Decia Krishnamurti que la madurez solo se manifiesta cuando se logra un amplio y profundo conocimiento de uno mismo, deviniendo en seriedad.
“On The Island”, el tercer album en solitario de David Gilmour, me parece esa fruta que maduro todo el verano, sufriendo lluvia, sol, tormentas, dias nublados y frios, y que despues de sondear estas adversidades ya esta lista para caer el proximo otoño.
El año pasado tuve ya ese presentimiento mientras escuchaba sus etereos solos de guitarra en “Return To Tunguska” en el album de Alan Parsons “A Valid Path”, un disco de musica electronica lleno de tambores polirritmicos (y en donde por cierto figura el Colectivo Nortec con la maravillosa rola “Tijuaniac”).
En su anterior album solista “About Face”, aparecido hace ya 22 años, Gilmour develaba ya una profunda confusion personal, siendo este una mezcolanza de estilos y sabores que, que incluia un par de rolas destiladas directamente de “The Wall”, una balada predecible (“Out of The Blue”), una mas bien acustica (“Cruise”), una mas que haria bailar a Travolta (“Blue Light”), y otra (“Let’s Get Metaphysical”) donde el solo de Gilmour es acompañado por una enorme orquestra sinfonica.
La propuesta de “On The Island” es naturalmente otra, mostrandonos a un hombre que esta contento con su vida. Escrita junto con su esposa Polly, la lirica es una meditacion muy personal concentrada en los aspectos realmente importantes de la vida – el amor, la familia, la satisfaccion – nada que tenga que ver con el exito en terminos financieros. De hecho en “This Heaven”, Gilmour nota que "life is much more than money buys, when I see the faith in my children's eyes...".
El trabajo de guitarra en “On The Island” es evocativamente transportante, con varias capas que se van revelando en unas pocas escuchas, acompañada de efectos, sonidos y vocalizaciones muy delicadas.
El album se va construyendo gradualmente empezando con “Castellorizon”, una brevisima metafora del arribo a la isla, sonidos de olas, gaviotas chillando sobre nuestras cabezas, el solo de Gilmour poniendo enseguida el tono que seguira el resto del album.
El segundo track, “On an Island” se siente y se disfruta como la relajante brisa fresca en una mañana de otoño, fluyendo como la marea casi sin darnos cuenta, el Hammond de Richard Wright y las suaves voces de fondo de David Crosby y Graham Nash acompañan la excelente guitarra. “The Blue” es una rola tan romantica como soporifera, que deja abierto el puente para “Take A Breath”, la mas fuerte y energetica del album.
“Red Sky At Night” es una corta pero muy dulce rola instrumental donde Gilmour muestra sus magnificos dotes como saxofonista, realmente recomendable.
“This Heaven” es una bluseante rola donde Gilmour se regodea con las bendiciones que le ha dado la vida, cantando a viva voz su alegria, una segunda guitarra haciendo la melodia y el Hammond al contrapunto.
La rola instrumental que sigue “Then I Close My Eyes”, es estructuralmente simple pero con una calidad de matices que nos transportan a reconditas profundidades emocionales. Acompaña Robert Wyatt en la trompeta.
El antepenultimo track, “Smile” una baladita suavecita con guitarra acustica es seguido por “A Pocketful of Songs” una melodica rola donde la mano del compositor Zbigniew Preisner en las etereas orquestaciones llevan la voz de Gilmour a flotar efectivamente por los aires.
El album termina con una cancion a su esposa Polly, probablemente la rola mas romantica que haya escrito jamas en su carrera.
Esta es una obra madura y bella, brotante de sentimiento y sin una pizca de angustia. Un trabajo de calidad no apto para exclusivistas del rock progresivo metalico que definitivamente sella el lugar historico de Gilmour como el integrante de Pink Floyd con la mejor estetica.
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