Tuesday, August 07, 2018

AESTHESYS: el ambicioso cromatismo de la nueva hornada del rock progresivo ruso



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Desde la capital rusa de Moscú llega el cuarteto instrumental AESTHESYS, el mismo que está conformado por Sasha Coudray [bajo], Victor Krabovich [guitarra y teclados], Eldar
Ferzaliev [guitarra] y Nik Koniwzski [violín y teclados]. Su disco “Achromata” fue publicado a inicios de abril último por el sello alemán Narshardaa Records tanto en CD como en doble LP. El cuarteto antes mencionado contó con las colaboraciones del baterista Maximilian Maxotsky y el teclista Jamie Ward (principalmente, al mellotrón y los sintetizadores) para llenar los respectivos bloques sonoros diseñados y creados para las ocho piezas que completan el disco en cuestión. De paso, Ward también fungió de ingeniero de sonido para este disco en el Just Studio de Moscú. El estilo progresivo de AESTHESYS es ostentosamente ecléctico al combinar estándares y estrategias de sinfonismo, post-rock, math-rock y electrónica que oscila entre el ambient y el space-rock. El disco que tenemos ahora en nuestras manos es el segundo de su trayectoria, siendo el primero “Camera Obscura”, el cual data del año 2013. Ya en ese tiempo, el grupo llamó la atención en varias redes especializadas en rock progresivo y experimental, pero es este segundo disco “Achromata el que ya está consagrando al grupo como un referente nuevo importante para la vanguardia progresiva de hoy en día. Vale la pena contar que este grupo inició sus días, a inicios del nuevo milenio, como un proyecto solista de Koniwzski, pero pronto las cosas derivaron hacia una proyección de creatividad grupal para el año 2011, primero como cuarteto y luego como quinteto. Veamos ahora los detalles específicos de “Achromata”.



Los primeros 5 ¼ minutos de “Achromata” están ocupados por ‘Grauer Wald’, pieza que tiene un pie el área de los TANGERINE DREAM del “Tangram” y otro en el terreno de los GRAILS de los dos últimos álbumes. En este sentido, estamos hablando de una ingeniería sonora que ostenta vibraciones etéreas mientras las enriquece con una elegante fuerza de carácter gestada con el fuego post-rockero y el éter prog-sinfónico, añadiéndose algunos coqueteos indirectos con el vitalismo señorial de los últimos discos de los PORCUPINE TREE. Luego sigue ‘Filis Aureis’, pieza tremendamente vitalista que nos suena claramente a un tributo simultáneo a los estándares históricos del space-rock y del math-rock (con cierta prioridad del primero de estos dos aspectos) que sabe dar vueltas al encanto bien delineado de su motif sencillo de base mientras elabora un inteligente crescendo en torno al mismo. Con la dupla de ‘Marea’ y ‘Himmelbarn’ (siendo este último el tema más extenso del disco con sus poco más de 7 minutos de duración), el grupo sigue explorando matices y tonalidades a fin de seguir enriqueciendo su dinámico enfoque musical. Lo que se desarrolla en ‘Marea’ es un recursos de luminosa magnificencia melódica desde la cual se sintetiza el sortilegio etéreo del primer tema del álbum con el vigor envolvente del segundo, gestándose así el primer momento totalmente climático del repertorio. Lo que comenzó con un talante jubiloso terminó con una explosión de emociones celebratorias. Por su parte, ‘Himmelbarn’ – el tema más largo del álbum con sus casi 7 ¼ minutos de duración – se encarga de elaborar una arquitectura bipolar donde conviven pasajes lánguidos de corte reflexivo (al modo de una remodelación del paradigma Floydiano a manos de una asociación de OCEANIC y RED SPAROWES) con otros bastante poderosos en los que el punche rockero estalla frenéticamente… Claro está, ese frenesí se ajusta oportunamente a las exigencias expresivas concretas de la pieza. Un cénit inmediatamente después de otro cénit.  
  


Cuando llega el turno de ‘Melanocardia’, el ensamble se dispone a realizar un típico jam post-rockero con una adecuada dosis vitamínica rockera rayana con el stoner. El tempo constante es en 11/8 y la estrategia sonora se encauza mayormente en un centramiento de parte del bloque integral en torno a las robustas y recias capas armadas por las guitarras duales. Los momentos en los que el violín sale al frente sirven para dar tintes refrescantes al muy ostentosamente muscular cuerpo central. Acto seguido, ‘Sapatha’ se hace cargo de aligerar un poco las cosas por vía de una inspirada confluencia de jazz-rock, sinfonismo y post-rock para el diseño y la estructuración de un desarrollo melódico que oscila entre lo atmosférico y lo fusionesco. Esos momentos en los que los guitarreos aumentan su filo están lo suficientemente controlados como para mantener incólume la esencia del groove y la atmósfera predominante. El sereno epílogo armado por las dos guitarras redondea la fanea coherentemente. Una pieza muy bella, por cierto, tras cuyo cierre nos vamos situando más cerca del final del disco: es ahora cuando emerge ‘Apogeion’, otra pieza signada por la pura belleza y que está diseñada para establecer una especie de recuento sintético entre ‘Sapatha’, ‘Grauer Wald’ y los aspectos más señoriales de ‘Himmelbarn’. Dada esta logística sonora en curso, el grupo decide operar con una ambientación que permita confeccionar un bien afiatado equilibrio entre el violín y las dos guitarras a la hora de expandir las pulsaciones melódicas en curso. Siendo la segunda pieza más larga del disco con sus poco más de 6 ¼ minutos de duración, su exquisita majestuosidad lograr completar el culmen expresionista y cálido que se había iniciado con la pieza precedente. El último tema del repertorio es ‘Eosfyllon’, un elegante prodigio de fineza melódica donde el violín vuelve a coger la batuta del desarrollo temático: melancolía y serenidad son las claves inspiradoras para el motif que el ensamble desarrolla por 5 ¾ minutos.


  


Todo esto fue lo que la gente de AESTHESYS nos brindó en esta oferta de  “Achromata”, un disco superlativo dentro de los siempre inquietos cánones del rock progresivo ecléctico de nuestros días: su ambicioso y enérgico cromatismo lo hace un disco perfectamente recomendable.



Muestras de “Achromata”.-

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