Wednesday, August 29, 2018

La telúrica magia jazz-progresiva de XAVI REIJA y sus grandes amigos



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

En esta ocasión tenemos el enorme placer de presentar un disco concebido y desarrollado con una extraordinaria logística musical: se trata del nuevo disco del baterista y compositor XAVI REIJA que se titula “The Sound Of The Earth”, y donde participan luminarias tales como Tony Levin [Stick, bajo y contrabajo], Markus Reuter [Touch guitar] y Dušan Jevtovič [guitarra]. O sea, tenemos en este ensamble de apoyo para REIJA a dos tercios de los STICK MEN y a uno de los máximos héroes de la avanzada jazz-rockera contemporánea. “The Sound Of The Earth” fue publicado por MoonJune Records el pasado 16 de junio. Aunque en el título el asunto se registra como un nuevo trabajo solista del maestro REIJA, la cosa es que esta obra está centrada en la creación colectiva: las cuatro secciones homóminas son compuestas conjuntamente por los cuatro músicos partícipes, mientras que la figura protagonista se encargó de componer tres piezas y su amigo de siempre Jevtovič hizo lo propio con otros dos. El repertorio de este disco fue grabado en agosto del 2016 en el Club House Studio de Rhineback, Nueva York, siendo llevado el material a tierras españolas para sus sucesivos procesos de mezcla (por Jesús Rovira en La Casa Murada de Banyeres del Penedés) y masterización (a cargo de Álvaro Balañá en Impact Mastering Lab, Barcelona). 
Vitalidad, grandilocuencia y nervio entretejidos bajo ropajes de misterio: he aquí la clave principal de los desarrollos sonoros que se exponen a lo largo de las nueve piezas que conforman este repertorio: veamos ahora los detalles de cada una de sus instancias constituyentes. 


‘Deep Ocean’, con sus casi 6 ¾ minutos de duración, pone inicios a las cosas con un despliegue de vigor expresionista que sabe medir bien los desarrollos y expansiones de su vigor esencial sobre un groove contenido. Así, los filudos golpes de la batería y los no menos entretejidos de guitarra y Touch Guitar instauran una magia robusta  y absorbente que permite al contrabajo de Levin abrirse espacios para la adición de inspirados colores adicionales. Con parsimoniosa majestuosidad, semejante a la que sería propia de un RAY RUSSELL transfigurado a través de un trance Zeppeliano-Hendrixiano, esta pieza construye montes y abre surcos fluviales en el valle del yo interior del oyente. El segundo tema del disco es la primera de las cuatro extensas entregas en las que se reparte el concepto homónimo del disco: ‘The Sound Of The Earth I’, que ocupa un espacio poco menor de 10 minutos, se caracteriza por ostentar un aura permanente de meditabunda solemnidad. Así las cosas, el cuarteto hace gala de su cautelosa astucia común para dejarse guiar por el continuo ascenso de sus estrategias de intensidad expresionista mientras las cosas van fluyendo. En los dos últimos minutos la pieza halla el norte sonoro que buscaba con elegante ahínco, focalizando con nervio decisivo el broche deseado. ‘From Darkness’, por su parte y en contraste con el ítem inmediatamente precedente, es frontalmente punzante en su despliegue de gráciles densidades prog-psicodélicas sobre un compás de 5/8. Nos hallamos ahora en territorio afín al paradigma Crimsoniano con poderosas sazones procedentes del cosmos de los STICK MEN y el mundo musical del propio Jevtovič en su faceta más aguerrida (autor del tema en cuestión, dicho sea de paso). Si ‘The Sound Of The Earth I’ fue una demostración de cauces de aire, entonces los puntos culminantes exhibidos en ‘Deep Ocean’ y ‘From Darkness’ fueron, respectivamente, un muestrario de oleajes señoriales y un escenario de hogueras galácticas. 

‘The Sound Of The Earth II’, en comparación con la primera parte, exhibe un dinamismo más extrovertido sobre un groove más rotundo, lo cual le permite recibir los legado de aire y fuego de los dos temas precedentes con enérgica soltura. El exuberante y grandilocuente hermanamiento entre Reuter y Jevtovič en las capas, fraseos y exigentes bases armónicas que emanan de sus instrumentos hallan el soporte perfecto en la dupla rítmica, la cual decide aumentar su punche por un rato a poco de pasada la frontera del cuarto minuto y medio, dándose así un breve clímax dentro del jam en curso. Pocos instantes de llegar a la barrera del octavo minuto, el cuarteto vira hacia un swing un poco más agudo, lo cual permite que las exploraciones psicodélicas en curso adquieran una intensidad más penetrante, aunque el grupo decide elaborar la antesala de un remanso ulterior durante el último minuto. ‘Serenity’ empieza  como una afirmación sonora de su propio título, exhibiendo un motif envolventemente sereno a partir de un esquema melódico muy lacónico y una pauta rítmica calmada. Es como si aquí estuviese concretándose el espacio de remanso que se anunciaba en las instancias finales de la pieza precedente mientras las capas del transfondo completan los ornamentos requeridos. Pero, en la segunda mitad de este viaje musical, las guitarras elaboran un crescendo situado entre lo rabioso y lo melancólico. Cuando llega la tercera entrega de ‘The Sound Of The Earth’, el ensamble explora un ejercicio de vitalista parsimonia (por paradójica que suene la expresión) por vía de una sinergia autoconstreñida que los músicos utilizan, desde la individualidad de cada uno, para unirse en un ejercicio de contemplación colectiva. Los instrumentos simplemente hacen un paisaje sonoro de lo que sucede en cada una de las cuatro contemplaciones simultáneas dentro de un bien definido esquema  de trabajo. ‘Lovely Place’ es la pieza más lírica del álbum: como ha pasado otras veces en el repertorio precedente, comienza con una actitud calmada y notoriamente sobria para luego derivar hacia algo más explícitamente intenso. El virtuosismo de los actores juega a favor del carácter cautivador del croquis melódico en curso, terminando todo en un regreso a la calma originaria. 

