Saturday, May 30, 2015

VAN DER GRAAF GENERATOR: magia perpetua, sortilegios renovados


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

La gente de VAN DER GRAAF GENERATOR – es decir, el triunvirato de Peter Hammill [voz, piano y guitarras], Hugh Banton [órgano y pedales bajos] y Guy Evans [batería y percusión] que opera desde fines del año 2007 – se hace presente en la oferta progresiva del año 2015 con el disco en vivo titulado “Merlin Atmos”. Este ítem tiene una edición de un solo CD y otra de doble CD (más recomendable, por supuesto), además de una edición muy limitada de un solo vinilo que incluye las dos composiciones más largas del repertorio escogido. Con tres discos de estudio en su haber, este esquematismo triádico de VAN DER GRAAF GENERATOR ha sabido preservar la magia de su brillante pasado y motivar un nuevo impulso renovador para su paradigma rockero, tan propio, tan inconfundible… ¡y tan incombustible! El catálogo de gemas sónicas que recoge “Merlin Atmos” proviene de una gira europea que el grupo perpetró a lo largo de toda la segunda quincena de junio del 2013 y la primera semana del mes siguiente: un concierto en Praga, cinco en otras tantas ciudades alemanas, uno en Amsterdam, cuatro fechas británicas y las tres últimas en sendos escenarios italianos. Al menos tres de las canciones registradas para la edición del CD doble provienen de estas últimas fuentes pues escuchamos la palabra ‘Grazie!’ de labios de Hammill tres veces. El sello Esoteric Antenna, que es una sucursal de Cherry Red Records, se ha encargado de producir el lanzamiento de este disco mientras el buen Guy Evans se ha hecho cargo de fungir como portavoz del grupo a la hora de escribir los comentarios en los créditos. Es innegable que los rigores del tiempo y las circunstancias de una larga actividad de casi 40 años han hecho cierta mella en la potencia y alcance vocales de Hammill, pero su solvencia y apasionado carisma siguen intactos; sobre todo, el grupo sigue funcionando a mil a pesar de contar con esta alineación mínima y de experimentar el inevitable paso del tiempo. Bueno, vayamos ahora a los detalles del catálogo en vivo que se ha recogido para esta ocasión.


‘Flight’, la suite que ocupaba todo el lado B del álbum solista de Hammill “A Black Box” se encarga de abrir el repertorio seleccionado para “Merlin Atmos”. Se trata de toda una novedad en la vida del buen Banton el tocar esta pieza tan monumental y aportar sus propios arreglos de órgano y pedales a su desarrollo; no es una novedad para Evans, pues él formó parte de THE K GROUP (banda de apoyo de Hammill a inicios de los 80s) y esta magna composición era parte del repertorio de sus dos giras; de hecho, ocupa el cuarto y último lado del disco en vivo “The Margin”. El otro tour-de-force de este volumen es ‘A Plague Of Lighthouse Keepers’, un referente único y decisivo de la magnificencia de la esencia musical de VAN DER GRAAF GENERATOR cuando da rienda suelta a su dimensión más pomposa con toda la liberalidad del mundo. Si en ‘Flight’ se da la circunstancia de que el trío no cuenta con un bajista tan poderoso como Nic Potter ni un guitarrista de tan electrizante personalidad como Mozart, entonces Banton asume con buen pulso y pulcro criterio estético los arreglos de su instrumento para generar una nueva vitalidad a la instrumentación global. Si en ‘A Plague Of Lighthouse Keepers’ se tiene el habitual hándicap de no contar con las labores del vientista David Jackson, el trío se da perfecta maña para reactivar la energía del cuarteto clásico con la nueva ingeniería que elabora como trío. La edición en vinilo que mencionamos en el primer párrafo de la presente reseña incluye a ‘Flight’ en un lado y a  ‘A Plague Of Lighthouse Keepers’ en el otro. En medio de estas dos catedrales emblemáticas de la vanguardia británica de inicios de los 70s y de la de inicios de los 80s se sitúan tres casas de una urbanización más moderna dentro de la leyenda viviente de VDGG: ‘Lifetime’, ‘All That Before’ y ‘Bunsho’. El espíritu de ‘Lifetime’ es intimista pero envuelto bajo un tenue manto de vibraciones distantes, mientras que el de ‘All That Before’ es abiertamente extrovertido, conveniente para un desarrollo temático ostentoso. ‘Bunsho’ es una típica manifestación de racionalismo apasionado al más puro estilo Hammilliano. Dos canciones del “Trisector” y una del “A Grounding In Numbers”, muestras de la obra más reciente del grupo cuando se reconstruía a paso firme y con inflexible aplomo para hacer de su nuevo formato de trío un recurso estético legítimo. ‘Gog’ cierra este repertorio al modo de implacable prodigio de combinación de explosividad emocional y racionalidad arquitectónica: este canto oscurantista de temática apocalíptica es manejado por el trío con pulso de hierro y vitalidad feroz, logrando así mostrar al auditorio un clímax rotundo. Tampoco es la primera vez que este ítem de la obra solista de Hammill pasa al repertorio de VDGG (sucedió en la gira del “Still Life”).  


El volumen bonus, que recibe justamente el título autónomo de “Bonus Atmos”, comienza con la serie de tres canciones de la etapa 2008-2011: ‘Interference Patterns’, ‘Over The Hill’ y ‘Your Time Starts Now’, otra vez dos canciones del “Trisector” y una del “A Grounding In Numbers”. Si ‘Interference Patterns’ está a cargo de instaurar un dinamismo elegante y sobrio, ‘Over The Hill’ tiene la misión de explorar la faceta fastuosa de la banda con esa mezcla de ceremoniosidad, neurosis e intelectualismo que le caracteriza en las grandes ocasiones; en el caso de esta última pieza, la forma tan heroica con la que Banton llena espacios y la inteligencia logística con que Evans articula los cimientos para los aventureros desarrollos temáticos de los motivos centrales de esta mini-suite gestan un clímax especial dentro del concierto íntegro. Con ‘Your Time Starts Now’, el grupo se focaliza en su aura intimista e introspectiva a la hora de desarrollar el sencillo motif melódico de base. La intensidad de los viejos tiempos ha de llegar sobre las alas de un emblema de aquellos viejos tiempos: ‘Scorched Earth’, tal vez la joya máxima del “Godbluff” (1975), que se inicia engarzándose con la nota final de ‘Your Time Starts Now’’. Prácticamente infaltable en las giras que ha hecho VAN DER GRAAF GENERATOR desde los tiempos del “Present”, este excelso retrato de las contradicciones autodestructivas del ego que, por mucho que pretende expandirse a través del mundo, no supera su esencial solipsismo y debe pagar un alto precio por ello, sirve como idóneo pretexto para que la banda demuestra fehacientemente que el envejecimiento inexorable de sus integrantes individuales no ha causado mella alguna en su fuerza corporativa. In his wake he leaves scorched earth and work in vain. / Smoke drifts up behind him - he is free again. / Free to run before the onslaught of a deadly foe, / leaving nothing fit for pillage, hardly leaving home. / And it's far too late to turn, unless it's to stone.” “He will not be hostage, he will not be slave. / No snare of past can trap him, though the future may. / Still he runs and burns behind him in advanced retreat. / Still his life remains unfettered; he denies defeat. – estas líneas resuenan en nuestros oídos como la primera vez, y la segunda, y la tercera…


