Sunday, April 28, 2019

AIN SOPH y los colores de la resurrección progresiva



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Tiempo de resurrección para AIN SOPH, una de las bandas más memorables de la escena progresiva japonesa desde fines de los 70s con su manera tan cálida y entrañable de retomar las influencias del Canterbury, el sinfonismo y el jazz-fusion con su propio enfoque particular. La alineación de Yozox Yamamoto [guitarras], Kikuo Fujikawa [teclados], Masahiro Torigaki [bajo] y Taiqui Tomiie [batería, percusión y voz], la definitoria de AIN SOPH, vuelve a hacer presente su señorío en el mercado musical con su nuevo álbum, el cual fue publicado durante la última semana del pasado año 2018 por el sello Nexus Nova, bajo el título de “Seven Colours”. Este grupo fue en su momento uno de los más admirados por los ávidos prog-melómanos del mundo entero por causa de las grandes dosis de belleza y musicalidad que emenaban de sus dos primeros discos de estudio “A Story Of Mysterious Forest” (1980) y “Hat And Field” (1986), siendo así que para la grabación del primero de estos discos, el teclista era Masey Hattori en reemplazo del histórico Fujikawa. La gente de AIN SOPH obtuvo mucho prestigio con estas obras, las cuales luego fueron sucedidas por “Marine Menagerie” (1991) y “5 Or 9 – Five Evolved From Nine” (1992), este último más específicamente centrado en el estándar jazz-rockero que era tan común entre fines de los 80s e inicios del nuevo milenio. La discografía de AIN SOPH se amplió con publicaciones de varios bootlegs en vivo pero es recién con el arribo de “Seven Colours” que llegamos a tener auténticas nuevas noticias desde sus cuarteles de creación musical. Adelantamos que se trata de un estupendo trabajo que muestra ingenio melódico y frescura, aunque sin igualar del todo la grandeza paradigmática de sus primeros álbumes: como sea, es muy agradable advertir que este colectivo formado a inicios de los 70s con el nombre de TECHNI-SOZO con tres de sus cuatro integrantes históricos ha vuelto a ser una realidad presente en el universo progresivo. Bueno, veamos ahora los detalles de este repertorio.



Ocupando los primeros 9 ½ minutos del álbum. ‘Felix’s Strange Bag – The Sower Of Ther Systems’ pone sobre el tapete esa dinámica híbrida de frescura estilizada y cristalina claridad melódica que el grupo siempre subo exhibir en los momentos más paradigmáticos de su trayectoria. Ostentando un colorido vivaz al modo de un Canterbury (HATFIELD AND THE NORTH, GILGAMESH, CARAVAN) hibridizado con sinfonismo medianamente fastuoso (a lo CAMEL), añadiéndose refinados recursos jazz-rockeros al asunto. El desarrollo temático transita con toda naturalidad a lo largo de todos los motivos que van resurgiendo hasta que poco antes de llegar a la frontera del sexto minuto, todo deriva hacia una dimensión más reposada a partir de un renacentista interludio de guitarra acústica. Así las cosas, la ambientación se pone a tono con el modelo de FOCUS mientras preserva esa calidez alevosamente ingenua que se siente tan típica de muchas provincias musicales del Canterbury. ‘Moral Hazard’, la segunda pieza del álbum, explora un ahondamiento en la prestancia lírica esencial del grupo, siendo así que el sintetizador que emula la flauta ocupa un rol totalmente protagónico en la guía y la elaboración del cuerpo melódico. El compás en 6/8 es manejado con una oportuna expansión de grooves sofisticados, pero siempre poniendo al virtuosismo de los integrantes de la dupla rítmica al servicio del realce de la magia musical en curso. Para una segunda instancia, cuando se cambia de motivo y de compás (4/4), la guitarra y los teclados alternan los pasajes de elegante lucimiento mientras la calidez predominante adquiere un matiz un poco más sobrio. La presencia invitada de Tomiie Taiki al canto sirve para reforzar la fineza extrema de algunos fraseos de la guitarra. De forma inesperada, todo se detiene para una breve coda de órgano de estilo barroco: nos toma de sorpresa pero tiene sentido como recursos humorístico (que no burlón). La miniatura ‘Seven Up (Intro)’ y el cuerpo central ‘Seven Up (Main)’ completan casi un total de 9 ¼ minutos. La miniatura consiste en un acomodamiento paulatino de la guitarra para armar un pasaje relajante, algo que va a contrapelo del grisáceo cuerpo central en torno al cual gira el tema principal. Operando sobre un semi-lento compás de 7 /8, el esquema de sonoro se basa en un intermedio entre los CAMEL de los dos primeros álbumes y el estándar del jazz-rock de los 90s (a lo NIACIN): hay, sin duda, un mayor nervio roquero en el bloque sonoro, especialmente en lo que concierne a la guitarra. Dicho sea de paso, ésta tiene aquí uno de sus pasajes más lucidos. 

Otra vez nos topamos con una coda sorprendente: el epílogo titulado a secas ‘Seven Up’ cierra el esquema desarrollado en ‘Seven Up (Main)’ con un solitario piano cuyas vibraciones románticas establecen una pauta de atmósferas crepusculares; a su vez, ello marca el camino para los pasajes iniciales de piano eléctrico con los que comienza ‘Cat & Queen’. Este tema vuelve a los ambientes cálidos y un tanto ingenuos (desde el punto de vista de una alegría sobria y despreocupada) que signaron a la primera mitad del tema #1 y a la mayor parte del tema #2. Incluso se hacen sentir algunos aires rocanroleros en unas secciones del primer solo de órgano mientras el motif vigente va reforzando su perpetuo gancho. A mitad de camino, el piano traza unos retazos expresionistas desde los que se quiere enlazar la espiritualidad cordial de la primera sección y las vibraciones melancólicas y contemplativas que se avecinan para la segunda mitad. Afianzada ésta, la guitarra sale al frente para focalizar la nueva atmósfera en una musculatura mesurada que, a la vez, explote cabalmente las alusiones melódicas brotadas desde el trasfondo de teclados y se haga eco de la necesidad de expresar una pasión misteriosa. ‘Cat & Queen’ y ‘The Swan Lake, Pt. 2’ son los dos ítems más extensos del álbum – ambos se prolongan por más de 10 ½ minutos – y es con su ilación que se completa el repertorio de “Seven Colours”. Ambas piezas también tienen en común su enfático interés en ahondar en las influencias recibidas de los tres primeros discos de CARAVAN y los dos primeros de CAMEL. El título del último de estos temas nos remite a la pieza que abría el segundo álbum de la banda “Hat And Field” (del año 1986), y ya se hace notar su parentesco temático tanto en algunas secciones de su motif central (finamente desarrollado por la dupla de guitarra y teclado) como en el asentamiento de su swing principal en 6/8. En todo caso, hay aquí un enfoque distinto que se centra principalmente en el tipo de protagonismo que asume el órgano a la hora de colorear el enfoque temático. También hay que mencionar el modo en que la línea de trabajo se siente más melancólica que en esa otra pieza de 1986; al igual que con el tema precedente, se inserta un interludio lento y sereno, aunque aquí cabe acotar que tras finalizar dicho interludio, la guitarra pasa a primer plano para guiar una remodelación más enérgica del motif inicial.