Durando más de 16 ½ minutos, ‘The Sound Of The Earth IV’ resulta ser el ítem más prolongado del disco. El núcleo drásticamente etéreo en torno al cual giran los libres diálogos y reenecuentros entre los cuatro participantes se extiende a través de una vasta dimensionalidad de mantos flotantes en medio de una ambientación free-jazzera, casi al modo de una remodelación krautrockera de la faceta más misteriosa de los WEATHER REPORT en sus dos primeros años. Por un momento, a poco de pasada la frontera del octavo minuto y medio, parece que se va a armar un groove definido, pero en realidad se trata de un espejismo, un breve oasis de estructura que se diluye en la mágica lógica de libres efluvios que va reinando de principio a fin. Los músicos se ponen a retratar el modo en que la tierra se rehace por vía de varias conmociones indeterminadas sucesivas... pero es en los últimos cuatro minutos donde la tierra parece ya totalmente segura de cómo quiere que se afiance su reestructuración. El desarrollo del jam final exhibe un nuevo trance de incandescente vigor dentro del álbum, cerrándose todo con un epílogo onírico e inquietante. El broche del disco llega con el arribo de ‘Take A Walk’, un ejercicio de ingeniería Crimsoniana dentro de un contexto progresivo que tiene algo de sombrío, aunque también emana algunos retazos de luminosidad juguetona. En total, hemos disfrutado de 77 minutos de grandilocuentes y enérgicos viajes sonoros donde las Musas de la música jazz-progresiva han iluminado las facetas más musculares del maestro XAVI REIJA y sus magistrales compañeros de aventuras. “The Sound Of The Earth” es un disco poderoso y fabuloso que está repleto de magia telúrica donde el ideal artístico jazz-progresivo queda vigorosamente revitalizado. Esta asociación de XAVI REIJA con sus ilustrísimos socios Tony Levin, Markus Reuter y Dušan Jevtovič ha gestado un disco muy especial y muy recomendable.


Muestras de “The Sound Of The Earth”.-

Sunday, August 26, 2018

GEPH: la apofenia como nueva estrategia para la garra rockera progresiva



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.


Hoy se da la ocasión de presentar el nuevo disco del trío estadounidense GEPH, el cual se titula “Apophenia” y ha sido publicado durante la primera semana de julio pasado. La apofenia es la tendencia a percibir conexiones y significados interconectados entre cosas que parecen tener nula relación entre sí o ningún vínculo dentro de un esquema o conjunto realmente definido: se trata de un término acuñado por primera vez por el neurólogo y psiquiatra alemán Klaus Conrad cuando quería focalizar un concepto que señalara la tendencia de las personas psicóticas a encontrar significados y nexos anormales entre experiencias supuestamente casuales e independientes entre sí. En lo referente al rol de la palabra “Apophenia” respecto a este nuevo disco de GEPH, advertimos que ésta se refiere más bien a la maquinación meticulosamente articulada entre grooves y matices individualmente complejos sobre los cuales se forja una sinergia fluida como núcleo musical de cada pieza del repertorio. Este trío asentado en Boston (Massachusetts) y conformado por los Stickistas Josh Goldberg y John Tyler Kent, y el baterista Josh Merhar, hace gala de las virtudes que emanan de su ecléctico enfoque musical que combina modismos Crimsonianos, jazz-rock, prog-metal y psicodelia, junto a ocasionales coqueteos con el rock-in-opposition. El asunto ha rendido enormes frutos; de hecho, el trío se ha lucido a lo grande en la elaboración de este catálogo de estas siete piezas nuevas cuyos detalles pasamos a revisar a continuación. 



Durando poco menos de 7 ¾ minutos, ‘Macroaggressions’ abre el disco con un despliegue de elegantes solturas dinámicas a partir del sobredimensionamiento que se da a los juegos de síncopas y a los silencios dentro del desarrollo temático. De este modo, la vitalidad consistente en el esquema performativo del trío halla sus vías de manifestación alternando pasajes de patente vigor con otros donde rige la ley de la sutileza frontal. En los momentos más vigorosos se da preferencia a los desarrollos armónicos en vez de a la parafernalia solista; más bien, los solos entran a tallar a partir del traspaso de la frontera del quinto minuto, a lo largo del último pasaje sutil y en el estilizadamente aguerrido momento final. (A propósito, la parodia del discurso introductorio del programa Saturday Night Live al inicio de este tema es muy divertida.) Luego sigue ‘Whole Body Headbang’, tema que se focaliza en vibraciones prog-metaleras en su cuerpo central: ya para la coda, el fragor baja drásticamente para darle un etéreo viraje jazzero a los últimos segundos, al modo de una neblina que surge instantáneamente para tapar todo el paisaje con drástica precisión. ‘Little Guy’ es una pieza relativamente breve que se caracteriza por exhibir capas flotantes del solitario Stick de Kent, al modo de un retrato sonoro de un atardecer otoñal. En realidad, su misión principal es la de preparar el terreno para el arribo de ‘Get Your Insignificance On’, un tema bastante lírico donde el trío se dispone a explorar fehacientemente su faceta jazz-rockera. El asunto suena a un híbrido entre la faceta más domesticada de unos GORDIAN KNOT y el paradigma de ATTENTION DEFICIT. ‘Mourningstar’ hace lo propio aunque con una dosis mayor de agilidad tanto en su esquema rítmico como en su atmósfera general. Los dos instrumentos de cuerda se hermanan con ingenieril limpieza tanto en los pasajes gráciles como en los más robustos. La pieza, que vuelve al terreno de GORDIAN KNOT pero esta vez en paralelo con el modelo de unos STICK MEN, mantiene su encanto evocativo con lírica lucidez.

  

El penúltimo tema del repertorio es también el más largo del mismo con sus más de 8 ¾ minutos de duración: se titula ‘W.W.F.D.’ y resulta, en rasgos generales, una síntesis vibrante de los factores más filudos de las dos primeras piezas del disco. Teniendo en cuenta que el tempo y el esquema rítmico apuestan por una modalidad lenta de funk-rock,
‘W.W.F.D.’ se da maña para hacer aspavientos de exhibir una modalidad relativamente tétrica dentro del ideario musical de la banda. De hecho, a mitad de camino, la batería se detiene y los dos Sticks se dedican a trazar y delinear unos matices tenebristas muy efectivos: este paraje que comienza al modo de un interludio aterriza posteriormente sobre un groove aún más lento que el inicial, con lo que la atmósfera reinante para los últimos 2 ¼ minutos del tema ya parece estar metiéndose en el terreno R.I.O. de unos PRESENT. El broche del disco llega de la mano de ‘Back From Space Earth’, tema que en sus más de 5 ½ 
minutos de duración, ejercita una atractiva y señorial combinación de refinadas sacudidas jazz-progresivas y majestuosos despliegues progresivos de talante Crimsoniano. El esquema de trabajo se basa en una remodelación capitalizadora de los ambientes y diagramas musicales antes desarrollados en los temas #4 y #5. Aquí disfrutamos del vitalista esplendor de la mañana y el resplandor de un vivaz mediodía tras la absorbente aura de siniestra nocturnidad que había impuesto la penúltima pieza. Así llegamos al final de “Apophenia”, un disco bastante inspirado y dueño de copiosos momentos marcados por vibrantes sonoridades progresivas. Estos dos motivos son más que suficientes para tener en gran consideración el nombre de GEPH dentro de la actual escena progresiva. Fueron casi 41 minutos de auténtico ingenio musical donde el rock conquista la prestancia del arte con verdadera seriedad sin perder su fulgor excitante: la apofenia ha funcionado como estrategia para la creación de una renovedora garra rockera dentro del ideal progresivo.