El repaso de algunas reliquias 70eras sigue hasta el final, y con lo que nos topamos acto seguido es con la suite del “World Record” ‘Meurglys III (The Songwriter’s Guild)’: toda una sorpresa, pues el grupo no la ha tocado muchas veces en concierto, pero aquí lo tenemos a nuestra disposición. Este himno al solipsismo exigente exigido del autor de canciones y el hermanamiento del músico con su instrumento nos agita con su conmovedora acidez, adornada con una sucesión de complaciente autocompasión y airado auto-reproche. Las dos últimas piezas de este segundo volumen son ‘Man-Erg’ y ‘Childlike Faith In Childhood’s End’, otras infaltables enormes de los conciertos del grupo, clásicos inapelables del legado de VDGG que deleitan siempre y nunca aburren. Como el trío ya lleva varios años trabajando sus ideas nuevas y replanteando sus viejos patrones sónicos con su actual formato, pues no nos debe extrañar que la congregación de Hammill, Banton y Evans sepa dar rienda suelta a una energía refrescada a partir de los aportes individuales sobre los que se enraíza aquélla. Ya teníamos una prueba fehaciente e inapelable de ello en el DVD “Live in Concert at Metropolis Studios”, tomado de un concierto especial que se realizó ad portas de la publicación del disco “A Grounding In Numbers”; en cierto sentido, “Merlin Atmos” es una extensión natural de ese otro documento, aunque es patente que para esta ocasión, el grupo planeaba un esquema sonoro más grandilocuente. En el caso de ‘Meurglys III (The Songwriter’s Guild)’, el trío reconstruye los arreglos originales de aquel lejano año 1976 con inteligente fidelidad, siendo así que Banton exhibe (por enésima vez) su creatividad para las atmósferas poderosas y la elaboración de ornamentaciones góticas en medio de un modus operandi que hace de la densidad su bandera y su grito de batalla. Pero, claro está, es en ‘Man-Erg’ y ‘Childlike Faith In Childhood’s End’ donde esa densidad se despliega en toda su magnificencia. Ocupando juntas un espacio de más de 24 minutos, ambas piezas sirven para que la banda nos lleve por los recovecos del existencialismo en su expresión más tanática (“But stalking in my cloisters hang the acolytes of gloom / and Death's Head throws his cloak into the corner of my room / and I am doomed.”) y, acto seguido, nos revele la misteriosa y arrolladora esperanza de una vida más allá de la vida humana (“And though dark is the highway and the peak's distance breaks my heart, / for I never shall see it, still I play my part, / believing that what waits for us / is the cosmos compared to the dust of the past... / In the death of mere Human life shall start!”): es el clímax conclusivo perfecto, nada más hay que decir después de esto… solo aplaudir a rabiar.

 

Todo esto fue “Merlin Atmos”, un testimonio de robusta vigencia – y tal vez también de terca inmortalidad – para el paradigma progresivo de VAN DER GRAAF GENERATOR, una banda que a través de sus diversas etapas de actividad y separaciones y en medio de sus variadas alineaciones se ha situado en una posición muy beneficiosa para garantizarse una gloria musical de largo aliento. Si el tiempo de Hammill, Banton y Evans no ha comenzado ahora, lo que sí es cierto es que su peculiar intemporalidad se mantiene incólume y vital: de hecho, es justo recalcar cómo la peculiar magia del trío se perpetúa con convincente vigor a través de su todavía vigente legado musical por vía de estos renovados sortilegios plasmados en la gira europea del 2013. ¡”Merlin Atmos” se erige como uno de los ítems en vivo más notables del año!


Muestras de VAN DER GRAAF GENERATOR en vivo en el 2013.-
A Plague Of Lighthouse Keepers: https://www.youtube.com/watch?v=YtfHCoWK51M
All That Before: https://www.youtube.com/watch?v=UNx1bFod7vI
Meurglys (The Songwriter’s Guild): https://www.youtube.com/watch?v=89oZKx_Fzgw

Wednesday, May 27, 2015

FIELDS: contrastes de ayer y hoy


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy nos metemos en una de las muchas arcas de tesoros perdidos que existen en el inmenso y frondoso bosque lejano del rock sinfónico británico de inicios de los 70s: al hacerlo, nos topamos con FIELDS, un trío centrado en la presencia del teclista Graham Field (Graham Stansfield era su verdadero nombre) tras su salida del relativamente exitoso cuarteto RARE BIRD... Cómo olvidar que son gestores del himno pacifista ‘Sympathy’. Aunque dentro de RARE BIRD había bastante espacio para los teclados con las presencias de Field y David Kafinetti, tras la producción del segundo álbum del cuarteto, Field decidió formar un trío con él mismo como único teclista: sus compañeros de aventuras fueron el baterista-percusionista Andy McCulloch (recientemente ido de KING CRIMSON por sentirse poco interesado en la evolución estilística de la banda y su escasa logística para tocar en vivo tras grabar “Lizard”) y el cantante-guitarrista-bajista Alan Barry. Este último también tenía un pasado semi-Crimsoniano en su currículum vitae por haber integrado entre 1962 y 1963 la banda DOWLANDS con los hermanos Peter y Michael Giles (¡vaya por dónde!). El estilo propuesto por FIELDS está, en cierto sentido, cercano al paradigma Emersoniano (tanto por lo de los últimos discos de THE NICE como por el primero de EMERSON, LAKE & PALMER), pero también se notan los aires de familia con la vitalidad impenitente de unos ATOMIC ROOSTER, así como con la pulcritud melódica heredada de los dos primeros álbumes de RARE BIRD y la soltura mayestática de unos COLOSSEUM. También se anticipa la gracilidad colorida y estilizada que poco después habremos de disfrutar en el cuarteto GREENSLADE. Es curioso que nos veamos en la situación de mencionar a estos últimos dos grupos, pues justamente Andy McCulloch, tras la temprana debacle de FIELDS, rehízo su carrera musical como baterista-percusionista de aquel grupo que surgió comandado por el ex-COLOSSEUM Dave Greenslade que justamente pasó a llamarse GREENSLADE. FIELDS grabó un disco homónimo para el sello CBS a mediados del 1971. El poco apoyo del sello y la mínima repercusión comercial del álbum lo convirtió en el único de la banda… o eso se creía hasta marzo pasado.