“Seven Colours” es un estupendo testimonio de cómo la voz de AIN SOPH puede volver a sonar tan fuerte como en sus viejos tiempos dentro de la provincia jazz-progresiva. No nos ha decepcionado para nada este regreso de los Sres. Yamamoto, Fujikawa, Torigaki y Tomiie al fuero de la música más ambiciosa y exquisita dentro del variopinto escenario progresivo de ayer y hoy. Esta resurrección está trazada por hermosos colores hechos sonido. 

Wednesday, April 24, 2019

Abriendo los desvanes de tesoros y archivos de los RASCAL REPORTERS





HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Tenemos ahora la muy pero que muy especial ocasión de hablar del desaparecido dúo avant-progresivo estadounidense RASCAL REPORTERS por motivo de la reciente publicación de un colección de grabaciones “nuevas”, o más bien, antiguas cuya difusión y producción definitivas quedaron pendientes tras el fallecimiento de Steve Gore (en marzo del 2009): el título de esta colección es “Redux, Vol. 1”, la cual salió al mercado en el pasado 8 de abril. El integrante sobreviviente Steve Kretzmer se hizo cargo de recopilar, organizar y producir una serie de composiciones que, a lo largo de los años de actividad de los RASCAL REPORTERS, fueron relegadas de posibles inclusiones en sus álbumes porque eran consideradas como demasiado complejas como para ser adecuadamente producidas y mezcladas según la logística (muy artesanal) que el grupo tenía a su disposición. Eso es decir mucho pues este grupo se caracterizó siempre por aventurarse a caminar terrenos muy sofisticados y abstrusos dentro de su propia manera de reciclar las viejas herencias del rock-in-opposition. Algunas composiciones contenidas en “Redux, Vol. 1” son de coautoría del propio Kretzmer y del multiinstrumentista James Strain, mientras que la penúltima es del difunto Gore junto a Strain, y tres piezas son exclusivamente escritas por Kretzmer. Kretzmer aparece tocando piano, teclados, batería y percusiones, mientras que Strain se desdobla en la batería, las percusiones, el bajo y la guitarra. ‘Egos Explode’, ese penúltimo tema al cual nos referíamos antes, fue registrado por Gore a los teclados, la batería y las percusiones, mientras que Strain aportaba las partes de guitarra y de bajo. Gore y Kretzmer fueron amigos desde sus últimos años de formación escolar a mediados de los 70s, llegando a formar el dúo RASCAL REPORTERS, el cual debutó en el año 1980 con dos casetes sucesivas de producción artesanal (“Freaks Obscure” y “We’re God”). Siempre con la mente puesta en crear música experimental, surrealista y rica en recursos sonoros, el estilo del grupo centró su evolución en una confluencia de RIO, dinamismos Zappianos, Canterbury, GENTLE GIANT, distorsiones a lo THE RESIDENTS, avant-jazz, electrónica y musique concrète. Las muestras más habitualmente celebradas de esta línea de trabajo son “Happy Accidents” (1988), “Purple Entrapment” (1995) y “The Foul-Tempered Clavier” (2001). “Redux, Vol. 1” es una nueva ventana abierta a la prolífica obra de este grupo cuya última publicación de material inédito data del año 2013 (dos volúmenes del recopilatorio “Bonus Tracks”, asequibles por descarga digital). Veamos ahora los detalles del repertorio contenido aquí, el cual dura poco más de media hora en total. 

La miniatura ‘Improv Cost Me My Job’ consiste en un despliegue de cálida extroversión cuya imponente extravagancia se sostiene tanto en los intrincados juegos de disonancias gestados por los abundantes teclados como en el intrincado esquema rítmico. Hay que ver cuántas cosas pasan en menos de un minuto, pero, claro está, la misión de esta miniatura es la de abrir puertas y ventanas a la irrupción de la magna composición de casi 14 minutos ‘Hubert Greenery Peck’, pieza diseñada para erigirse en cénit decisivo y definitorio del álbum. La algarabía tortuosa y el dinamismo continuamente deconstruido y reconstruido conforman las coordenadas bajo las cuales se desarrollan, asientan y remodelan los motivos y atmósferas. Todo esto que suena aquí se vincula perfectamente con los paradigmas de FRANK ZAPPA (70-74), THE RESIDENTS, HATFIELD AND THE NORTH, HENRY COW y AKSAK MABOUL. Es un collage de líneas melódicas y grooves que saben cómo hallar mecanismos de mutua integración a través de su inevitable disparidad, siendo así que la ingeniería rítmica añade más complejidad al asunto. Alrededor de la frontera del sexto minuto y medio, las cosas se calman un poco para que se arme un breve interludio de tenor sigiloso, un momento de mesura muy necesario para que emerja un nuevo motif centrado en una intensa combinación de jazz-rock y rock-in-opposition al estilo del primer álbum de los legendarios HENRY COW. Se trata de un pasaje muy corto pero su musculatura causa suficiente impacto como para asentar un referente de contraste frente al tercer cuerpo central, el cual apela a un sobrio ejercicio jazz-progresivo. A poco de pasada la frontera del décimo minuto, la instrumentación regresa a los senderos del rock-in-opposition aguerrido, incluso reclamando una dosis mayor de vigor expresivo. Se notan algunos coqueteos con el modelo de UNIVERS ZÉRO, no tanto en el esquema sonoro per se como en el empleo generoso de tensiones. El epílogo está guiado por el piano, el cual elabora un motif impresionista que transmite una extraña aureola de gracilidad en medio de los rezagos de tensión que aún permenecen; el toque final se impone con un ágil colorido jazzero. ‘One Of Our Dogs Is Missing’ es una pieza muy atractiva por su carácter saltarín así como por el encanto inherente a todas las orquestaciones, contrapuntos y solos de los múñltiples teclados que inundand espacios por doquier. También es cierto que en algunos parajes de su esquema rítmico se advierten ecos de los momentos más tensos de la monumental pieza precedente. La sección final ostenta un talante evocador que se refuerza en los momentos finales con la intervención de la batería.

Cuando llega el turno de ‘My Three Sounds’, el ensamble va más allá del retrato de parquedad expuesto en el título. Tras un inicio sereno que nos remite al legado de unos GILGAMESH irrumpe un cuerpo centra lcuyo estilizado frenesí de múltiples cromatismos impone su fuerza de carácter por vía de una soltura tremendamente plástica. Recovecos inauditos (aunque esenciales dentro del cosmos estético de los RASCAL REPORTERS) son explorados a través de las polivalencias tímbricas y complejos armazones rítmicos que se van desarrollando con un enfoque laberíntico. El epílogo comienza con un ejercicio de atmósferas serenas al piano y se culmina con una algarabía de samba, la misma que está oportunamente adornada con toques fusionescos. Los últimos 10 minutos del disco están ocupados por la sucesión de ‘Egos Explode’ y ‘Her Kind’. En el caso de ‘Egos Explode’, todo empieza con excursiones cósmicas de sintetizadores cuyas capas minimalistas reflejan una entrañable luminosidad. Una vez que entra a tallar la dupla rítmica, todo se reacomoda para explayarse en un muy ágil ejercicio de dinamismos progresivos que nos remiten a una efectiva mezcla de space-rock, sinfonismo y jazz-prog: algo así como si hubiesen convocado a un ensamble de músicos de GREENSLADE, YES y TANGERINE DREAM para hacer una reforma general de una idea musical procedente de los cuarteles de JAN HAMMER durante la época inmediatamente posterior a s salida de la MAHAVISHNU ORCHESTRA. Por su parte, ‘Her Kind’ opera como la pieza más asequible del disco, e incluso tiene partes cantadas bien definidas. Es lo más cercano al pop que se puede esperar de las mentes que conformaron el colectivo de RASCAL REPORTERS, pero en realidad no se trata de una canción pop a ultranza: es más bien algo así como una canción perdida de alguno de los cuatro primeros de CARAVAN que ha sido remodelada por un colectivo de GREENSLADE y YES. Sí, en efecto, el factor sinfónico persiste en esta canción cuya misión principal es la de cerrar este repertorio con fulgor estival y vibraciones primaverales.

