7 minutos de duración. Contando con las
intervenciones de los ilustres invitados Kevin Moore (entonces, integrante de
DREAM THEATER y futuro colega de Matheos en OSI) y Faith Fraeoli,
respectivamente, a los teclados y al violín, el entramado sonoro conquista la
magnificencia planteada para este proyecto compositivo de Matheos, Aresti y DiBiase. Un interludio donde se cruzan lo barroco y lo romántico abre camino a una sección cantada cuya solemnidad cuasi-gótica encapsula una sensación de inminente tragedia. La letra no
es muy abundante, pero incluye mucha belleza poética, tal como se muestra en
esta estrofa: “We are adrift without direction / In a raging storm on a calm
sea, / Clinging to our expectations / To stem the tide of destiny.” La última sección despliega una opulencia instrumental tan rutilante como estremecedora: las bases armónicas y orquestaciones se conjugan ingeniosamente con los juegos de síncopas que se van sucediendo con fecunda vivacidad. Los solos de guitarra que surgen en el camino ponen su soltura al servicio de la orquestación general. Tras
este despliegue de aristocrática musicalidad emerge una canción más frontal que
se llama ‘The Arena’. Menos compleja que cualquiera de las canciones precedentes, aún así es capaz de impulsar la maestría de los instrumentistas mientras Alder hace su enésima demostración de gimnasia vocal. Como contraparte a la heroica musicalidad de‘At Fates Hand’ y la erguida asertividad de ‘The Arena’, ‘Chasing Time’ se revela como una balada progresiva centrada bajo una aureola vulnerable a través de la cristalina delicadeza marcada en el núcleo temático expuesto en el canto y las bases de guitarras acústicas. Sobre un predominante tempo de 3/4, la pausada senda musical da testimonio de un reflexivo señorío cuya máxima expresión se da en el ecuador, cuando los ornamentos percusivos y de bajo, en conjunción con el solo de violín, incrementan el envolvente lirismo en curso.
El disco se
cierra con su canción más larga, ‘Nothing Left To Say’, que dura poco menos de
8 minutos. El robusto prólogo instrumental fragua una excelente combinación de lo macizo con lo fluido, oportunamente ornamentada con dos solos de guitarra que se suceden en un incendiario diálogo. El cuerpo central, incluyendo las partes cantadas, se centra en la senda que lleva desde un pasaje suntuosamente ceremonioso hacia otro más fornido donde reina un hercúleo fulgor. En ambas instancias opera una espiritualidad grave que va acorde con una letra que relata el tránsito de la ilusión inicial de los sueños de juventud hacia la pérdida de inocencia y el resultante cinismo al contemplar los esfuerzos y maquinarias requeridos para mantener vivos esos sueños una vez ida la juventud. De hecho, vale la pena nuevamente destacar algunos pasajes de la
letra: nos topamos con estas lúcidas observaciones (“Desires bind the truth
to secrecy, / But behind the aspirations I see / A life devoted to blind
ambition / And a mortal man searching for eternity.” – “Behind the desires / And the wall that gave way / There’s
a forgotten cause / Consumed by the day.”), así como con esta intrigante conclusión (“Paralyzed
by inhibitions and indecisions. / What was once a release is now a prison.”
). El repertorio de “Perfect Symmetry” comenzó con una amarga reflexión sobre la prisión a la que nos somete la sociedad y ahora concluye con otra amarga reflexión sobre cómo nosotros también construimos nuestras propias prisiones individuales con el transcurrir de los años.* Este gran disco es nuestro favorito de toda la carrera de FW, ya es hora de admitirlo. En el año 2008, cerca de su vigésimo aniversario, Metal Blade produjo una reedición de doble CD + DVD donde el segundo CD incluía maquetas y el DVD contiene secciones de varios conciertos entre el 2 de noviembre de 1989 y el 26 de abril de 1990 (mayormente en los EE.UU., pero también hay temas tocados en Ámsterdam el 16 de diciembre de 1989). De las maquetas cabe destacar aquellas de ‘Part Of The Machine’ donde se depura la ingeniería de los riffs y la complejísima ingeniería rítmica, así como las tentativas versiones un poco más extensa de ‘The Arena’ y ‘Chasing Time’. En cuanto a los registros en vivo plasmados en el DVD, nos llama la atención cuán aumentada es la sensación de neurosis que asume ‘Part Of The Machine’ en el calor de un escenario. También da gusto ver cómo Alder reformula la pasión requerida para cantar viajas canciones como ‘The Apparition’ y ‘Exodus’ al adaptarlas a su propia energía y estilo. Pero, sobre todo, qué estupenda es esa secuencia del solo de batería de Zonder que lleva a ‘Nothing Left To Say’ en el concierto de New Haven, Connecticut (16 de diciembre de 1989). También es entrañable ver la solvencia con la que el grupo toca entera la suite ‘The Ivory Gates Of Dreams’.
Ya estamos en el último tramo de agosto de 2024 y con mucho gozo brindamos por los 35 años de esta potente y sublime joya rockera. ¡Miles de gracias a los Sres. Matheos, Aresti, Alder, DiBiase y Zonder por crear esta perfecta simetría prog-metalera!
Muestras de “Perfect Symmetry”.-
* Como curiosa anécdota, esta canción apareció en la película Pesadilla final: La muerte de Freddy, la quinta secuela de la franquicia de horror slasher Pesadilla en Elm Street.