  
  

Resulta que a fines del año 1971, el trío decidió resistir un poco más a pesar del fracaso comercial de “Fields” y el inconveniente de la partida de un decepcionado Barry: así, Field y McCulloch convocaron como reemplazante de Barry a Frank Farrell (quien había formado parte de SUPERTRAMP como bajista-acordeonista para su segundo álbum “Indelibly Stamped”, habiendo coescrito una canción con Roger Hodgson) y se pusieron todos manos a la obra para armar nuevo material con la meta de grabar un segundo disco a ser titulado “Contrasts”. El disco fue efectivamente grabado pero los masters fueron abandonados y despreciados por la CBS, provocando ya el desánimo decisivo y fatal para el trío: disuelta la concepción de FIELDS como entidad musical, el maestro Field tomó un sendero solista. En fin, más de 4 décadas después, Graham Field ha rescatado los masters de aquel segundo disco y los ha sometido a una mezcla de sonido más meticulosa que la que se podía hacer con la tecnología disponible en aquellos tiempos de gestación del disco… y ya es una realidad bajo el título extendido de “Contrasts – Urban Roar To Country Peace”. El sello Esoteric Recordings se ha encargado de publicar este tesoro perdido con una edición refinada que incluye en su librito varios dibujos y una entrevista al buen Sr. Field. El disco nos ofrece un repertorio oficial de 8 canciones y 3 bonus tracks: con esto ya podemos decir que la comunidad progresiva internacional tiene al alcance de la mano todo lo que FIELDS pudo aportar al ideal del rock progresivo durante sus escasos 18 meses de existencia. En el balance general que planteamos ahora para terminar con estos preámbulos, valoramos principalmente la mayor fuerza expresiva del álbum debut, mientras que “Contrasts” tiene a su favor una labor de artesanía refinada a la hora de elaborar nuevas texturas dentro del sonido grupal, así como una producción de sonido más solvente, lo cual claramente se debe al hecho de que la postproducción se ha hecho en nuestros tiempos.

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Volviendo a los inicios de FIELDS, surgió, como dijimos antes, tras la partida de Field de las filas de RARE BIRD, banda que sentía un colectivo ímpetu especial tras la realización de su segundo disco “As Your Mind Flies By” en 1970 por vía del sello Charisma Records, que también había publicado el álbum homónimo del año anterior. Los problemas de viabilidad económica derivados del desfavorable contrato firmado con el mencionado sello llevaron a Field y sus amigos a disolver la banda, aunque ésta se reformó poco después con algunas variantes importantes de integrantes y enfoque musical. Mientras tanto, Field se preguntaba cómo podía retomar el camino del rock progresivo y formuló esta pregunta en voz alta a Robert Fripp en una tertulia telefónica, sabiendo que él también se sentía en una situación similar respecto a KING CRIMSON a inicios del año 1971; éste le respondió que, por si acaso, conocía a un muy buen baterista llamado Ian McCulloch. La sugerencia no sólo era buena por el asunto particular de Ian, sino también porque éste trajo consigo al guitarrista-cantante Alan Barry. Cuando éste aceptó la sugerencia de Field de dar prioridad al bajo (se mandó hacer una guitarra-bajo doble), un nuevo power-trío había nacido. Le cedemos la palabra a Field: “Alan fue genial, él es un ejecutante muy prolijo, lo cual me venía bien porque no quería que el bajo en FIELDS sonara tan básico como en RARE BIRD. Allí, dado que la batería tenía un estilo bastante complicado, se necesitaba un pulso más básico en las partes de bajo. Pero en FIELDS, Andy era muy preciso en el modo de dejar algunos vacíos mientras manejaba un toque sofisticado. Él era un gran fan de Mike Giles, el primer baterista de KING CRIMSON, quien era muy dado a dejar vacíos de forma maravillosa, así que Alan podía hacer todos los ornamentos que quisiera con su bajo porque Andy era sólido como una roca.” 

Bueno, vayamos ahora a los detalles de estos dos discos de FIELDS, respetando el orden cronológico. “Fields” se inicia con una pieza ágil y vibrante que dura poco menos de 5 ½  minutos: ‘A Friend Of Mine’. Con los ornamentos barrocos y manieristas de los teclados (órgano y pianet) se tiene garantizado un colorido melódico sólido, mientras que McCulloch hace gala de su inteligente punche a través del rigurosamente exigido dinamismo que se da de principio a fin del tema. Luego sigue la dupla de ‘While The Sun Still Shines’ y ‘Not So Good’: el primero de estos temas juega con un groove R’n’B no ajeno al paradigma de TRAFFIC, pero robustecido por una vitalidad rockera propia del DEEP PURPLE pre-Gillan, mientras que el segundo consiste en una balada sencilla con cierto aire a los PROCOL HARUM de 1969-70 y con algunos guiños inevitables a RARE BIRD. ‘Three Minstrels’ juega con atmósferas y ritmos renacentistas: la línea melódica ceremoniosa se complementa con ciertos recursos percusivos llamativos, mientras que en algunas secciones el trío elabora una sonoridad fastuosa. Cerrando la primera mitad del álbum, ‘Slow Susan’ es un hermoso instrumental lento e intimista: el sencillo desarrollo temático ostenta una aureola etérea que parece retratar un ensueño en un atardecer otoñal. Durando casi 6 minutos, ‘Over And Over Again’ resulta la canción más larga del disco: heredando mucho del dinamismo con que nos golpeó ‘A Friend Of Mine’ y también algo del groove coqueto de ‘While The Sun Still Shines’, se impone como un cénit crucial del repertorio. Las dos baladas ‘Feeling Free’ y ‘Fair-Haired Lady’ sirven para mostrarnos la faceta apacible del trío: la primera de ellas vuelve al prototipo de PROCOL HARUM mientras que la segunda se centra en el dueto de voz y guitarra acústica, totalmente pastoral, con algunos añadidos arreglos de madera muy suavizados (creados por la invitada Dafne Downes, encargándose ella misma del clarinete, así como por el propio Barry al mellotrón). ‘A Place To Lay My Head’ se explaya en clave blues-rock con una cierta ligazón al esquema de COLOSSEUM aunque con un espíritu menos filudo. Con ‘The Eagle’ concluye el álbum, y lo que se nos muestra en este epílogo es el clímax final del álbum: un instrumental donde se da luz verde a todos los recursos de estilización propios del sinfonismo británico, con ciertos guiños ocasionales a la vitalidad del jazz-rock, y como broche, un hermoso pasaje de doble piano de cola casi a lo CHOPIN. Su extensión es suficiente como para dejar una firme huella melódica, pero sin diluir el impacto general de lo que vino antes. Definitivamente, aquí se concretan los ecos del segundo disco de RARE BIRD, donde se explayaron las ambiciones sónicas del cuarteto originario con dos teclistas.


Ahora nos centramos en el recuperado disco “Contrasts – Urban Roar To Country Peace”, el cual muestra a un eficiente Frank Farrell operando más que dignamente como reemplazante de Alan Barry. Como instrumentista, él ayudó a McCulloch a reforzar el tándem rítmico idóneo para aterrizar las ambiciones compositivas de Field; como cantante, aunque su registro no era tan potente como el de su antecesor, era también bastante competente y dueño de un tono agradable. Otra anécdota importante para entender de qué va este álbum es que se trata de una obra conceptual inspirada en el hecho de que el propio Field se mudó del ámbito urbano de Battersea a la aldea de Iver, en la campiña de Buckinghamshire. Yendo ya a los contenidos específicos del disco en cuestión, éste se abre con ‘Let Her Sleep’: 5 minutos de gloria progresiva donde el medio tiempo imperante se reparte entre estándares de inspiración barroca y vibraciones de rock melódico refinado. El ensamble se muestra pulcramente afiatado, satisfecho con su propia fuerza de carácter a la hora de expresar sus inquietudes musicales. Si esta canción sonaba a una versión de THE NICE hecha por RARE BIRD bajo la dirección artística de ATOMIC ROOSTER, la siguiente, titulada ‘Wedding Bells’, nos remite a la línea de COLOSSEUM con algunos ribetes propios del YES pre-Howe. Teniendo un epílogo de violín, esta canción abre el camino de engarce para los aires de blues lento de ‘Someone To Trust’. El violín (evidentemente tocado por un invitado) se queda allí para añadir colores en algunos lugares estratégicos a fin de realzar la vibración contemplativa de la canción. Por su parte, ‘Wonder Why’ sube la intensidad rítmica con una dinámica jazz-progresiva muy ágil que se inspira en parte en el paradigma del Motown: los coros femeninos, más que acompañar al canto de Farrell, lo envuelven y opacan. La pieza es muy llamativa, material propio de las listas de éxitos radiales, y es una pena que no tenga una duración más amplia. ‘Music Was Their Game’ tiene un extraño pero atractivo aire a los CARAVAN del “In The Land Of Gray And Pink”: líneas melódicas bien dibujadas, una actitud picaresca y un canto sereno. Una vez más hay que decir que… ¡es una pena que solo dure 3 minutos! 