Tenemos buenas noticias con el anuncio de la ya vigente preparación de un segundo volumen de temas archivados en los baúles de recuerdos y desvanes escondidos de los RASCAL REPORTERS. El Steve sobreviviente tiene en sus manos una buena cantidad de composiciones completadas que aguardan sus propios procesos de producción debidamente planificados, pero antes habrá de aparecer de larga duración de los RASCAL REPORTERSS que se habrá a ser titulado "The Strange Case Of Steve". La verdad que esta es algo más que una labor de arqueología, es una estrategia sólida de supervivencia que cosecha una vida perpetua. Dedicamos esta reseña a la memoria de Steve Gore (1958-2009) y agradecemos a Steve Kretzmer todo lo que está y seguirá haciendo para mantener vigente el legado de este ensamble fundamental para la vanguardia progresiva estadunidense de las cuatro últimas décadas.


Muestras de “Redux, Vol. 1”.-

AUTOMATISM: travesías varias a través de un lago psicodélico



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy centramos nuestra atención en el disco debut del estupendo grupo sueco AUTOMATISM, el mismo que cultiva un estupendo híbrido de space-rock, stoner y jazz-rock dentro de una bien centrada ingeniería prog-psicodélica. Publicado poco después del ecuador de julio del pasado año 2018 en formatos de CD y vinilo por el sello Tonzonen Records, “From The Lake” tiene como principales trazos estilísticos el nervio expresivo y la preocupación por explorar meticulosamente los motivos creados para cada fenómeno sonoro. Los orígenes de AUTOMATISM se remontan al segundo tercio del año 2017, en plena temporada primaveral, en la capital sueca de Estocolmo: por iniciativa del guitarrista Hans Hjelm, quien congregó a unos amigos activos en grupos como KUNGENS MÄN y NEW ROSE con la finalidad de crear una propuesta musical robusta y vivaz bajo la modalidad psicodélica del variopinto escenario del art-rock. La alineación de AUTOMATISM que se encargó de la gestación de este nuevo disco consiste en el antes mencionado Hans Hjelm [guitarra, phin y sintetizador], Gustav Nygren [guitarra y bajo], Mikael Tuominen [bajo y guitarra] y Jonas Yrlid [batería]. El grupo también contó con invitados en las personas de Andreas Axelsson [percusión], Peter Erikson [sintetizador y caja de ritmos] y Jesper Skarin [batería y percusión]. El material de “From The Lake” fue grabado en base a improvisaciones en vivo que tuvieron lugar en el Studio Blod, las cuales recibieron un poco más tarde unas pistas de sobremezcla en el Helter Skelter Studio. Bueno, veamos ahora los detalles específicos del repertorio contenido en este disco.


Durando poco más de 12 ½ minutos, ‘Standing Wave’ abre el disco y lo hace desplegando recursos de magnificencia rockera bajo un robusto manto de ensoñación psicodélica. Los guitarreos van flotando al modo de una versión post-metalera del estándar Floydiano de la fase 68-71 mezclada con los estándares prog-psicodélico de unos MY SLEEPING KARMA y unos CAUSA SUI; mientras tanto, la batería realiza una sutil labor de complejidad para el swing sobre el que se sostiene el tempo recurrente del jam central. Cuando la pieza llega a su último tercio, la atmósfera general se hace un poco más vaporosa, llevando a su vigor esencial hacia un terreno de relativo apaciguamiento general: eso sí, el aura mágica prevalece y se mantiene intacta a través de los inagotables entrecruzamientos y diálogos entre las dos guitarras. El segundo tema se titula ‘At Sea’ y su función es la de jugar con dinamismos de inspiración post-rockera desde la cual se agita y se capitaliza la atmósfera ensoñadora que ya había hecho acto de presencia vital en el tema de entrada. Esta vez, el grupo trabaja con una ambientación más introspectiva, siendo así que el sintetizador plasma un trasfondo oportuno con sus discretas capas minimalistas y la labor percusiva se centra en lo ornamental en lugar del armazón rítmico per se. La breve pieza ‘October Swim’ – dura poco más de 2 ¼ minutos – emerge del fade-out de ‘At Sea’ para centrarse en una cadencia juguetona desde la que exhibe una serie de sobrias vibraciones extrovertidas. A partir de aquí, se abren las puertas para el arribo de ‘Propeller Propulsion’, la otra pieza extensa del disco (dura poco menos de 12 ¼ minutos). Comenzando con el sonido de una capa minimalista de sintetizador y precisos golpes de bombo para marcar el tempo principal, el tema se toma su tiempo para instaurar propiamente su motif central: mientras tanto, lo retazos y ornamentos armónicos de las guitarras van reforzando gradualmente una atmósfera cósmica con añadidos matices sombríos. Una vez instalado el cuerpo central, estamos en el terreno del post-rock con ribetes krautrockeros con base motorik: el ensamble explora una línea híbrida de MOGWAI y NEU! con una soltura tal que el talante repetitivo en curso no llega nunca a aburrir. Ahora todo se hace luminoso con algunos chispazos de grisácea melancolía que se despide de ciertos fraseos de guitarra, pero como dijimos antes, lo luminoso es lo primordial en esta instancia. 


‘Floating Downstream’ vuelve de lleno a la vertiente solipsista y lánguida que ya hemos apreciado en otros momentos del repertorio precedente, esta vez con algunos vestigios de sonoridades hinduistas utilizados para el armazón del motif central. El cuarteto utiliza un pulso muy firme a la hora de asentar el cuerpo central, dejando que su inherente sencillez se impregne de la energía contenida que late a cada momento en las capas y líneas de las guitarras duales. El punto final del disco llega de la mano de ‘Ice-Floe’, tema que sobrepasa ligeramente el espacio de 4 ½ minutos y cuya misión consiste en volver de lleno al motorik pero bajo una atmósfera más grisácea y misteriosa que la que encontramos antes en el cuarto tema del disco. Hay también cercanías bien perfiladas con el paradigma del no-wave mientras la pieza despliega su distante groove. La capa de sintetizador que late siempre en el transfondo sale al frente durante el flotante epílogo para completar la predominante ambientación noctámbula que signa a esta pieza de cierre; dicha ambientación se siente bastante efectiva a través de su parco minimalismo a la hora de hacer que lo atmosférico triunfe finalmente sobre lo pulsátil. Esto es todo lo que hay de la fineza inquietante, misteriosa, y hasta a veces oscura, que los AUTOMATISM nos han brindado con su particular visión de la psicodelia progresiva y ecléctica de nuestros tiempos, una visión que juega con la sutileza y el vigor de forma simultánea. “From The Lake” es, no nos cabe duda, una travesía musical de gran categoría encapsulada en uno de los discos más potentes del rock experimental fabricado en el año 2018: ojalá tengamos más novedades fonográfica de parte de este estupendo proyecto musical sueco en el futuro próximo.