Muestras de “Apophenia”.-


Friday, August 24, 2018

STICK MEN (2010-2013)



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy se nos antoja repasar la fase de la historia del excelso trío STICK MEN que va entre los años 2010 y 2013, o sea, la que abarca desde el segundo disco “Soup” (el último disco con el Stickista Michael Bernier como socio directo de Tony Levin) y la dupla de “Open” y “Deep” (los dos primeros con el maestro alemán Markus Reuter a las Touch Guitars). Hoy por hoy, esta última alineación de Tony Levin, Pat Mastelotto y Markus Reuter sigue vigente, ondeando con firmeza y tremenda creatividad la bandera del arte del rock y aumentando con cada nueva gira su ya de por sí altísimo prestigio como uno de los pilares más excelsos del movimiento progresivo de este milenio. Pues bueno, el asunto con este grupo tiene su semilla en el disco solista de TONY LEVIN “Stick Man”, publicado en el 25 de setiembre del año 2007. En él colaboraba su colega en KING CRIMSON Pat Mastelotto y un puñado más de músicos de apoyo mientras el buen Tony tocaba el Stick, el bajo, el cello eléctrico, el contrabajo eléctrico y los teclados. El resultado fue tan satisfactorio que llenó de mucha motivación a Mastelotto, quien coincidió con Levin respecto a la idea de convertir esta instancia creativa en un ensamble concreto y firme: su nombre tenía que ser STICK MEN. Así las cosas, antes de que acabara el primer decenio del nuevo milenio, los STICK MEN eran una realidad tangible con Levin, Mestelotto y otro Stickista llamado Michael Bernier. Su primer disco homónimo fue publicado en el año 2009 y al año siguiente fue reeditado con notorias variaciones en el ordenamiento de su repertorio y algún tema adicional bajo el título de “Soup”: veamos ahora sus detalles.


Durando casi 5 ¾ minutos, el tema homónimo abre “Soup” a punta del establecimiento de una engañosa  parsimonia que alumbra el humor propio de la pieza dentro de un contexto de psicodelia pesada con raigambre progresiva. Ya en el preludio, con esos entramados vocales que juegan con las palabras soup y supercollider, uno se da cuenta de que el jolgorio surrealista va a ser la norma nuclear de esta pieza... y mas aún cuando uno se topa con algunos recursos de hip-hop en el desarrollo temático. A continuación sigue la pieza tripartita ‘Hands’, cuya secuencia total se extiende por un total de 8 ¾ minutos. La primera parte es netamente Crimsoniana (combinando las redes arquitectónicas que se ensalzaban en los momentos más fastuosos de los 80s con el vigor contundente que se desprendía de los pasajes más sofisticados de los 90s). La segunda parte juega con una compleja trama rítmica arropada y moldeada por el arsenal electrónico de la sección percusiva; dándose una dimensión futurista a un motif que resulta esencialmente jazz-rockero, el esquema de trabajo cibernético en curso logra plasmar una frescura exultante. En fin, la tercera y última parte tantea directamente recursos de tétrico expresionismo, siempre bajo un manto Crimsoniano: con su relativamente corta duración de 2 minutos y segundos, su función principal parece ser la de operar como epílogo de la secuencia global de ‘Hands’. Con la dupla de ‘Inside The Red Pyramid’ y ‘Fugue’, el trío se dispone a seguir expandiendo sus subterfugios estilísticos. En el caso de ‘Inside The Red Pyramid’, tenemos un ejercicio de serenas luminosidades peogresivas penetradas por una aureola fusionesca y ahormadas por una etérea ingeniería psicodélica. Al comienzo, son las capas de los dos Sticks las que ocupan un rol dominante, pero en una siguiente instancia, los riffs se apoderan de la situación y le dan un poco más de punche al asunto. Por su parte, ‘Fugue’ establece un intrépido viaje jazz-rockero que exige a los tres músicos poner sobre el tapete muchos de los trazos de sus propios virtuosismos individuales. Jolgorio tenso y extroversión solemne se funden una una sola fuerza expresiva. Para el último minuto, el grupo da un drástico viraje hacia un recogimiento introspectivo. ¡De lo mejor que han hecho los STICK MEN con Bernier en sus filas!     


‘Sasquatch’ retoma frontalmente el paradigma Crimsoniano de los 80s y, en parte, también el paradigma de la obra solista de Levin. El factor jazz-rockero sigue siendo extremadamente relevante en la composición así como en el arreglo final, pero tenemos aquí una pieza esencialmente progresiva. Mastelotto le da una densidad bastante vigorosa a sus intervenciones, lo cual realza el carácter misterioso de aquellos pasajes transicionales en los que los dos Sticks se quedan solos gestionando su propia urdimbre común. ‘Scarlet Wheel’ se caracteriza por volver al terreno de lo etéreo, esta vez con un talante un tanto ceremonioso que se hace sentir no solo en la combinación de capas sintetizadas y artilugios que emulan percusiones tonales, sino también en el canto, el cual ostenta algunos quiebres emotivos. El swing de la pieza es contagioso y, a la vez, distante. El momento más ambicioso del repertorio llega con ‘The Firebird Suite’, una versión de la inmortal composición del maestro IGOR FYODOROVICH STRAVINSKY que el ensamble convierte en una genuina aventura progresiva de 13 ¼ minutos. La primera parte se centra en explosivos trucos psicodélicos desde los que los efluvios incendiarios en curso se adentran en una lógica deconstructiva cargada con rabioso brío. Es en la segunda parte donde el trío se dispone a manejar los diversos registros temáticos en una ilación escrupulosa y sesuda que se sumerge una y otra vez en una arquitectura sónica extravagante y desafiante. La tercera parte de la suite comienza con un tenor introspectivo y otoñal, lo cual permite a las notas con las que se desarrolla la envolvente y ensoñadora secuencia armónica enseñorearse de toda la atmósfera. Es prácticamente un sortilegio desde el cual se convoca a alguna luz trascendente revelarse para acabar con un inaguantable misterio. Así las cosas, la cuarta y última parte emerge con un inicial aire de sigilosa sobriedad, perpetuando en buena medida las vibraciones flotantes de la tercera  parte, para luego plasmar un fulgor espléndido categórico para la majestuosa coda. Los últimos 6 minutos del disco están ocupados por ‘Relentless’, una pieza que exhibe una neurótica gracilidad dentro de un nuevo ejercicio de psicodelia progresiva que casi parece coquetear con el modelo del prog-metal. Un interludio bastante sobrio entra a tallar para gestar un preciso recurso de preciosista variedad. “Soup” es, en un balance general, el disco que refuerza la presencia de los STICK MEN en esta primera fase de su trayectoria. 