La dupla ‘The Old Canal’ y ‘Put Out To Grass’ se encarga de redondear los recursos estilísticos del trío: la primera pieza es una balada serena donde el violín entra a tallar para engalanar la base armónica bien armada por el piano y el órgano; la segunda es una proyección instrumental que se desdobla entre los paradigmas de THE NICE y COLOSSEUM, sacando el jugo al coqueto motivo central que se desarrolla con impoluta fluidez. El repertorio oficial de “Contrasts” se cierra con ‘Storm’, una canción que nos devuelve a la prestancia estilizada y grácil de ‘Let Her Sleep’ mientras reitera algunos guiños al Canterbury lírico de CARAVAN. Da la impresión de que esta canción tiene dentro de sí un potencial épico, ayudado no en poca medida por el uso del sintetizador, pero su fade-out llega antes de que se pueda crear una especie de clímax resonante. La música no acaba aquí, sin embargo, pues tenemos 3 bonus tracks. ‘Set Yourself Free’ se sigue explayando en el patrón de CARAVAN con una soltura llamativa (tal vez afín también al primer YES pero sin guitarra), mientras que los dos instrumentales ‘The River’ y ‘Spring’ se enfilan hacia climas relajantes, uno ostentando un cariz pastoral y el otro centrándose en una languidez etérea en base a amables cadencias blueseras. En ellos dos hay una conexión con algunas líneas estilísticas plasmadas en el primer álbum. Algo que no podemos dejar de decir es que los 8 primeros temas de lo que hoy conocemos como “Contrasts – Urban Roar To Country Peace” conformaba solamente 2/3 de lo que la banda tenía en mente para el disco entero. Lo que sucedió es que, entre fines de 1972 e inicios de 1973, hubo un cambio integral en el personal gerente de la CBS del Reino Unido al ser reemplazados casi todos por personal proveniente de Nueva York. Con esta nueva gente vino un cambio de mentalidad que favorecía el folk-rock, el blues y el rock más comercial, no tanto el rock progresivo y el rock psicodélico. FIELDS no entraba en los planes de promoción y preservación de la nueva música que se venía haciendo en los cuarteles de CBS, así que el trío sintió que no tenía mérito concluir el disco. Palabras de Field: “Todo ese proceso me hizo sentir como si me hubiesen dado una patada en el estómago y quería entrar en el área de la música clásica. Sentía que ya había recibido demasiados sinsabores de la industria del rock. Lo único que quería hacer era crear música que realmente movilizara a la gente, pero el aspecto bursátil de la industria musical era funesto.” 


En efecto, Fields dedicó el resto de su vida artística a hacer música para ballet, festivales y teatro, McCulloch fue integrante de GREENSLADE y sesionista por muchos años antes de dejar la música, y Farrell creció como compositor, logrando, entre otras cosas, coescribir varios hits con LEO SAYER. Pero, en fin, volviendo al tema de la presente retrospectiva, el legado entero de FIELDS es valioso para apreciar más a fondo la vertiente sinfónica del rock progresivo británico que ya tenía sus estándares bien asentados en los inicios de los 70: teniendo en cuenta este entorno inmediato dentro del que se movieron Field, McCulloch, Barry y Farrell, “Fields” y “Contrasts – Urban Roar To Country Peace” son testimonios estupendos del tipo de creatividad musicalidad ebullente e incesante dentro del rock artístico británico. Sobre todo, nuestro redescubrimiento de FIELDS servirá como un motivo de agradecimiento por el encanto y la belleza del material que se gestó durante su corta vida. 


Muestras de FIELDS.-


Adenda de setiembre del 2024: El sello Esoteric Recordings publicó en el año 2022 el doble CD “Feeling Free: The Complete Recordings 1971 – 1973”, que es justamente lo que dice el subtítulo, la recopilación de los dos únicos álbumes de FIELDS más algunos bonus tracks. Los correspondientes al segundo volumen son los mismos de la edición del segundo álbum que reseñamos aquí, pero la novedad está en el primer volumen, pues incluye canciones grabadas para dos sesiones de la BBC Radio. Una de ellas es ‘Wouldn’t You Agree’, una balada progresiva con tintes blueseros que incluye un interesante solo de guitarra de Barry, tal vez el mejor que ha hecho durantesu estadía en la banda.

Dado que Graham Field murió en abril del 2018 y Frank Farrell en julio de 1997, dedicamos esta retrospectiva a sus respectivas memorias. 


[Reseña dedicada con camaradería y profundo agradecimiento a Ernesto Vidal, el jefe de La Progresión, por habernos mostrado a FIELDS]

Monday, May 25, 2015

Un 3 de mayo de hace muchos años, los chicos de la banda GENTLE GIANT...


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Siempre es agradable hablar de GENTLE GIANT, genios indiscutibles de la vieja tradición progresiva británica y gestores de una de las patentes más peculiares de ese movimiento. Tan ignorados por el mainstream como adorados por las generaciones de fans y músicos progresivos que salieron al frente desde esa época del revival de los 90s, el grupo tuvo su alineación clásica y más duradera en el quinteto de Derek Shulman [primera voz, coros, saxo, flauta dulce, bajo ocasional y percusiones adicionales], su hermano Ray [bajo, violines, guitarra acústica, flauta dulce, percusiones adicionales], Kerry Minnear [teclados, vibráfono, cello, coros, primera voz ocasional, glockenspiel y percusiones adicionales], Gary Green [guitarras eléctricas, acústica y de 12 cuerdas, flauta dulce, glockenspiel, percusiones adicionales y coros] y John Weathers [batería, vibráfono, glockenspiel, tambor renacentista, otras percusiones y coros]. Esta formación se inauguró con el disco del año 1973 “In A Glass House”, el primero sin el mayor de los Shulman, Phil, y el segundo con Weathers a cargo de los tambores, platillos, bombos y otros surtidos artefactos percusivos. Es, sin duda, la formación clásica del ensamble surgido de las cenizas de SIMON DUPREE AND THE BIG SOUND. 