Muestras de “From The Lake”.-

Monday, April 22, 2019

FANATISM: presente y futuro de la psicodelia progresiva sueca



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy es el turno de presentar al grupo prog-psicodélico sueco FANATISM, el cual cultiva su línea de trabajo bajo un remodelamiento sanamente ecléctico donde hay espacio para la activación de trucos y rudimentos precedentes del krautrock, el space-rock, el rock pesado e incluso, en menor medida, el jazz-rock. “The Future Past” es la obra fonográfica con laque debutan los FANATISM. Fue publicada en el último día de julio del pasado año 2018, tanto en formato virtual en el blog de Bandcamp del grupo como en vinilo: el sello a cargo de esto último es el británico Drone Rock Records, en una edición limitada de 200 vinilos negros y 100 blancos con un banda negra. Este grupo conformado por Tomas Bergstrand [guitarra eléctrica, percusión y voz], Peter Erikson [sintetizadores y voz], Mikael Tuominen [bajo, contrabajo, sintetizador, guitarra acústica, percusión y voz] y Jonas Yrlid [batería y percusión] también contó con la colaboración de Gustav Nygren al saxofón tenor en tres de los temas de este disco. Mientras el proceso de posproducción de este disco seguía su curso, Nygren aceptó la oferta que le brindaron los otros cuatro para convertir al cuarteto inicial en quinteto. Dicho sea de paso, el teclista Erikson se hizo cargo del diseño de la portada del disco que estamos reseñando aquí. Veamos ahora los detalles de su repertorio.


Los primeros 7 ½ minutos del repertorio están ocupados por ‘När Man Allting Sett’, un tema cuyo inicio de solitario bajo no nos debe llevar a engaños pues se trata de un muy inspirado ejercicio de recurrencias sonoras donde los recursos psicodélicos de la guitarra y el sintetizador van acomodando sus quiebres enérgicos a medida que se va expandiendo el sencillo morif del jam. La estrategia de una monotonía que va dando vueltas en torno a sí misma está empleada con suficiente pulso como para gestar una aureola de ambientaciones sugerentes. Luego sigue la dupla de ‘Shiv-Li-Yeah’ y ‘Quantum Fuzz’, diseñada para instalar nuevos aires dentro del ideario sónico del grupo. En el caso de ‘Shiv-Li-Yeah’, tenemos un ejercicio de ceremoniosas ambientaciones rockeras sobre un groove sereno y exótico; las armonías y ocasionales solo de guitarra se proyectan hacia cromatismos arábigos, algo muy cercano al paradigma de MY SLEEPING KARMA. Por su parte, ‘Quantum Fuzz’ se apunta hacia un groove un poco más cañero, más frontalmente rocanrolero aunque manteniendo la sobriedad del swing que marcó a la pieza anterior. El canto susurrante nos remite a esos momentos poéticos de HAWKWIND y cuando entran a tallar algunos matices cósmicos, se da una buena ocasión para que el sintetizador y el saxofón aporten un vibrante colorido extra al paisaje general del jam. Cuando llega el turno de ‘Upon The Cross’, el grupo ya está listo para dejar que sus instintos rocanroleros salgan más a flote: así, el núcleo de este cuarto tema del álbum nos sitúa dentro del rock duro clásico con leves cercanías al paradigma del stoner y unas menos leves líneas de parentesco con los NEU! del primer álbum. Los ornamentos líricos del sintetizador y el muscular solo de saxofón que impone una musculatura especial antes de la última sección cantada aportan efectivos recursos de sofisticación space-rock-progresiva. Si el tercer tema indicó un punto culminante de la dimensión reflexiva de la banda, este cuarto ítem nos brindó un manifiesto decisivo de su dimensión más extrovertida.

   

Con ‘Tiden Rinner’ llegamos al ecuador del disco y, con ello, nos enfrentamos a la mitad más suntuosa del álbum que estamos reseñando. Lo que tenemos en ‘Tiden Rinner’ es un meticulosamente elegante ejercicio de sobrios retazos musicales marcados por una aureola de cósmica languidez. Al modo de un híbrido entre la faceta más serena de unos AGITATION FREE y los PINK FLOYD de la etapa del “Ummagumma”, el ensamble encuadra el jam central dentro de una ingeniería sonora que se siente majestuosa a través de su misteriosa y atrapante parquedad. Esa imagen de estar ante un evento místico se resalta eficazmente con el empleo de arreglos corales sobre las muy sencillas capas de teclado. Acto seguido, con el arribo de ‘Nackögon’, el ensamble recoge el impacto de la pieza precedente y le brinda una mayor musculatura, haciendo ahora que esta estrategia de Floydismo germánico nos acerque a la faceta introvertida de unos AMON DÜÜL II. Nos parece una pena que esta pieza no se prolongue más allá de los poco menos de 4 ½ minutos que el grupo tuvo a bien asignarle, teniendo en cuenta que tiene un gancho más explotable, pero así son las cosas. Con el peculiar título de ‘One Of Us Can Not Be Me’, el penúltimo tema del disco nos devuelve a las dimensiones más filudas del ideario musical de FANATISM, muy a tono con un encuentro entre los NEU! de los dos primeros discos y los HAWKWIND de la fase 71-73. El tema homónimo cierra el repertorio ocupando casi 7 minutos de espacio, instaurando un cénit decisivo del disco como lo son también ‘Tiden Rinner’ y ‘Quantum Fuzz’. En el caso de ‘The Future Past’, tenemos un viraje que nos toma de sorpresa, un viraje hacia un estándar de majestuosidad de viada electrónica para armar un jam space-rockero muy fiel al modelo de los primeros años de esa leyenda viviente grupal que es OZRIC TENTACLES. El lirismo radiante de los sugerentes fraseos de la guitarra llena los espacios aludidos por el armazón de secuencias armónicas sintetizadas y la batería; también hay espacio para un hermoso solo de saxofón durante el último tercio de la pieza, un solo que permite a la guitarra reaparecer con un enfoque más constreñido en sus últimas intervenciones. Hay algo de fusionesco en varias secciones de la atmósfera global de la pieza: evidentemente, los FANATISM pretendieron darle un broche distinguido al disco. “The Future Past” es, de hecho, un disco muy distinguido en su estructura íntegra, una obra muy poderosa en su ambicioso y polivalente expresionismo prog-psicodélico. Un disco que nos ha tomado de sorpresa muy gratamente y que nos hace desear que pronto haya más obras fonográficas de parte de FANATISM.


Muestras de “The Future Past”.-            
Tiden Rinner: https://fanatism.bandcamp.com/track/tiden-rinner
The Future Past: https://fanatism.bandcamp.com/track/the-future-past

Friday, April 19, 2019

LOST CROWNS: algo nuevo sucede en la vanguardia progresiva británica


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.