Bernier abandonó al trío poco tiempo después de la publicación de “Soup”, siendo reemplazado por el Markus Reuter a inicios de agosto del año 2010. Este excelso multiinstrumentista alemán nacido en la localidad de Lippstadt a inicios de setiembre de 1972, en vez de traer consigo otro Stick trajo un arsenal de Touch Guitars y diversos aparatos computarizados de sintetizador (aunque también es un dotado ejecutante del Stick, la Warr Guitar, los teclados, la mandolina y el bajo). Siendo como es un rockero de amplias inquietudes experimentales y un ávido investigador en el uso de la tecnología para la música contemporánea, su presencia  significó (y significa hasta ahora) un gran empuje para el imparable ímpetu autorrenovador del ideario artístico de los STICK MEN. Su debut fonográfico con el trío fue en el EP “Absalom”, publicado en el año 2011, pero fue en “Open”, disco de larga duración que salió al mercado en el primer día del mes de junio del 2012 que su peso dentro del ensamble se hizo notar de forma imponente. Vale precisar que “Open” fue el primer disco enteramente instrumental de los STICK MEN, y de paso, el primero cuyo repertorio estuvo constituido enteramente por ideas improvisadas grupalmente en vez de piezas ya articuladas en composiciones predefinidas antes de entrar al estudio de grabación. Más que un disco en el sentido corriente del término, se trata de un catálogo de diálogos abstractos donde la pluralidad de aportes toca permanentemente la cima de la magnificencia progresiva del nuevo milenio.


‘Amino 21’ inicia las cosas para “Open” con un prólogo marcado por una neblina de sombrío minimalismo que parece esconder un recurso de bizarra vivacidad que logra mantenerse por algún tiempo en un nivel puramente latente. Con el ulterior desarrollo del cuerpo central, todo empieza a soltarse (sin sobresaltos chocantes), lo sombrío va creciendo hasta tornarse tenebrista aunque sin llegar a algo realmente opresivo: más bien se trata de una extroversión inquietante. Se nota un talante futurista en este despliegue de señorial nervio psicodélico. La primera parte del concepto de ‘Open’, que responde al título autónomo de ‘Plunge’, instaura por un par de minutos y cuarto un groove fusionesco de inspiración tribal sobre el cual la Touch Guitar impone fraseos oblicuamente densos: es un encuentro entre lo celebratorio y lo tenso. De este modo, se abren las puertas para el arribo de la extensa pieza ‘Alabaster’, la cual ocupa todo un espacio de 12 minutos. La primera instancia es sigilosa y opaca, casi rozando lo tétrico aunque no llega a ser terrorífico sino más bien onírico con un talante grisáceo al modo de una densa bruma que se lleva los últimos instantes del otoño y anuncia el arribo del cruel invierno. Las capas emanadas por las cuerdas de los instrumentos de Reuter y Levin hallan en el swing exóticamente cadencioso de Mastelotto el mástil idóneo para hacer que sus efluvios iniciales empiecen a focalizarse en grooves razonablemente definidos y sobrios delineamientos melódicos, todo ello mientras el opaco esplendor inicial sigue perviviendo sólidamente en las entrañas del jam en curso. La segunda parte de ‘Open’ se titula ‘Plow’ y se caracteriza por generar un juego de reconstrucciones y deconstrucciones abstractas del groove central de la primera parte para dos cosas: darle un poco más de robustez al asunto y asentar el terreno para un vivaz y entrecortado solo de Touch Guitar (uno de los factores más fulgurosos del disco, cabe añadir). 



Llega ahora el turno para ‘Cyber Shards’, el ítem más largo del disco con sus 12 ½ minutos de duración. Su núcleo temático explora campos de expresión semejantes a los de ‘Alabaster’ pero con la salvedad de que ahora se trabaja un dinamismo psicodélico más abierto y más intenso, permitiéndose así que el trío explore a sus anchas los recursos de garra de cada integrante individual para el beneficio del punche colectivo. La batería sabe cómo salir al frente en un indiscutible primer plano que le hace operar como algo más que el resorte ingenieril para el ritmo: es una fuerza dialogante que va en perfecta sintonía con los otros dos instrumentos, los cuales oscilan inteligente y libremente entre las texturas, solos y contextualizaciones que llenan la arquitectura psicodélica de la pieza en curso. Una vez más, esa inquietud que sabe imponer su aureola amenazante con mayestática actitud; una vez más, ese vitalismo que se regodea grácilmente creando a cada momento un nuevo círculo en torno a sí mismo. Para hacer de una buena vez un viraje hacia una agilidad luminosa, la tercera y última parte de ‘Open’, que se titula ‘Truncheon’, establece una resolutivo y activo groove inspirado en el motif inicial con una disposición más marchosa. Tenemos aquí el momento más patentemente Frippiano de Reuter... y la pieza tiene de por sí tanto gancho que nos gustaría que durara más de los 4 minutos y pico que se le otorgó, pero bueno, las cosas son así. ‘Glass Heart (For Renée)’ se dirige al lado opuesto con su minimalismo flotante y su abrumador reposo cósmico. Las notas que se emanan a lo largo del camino van ondeando con un lacónico garbo en medio de una expectativa interminable. Esta pieza bien puede describirse como el autorretrato de la más tenaz melancolía que busca comprender alguna idea precisa en medio de un solipsista estupor. Durando casi 10 minutos, ‘Time Capsule’ se manifiesta como un híbrido recio y vivaz de space-rock y free jazz dentro de un entramado severamente Crimsoniano. Una vez más, Reuter se luce magistralmente a todo dar; por su parte, la dupla rítmica elabora un astuto crescendo desde el cual se empuja al lucimiento del regio vigor grupal. Un gran final para el disco, sin duda.


  

“Deep” es el segundo disco de larga duración de los STICK MEN con Reuter en sus filas, y en retrospectiva puede ser apreciado y comprendido como el capítulo más profundamente esencial de la banda durante sus cuatro primeros años de existencia. Al menos, a nosotros nos parece el disco más maduro y robusto de todos los que ha publicado el trío durante el periodo que abarca la presente retrospectiva. Publicado en el 19 de febrero del año 2013, este disco contó con un proceso más sesudo de diseño musical y una dosis mayor de fragor rockero durante su proceso de gestación y producción. La tríada inicial de ‘Nude Ascending Staircase’, ‘On/Off’ y ‘Cusp’ nos brinda ostentaciones de grandilocuencia musical para los primeros 13 ¾ minutos de “Deep”. El primero de estos temas ostenta un groove muy marchoso y tremendamente llamativo, haciendo que el centelleo sonoro en curso explote a todo dar la agudeza festiva propia de la pieza. ‘On/Off’, por su parte, despliega una cadencias un poco más serenas aunque recibiendo de frente el impacto de la luminosidad consistente del primer tema del álbum. En todo caso, la norma ahora es trabajar una ambientación fusionesca con su debido toque de señorío que permite al sencillo motif central lucir su prestancia esencial. En el caso de ‘Cusp’ tenemos un ejemplo de remodelación del estándar de los KING CRIMSON de la etapa 81-84, lo cual también nos lleva por vía indirecta al paradigma de la obra solista de TONY LEVIN por el lado de la psicodelia refinada. Esto se traduce en una expansión de grooves ágiles y atmósferas luminosas... que ni exactamente plácidas, pues se siente un tenor de tensión suficientemente remozado como para sonar convincente sin obligarse a sobar chocante.
  