Bueno, a fin de cuentas, lo que queremos traer a colación en esta ocasión sobre GENTLE GIANT es la edición que se hizo en noviembre de 2014 de una valiosa reliquia de su gira de promoción del “Interview”, su octavo disco de estudio. La reliquia en cuestión se llama “Live At The Bicentennial 1776-1976”, la misma que recoge la mayor parte del concierto que dio el grupo en el 3 de julio de 1976, en el Calderone Theater, justamente en la víspera del Bicentenario de la Independencia de los Estados Unidos de América. La existencia de este ítem se debió a la donación que hizo Rich Hilton a Alucard Music – el sello encargado de publicar reediciones y rarezas varias del catálogo de GENTLE GIANT – de la transmisión radial que de este evento realizó en su momento la emisora WLIR. Ha hecho falta un doble CD para develarnos lo que se registró en esta fantástica radio-emisión: strictu sensu, no es una novedad absoluta puesto que de aquí procede el popurrí del “Octopus” que se utilizó como bonus track para la reedición remasterizada del disco en cuestión – publicada en el 2011 – pero sí resulta buenísimo contar con este doble registro a cabalidad.

El repertorio el concierto nos muestra varias semejanzas con el que se recoge en el único disco en vivo oficial de la banda que existía hasta ahora: “Playing The Fool”, que data del año 1977. La canción de entrada ‘Just The Same’ (impactante canción inicial del álbum “Free Hand”, a la sazón, el más vendedor de un grupo sistemáticamente ignorado por la prensa musical y por las grandes compañías distribuidoras) viene precedida de una introducción grabada originalmente compuesta por Ray Shulman y Kerry Minnear. Si en el “Playing The Fool” solo se nos mostraba los últimos 25 segundos de esta introducción, pues ahora la escuchamos completa: se trata de un motif fastuoso de claros ribetes renacentistas donde los sintetizadores, violines y percusiones se conjugan en lo que es el anuncio de algo explosivo por venir. Y en efecto, eso es lo que nos brindan los GENTLE GIANT con la secuencia de ‘Just The Same’ y el popurrí de ‘Proclamation’ y ‘Valedictory’ – una serie de sistemáticas explosiones rockeras a través de exraños desarrollos melódicos, complejos juegos de síncopas en las estructuras rítmicas y no menos juegos de contrapuntos entre la guitarra y los teclados, la perfecta combinación de entusiasmo visceral, exquisita inteligencia musical y robustez sonora. Las cosas bajan un poco el nivel de intensidad pero ni una molécula de un ápice de la expresividad musical cuando emerge ‘On Reflection’, pieza que se apoya inicialmente en un hermoso cuarteto de violín, cello, flauta dulce y vibráfono antes de que la segunda sección, basada en polifonías corales, disponga el terreno para la conclusiva sección instrumental (un arreglo diferente al de la versión de estudio que también aparece en “Free Hand”). Haciendo un chiste durante la presentación de ‘On Reflection’, el frontman Derek saluda al público anticipando la felicitación por la celebración del segundo centenario de la independencia del pueblo estadounidense, añadiendo que ellos, como británicos, ahora “vienen en son de paz” para presentarse ante el respetable. Tal como anuncia también el buen Derek, la pieza está organizada para que empiece en clave tranquila para finalmente ponerse un poco más excitante: esos diálogos de guitarra y sintetizador que se desarrollan en la sección final sobre el swing ingenioso de Weathers, mientras un excelso Ray Shulman va llenando espacios a granel entre ritmo y melodía, son elementos esenciales de lo mejor que ha dado GENTLE GIANT a la tradición del rock progresivo.
   

Recién en la cuarta canción el grupo empieza a presentar el que entonces era su nuevo disco, y lo hace precisamente con la canción homónima. Como muy pocas veces se dedicaba el grupo a replicar sobre el escenario los arreglos plasmados en las versiones de estudio, pues que no nos sorprenda que el solo de piano original sea reemplazado por uno de sintetizador en clave muy tirada hacia el jazz-rock, ni tampoco que Weathers y Ray aporten nuevas sonoridades desde el vibráfono y el violín para la sección instrumental que antecede a la última parte cantada. Dadas las circunstancias de la adrenalina que se explaya a la hora de traducir las ideas musicales del estudio al contexto de un concierto en vivo, y sobre todo, dado el hecho de que este quinteto era un aquelarre de maestros del rock, el grupo saca buen provecho de la presencia de la guitarra eléctrica, dejando que sus riffs se erijan en el centro neurálgico de la instrumentación global. Esta incursión en el vigor rockero que es marca registrada de la casa prepara al grupo para dirigir con rectitud y nervio ese vendaval que es el popurrí de ‘The Runaway’ y ‘Experience’. Estas muestras del “In A Glass House” son garantía de electrizante intensidad y grooves contagiosos, son, al fin y al cabo, muestras paradigmáticas de lo que siempre significó el nombre de GENTLE GIANT para la perpetua memoria del rock progresivo británico de los 70s. Con todo, el primer cénit del concierto debemos identificarlo en ‘So Sincere’, la pieza del álbum “The Power And The Glory” que era más celebrada en los conciertos. Y claro, no era para menos, pues incluía una rotunda orgía de batería y percusiones varias en su segunda mitad (el viaje entero dura alrededor de 11 minutos). Es fantástico cómo Derek, Ray, Gary y Kerry amoldan las síncopas y ornamentos de sus timbales y bombos con total destreza bajo la guía que instaura el magistral John Weathers desde su batería. No nos cabe duda de que esta toma es mejor que la ya de por sí excelente experiencia que se plasmó en el “Playing The Fool” y, dada la edición del doble CD, funciona como un estimulante final del primer volumen. Tal como anunciaba Derek, la conclusión de la canción viene con un despliegue de locura de tambores al estilo de Sandy Nelson, Gene Krupa y Cozy Powell”, lleno “de procacidad y analidad”; también comenta orgulloso que “The Power And The Glory” fue un disco importante para la banda porque supuso un cambio de sello y, además, “tuvo tanto éxito como para llegar al Top 2000 de algunos países (ese humor británico, siempre tan pomposo y autodespreciativo a la vez).

Otro momento particularmente ambicioso del repertorio es el popurrí del álbum “Octopus”, el cual se encarga de abrir el segundo volumen de este ítem. Este popurrí sigue el mismo estándar que tenemos en el “Playing The Fool”: sección inicial de ‘The Boys In The Band’ / dueto de guitarras acústicas a cargo de Gary y Ray donde se incluye una cita de ‘Acquiring The Taste’ en clave de madrigal /primera mudanza y estribillo de ‘Knots’ / intermedio de órgano y sintetizador a cargo del maestro Minnear / ‘The Advent Of Panurge’ con un intermedio de cuarteto de flautas dulces y un tambor medieval. Lo que sigue a continuación es una serie de dos canciones del “Interview”: ‘Give It Back’ y ‘Timing’. De hecho, la motivación principal de Alucard Records para publicar esto residía en el hecho de que era la primera ocasión de publicar el registro de un concierto con tantas canciones del “Interview”: ¡en el “Playing The Fool” solo hay una! Bueno, el grupo presenta versiones ampliadas de ambas canciones, siendo la novedad en el caso de ‘Give It Back’ la inclusión de un pasaje instrumental sobre el cual se desarrolla un llamativo solo de vibráfono. Por el lado de ‘Timing’ la cosa es más alucinante porque el arreglo nuevo está hecho para que la canción dé impulso a un largo y simpático solo de violín a cargo del maestro Ray Shulman. En varios momentos el violín es utilizado para imitar los gritos y demás vociferaciones onomatopéyicas que proceden del público: no olvidemos que lo lúdico era algo esencial dentro del estilo de GENTLE GIANT, y en este caso, el genial Ray funge de embajador del progresivo humorístico ante el público. Lo último que escuchamos del solo de violín es la escala que se hace al piano para iniciar a canción ‘Free Hand’: en efecto, el piano eléctrico toma lo que calla el violín para que Ray e cuelgue el bajo sobre los hombros y la maquinaria rockera de GENTLE GIANT se explaye en su peculiar grandiosidad. No sabemos cuánto es el nivel de temperatura que tiene una estrella antes de apagarse, pero sin duda debe ser algo parecido a lo que emana esta combinación de guitarra, teclados, bajo y batería por más de siete minutos mientras el concierto va llegando a su triste final. Monstruoso y fabuloso rock moldeado con esquemas complejos creados con galáctica lucidez estética, eso es GENTLE GIANT en lo esencial y esta canción cierra el “Live At The Bicentennial” declarándolo a los cuatro vientos.