En esta ocasión nos complacemos en presentar una de las novedades más estupendas dentro del variopinto mundillo progresivo: nos referimos al grupo británico LOST CROWNS, afincado en Londres, cuyo álbum de debut “Every Night Something Happens” ha sido publicado en el pasado 25 de enero. El personal de LOST CROWNS está conformado por Nicola Baigent [clarinete, clarinete bajo y flauta dulce], Charlie Cawood [bajo], Sharron Fortnam [voz], Keepsie [batería y campanas de mano], Richard Larcombe [voz, guitarra y campanas de mano], Rhodri Marsden [piano, armonio, piano eléctrico, clavicordio, fagot, sierra y voz] y Josh Perl [sintetizador, campanas de mano y voz]. Larcombe es el autor de todas las canciones de este disco, además de ser el productor: él tiene una permanencia estable en el grupo psicodélico STARS IN BATTLEDRESS. Sus compañeros en este muy nutrido ensamble también proceden de otros grupos bien instalados como son KNIFEWORLD, NORTH SEA RADIO ORCHESTRA, SCRITTI POLITTI, PRESCOTT, etc. El esquema de trabajo de LOST CROWNS se enfoca en una amalgama de Canterbury, rock-in-opposition, psicodelia proto-progresiva de fines de los 60s y estándares bien definidos del prog sinfónico: o sea, tenemos aquí un frontal manifiesto retro-progresivo que, nos permitimos adelantar, se concreta en un disco que exhibe atmósferas efectivas y enfoques melódicos muy atractivos a diestra y siniestra. Una sorpresa genial para los amantes de las diversas vertientes progresivas de primera escuela. Este grupo guarda (y a lo mejor no lo sabe) aires de familia con grupos de otras latitudes como NEEDLEPOINT, AGUSA, ASTRA, GARGAMEL y THE WINSTONS. Veamos ahora los detalles concentrados en el repertorio de “Every Night Something Happens”, ¿vale? 


Durando casi 10 minutos, ‘Housemaid’s Knees’ da inicio al disco de una forma tremenda y gloriosa. Tras un ceremonioso y engañosamente tétrico preludio de armonio y maderas que en su tramo final se intensifica con la irrupción del mellotrón, el cuerpo central entra con una convincente y rotunda exhibición de juguetona extroversión tanto en el groove general como en las muy ocupadas partes cantadas. El sonido del bajo se siente particularmente robusto dentro de la mezcla mientras los teclados, dueños totales de las bases armónicas y del centramiento de los elementos orquestales de la canción, se hacen cargo del incesante llenado de espacios. En algunos breves interludios estratégicamente ubicados, las disonantes bases armónicas de sintetizador exhiben un aura inquieta cubierta bajo un manto etéreo: esto resulta particularmente efectivo en el preámbulo al último pasaje de la canción, la cual ostenta un señorío suerrealista. ¡Gran inicio de álbum! A continuación sigue el tema precisamente titulado como el nombre del grupo: ‘Lost Crowns’. Esta pieza tiene un ambiente y un swing más notoriamente sigilosos que los del tema anterior, siendo así que su desarrollo temático se apoya en los dispersos arreglos de las maderas mientras la dupla rítmica preserva un consistente sentido parsimonioso. Es como si PORTISHEAD hubiese encontrado una partitura perdida de HATFIELD AND THE NORTH y hubiese decidido incorporar elementos de los dos últimos discos de TALK TALK para darle forma final. ‘Sound As Colour’ es fascinantemente colorido, alternando momentos de gracilidad melódica con otros de sobriamente densa disonancia en los arreglos de los vientos y los teclados. El swing intrincado y el talante ceremonioso que asume el canto ayudan a la canción a asentar una exuberante magnificencia que nos recuerda a un bizarro híbrido de CARAVAN (primeros tres discos) y el primer HENRY COW con algunos leves toques añadidos de UNIVERS ZÉRO (algo insospechado de entrada pero que impone su evidencia). Lo inaudito es que el grupo evita ser tétrico a pesar de la presencia de este último referente, calcula la expansión de este recurso oscuro para que se limite a ser intrigante. El cuarto tema del álbum responde al título de ‘Midas X-Ray’ y su esquema central de trabajo consiste en devolvernos parcialmente el espíritu del tema #2 mientras le insufla la mágica y extraña sofisticación del tema #4. Hay una imponente aureola de misterio que sobrecoge y anima al desarrollo temático, el cual poco a poco se enfila hacia una densidad espectral. Muy buen tema, y de hecho, nos parece que éste y el anterior conforman un cénit musical del disco. 

Cercanamente conectado al espíritu de la pieza inmediatamente precedente y asentándose sobre un esquema rítmico aún más parsimonioso, ‘She Saved Me’ se caracteriza por instaurar una especie de espiritualidad melancólica bajo el ropaje de una niebla otoñal que no nos impide vislumbrar algo de la luz que ella pretende negarnos. Las intrincadas bases armónicas de la instrumentación y las no menos intrincadas líneas vocales de la coral participante nos hacen pensar en la distensión emocional que sucede al momento de júbilo que se nos exhibió en el primer tema del álbum: desde hace varios minutos estamos en un escenario emocional diferente. El abrupto final es, a la vez, chocante y liberador. ‘Dandy Doesn’t Know’ comienza con un introvertido motif de piano y guitarra acústica, uniéndose después unas capas de teclado y algunos ornamentos de vientos que permiten a la canción asumir una luminosidad envolvente en medio de su constante espíritu reflexivo. La serenidad aquí reinante nos recuerda un poco al ROBERT WYATT de la época 73-4, así como a KEVIN AYERS en sus momentos más conmovedoramente líricos. Los últimos 13 minutos del disco están ocupados por la dupla de ‘Let Loving Her Be Everything’ y ‘The Star Of My Heart’. ‘Let Loving Her Be Everything’ vuelve a las andadas con las exploraciones en los grooves y matices que ya fueron predominantes en los esquemas sónicos de las canciones #2 y #4; eso sí, se añade como novedad un punche rockero creciente que marca el encanto peculiar del interludio instrumental. En fin, ‘The Star Of My Heart’ explota al máximo la dimensión más densa del ideario de LOST CROWNS mientras utiliza un muy parsimonioso esquema rítmico para sustentar los excelsos desarrollos temáticos. La presencia del sintetizador añade efectos cósmicos con el fin de aportar una vitalidad oportunamente extravagante al asunto. “Every Night Something Happens” es una obra muy reveladora del tipo de vibraciones polivalentes que la creatividad de la nueva hornada de bandas progresivas es capaz de gestar desde sus mentes y almas: LOST CROWNS es un colectivo que merece toda nuestra atención. ¡¡Totalmente recomendable!!  


