Saturday, August 04, 2018

Una nueva festividad japonesa en clave Zeuhl con KOENJI HYAKKEI


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

En esta ocasión estamos de fiesta por causa del nuevo disco del ensamble japonés KOENJI HYAKKEI, el cual se titula. “Dhorimviskha” y acaba de ser publicado en este 11 de julio último. Es una grandísima alegría la que sentimos por el regreso de este grupo a los estudios de grabación  yla publicación de su nuevo material 13 años tras la aparición del disco antecesor 
“Angherr Shisspa”. Este intenso, fenomenal y travieso grupo recoge ostentosa y orgullosamente el legado de la música progresiva Zeuhl desde antes de que la década de los 90s alcanzara su ecuador, cuando fue fundado por el genial y trabajólico baterista-percusionista-cantante Yoshida Tatsuya. El ahora sexteto se completa con las presencias de Sakamoto Kengo [bajo y voz], Komori Keiko [saxofones y clarinete], Yabuki Taku [teclados], Koganemaru Kei [guitarra y voz] y Ah [voz principal]. El najista y la vientista son los mismos del “Angherr Shisspa”. Hasta ahora, el grupo había operado principalmente como quinteto tras iniciar sus días como cuarteto: se nota que ahora el grupo aspira a concretar una dimensionalidad más estilizada y más fastuosa para su, de por sí, bastante rimbobante propuesta musical. Este disco tiene una edición en CD y otra en doble vinilo por vía del sello Magaibutsu, el cual pertenece al maestro Yoshida. 



Veamos ahora los detalles de “Dhorimviskha”. ‘Vreztemtraiv’ ocupa los primeros 10 ¼ minutos del disco y empieza de entrada exhibiendo un fabulosamente intenso encuadre rítmico potenciado por un exquisito solo de guitarra. Un poco más adelante, serán los sintetizadores los que ocupen el rol protagónico en el desarrollo temático antes de que llegue el momento de los lucimientos coetáneos del canto femenino y del saxofón. La cuestión suena como un festivo híbrido entre la faceta más celebratoria de unos MAGMA y la vitalidad llamativa de los ESKATON en sus dos primeros discos. Lo jazzero es lo prioritario en la elaboración de los diversos esquemas rítmicos que Yoshida desarrolla a lo largo del camino salvo en un pasaje de tenor relativamente tétrico que emerge poco antes de llegar a la barrera del quinto minuto y medio: allí el asunto vira drásticamente hacia un parentesco con los estándares de PRESENT y SHUB-NIGGURATH (el primer álbum). Cuando las cosas retornan a lo extrovertido, regresa la aureola festiva aunque con añadido toque de neurosis que se puede interpretar como resultado del impacto producido por el interludio tétrico. En este momento final de la pieza nos topamos con un excelso solo de órgano antes de que el reprise las corales más alegres sustente la coda. La siguiente pieza se titula ‘Levhorm’, la cual nos sorprende con su manera de fusionar estándares de hard rock con elementos jazz-progresivos en su primera parte, algo así como una encrucijada entre COLOSSEUM y la faceta más cañera de FRANK ZAPPA & THE MOTHERS OF INVENTION. Lo que suena aquí es complejo pero resulta con una apariencia más asequible que lo que usualmente se nos brinda desde el cosmos musical de la banda. La segunda sección se torna más ágil y vibrante en un retorno al modelo Zheul, aunque con un realce de la robustez en los grooves creados para la ocasión. La meticulosa arquitectura melódica armada en la triangulación de teclado, bajo y saxofón asienta un desafío dialéctico frente a la fiereza de la batería. Si ‘Vreztemtraiv’ había instaurado el valiente cénit de entrada para el álbum, el rol de ‘Levhorm’ es el de establecer una pauta de punche rockero para perturbar vivarachamente el diseño general del álbum.



‘Zjinhaiq’ cumple con la misión de instaurar una ingeniería melódica majestuosa tras un preludio frontalmente delineado sobre un compás marcial. El dinamismo de los arreglos vocales de esta pieza comienza en clave cálida pero más adelante da un viraje hacia lo denso, a veces coqueteando con lo tétrico: es en esta última instancia que el grupo saca lustre a la faceta grandilocuente de su esencia magníficamente tensa. En algún momento emerge un aura misteriosa de la mano de un solo de bajo y los ornamentos cósmicos de guitarra mientras el piano y la batería azuzan el señorial fuego con el que se gesta y desarrolla el variopinto esquema rítmico. Otro cénit del disco. ‘Phlessttighas’ nos muestra a la banda recogiendo y combinando las herencias de la pieza precedente y de la que abrió el álbum. Durando menos de 6 ½ minutos, esa fórmula que combina elegante energía neurótica con desafiantes arquitecturas de síncopas es manejada con una prestancia que, sin ser precisamente austera, porta cierto sentido de la mesura. Cuando llega el turno de ‘Djebelaki Zomn’, la banda se centra minuciosamente en retomar los recursos de vitalidad y vivacidad que más se han resaltado en los dos primeros temas del álbum para otorgarle un nervio más filudo y una intensidad más aguerrida. Un hermoso interludio jazzero (muy al estilo de los RETURN TO FOREVER) surge a mitad de camino para realzar la faceta lírica de esta pieza y, de paso, construir el puente hacia una sección particularmente serena de la misma. En esta última se luce a placer el dueto de clarinete y canto femenino. Tercer cénit de este repertorio y, de hecho, se trata de un culmen muy especial porque abre una ventana a aires nuevos y es por eso que de inmediato emerge ‘Palbeth Tissilag’, pieza que consta de dos partes bien diferenciadas entre sí. La primera mitad se focaliza en el lenguaje del jazz-fusion en clave serena y contemplativa, valiéndose de un cálido y envolvente motif de inspiración mediterránea. La segunda mitad nos muestra a una banda centrada en desarrollar un fiero ejercicio jazz-progresivo empoderado por sendos solos de guitarra  y de órgano mientras los vericuetos de la batería y la energía derrochada en las partes cantadas se encargan de encauzar el señorial troquelado del foco melódico. En líneas generales, tenemos aquí lo más cálido del disco.

  

La pieza homónima del disco es la más larga del mismo y también la que se hace cargo de cerrarlo a lo grande: ocupa un espacio de 11 ¾ minutos y sus explosivas vibraciones hipersónicas se articulan en una amalgama exhaustivamente penetrante. Todo comienza con una furia dadaísta que ya se nos hace habitual, pero un poco más adelante, tras un interludio cuasicircense, se produce un genial viraje hacia atmósferas jazz-progresivas que se sitúan a medio camino entre la dimensión humorística del Canterbury y los HENRY COW de los dos primeros discos. Ya en el transcurso de los dos últimos minutos y medio, se produce un engarce entre la tensión Zeuhl y el dinamismo jazz-progresivo, añadiéndose algunos aspectos de caos controlado a lo ZAPPA, culminando todo en una coda explosiva. Con este tema homónimo se ha provisto de un broche de oro contundente e irrebatible para “Dhorimviskha”, un disco realmente fenomenal que sirve para volver a escribir con letras de oro forjado en la fábrica del Olimpo cada letra del nombre de este grupo; los KOENJI HYAKKEI siguen siendo, y según parece, serán por siempre unos maestros absolutos de la avanzada progresiva radical del nuevo milenio.


Muestras de “Dhorimviskha”.-

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