 

Es una pena que sea así, y decimos esto porque el grupo decidió cerrar el concierto con una versión del clásico R’n’B de Wilson Pickett ‘In The Midnight Hour’ (previo popurrí de ‘I Lost My Head’ y  ‘Peel The Paint), aprovechando que el concierto terminaba a poco de pasada la medianoche y la nación estadounidense ya había entrado oficialmente a su día bicentenario. Nade de ello entró en este documento sobreviviente de esa fecha, pero bueno, con todo y eso, “Live At The Bicentennial 1776-1976” es un ítem de absoluto lujo dentro de una colección mínimamente buena de rock progresivo. Lo que hicieron los muchachos de GENTLE GIANT en ese concierto del 3 de julio de 1976 fue magistral, brutal y fenomenal: una gozada monumental y ya está. 


Muestras de “Live At The Bicentennial 1776-1976”.-
So Sincere / Drums & Percussion Bash: https://www.youtube.com/watch?v=lEOlnit0CSU




Friday, May 22, 2015

Pavanas y otras danzas en la nueva andanza musical de MINIMUM VITAL


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

MINIMUM VITAL vuelve al ruedo con “Pavanes”: este doble álbum nos muestra a un ensamble que se impulsa desde la faceta más pastoral de su álbum anterior – “Capitaines”, ¡del año 2008! – y reciclan varias pautas de creatividad folk-progresiva del proyecto VITAL DUO. Con eso tenemos que la vuelta a las raíces y el manejo de desarrollos melódicos refinados sean las dos reglas de juego que el conjunto se impone, manejando estas nuevas ideas musicales con el gran oficio habitual a lo largo de su carrera discográfica, la cual se inició a fines de aquella lejana década de los 80s. El trío de los dos hermanos Payssan (Jean-Luc, a las guitarras acústica y eléctricas, oud, saz, percusión y canto; Thierry, a los teclados, percusión y canto) y Eric Rebeyrol (bajo, saz y trompeta) ha hecho un trabajo muy bordado en estos 19 temas que repasaremos individualmente más adelante. La paleta sonora que se explaya a través de esta hermosa pinacoteca del ruido folk-progresivo se completa con los aportes ocasionales de los invitados especiales Gilles Pialat (batería MIDI), Chfab (canto) y Laure Mitou (también al canto). Parece mentira que ya hayan pasado 30 años desde la publicación de su casete “Envol Triangles” de forma independiente… y ahora tenemos al grupo asentada con perenne vitalidad en el Parnaso viviente de los veteranos genios del rock progresivo francés. Bueno, ya es hora de dejarnos de preámbulos… ¡a entrar en los detalles del abundante repertorio del “Pavanes”!

 

‘Javary & Montago’ da inicio a esta doble fantasía con un vigor tremendo que nos remite al aspecto rockero de los dos primeros discos de la banda, así como a entidades vecinas como ECLAT y EDHELS que en su momento fueron cruciales para el revival francés de los 90s. Durando casi 6 ¾ minutos, ‘La Basse Danse’ nos remite a una vitalidad distinta, una inspirada en aires campestres sobre una base rítmica cuyo groove tiene un buen acento jazz-rockero; es en la labor de los teclados donde se garantiza el asentamiento de la identidad sinfónica dentro del entramado sonoro, el cual parece rendir tributo al JETHRO TULL de la etapa 77-79. Una vez que emerge la tercera pieza, ‘Valadôn’, con su ritmo ceremonioso y orgullosa luminosidad añeja, el terreno está fértil para el predominio de climas bucólicos y ensueños pastorales en lo que resta de este primer volumen de “Pavanes”. En efecto, ‘La Pavane’ es literalmente una pavana arreglada con el adecuado color folk-progresivo que hemos gozado en los mejores momentos de JETHRO TULL y GRUPHON. ‘Rodéo’ recibe la aureola de exquisita alegría de las piezas precedentes pero se pone a intensificarla con un ritmo trepidante: esta vez son los instrumentos de cuerda quienes llevan el rol protagónico para el desarrollo temático mientras la base rítmica impone su ágil prestancia para invitarnos a una pletórica danza imaginaria. El sexto tema es una adaptación de una pieza tradicional llamada ‘Le Prisonnier Hollandais’, marcada por ciertos recursos de densidad mientras el colorido esencial del cuerpo central se impone con gracia. El expresivo colorido de los teclados y las líneas de trompeta que aporta el bajista Rebeyrol son vitales para que la pieza se mantenga firme dentro de su esquema pícaramente pomposo.

‘Marie Flies’ se encarga de devolvernos a las atmósferas elegantemente juguetonas que ya habíamos disfrutado en ‘La Basse Danse’: en comparación, el esquema sónico se siente más rebosante aquí no solo porque Thierry añade acordeón a su labor en los múltiples teclados sino porque también interviene la trompeta de Rebeyrol. Por su parte, ‘Suite En Poussière De Lune’ nos muestra una joya de teclados sinfónicos armada sobre un compás de corte renacentista, aunque también se sienten ciertos aires góticos en algunas secciones de la avasalladora arquitectura de órgano y sintetizadores. Con los ornamentos de trompeta y la coda dirigida por la guitarra clásica se completa un cuadro espectacular. ‘Folkish’ dura 8 ¾ minutos y tiene muchos lugares a donde ir en todo ese espacio. En su sección inicial, vuelve a apelar a la natural sencillez de lo campestre, centrándose en cuerdas y percusiones para decir lo que tiene que decir en el momento, pero de forma muy fluida vira hacia un escenario sónico más pomposo, ostentando una fineza majestuosa muy sólidamente armada mientras el aspecto campestre sigue vigente en la armazón rítmica. En todo caso, el esplendor sinfónico debe mucho al paradigma de CAMEL y un poco al de YES: de verdad que no pudimos dejar de pensar en el gusto de Steve Howe por las florituras en clave aguda en algunos momentos de lucimiento de Jean-Luc (lucimiento magistral, cabe añadir). Este primer volumen se cierra con ‘Villages’ pieza que ostenta un colorido saltarín: su muy poderoso magnetismo vuelve a evocar los tiempos de JETHRO TULL donde celebraban el esplendor de la tradición folclórica a todo dar (77-79), pero también supone – ante todo, de hecho – un reencuentro pleno de esta nueva aventura de MINIMUM VITAL con las cartografías progresivas que diseñaron en sus inicios, entre los años 1988 y 1993.