Muestras de “Every Night Something Happens”.-
Let Loving Her Be Everything: https://www.youtube.com/watch?v=ip75JbrJVzE

Tuesday, April 16, 2019

TOWN PORTAL o el eclecticismo rockero como estética de la violencia armónica



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy se da la ocasión de presentar lo nuevo del grupo TOWN PORTAL, que se titula “Of Violence” y fue publicado en este último 5 de abril, hace muy pocos días. Los formatos de CD y vinilo para este ítem están a cargo del sello británico Small Pond Records. El colectivo danés conformado por el guitarrista Christian Henrik Ankerstjerne, el baterista Malik Breuer Bistrup y el bajista Morten Ogstrup Nielsen nos vuelve a brindar una potente muestra de su híbrido de math-rock, post-metal, prog-metal y psicodelia progresiva cuatro años después de “The Occident”. Este trío experto en explorar los matices más sofisticados de las dimensiones más agresivas del paradigma del rock artístico le da una nueva vuelta de tuerca a su vitalismo musical, en abierta consonancia con su ampliamente testificada musculatura estilística. En los temas segundo, quinto, sexto y octavo del disco, los TOWN PORTAL contaron con las intervenciones invitadas del trompetista Tommy Peach y el saxofonista Will Gardner para ampliar la paleta sonora del momento. Todos los temas del disco fueron grabados en el Black Tornado Studio de Copenhague en el mes de mayo del pasado año 2018, siendo las pistas de los vientistas invitados registradas en el Small Pond Studio de Brighton, Inglaterra, dos meses después. Los procesos de mezcla y masterización de “Of Violence” tuvieron lugar, respectivamente, en el estudio Antisleep Audio de Oakland, California, y en el estudio Saff Mastering de Chicago, Illinois. Este disco se ha elaborado con una logística más amplia que sus predecesores: ¡ha cruzado mares y océanos durante su periodo de gestación! Bueno, veamos ahora los detalles de “Of Violence”, ¿vale?


La dupla de ‘Better Angels’ y ‘Archright’ ocupa los primeros 8 ½ minutos del disco. El primero de estos temas se sumerge en un clima de sigilosa languidez donde los minimalistas fraseos de la guitarra (naturalmente duplicados por el bajo) y las acentuaciones extremadamente parcas de los platillos de la batería nos sitúan en un lugar indefinido que no se sabe si es una calma mística o una soledad lúgubre que esconde un peligro inminente. Una vez emergentes los primeros filudos riffs de ‘Archright’, ya nos damos cuenta de que no era una cosa ni la otra, sino un de un trance introspectivo que servía de anticipo para el despliegue de fulgores optimistas y exultantes sobre el cual el segundo tema del álbum orienta su foco temático. En la ambientación predominante, que se siente celebratoria, también operan recursos de densidad y tensión que son manejados con elegancia por el grupo. Se trata, en líneas generales, de un buen híbrido de POLY-MATH, RED SPAROWES y los DON CABALLERO de los dos últimos álbumes. El grupo aviva la potencial diversidad del núcleo compositivo al elaborar recursos de sobriedad en varios pasajes a partir de la frontera del tercer minuto y medio. Cuando llega el turno de ‘Veyshnorians’, el trío se dispone a establecer un juego de contrastes más abierto en las alternancias entre los momentos aguerridos y los contenidos. Con su vigor refinado que parece como si se alimentara del fuego procedente de las estrellas más señoriales del cosmos, ‘Veyshnorians’, a pesar de ser más breve que ‘Archright’, recibe su legado de incendiario nervio y aumenta eficazmente sus dosis de sofisticación progresiva. ‘Receiving End’, una pieza no demasiado extensa, se caracteriza por establecer juguetonas vibraciones math-rockeras sobre un compás inusual, siendo así que la extroversión ostentada por su motif se matiza con el empleo de un groove denso al estilo del paradigma de unos STICK MEN. ‘Soil To Own’, que se impone como una de las piezas más fastuosas del álbum, se puede muy bien describir como una síntesis de las vibraciones centrales de las piezas #2 y #3 que se sitúa dentro de un foco un poco más tormentoso en los pasajes más ásperos. La labor del baterista, bastante resaltada en la mezcla, en la mayor parte del swing general se atiene a un enfoque bastante arquitectónico mientras que los guitarreos y los coloridos del bajo se proyectan hacia una fluida combinación de sutileza y fragor: de hecho, los pasajes más agresivos establecen aires de familia con el modelo de los RUSSIAN CIRCLES. 

   

‘Roko’s Basilisk’ se erige como la pieza más larga del álbum con sus poco más de 7 ¼ minutos de duración y, tal como se puede predecir, resulta ser un cénit decisivo dentro del repertorio del álbum. Comenzando con una sección ácida y adusta donde pareciera que el espíritu del math-rock quisiera hermanarse con los espectros del rock-in-opposition francófono de inicios de los 80s, pronto deriva la pieza hacia un segundo cuerpo donde se dinamizan agitaciones y temblores robustamente metálicos, siempre matizados por pasajes marcados por una sutileza solemne. El enfoque compositivo es menos ostentoso que el que se explayó en el fabuloso tercer tema del disco, pero aquí la magia de lo fabuloso vuelve de lleno bajo una guisa de tensión, una tensión tan explícita como inescrutable. Mientras se completa el segundo tercio de la pieza, el trío explora y puntualiza sus facetas más aguerridas. A contrapelo de todo eso, el último tercio se focaliza en un recurso de serenidad que exhibe una espiritualidad crepuscular; además, los ornamentos de trompeta durante los pasajes finales suenan muy mortuorios, algo que acentúa eficazmente las vibraciones crepusculares del final de esta pieza. Un gran tema, sin duda, un cénit crucial. La dupla de ‘Othering / Anothering’ y ‘Human Touch’ transita desde lo colorido hasta lo inquietante. En efecto, ‘Othering / Anothering’ nos ofrece un ejemplo de cómo una composición sobria y medianamente lánguide de base jazz-rockera puede transformarse cuando se le pasa por filtros post-rockeros. Por su parte, ‘Human Touch’ convierte los precedentes aires de introspección en un ejercicio de densidad melancólica no exenta de ciertos momentos de furia. A mitad de camino, la banda se pone a coquetear con el paradigma del post-metal en ciertas ocasiones estratégicas mientras mantiene la fluidez del desarrollo temático. Los últimos 6 minutos y pico del repertorio están ocupados por ‘Vanitas’, pieza que parcialmente sigue el molde del tema inmediatamente precedente. En todo caso, se nota aquí que la suntuosidad sonora está un poco más domesticada y que hay un realce especial en el cariz jazz-progresivo en lo que respecta a las cadencias y atmósferas creadas para el cuerpo central: si a eso le añadimos un poco de tensión psicodélica, entonces se hace notar la influencia del estándar Crimsoniano del nuevo milenio. El epílogo se focaliza en una languidez tenebrosa que, en un principio, puede parecer que raya con lo tétrico, pero en realidad se trata de un ingreso paulatino a un cándido remanso: eso se sitúa en medio de ruidos de aves cantando en un solitario atardecer.



Todo esto fue lo que se manifestó en el testimonio rockero de “Of Violence”, un disco que bien puede ser designado como la máxima obra de los TOWN PORTAL hasta la fecha. Muchas gracias a los Sres. Christian Henrik Ankerstjerne, Malik Breuer Bistrup y Morten Ogstrup Nielsen por habernos brindado esta estupenda obra que amenaza con situarse en puestos muy altos de las preferencias progresivas de este año 2019. 