La dupla de ‘Hide The Trees’ y ‘Crack In The Sky’ se ha convertido en un doble estándar importante en la mayoría de las actuaciones en vivo del trío. En ‘Hide The Trees’ un número portador de una intensidad meticulosamente elegante y arquitectónica, siendo así que el grupo se siente a sus anchas elaborando sonoridades gráciles sobre la base de complejas pulsaciones rítmicas que Mastelotto maneja con matemático dinamismo. En muchos sentidos, esta pieza adelanta algo de la aureola cósmica envolvente que de inmediato se revelará en ‘Crack In The Sky’: este quinto tema del álbum instaura un aura de mágica sensualidad arropada bajo un manto de sonoridades flotantes y cautivadoras. Muchas de las intervenciones más alucinantes de Reuter las encontramos en los solos que incesantemente se van elevando a través del éter, logrando con ello que el bloque sonoro adquiera una voracidad mágica; mientras tanto, Levin susurra las letras al modo de un observador filosófico. ‘Horatio’ cumple con la función de sacar a flote la faceta más oscurantista del ideario musical del trío sobre la base de un parsimonioso tempo en 9/8, conquistando así el acceso hacia un paisaje espiritual misterioso y opaco. Es como si los ribetes cósmicos propios de la ilación de las dos piezas precedentes hubiesen servido de paulatina preparación para este viaje musical en particular. A pesar de su talante ceremonioso, la verdad es que ‘Horatio’ es un tema con bastante gancho y tal vez pudo dársele un espacio un poco más grande expansión, pero ya es hora de que arribe ‘Concussion’ para establecer una especie de síntesis entre el swing marchoso que ya apreciamos en los temas #1 y #3, y la densidad espiritual que se ha heredado de ‘Horatio’. De este modo, ‘Concussion’ logra revestir de aguerrida majestuosidad a la fusión de jolgorio e inquietud sobre la cual gira el cuerpo central del desarrollo musical en curso. Dura un poco más que el tema que le precedía pero se siente mucho más imponente mientras el oyente empático se deja llevar sin preocuparse por el paso de los minutos.



Nos vamos acercando al final del disco cuando llega el turno de ‘Sepia’, monumental pieza de casi 9 minutos de duración. Este tema está esencialmente ligado a la faceta más etérea de la banda, signado como está por una permanente aureola flotante. A partir de un encuentro entre climas espaciales, grooves jazzeros de estricto talante fusionesco y el sistemático empleo de fraseos y solos solemnes de parte de la Touch Guitar, la ingeniería sonora de ‘Sepia’ suelta de a pocos su impresionismo celestial. El repertorio culmina con ‘Whale Watch’, ítem que saca buen provecho a su ambicioso espacio de 10 ¼ minutos (es, de hecho, el tema más largo de este disco) con una ampliación de los climas y ambientaciones cósmicas de la pieza precedente dentro de una meticulosa síntesis que también congrega al vigor misterioso de la pieza #6 y a la mágica voracidad de la pieza #5. A diferencia del caso de ‘Sepia’, esta vez  la batería exhibe una labor más explícitamente vigorosa a la hora de afianzar la arquitectura global del bloque sonoro. A poco de pasada la frontera del tercer minuto y medio, el trío realiza un poderoso intermedio tribal que marcará la robusta pauta progresiva a seguir en lo que queda del desarrollo temático: una calculada alternancia entre pasajes introvertidos y extrovertidos. Más adelante, en el mismo año 2013, se hizo una reedición doble especial de “Deep” que incluía como segundo volumen un DVD, el cual contiene el disco en cuestión y un documental del trío durante su gira estadounidense de ese momento. Las versiones en vivo de ‘Cusp’ y ‘Sepia’ son simplemente soberbias, y qué decir de lo electrizante que suena la parafernalia extrovertida y jovial de ‘Truncheon’, la tercera parte del concepto de ‘Open’. Eso sí, el grupo sabe que en estas instancias de su carrera musical, es su versión de ‘The Firebird Suite’ la que recoge el dinamismo adecuado pata un grand finale. También hay varios momentos graciosos en el documental, como cuando le preguntan a Pat Mastelotto qué se siente haber sido algunos años atrás integrante de un grupo tan popular como MR. MISTER y ser ahora un integrante de grupos progresivos cuyo público es más intelectual y adusto. La expresión de pasmado silencio que esboza el buen Pat (seguro que es fingida) es complementada por las risotadas irónicas y cómplices de sus dos colegas. 


  

Hemos procurado echar un vistazo meticuloso a esta etapa de la obra de los STICK MEN con el fin de esclarecer el modo tan veloz y tan firme con el que ellos han logrado establecer un paradigma importante dentro del rock progresivo del presente siglo: ojalá hayamos logrado este cometido. Por lo pronto, nos alegra mucho que el trío esté actualmente comprometido con la realización de una copiosa gira latinoamericana con muchas actuaciones programadas en escenarios de Brasil, Argentina, Uruguay, Chile, Perú, Bolivia, Guatemala, El Salvador, Costa Rica y México, contando con el mismísimo DAVID CROSS como invitado estelar. Este copioso periplo va desde el 24 de agosto al 24 de setiembre, así que va a ser una retahíla gloriosa de imperdibles acontecimientos progresivos. Echar un vistazo a esta tríada de discos en la que nos hemos concentrado hoy nos ayuda a entender cómo llegó la entidad de los STICK MEN a ser lo que es y promete seguir siendo en muchos años venideros.