Abre el segundo volumen del disco ‘Saladin’, un tema que parece primo hermano del que había cerrado el primero. Definitivamente, los espacios que crea la guitarra eléctrica en medio de las capas del saz y el oud ayudan a ‘Saladin’ a proyectar una luminosidad especial para el resto del repertorio: así, ‘Yassim’ emerge con un groove parcialmente basado en dinamismos jazz-rockeros aunque con la mira del bloque integral sólidamente puesta en la tradición renacentista mediterránea. Con el aura lúdica de ‘Yassim’ y las vibraciones contemplativas de ‘Sur Tes Pas’, el grupo parece trazar un camino de expresividades introspectivas donde los desarrollos melódicos de turno son manejados con una delicadeza envolvente y conmovedora. ‘L’Enfance Des Sages’ – a la sazón, la pieza más extensa del segundo volumen con sus 8 minutos de duración – sigue adelante en este camino hacia los bosques de la introspección reflexiva, y lo hace dando un giro hacia la tradición del rock sinfónico, muy acorde con los paradigmas de CAMEL y GENESIS, por no añadir también una mención a RENAISSANCE. Es como si el grupo hubiera dejado de pasear por los bosques y aldeas y se hubiese instalado en un palacio, dejando que las imágenes de boato y lujo de la sangre azul les motiven ideas marcadas por una estilización exquisita. Los hermanos Payssan hermanan sus instrumentos de tal manera que la ingeniería global brilla con un esplendor exquisito a través de cada una de sus bisagras y encajonamientos: para cada envolvente línea de guitarra no tarda en emerge una contraparte de parte de los teclados donde se alza un grandioso despliegue de orquestaciones infinitamente meticulosas.


‘Le Tourdion’ se hace eco de este enfoque estilizado mientras nos devuelve a los aires festivos de las danzas campestres, mientras que el esquema rítmico se empapa parcialmente de esa dinámica especial propia del jazz-fusión, particularmente notoria en los arreglos de bajo y la centralización de los instrumentos de percusión. Es fácil ver en esto otro guiño a los tiempos del “Sarabandes”, especialmente porque el modo en que Jean-Luc recicla sus propias influencias de Howe y Latimer resulta crucial a la hora de focalizar apropiadamente el colorido esencial de la composición. Más de lo mismo nos ofrece acto seguido ‘Chanter Toujours’, aunque esta vez la banda se centra más en jugar con un jam básico y añadirle factores sofisticados sobre el camino que en elaborar una arquitectura perfilada como se dio en los casos de los dos temas precedentes. ‘Ende Limbo’ es como la fruta que cae sobre la hierba tras llegar a su máxima expresión de madurez en la rama que la sostenía: se trata de un agradable viaje jazz-progresivo nada ajeno a las líneas de trabajo que actualmente desarrollan bandas como MAGNETIC SOUND MACHINE y ECLAT. Es como si la secuencia de los temas tercero al sexto hubiese sido un trayecto desde la arquitectura del sonido hacia la celebración de la sencilla alegría, siendo el sonido, en este último caso, como la seda para los ropajes que cubren a quienes bailan. ‘Soleil Dén’ nos lleva de regreso hacia las aguas del Mediterráneo, mostrándonos un paisaje sónico gentil antes de que surja ‘Suite Ibérique’ para cerrar el volumen y el álbum: esta pieza se centra en la guitarra española, cuyas líneas melódicas y cadencias guían a los aportes percusivos diseñados para completar el intimista bloque sonoro en curso.

 

Tenemos en “Pavanes”, a fin de cuentas, una labor magistral de rescate y revitalización de las mejores esencias sonoras de MINIMUM VITAL tras la experiencia de VITAL DUO, algo que repetimos del primer párrafo de la presente reseña: eso solo puede significar buenas noticias para el actual estado de cosas de la música progresiva, y sobre todo, que es un disco altamente recomendable en cualquier colección progresiva razonablemente buena.


Muestras de “Pavanes”.-
Javary & Montago [video-clip]: https://www.youtube.com/watch?v=tTHE39LSYiE


[Dedico esta reseña, con enorme aprecio, a mi amigo y hermano melómano Jol Paiva por haberme presentado a este grupo hace muchos años... y la buena impresión persiste hasta el día de hoy.]

Tuesday, May 19, 2015

ZS: la nueva ley de los lobos vanguardistas


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

El ensamble estadounidense ZS vuelve a emerger de su sólido nicho dentro del siempre activo movimiento underground de Nueva York, un incesante hervidero de ideas nuevas que apuntan a hacer de la música futurista algo, de una forma u otra, intangible para el presente e inexorable frente al pasado. “Xe” es el título de la nueva aventura fonográfica que nos brinda el trío de Sam Hillmer [saxo y efectos computarizados], Greg Fox [batería, percusión y sintetizador] y Patrick Higgins [guitarra y efectos computarizados] para el presente año 2015. El trío repite plato después del disco “Grain”, que data del 2013. El grupo se originó en el año 2000 por iniciativa de Hillmer aunque recién dos años después hizo su debut en los escenarios… y ahora les tenemos aquí gestando vías de desafiante expresividad. Su propuesta es muy sui generis, donde la electrónica, el rock, el jazz de avanzada y la musique concrete fungen de cuatro elementos para la constitución de un kosmos nuevo que se resiste a ajustarse uniformemente a un orden totalmente constante. Si en “Grain” el trío abrió puertas y ventanas a las musas de la abstracción vigorosa en busca de una neurosis metafísica, “Xe” encarna la acción de salir de la casa para investigar de dónde sacan dichas musas su luz inspiradora: concretemos esta expresión con una detallada descripción del repertorio de este álbum. 


Empezando con una base de palmas simuladas sobre la cual se sustenta la arquitectura rítmica, ‘The Future Of Royalty’ abre “Xe” desarrollando un ejercicio de vitalismo dadaísta donde los riffs de guitarra y las pulsaciones del saxofón (fuertemente filtrado por efectos sintetizados) se amalgaman en un puzle cibernético intenso y rotundo. ‘Wolf Government’ emerge cortando de cuajo este clímax inicial elaborando un radical juego de deconstrucciones sónicas donde la lógica surrealista de resplandores oníricos se conjuga a la perfección con el paradigma futurista de celebrar el auge de la máquina. La naturaleza abrumadoramente punzante de los sonidos organizados en esta pieza simbolizan los abusos del monstruo metálico que agita el corazón de la sociedad urbana moderna y continuamente devora a las últimas generaciones de seres humanos. Cuando se abre campo a un solitario delirio cacofónico de guitarra, el camino está preparado para que emerja la tercera pieza del álbum, la misma que se titula ‘Corps’. Aquí, el grupo empieza a explayarse en sus vuelos musicales apelando a una combinación de jazz vanguardista a lo JOHN ZORN, climas krautrock a lo CAN y teorías minimalistas propias de la musique concrete: es como si el caos agobiante de la pieza anterior hubiera motivado un sistema de ordenamiento musical donde lo obsesivo no es exceso sino el nuevo camino de la prudencia. La batería de Fox aprovecha las cadencias y espacios de esta ambientación general para elaborar una ingeniería pulsátil que se siente tan desafiante como cálida. Por su parte, el saxo de Hillmer se focaliza en crear exorcismos neuróticos e inquietantes ansiedades: esto viene muy bien cuando en ciertos momentos específicos, la guitarra abandona parcialmente sus vibraciones maquinistas para elaborar breves explosiones de formas libres.