Muestras de “Of Violence”.-
Veyshnorians: https://townportal.bandcamp.com/track/veyshnorians
Vanitas: https://townportal.bandcamp.com/track/vanitas

Saturday, April 13, 2019

KEAGGY, LEVIN y MAROTTA: algo importante que hacer antes de estirar la pata


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy tenemos el gusto de presentar al colectivo triádico de PHIL KEAGGY, TONY LEVIN y JERRY MAROTTA, un colectivo de lujo que ya tiene publicado desde el 11 de enero pasado un disco fruto de sus creatividades aunadas: “The Bucket List” es el título del disco en cuestión, una expresión que designa la lista de cosas que uno se propone hacer antes de estirar la pata. El material recogido allí fue grabado en los tres estudios personales de los músicos involucrados: Jersville Studio (Woodstock, Nueva York), Dreamland Recording Studio (Woodstock, Nueva York) y Kegworth Studio (Nashville, Tennessee). KEAGGY se hizo cargo de las guitarras, LEVIN, de los bajos, el contrabajo y el Chapman Stick, mientras que MAROTTA hizo lo propio con la batería y las percusiones. Entre los tres, suman más de 200 años de edad, y es que hablamos de tres enormes expertos y veteranos que, un buen día de hace más de 10 años, tuvieron la idea de reunirse. Todo comenzó en el año 2008 cuando estos tres maestros se encontraron en Woodstock y decidieron hacer una sesión musical de manera totalmente espontánea, lo cual al poco rato llevó a un recital en vivo con material improvisado. A lo largo de los años, cuando se daban las ocasiones de reencontrarse, los tres revisaban y refinaban el material que registraron en su momento, una y otra vez... hasta que se centraron en la idea de registrar todo lo desarrollado en un disco concreto, una cuestión pendiente e importante que había que completar antes de que uno de ellos estirara la pata, como dijimos que señala el título del disco.  




Pasemos ahora a los detalles de este disco. Durando poco más de 3 ¼ minutos, ‘Sometimes 11’ exhibe un buen punto de partida empleando un groove coqueto y sobrio con una fuerte raíz fusionesca que se alimenta de cadencias Crimsonianas modernas (a mitad de camino entre el KC de los 80s y el paradigma del proyecto UPPER EXTREMITIES que Levin tuvo alguna vez con Bruford). La vitalidad aquí es patente, pero debe quedar claro que el dinamismo musical está contenido en una expresividad serena. Lo sereno se acentúa notoriamente en el bello tema que ocupa el segundo lugar del repertorio: ‘Fearless’ explora y elabora una muy lograda combinación de talante contemplativo y densidad emocional, la cual se muestra con relativa densidad en los hermosos fraseos que KEAGGY extrae de su guitarra. ‘Midland Crisis’ vira hacia un terreno muy diferente al exhibir un colorido swing jazz-progresivo en el que la batería alterna pasajes plagados de colorida soltura con otros donde impera la autoconstricción. La inclusión de un ritmo programado junto al real que ejecuta MAROTTA sirve para llenar espacios dentro del swing y mantener incólume al gancho esencial de la pieza. La verdad que estos dos temas #2 y #3 se erigen en un continuum de esplendor crucial para el disco. ‘Sometimes We Up’ es la pieza más extensa del repertorio con sus 7 ¼ minutos de duración. Sobre los cimientos de un recurrente groove jazz-fusionesco, el trío se enfila hacia el asentamiento de una musicalidad etérea y envolvente que sabe incorporar matices a lo largo del camino a fin de que el sencillo motif constante no pierda su encanto. Hay una sensación de confluencia entre una ligera brisa otoñal y un fulgor delicado de una mañana primaveral mientras las bases armónicas y los solos van emergiendo con un pulso delicado. ‘Stella Luna’ se enfila por el área latina del multívoco discurso del jazz-fusion, y ello es un buen pretexto para que el trío organice un jam donde las cadencias de la batería y la labor de la guitarra definan una consonancia ágil para el bloque instrumental íntegro. La pieza que sigue a continuación, ‘Steely Funk’, reincide en esta estrategia y la remodela dentro de un alegre clima jazz-rockero donde el dueto sonoro armado por LEVIN y MAROTTA se hace sentir con un particular destaque mientras KEAGGY se explaya en varias pistas de guitarra.  


La dupla de ‘Where’s Phil?’ y ‘Phil’s On’ sirve para que el trío siga explorando más recursos de colorido musical. En una primera instancia tenemos un groove semitribal que sirve como vehículo de ritual lucimiento para una sólida amalgama de percusiones y una arquitectónica elegancia del contrabajo. Luego, el asunto vira hacia un despliegue de cadencias funky-rockeras que se deja arropar por una aureola de distinción progresiva. Los guitarreos se explayan en un dócil ambiente de tensión contenida mientras la ingeniería rítmica de LEVIN y MAROTTA se focalizan en un envolvente compás de inspiración africana. Es algo así como si un jam perdido de las sesiones de un disco de PETER GABRIEL de inicios de los 90s hubiese pasado a manos de PAT METHENY en su época de fines de los 90s. ‘Caravan’ encarna otro momento particularmente hermoso dentro del repertorio de “The Bucket List” con su atmósfera tremendamente lírica que comienza con una placidez candorosa y termina con una maniobra de estilizada energía. Aquí se da una nueva exploración del terreno del jazz-fusion con un enfoque cercano a lo latino, pero con un filo más pronunciado y un señorío más fastuoso que en el caso de ‘Stella Luna’. Así, es la melancolía la fuerza emocional que guía a la inspiración performativa de los músicos: el asunto suena a una especie de encuentro entre los paradigmas de PAT METHENY y MARK WINGFIELD, capturando la habitual lucidez lírica del primero y la faceta más reflexiva del segundo. Cuando llega el turno de ‘Carved In Stone’, el trío se dispone a volver a su dimensión más extrovertida, estableciendo un canon de rock clásico sureño: a la hora de instalar el motif central, la guitarra de KEAGGY tiene que asumir uno de los roles más estelares dentro del disco. Los últimos 4 ½ minutos del repertorio están ocupados por la dupla de ‘Good Stuff’ y ‘Blue Hawaii’, un tema que dura poco menos de 2 ½ minutos y otro que dura casi 2 minutos. ‘Good Stuff’ se encamina por un aura grácil desde la que se crea una vía intermedia entre PRIMUS y UPPER EXTREMITIES con una oportuna dosis jazzera; por su parte, ‘Blue Hawaii’ se sitúa en una ambientación contemplativa que coquetea abiertamente con lo etéreo, proyectando nuevamente un clima ensoñador que ya habíamos apreciado en algunos de los temas anteriores.



“The Bucket List” es un disco preciosista y variado, con una buena cantidad de ideas musicales a través de las cuales los maestros PHIL KEAGGY, TONY LEVIN y JERRY MAROTTA pueden hacer congeniar sus personalidades artísticas dentro de un enfoque sonoro que permanentemente dibuja y colorea siluetas auditivas. La vitalista versatilidad de la dupla rítmica es e lfactor protagonista en varios pasajes del disco pero, sin duda, los múliples recursos exhibidos por las guitarras no quedan en un segundo plano sino que activan unos fundamentos musicales contundentes. No nos queda nada más que decir salvo dar las gracias a estos grandes por este trabajo tan estupendo, un disco que se hizo esperar bastante.