Muestras de STICK MEN.-

Tuesday, August 21, 2018

DWIKI DHARMAWAN: sortilegios y rituales jazz-progresivos en una casa de piedra


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

El maestro indonesio DWIKI DHARMAWAN vuelve a la carga con su nuevo trabajo de estudio, un fabuloso catálogo de sortilegios y rituales jazz-progresivos que responde al título de “Rumah Batu”. Este catálogo de maravillas sonoras que sobrepasa los 68 minutos de duración fue publicado por MoonJune Records a mediados del último mes de mayo. La expresión indonesia del título significa casa de piedra, en clara alusión al estudio donde se registró este nutrido material: La Casa Murada* en la localidad catalana de Banyeres del Penédes, bajo la supervisión técnica de Jesús Rovira Costas, en los días 15 y 16 de mayo del 2017. En este estudio ya organizó el personal de MoonJune Records la logística para las sucesivas gestaciones de tremendas joyas jazz-progresivas como “Lighthouse” y “The Stone House” (de WINGFIELD REUTER SIRKIS y de WINGFIELD REUTER STAVI SIRKIS, respectivamente). DWIKI se hace cargo de su inseparable piano mientras está consistentemente acompañado del guitarrista franco-vietnamita Nguyên Lê, el bajista Carles Benavent (sí, este mismo veterano multi-instrumentista barcelonés que ha trabajado con PACO DE LUCÍA, CHICK COREA, MILES DAVIS, JORGE PARDO, etc.), el contrabajista anglo-israelí Yaron Stavi y el baterista Asaf Sirkis, también anglo-israelí. Otros colaboradores ocasionales son: Sa’at Syah, quien toca la flauta suling y hace algunos cánticos en seis de los ocho temas del álbum; Ade Rudiana, quien toca la percusión kendang en esos mismos seis temas; Dewiw Gita, quien canta en el tema #3; el dúo de los percusionistas Teuku Hariansya e Indra Maulana Keubitbit, que interviene en el primer tema del repertorio; el ensamble Gamelan Jass Jegog de Nyoman Windha, que se hace cargo de los tambores gamelanos y otras percusiones étnicas en la pieza #4, y; Smit, quien añade canto y flauta sulawesi en el sexto tema. El repertorio de “Rumah Batu” está diseñado para hacer aflorar un colorido sonoro fabuloso: veamos ahora los detalles concretos de lo que se realizó en el susodicho repertorio.


‘Rintak Rebana’ abre el disco poniendo casi toda la carne en el asador desde el punto de partida. Se trata prácticamente de la encarnación sonora del gozo festivo y el colorido vibrante. El hermanamiento del piano, el bajo y la flauta dirige, en muchas instancias del desarrollo temático, la instalación y el afianzamiento del groove celebratorio con el apoyo imprescindible del ensamble percusivo. Es cuando emerge el primer solo de guitarra que se da un interesante aire denso que sirve para darle variaciones ingeniosas al asunto, mientras que el segundo solo se esconde sutilmente bajo el piano. Tras tremendo festín sónico de entrada, todavía queda mucho pan por rebanar, siendo la pieza siguiente ‘Paris Barantai’, la misma que ocupa un espacio de casi 11 ¾ minutos. El tema en cuestión recibe los legados de gozo festivo y colorido vibrante de la pieza de entrada, mas en este caso, el segundo factor está un poco más atenuado porque la estrategia empleada en el desarrollo del cuerpo central y los solos que ornamentan su ingeniería estructural se adentra en un estándar más definido dentro de la tradición del jazz-fusion de los 70s (estamos pensando en los dos primeros discos de RETURN TO FOREVER como en la época 73-75 de WEATHER REPORT). Cuando entran a tallar el cántico y la flauta étnica, el elemento folklórico obliga al swing nuclear a dejarse llevar por terrenos más sutiles y delicados, y así se completa el último tramo de la pieza. Estos dos primeros temas instauran un osado culmen inicial para el álbum. La bellísima canción ‘Impenan’, casi como si estuviese siguiendo una pista señalada por la sección epilogar de la pieza precedente, se adentra clara y decididamente por el terreno de lo melancólico. La flauta es cómplice del piano, y a ratos, incluso le sobrepasa. El canto femenino porta una electrizante carga emotiva que hace que la etérea estructura del centro melódico de la pieza encuentre un oportuno contrapeso terrenal. Acto seguido, ‘Janger’ vuelve un poco a la ambientación general del segundo tema en tanto que nos remite nuevamente a la tradición del jazz-fusion de los 70s: la influencia del paradigma de CHICK COREA es clara, siendo así que se explora fehacientemente las aristas más sobriamente expresionistas de ducho paradigma. Los fraseos y efluvios del piano se apoderan del rol protagónico sin resultar absorbentes. 

Los temas #5 y #6 son las dos partes de la ‘Rumah Batu Suite’, composición que se erige como sostén del centro neurálgico del repertorio: cada una de estas partes posee un título autónomo, ocupando ‘Kaili’ una duración de poco menos de 12 ½ minutos, mientras que ‘Perjalanan’ dura 14 ¼ minutos. ‘Kaili’ comienza con un prólogo relativamente largo desarrollado al modo de un sortilegio ritualístico donde se convoca la presencia de algo que da vida y luz... y cuando ese algo llega, el bloque instrumental se instala sobre un groove bien definido bajo patrones fusionescos con raíces folclóricas. El peso que tienen el canto y el armazón rítmico de bajo, batería y percusiones acogen eficazmente el encargo de edificar un swing místico y llamativo. El piano y la guitarra elaboran algunos espacios de sobrio lucimiento mientras se refuerza a cada momento la espiritualidad celebratoria de la pieza. Por su parte, ‘Perjalanan’ comienza con un prólogo orientado hacia un aura introspectiva signada por un estremecimiento que oscila entre lo misterioso y lo trascendente. Luego, un intenso cuerpo central hace un radical viraje hacia la tradición del free jazz, pasando por el filtro de los WEATHER REPORT de los tres primeros años. Nuestro héroe ostenta su virtuosismo a su antojo. El proceso de remanso final que el piano dirige durante los últimos tres minutos y pico es simplemente sublime: no nos alcanzan las palabras para hacer un mayor detallamiento descriptivo para ese pasaje en particular. Con la dupla de ‘Samarkand’ y ‘Salamatkan Orang Utan’, el maestro DHARMAWAN y sus compañeros de viaje elaboran un lirismo mágico y cautivador sobre un swing y a través de un groove que se caracterizan por desarrollar una faceta serena de la esencia de lo alegre. En el caso de ‘Samarkand’, contamos con un ejercicio de diáfanas y cándidas musicalidades que exploran con un calculado despliegue de libertad expresiva el potencial del cuerpo central. Los solos de bajo y contrabajo que emergen a mitad de camino ayudan a realzar el aire de etéreo hechizo que predomina en buena parte del tema. Con todo, el duelo entre la guitarra y el piano que se desarrolla en los últimos minutos le da un giro más intenso al asunto. He aquí otro cénit especial de este disco.
       

Finalmente, ‘Salamatkan Orang Utan’ pone el broche de oro al repertorio de “Rumah Batu” con una expansión convincente y sobria del lirismo reinante en la pieza precedente, esta vez trasladada a un nivel de gracilidad bastante efectivo en tanto que la comunión entre el groove fusionesco y el colorido brindado en la triangulación de flauta, percusión y cántico es manejada con gozosa y envolvente elegancia. Fueron en total más de 78 minutos de gloria musical las que nos han brindado DWIKI DHARMAWAN y sus compañeros de viaje a través de este extenso trayecto jazz-progresivo titulado “Rumah Batu”. La verdad es que el maestro DHARMAWAN siempre aprovecha la ocasión de cada nuevo evento en su carrera musical para superarse a sí mismo y en el caso de este disco no se ha dado precisamente una excepción. ¡Disco totalmente recomendable! 



