HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR MENDOZA.
¡Qué buenas noticias
nos trae el personal del sello Cuneiform Records! Éste ha publicado en el día
30 del último setiembre el disco de retorno de los japoneses HAPPY FAMILY, el
mismo que se titula “Minimal Gods”. Conocemos a HAPPY FAMILY por su aporte al
revival progresivo de los 90s desde las canteras del Zeuhl de nueva generación,
logrando colocar a sus discos “Happy Family” y “Toscco” como pilares
fundamentales de la música avant-progresiva japonesa de las dos últimas
décadas. El grupo consiste actualmente de Kenichi Morimoto [teclados], Takahiro
Izutani [guitarras], Keiichi Nagasse [batería] y Hidemi Ichikaw [bajo]: o sea,
los tres primeros son los mismos que hemos encontrado en los discos anteriores,
mientras que el bajista es el nuevo vecino del barrio. Vayamos a los detalles
del repertorio de este disco mientras aún contenemos con adulta sobriedad el
ardiente y salvaje entusiasmo que nos causa la sola idea de que este brillante
cuarteto haya vuelto a poner manos a la obra en el mundo presente del rock
progresivo.
Durando 5 minutos,
‘Slide’ abre el disco con una portentosa fiereza amalgamada en una muy refinada
arquitectura basada en los inteligentes juegos de síncopas de la dupla rítmica.
El solo de guitarra que emerge hacia el final es lo suficientemente incendiario
– al modo de un ALLAN HOLDSWORTH rebautizado en la religión del heavy – como
para subir un poco más la caliente temperatura sónica del momento. Acto seguido
llega ‘No Talent, No Smell’, un tema patentemente vigoroso pero menos denso que
el de apertura; su enfoque es el de mezclar el groove de unos WEATHER REPORT
con la oscura vitalidad de la psicodelia pesada (un poco afín a sus congéneres
de BONDAGE FRUIT). Hay un solo de sintetizador que nos remite al paradigma de
JAN HAMMER. Poco menos de 11 minutos ha pasado y ya podemos advertir que lo que
nos traen los HAPPY FAMILY es una oferta grandiosa de una manera renovada. Y,
en efecto, el arribo de ‘Rodrigo’ refuerza esta sensación al exhibir una
versión metalizada de jazz-rock desde un enfoque lo suficientemente ágil y
sofisticado como para abrir espacios de coqueteo con los estándares del
math-rock. ‘Portal Site For Sightseeing’ nos muestra más fehacientemente ese
groove experimental jazz-rockero que hallamos en la tradición del Zeuhl,
convirtiéndolo en un vehículo para los arreglos explosivos de un motivo central
que es, en esencia, cálido y envolvente: el tipo de reconstrucción dialéctica
que el cuarteto hace entre lo cálido y lo tenso conlleva el meticuloso uso del
nervio performativo para vigilar que las dosis de esos dos elementos se
mantengan bien equilibrados. ‘Doggy-Human Contest’ es la pieza más larga del álbum,
durando casi 7 ¼ minutos, el cual nos ofrece una recapitulación sintética de
‘Slide’ y ‘No Talent, No Smell’ con una dosis añadida de densidad,
principalmente proveniente de un interludio relativamente lento donde el grupo
elabora un jam diseñado para aludir a sensaciones sórdidas y atmósferas
amenazantes con un pulso Crimsoniano. Y cómo olvidarnos de hacer una mención
especial al aguerrido solo de órgano que tiene lugar durante esta fracción.
‘Animal Spirit’ nos
brinda un momento de alegre vivacidad con reminiscencias Canterburyanas,
operando un poco como contrapeso al exquisito ejercicio de retorcida
extroversión plasmado en la pieza anterior. Cabe hacer una mención especial al
jam intermedio donde se hace una referencia no demasiado sutil a la intensidad
lisérgica de GONG, cumpliendo así con la misión de brindar un recurso de densa
variación al asunto. ‘Cat Riding On Roomba’ está más plenamente orientado hacia
el terreno del jazz-rock, pero siempre con esa remodelación vigorosa y furiosa
netamente derivada del prog vanguardista: los momentos de exhibicionismo
estilizado nos recuerdan a TRIBAL TECH, en cierta medida. Una vez más, los
aires de familia con bandas compatriotas como BONDAGE FRUIT y KOREKYOJINN salen
a flote. ‘Celestial Illegal Construction’ muestra un talante casi igual de
urgente, casi igual de electrizante, imponente en el desarrollo temático que se
despliega grácilmente sobre un complejo juego de síncopas que debe tanto al
math-rock como al legado de la psicodelia pesada. Con esta iniciativa, la banda
cubre parcialmente bajo un manto de sutileza el nervio tan rotundo que se
explaya en el groove general. Por su parte, ‘Tibidabo’ apela a la reutilización
del punche rockero en los guitarreos esenciales, mientras que la siempre
esforzada dupla rítmica se enfila por los senderos del jazz-fusión: es como una
partitura perdida de WEATHER REPORT que ha sido reavivada y reconstruida por
unos ZAO. Durando poco menos de 7 minutos, ‘Fau De Joie’ cierra el álbum con un
ambiente marcado por el compás más lento que se ha empleado a lo largo de todo
el álbum, una parsimonia densa y expectante sabiamente alimentada con ciertos
momentos de quiebre estratégicamente ubicados para generar sorpresa… un truco
muy a lo ZAPPA. De hecho, podemos hacer un paralelo entre esta sección y ‘For
Calvin (And His Next Two Hitch-Hikers)’ (del fabuloso “The Grand Wazzoo”), con un matiz añadido de post-rock.
Hay un interludio travieso en el que el grupo vuelve a poner toda la carne en
el asador, sacando a colación aires de MAGMA (época del “Üdü
Ẁüdü”) antes de reconstruir el
motivo inicial con un revestimiento cautivadoramente épico.
“Minimal Gods” es,
para ponerlo a modo de síntesis final, una de las obras progresivas más
magistrales e imponentes del año, una obra que reitera y hasta redefine hacia
nuevas magnitudes el rol de los HAPPY FAMILY como gigantes irrefutables de la
vanguardia japonesa del Sol Naciente. Gigantes irrefutables que se apropian de
un aura de divinidad máxima.
Muestra de “Minimal
Gods”.-
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