Muestras de “The Bucket List”.-
Fearless: https://keaggylevinmarotta.bandcamp.com/track/fearless

Thursday, April 11, 2019

TAUK y la segunda parte del concepto de “Shapeshifter”



HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

En esta ocasión presentamos a “Shapeshifter II: Outbreak” del cuarteto jazz-progresivo estadounidense TAUK. Publicado en el 28 de setiembre del pasado año 2018 a través de su blog de Bandcamp, “Shapeshifter II: Outbreak” conforma la segunda parte del concepto de “Shapeshifter”, cuya primera parte estuvo encarnada en el EP de “Shapeshifter I: Construct” (el cual apareció en el mercado a inicios de abril del mismo año 2018). Se trata de un concepto relativo a la creciente expansión de la inteligencia artificial y su potencial capacidad para trastocar seriamente el orden mundial y a las diversas sociedades humanas. Con la misma formación integrada por el guitarrista y líder Matt Jalbert, el bajista Charlie Dolan, el teclista-organista Alric Carter y el baterista Isaac Teel, TAUK sigue ahondando en sus ambiciosamente estilizadas y generosamente gráciles exploraciones en la confluencia de jazz-rock, prog, space-rock y hip-hop, una confluencia que hermana a las esencias de lo delicado y de lo fuerte dentro del arte del sonido. En cuanto al asunto de la edición física, la gente de TAUK decidió juntar “Shapeshifter I: Construct” y “Shapeshifter II: Outbreak” en una edición de doble vinilo de cantidad limitada.



En solo tres cuartos de minuto, ‘Prelude’ instaura una miniatura de atmósferas cósmicas con una voz femenina y efectos de código Morse; así, se abre el camino para la irrupción de ‘Recreational Outrage’, una pieza bastante extrovertida que nos confronta con una buena parte de las sonoridades expresionistas y extrovertidas que conforman la visión musical de la banda. El sostenimiento de un muy vivaracho compás y la calidez del groove general arman un esquema idóneo para impulsar el carácter luminoso de los desarrollos temáticos y bases armónicas que la guitarra y el bloque de teclados sustentan a través de su bien cuidada confraternización. Tenemos aquí a unos PLANET X que juegan a ser OZRIC TENTACLES mientras reciben algunos legados de la CHICK COREA ELEKTRIC BAND. Un inicio de álbum muy marchoso que llama poderosamente la atención. Los siguientes seis minutos del repertorio están ocupados por ‘CMF 9000’, pieza que se enfila sobre un swing más comedido donde se establece una bien articulada confluencia de jazz-funky y prog psicodélico. Para el último minuto, tenemos un relativamente breve solo de guitarra que resulta ser uno de los más bonitos que plasma Jalbert en todo el disco. Cuando llega el turno de ‘Checkmate’, el grupo está dispuesto a dar una nueva vuelta de tuerca a la magia ensoñadora de las ambientaciones space-rockeras para revestir de un fulgor espacial y una elegancia decisiva al muy vitalista núcleo temático creado para la ocasión. La batería es un instrumento que se hace notar al frente dentro de la mezcla general mientras las bases de sintetizador facilitan el continuo verdear de las sobrias líneas melódicas y las imponentes atmósferas cósmicas que asientan a la ingeniería musical en curso. Esta pieza sintoniza con el legado de ‘CMF 9000’ mientras lleva a éste a una dimensión más pomposa. ‘Convoy’ se caracteriza por un retrotraimiento a la tradición jazz-fusionesca a través de una mirada moderna: esto suena a una remodelación de una vieja idea de los WEATHER REPORT de fines de los 70s realizada por una combo de TRIBAL TECH y NIACIN. ‘Not Your Nemesis’, por su parte, tiene un nervio más pronunciado en lo que respecta al elemento rockero dentro de la ecuación jazz-rockera. Se nota aquí una mayor garra: en este sentido, resulta crucial que la guitarra asuma un rol protagonista en una instancia inicial, aunque luego aparecerá uno de los más sesudos solos de sintetizador de todo el álbum. Una mención aparte merece el complejo swing elaborado por la dupla rítmica, el cual incorpora un tempo genialmente sofisticado en la sección intermedia.

Hemos disfrutado en ‘Checkmate’ y en ‘Not Your Nemesis’ de dos momentos culminantes de este disco, pero éste debe continuar: en efecto, la dupla de ‘Let It Ride’ y ‘Ratchet’ se hace cargo de revitalizar y oxigenar la propuesta musical de la banda a la par que instala recursos de diversidad estilística para este momento del repertorio de “Shapeshifter II: Outbreak”. En el caso de ‘Let It Ride’, el grupo vuelve de lleno a la metodología del equilibrio entre el space-rock y el jazz-rock; el empleo de un swing propio del blues y el vigor especialmente vivaz empleado en los guitarreos ayudan a esta pieza a adoptar una cierta aureola de crudeza. Mientras tanto, ‘Ratchet’ se decanta abiertamente por un esquema de trabajo jazz-progresivo donde se saca el juego al muy bonito esbozo melódico delineado para la ocasión. Las alternancias de protagonismo entre la guitarra y el teclado son manejadas con elocuente fluidez a través de las variaciones de ambiente que se van hilando a lo largo del camino, sobre un recurrente tempo de 6/8. Vale destacar  otro gran solo de guitarra que emerge poco antes de llegar a la frontera del segundo minutos y medio. ‘Pioneer’ dura casi 6 minutos y su enfoque musical se basa en la elaboración de envolventes y coloridos recursos de cálido lirismo sobre un groove mesuradamente extrovertido. Hay un persistente eco de la garra rockera en los guitarreos que se recibe de los dos temas precedentes, pero en la mayor parte del tiempo son los teclados los que dirigen el desarrollo temático. El vitalismo de la batería merece una mención especial porque aquí tiene ella algunos de sus mayores lucimientos en este disco. La dupla final de ‘Pitter Pattern’ y ‘Upside Down’ ocupa un espacio total de más de 12 ½ minutos. La misión principal de ‘Pitter Pattern’ consiste en hacerse eco de las herencias estilísticas de los temas #5 y #8 para brindarle al conjunto resultante unos aires aumentados de agilidad y jovialidad. Otro cénit del álbum pero todavía falta un poco más, pues de inmediato llega el turno de ‘Upside Down’ para que dictamine la clausura del disco. Eso lo hace recurriendo a un regreso a las aristas psicodélicas y espaciales que habían sido tan importantes en la primera mitad del álbum. Es una muy buena idea terminar el disco con la secuencia de estos dos temas tan poderoso y tan expresivos. 


Bueno, todo esto es lo que la gente de TAUK nos ha brindado con “Shapeshifter II: Outbreak”, un disco muy efectivo y muy llamativo que sirve para seguir manteniendo a la banda en un lugar importante y relevante dentro del actual escenario jazz-rockero estadounidense. Hace muy poco que hemos descubierto a este grupo y lamentamos que no lo hayamos hecho antes, pero sin duda, este disco y el EP precedente han constituido sorpresas melómanas sumamente agradables para nosotros, por lo que solo nos queda recomendar a nuestros lectores que aún no lo han hecho que se animen también a descubrir a este grupo lo antes posible.


Muestras de “Shapeshifter II: Outbreak”.-
Checkmate [vídeo-clip]: https://www.youtube.com/watch?v=FBoAwA39vyA