Muestras de “Rumah Batu”.-
Samarkand: https://dwikidharmawan-moonjune.bandcamp.com/track/samarkand


* Dicho sea de paso, se trata de un lugar recurrente de trabajo para el genial músico DUŠAN JEVTOVIĆ.

Saturday, August 18, 2018

TROOT y la constancia del ideal progresivo en la vía del chamber-rock


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy nos complace enormemente presentar al ensamble estadounidense TROOT, el cual opera bajo la batuta del teclista y exclusivo compositor Tim Root. El disco que ahora reseñamos se titula “Constance And The Waiting” y salió al mercado el pasado 19 de junio: nos ha sorprendido muy gratamente este trabajo, permítasenos adelantar esto, se trata de una gran obra que aporta no un grano de arena sino una montaña entera para la preservación del ideal avant-progresivo. El esquema de trabajo de TROOT está bien insertado en el paradigma del rock-in-opposition, tanto desde el legado del chamber-rock francófono de primera generación (UNIVERS ZERO, PRESENT) como desde propuestas más recientes (FAR CORNER, RHÙN, CAMEMBERT, FORGAS BAND PHENOMENA). También es notable la incorporación de llamativos recursos jazz-rockeros dentro de varios grooves empleados a lo largo del susodicho disco, así como algunos otros momentos particularmente conmovedores donde predomina el paradigma del rock sinfónico. La conformación de TROOT es muy nutrida pues congrega a 10 integrantes, nada menos: los guitarristas Steve Ball, Alex Anthony Faide y Bill Horist, los bajistas Julie Slick y Marco Machera, la violinista Nora Germain, el baterista Alessandro Inolti, además de la clarinetista y vocalista Beth Fleenor, y la saxofonista y acordeonista Amy Denio, y cómo no, el propio Root al piano. Conocemos a la bajista Slick por su obra solista así como por su paso por el ADRIAN BELEW POWER TRIO y por ECHOTEST, donde también participan Machera e Inolti. Con más de 30 años de experiencia artística sobre sus espaldas, Tim Root es un músico, compositor y director graduado que está especializado en la cámara del siglo XX, lo cual se traduce, a su vez, en una preocupación constante por explorar nuevas dimensiones para la música tanto en lo que se refiere a la música misma como a la composición para obras de teatro y de ballet contemporáneo. También se traduce todo este bagaje erudito, a la hora de insertarse en el área del rock, en una exploración de chamber-rock que le hace hermanarse con las pautas estilísticas que mencionamos anteriormente. Nada más ni nada menos que esto es lo que se nos brinda en este hermoso y exigente disco que es “Constance And The Waiting”: pasamos a explorar sus detalles a continuación.


Los dos primeros temas del álbum nos brindan 11 minutos de grandeza sonora desde la cual el ensamble pone buena parte de las cartas de su baraja sonora sobre la mesa. Todo comienza con el grácil y travieso tema ‘Axe For The Forzen Sea Within’, pieza que tras un breve prólogo de tenor parsimonioso se despliega en un acto perpetuo de tétricas jovialidades y misteriosas animaciones sobre la compleja sustentación provista por la batería. Mientras el piano (y a veces, la dupla rítmica también) se encarga mayormente de enfatizar los elementos ceremoniosos del desarrollo temático en curso, los vientos y el violín suelen más bien elaborar audaces coloridos que se complementan muy bien con el masivo nervio plasmado por las múltiples guitarras. Acto seguido llega el turno de ‘Dance Elena’, pieza cuya principal misión consiste en enfatizar el factor de extravagante algarabía que había sido tan relevante para la instauración del primer tema, siendo así que este factor mencionado recibe un tratamiento más tenso en ciertos pasajes estratégicos donde el grupo decide ponerse un poco Crimsoniano. En el centro neurálgico de esta pieza, los colores instrumentales se ponen festivos a medio camino entre lo dadaísta y lo carnavalesco (al modo de las composiciones más solemnes de FRANK ZAPPA), siendo así que el cuerpo central se siente motivado a explotar aún más su esencial extroversión. Los rotundos aleteos finales de piano aportan la única modalidad de conclusión lógicamente posible para este festival musical: ¡qué gran momento culminante del álbum es este que acabamos de disfrutar! Si ‘Axe For The Forzen Sea Within’ cumplía con el relevante y acuciante rol de instaurar un lenguaje, ‘Dance Elena’ se eleva grandilocuentemente para instalar el primer cénit decisivo del álbum. El tercer tema del álbum se titula ‘Palasidai’ y su talante es, en abierto contraste con lo exhibido en la pieza precedente, un viaje introspectivo marcado por un lirismo conmovedor, poético, envolvente: eso sí, para nada exento de la robustez que el ensamble ostenta orgulloso como pauta de trabajo. Cuando estamos a punto de llegar a la frontera del cuarto minuto y medio, todo transita a una dimensión minimalista bajo la guía de muy tenues fraseos de piano, lo cual en realidad es el inicio de los cimientos para un delirante y furioso clímax donde las proclamas neuróticas declamadas por Fleenor signan el airado camino hacia la retoma final del motivo central, esta vez con una acrecentada fastuosidad. Otro cénit... ¡y es que esto no para!

Durando casi lo mismo que la pieza precedente (o sea, poco más de ocho minutos y cuarto), ‘Venice Of The Sky’ se hace cargo de presentarnos una especie de híbrido entre UNIVERS ZERO y los WEATHER REPORT de fines de los 70s, con algunos matices propios del paradigma prog-sinfónico. Es en momentos así que notamos la afinidad que la gente de TROOT mantiene con otras voces vanguardistas del momento como SKE, YUGEN y CAMEMBERT. También notamos algunos Casi justo en la barrera del tercer minuto emerge un muy Frippiano solo de guitarra que funge como proveedor de etéreas densidades en medio de la muy inspirada arquitectura musical del ensamble. Hay también un momento donde el violín nos regala el más hermoso de sus solos en medio de sendas reinserciones del cuerpo central; el gran finale está  dirigido por el solo de saxofón mientras que en los subterfugios van fluyendo capas neuróticas de guitarra. Nos vamos acercando al final de este no muy largo repertorio cuando llega el turno de ‘Hollow By Footsteps’, pieza diseñada para volver a utilizar la estrategia de brindar un sólido contrapeso a la algarabía dominante de la pieza precedente por vía del uso insistente de recursos introspectivos. De hecho, en los primeros minutos de esta pieza, dirigidos por el dueto de piano y violín, tenemos los parajes más melancólicos del disco, exhibiendo un aura contemplativa reservada en los rincones más callados del yo. Aunque evidentemente tiene personalidad, propia, también tiene una función de preparar el terreno para el arribo de la pieza que ha de cerrar el disco. Los últimos 8 3/4 minutos de “Constance And The Waiting” están ocupados por la pieza que responde al sencillo título de ‘Joey’ pero que no tiene nada de sencillo y mucho menos de complaciente en su estructura global ni en la ilación compositiva desde la cual se organiza su punzantemente compleja arquitectura. Este tema de cierre se puede muy bien describir como una síntesis de las labores hechas en los dos primeros temas del álbum con dosis aumentadas de neurosis y tensión. Los fantasmas de ZAPPA y los UNIVERS ZERO de los primeros años se despiertan y organizan un carnaval que toma algo de la esencia de lo lúgubre y otro poco de la esencia de lo surrealista: también tenemos otra proclama furiosa de Fleenor en las instancias finales, la cual exorciza y refuerza (como si no estuviera ya suficientemente robustecida) la predominante diadema de rabia y vehemencia.



Lo que hemos gozado en “Constance And The Waiting” es una de las creaciones progresivas más notables del año, un catálogo de genialidades valientes y extravagantes en un contexto de gloriosa osadía musical. TROOT es un ensamble que ya deja una huella imposible de borrar dentro del actual escenario progresivo y esperamos que este disco no resulte ser su única creación. ¡Recomendado al 200%! 


Muestras de “Constance And The Waiting”.-

Dance Elena: https://troot.bandcamp.com/track/dance-elena

Thursday, August 16, 2018

TAUK: moldeando y construyendo nuevas formas para el jazz-rock



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy nos toca presentar al grupo estadounidense TAUK so pretexto del reciente lanzamiento al mercado de su cuarto trabajo fonográfico, el EP “Shapeshifter I: Construct”. Este ensamble conformado por el guitarrista Matt Jalbert, el bajista Charlie Dolan, el teclista Alric “A.C.” Carter y el baterista Isaac Teel se dedica a cultivar un ágil y atractivo híbrido de jazz-rock, funk, rock progresivo y space-rock dentro de un encuadre sonoro caracterizado esencialmente por una grácil combinación de vigor e inteligencia. Este cuarteto formado e instalado en Oyster Bay, Nueva York, a fines del primer decenio del nuevo milenio, debutó con un EP titulado “Pull Factors” en el año 2011, para luego ir publicando con segura regularidad una serie de cuatro discos de larga duración, siendo el primero de ellos “Homunculus” (2013) y el último, “Sir Nebula” (2016). El disco que reseñamos ahora es su segundo EP, el mismo que nos ha parecido muy interesante, mereciendo desde este primer párrafo un elogio sincero y directo. Tal como hemos indicado un poco más atrás, la principal cualidad de este ensamble jazz-rockero está en su refrescante eclecticismo: veamos ahora cómo se ha traducido este enfoque teórico al armazón de sonidos concretos enmarcados en el repertorio de “Shapeshifter I: Construct”.


Durando poco menos de 4 minutos, ‘Square 2’ abre el disco con un magnífico despliegue de polenta bajo un muy poderosamente llamativo manto de sofisticación estructural: la ilación de diversos motivos y el empleo de compases inusuales en varios pasajes de su tremendamente vivaz groove convierten a esta pieza en la perfecta encrucijada entre NIACIN y CAB. Sigue a continuación ‘Premises’, una de las piezas más decididamente alegres del repertorio debido a los matices de tenor reggae que empapan parcialmente al relativamente sencillo esquema rítmico. También hay momentos donde se nota que la ley del exquisito vigor jazz-rockero es la pauta que impone el desarrollo de la musicalidad vigente, especialmente en los referente a los riffs de guitarra y la musculatura de la labor del baterista. A mitad del camino, las cosas se calman un poco para que el piano dirija unos nuevos cimientos para que la guitarra elabore uno de sus solos más notables del disco. La cosa reggae regresa para la instancia final. ‘For Laughing Out Loud’ encarna una suerte de síntesis de los aspectos más esenciales de los dos primeros temas pues tiene un groove llevadero y también aprovecha su espacio de 5 ½ minutos para establecer un serio enfoque jazz-progresivo en los delineamientos y la ilación de los diversos motifs. Dicho sea de paso, tenemos aquí el solo más alucinante de sintetizador. Cuando llega el turno de ‘Stranger Danger’, el cuarteto se dispone a explorar lugares más cálidos dentro del imperio de la prestancia jazz-progresiva que la tercera pieza caba de validar con bombos y platillos. Esta vez utilizando alternadamente compases de 6/8 y 11/8, el grupo crea una perfecta cruza entre CAB, SNARKY PUPPY y los WEATHER REPORT de inicios de los 80s. Tal vez tenemos en estos dos temas a las máximas expresiones de creatividad de este repertorio. 



Los últimos 7 ¾ minutos del EP están ocupados por ‘Malware’. Si ‘For Laughing Out Loud’ contenía al solo de sintetizador más arrollador del disco, aquí están los más mágicos lucimientos de dicho instrumento; de paso, también tenemos otro solo particularmente brillante de guitarra. Hay al inicio algunos matices psicodélicos en ciertas bases armónicas de la guitarra donde se apunta hacia un encuentro entre lo Crimsoniano y el math-rock, aunque se trata de algo muy domesticado pues el swing es lento con el fin de enfatizar las vibraciones melódicas de turno que están a cargo entre el dueto de guitarra y teclado. Ya a partir del segundo minuto, el asunto vira hacia el terreno del jazz-rock con comedidos matices space-rockeros: el asunto comienza con talante bastante muscular pero no pasa mucho tiempo antes de tornarse sobrio, aunque, claro está, sin perder un ápice de vigor. El motif inicial regresa para el epílogo con un punche razonablemente aumentado, culminando todo con una coda robótica que se sitúa entre lo inquietante y lo travieso. Muy adecuada la elegancia meticulosa que se diseñó para la ingeniería ecléctica de esta pieza a la que se le otorgó el rol de culminar el repertorio. El repertorio de “Shapeshifter I: Construct” es breve pero muy impresionante: nos ha dejado muy gratamente satisfechos en éste, nuestro momento de tardío descubrimiento de TAUK. Todo este despliegue de vitalidad sonora hace que nos pique la curiosidad por explorar en todo lo que ha hecho este ensamble a lo largo de su aún vigente historia, así como también nos hace desear que no pase mucho tiempo antes de que nos brinde nuevos trabajos fonográficos. De hecho… ¡ya está saliendo del horno la secuela de este disco, el cual se titulará “Shapeshifter II: Outbreak”!


Muestras de “Shapeshifter I: Construct”.-