Tras los amplios pasajes de señorial ensoñación sónica que conformaron el cuerpo central de ‘Corps’ llega una coda caótica, anuncio del pronto arribo de la cuarta pieza del álbum, ‘Weakling’: en esta instancia, el grupo elabora unos climas aleatorios semejantes a los del limbo modernista rimbombante de ‘Wolf Government’, pero esta vez con un tenor etéreo que los acerca al paradigma del TANGERINE DREAM pre-“Zeit” y de los dos primeros álbumes de CLUSTER. En fin, los últimos 18 minutos y pico del álbum están ocupados por la pieza homónima, la cual nos revela que la misión principal de ‘Weakling’ había sido la de asentar un puente entre ella y ‘Corps’. Tras una breve introducción minimalista donde la guitarra juega con fraseos graves, la marca principal de ‘Xe’ se explaya en el trabajo de cadencias tribales de su armazón rítmica: desde ese empuje, el saxo y la guitarra exploran los recursos minimalistas y cacofonías embrujadoras necesarios para mostrarnos un ejercicio de exorcismos envolventes. Hay un momento de frenesí lunático que, a pesar de no ser particularmente extenso, deja una huella en lo que ha de ser el desarrollo temático de los últimos cuatro minutos de la pieza: tenemos la consonancia de una batería embrujadora, guitarreos sutiles recurrentes y un saxo que se ata y desata en las alternancias de su fiera expresividad. Así concluye “Xe”, una nueva muestra del ingenio aventurero e implacable que mantiene a ZS como una de las figuras con mayor autoridad de la vanguardia estadounidense. 


Muestra de “Xe”.-

Saturday, May 16, 2015

Un nuevo orden y un ritmo diferente para AT WAR WITH SELF


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy nos toca el turno de revisar la nueva obra de AT WAR WITH SELF, titulada “Circadian Rhythm Disorder”: la nueva instancia fonográfica de este proyecto dirigido por el multi-instrumentista Glenn Snelwar estadounidense se basa en el “Normalizar Project II” de Marco Minnemann, un solo de 51 minutos que ya desde el año 2010 ha motivado trabajos tan alucinantes como el “Evidence Of Humanity” de MIKE KENEALLY, el “Modulator” de TREY GUNN, el “24 Tales” de ALEX MACHACEK y el “Deeper With The Anima” de PHI YAAN-ZEK. Al igual que en el penúltimo de estos discos mencionados, Snelwar – quien luce sus dotes a las guitarras y mandolinas eléctricas y acústicas, bajo sin trastes y teclados – ha decidido plantear su enfoque personal a partir de 24 segmentos. Snelwar no es un desconocido para quienes conocen a GORDIAN KNOT (proyecto liderado por Sean Malone y donde el mismo Snelwar era cofundador) pero es en los discos de AT WAR WITH SELF donde hallamos su aporte más esencialmente significativo a la escena progresiva contemporánea. Los tres discos anteriores “Torn Between Dimensions”, “Acts Of God” y “A Familiar Path”, que datan entre 2005 y 2009, le muestran como un ingenioso compositor y un muy pulido instrumentista que se siente cómodo oscilando en áreas musicales tan diversas como el prog-metal, la psicodelia progresiva, el jazz-rock, la línea acústica de tendencia académica y el rock sinfónico a la vieja usanza. Ahora, con “Circadian Rhythm Disorder”, toda esta inquietud ecléctica tiene la oportunidad de integrarse de una manera renovadora dentro de un continuum donde la ilación integral de los 24 pasajes es más relevante que la identidad individual de cada uno de éstos. Queda claro que cada sección se arma con una sensibilidad orfebre única, pero… ¿cómo resulta el conjunto?


Veamos. La primera sección ‘Slate Wiper’ instaura una atmósfera ácida en base a riffs ostentosamente pesados, pero dejando algunos espacios para que los duetos de mandolina y guitarra acústica muestren algo de cálida luminosidad. La dupla de ‘Seeds Of Doubt’ y ‘Seeds Of Love’ nos lleva por caminos aún más intrincados: el primero trabaja un perfilamiento más sofisticado de la pesadez inicial en base a unas cadencias que exploran grooves jazz-rockeros con buen pulso, mientras que el segundo se enfila por una espiritualidad reflexiva, abriendo así camino a un lirismo cristalino. ‘The Mirror’ nos devuelve a lo más electrizante del paradigma prog-metalero, creando un espacio idóneo para un espectacular solo de guitarra; dado que ‘Mirage’ crea un groove sincopado para explorar el rol hipnótico de unos riffs repetitivos, puede emerger cómodamente ‘Stumbling To Sleep’ con el propósito de reinstaurar fluidamente la fiereza metalera anterior con un frenesí renovador. La secuencia de ‘Daydream’ y ‘This Is Not My Reflection’ se encarga de instalar un dinamismo extrovertido y sofisticado en clave jazz-rockera, dejando bien sentado cuán importante fue la visión de Snelwar en la forja de GORDIAN KNOT: siendo la segunda de estas secciones la más larga, goza de mayor espacio para trabajar con texturas de inspiración Crimsoniana y atmósferas fusionescas dentro de un bloque sonoro que mantiene un nervio rockero único y genuino. Es por eso que la muy breve sección ‘Smash The Mirror’ puede insertarse como una coda electrizante para ‘This Is Not My Reflection’, traduciendo la robusta expresividad reinante en fiereza pura y dura. Las secciones 10-12 son las tres partes del concepto de ‘Shards’. Son 6 ½ minutos repartidos entre estas tres secciones donde Snelwar vuelve a senderos de sutilezas sonoras donde las elegantes florituras del bajo y las bases armónicas de las guitarras acústicas ocupan roles protagónicos alternantes. ‘Nightmare’ se conecta hermosamente con el espíritu general de ‘Shards’ pero introduce una dimensionalidad nebulosa en las orquestaciones de teclado, como si anunciara la irrupción de algo tétrico y amenazante… y eso es lo que sucede cuando surge ‘Running From The Dream’, un ejercicio de intensidad urgente que comienza bien compenetrado en el modelo del death-metal progresivo para terminar en una suntuosidad heavy que nos remonta al mejor IRON MAIDEN.

Cuando estamos en la sección ‘N.D.E.’, la cosa se pone en plan sigiloso dentro de una exploración de espacios vacíos a través de un juego de síncopas simplemente brillante, lo cual funciona como preparación para la fastuosidad incandescente de ‘Tunnel Of Light (The Road Back)’. ‘Re-birth’ se siente bien perfilada dentro de la faceta más frenética del álbum, mientras que ‘First Breath’ abre un espacio relajante para que el bajo pueda lucirse, y así disipar gradualmente las huellas de la tensa densidad que crearon los guitarreos de las dos secciones precedentes. Es así como se inicia la serie de las dos partes de ‘New Life’: la primera parte ostenta orientaciones hacia el modelo del jazz-fusión aflamencado y la segunda toma impulso a partir de aquí para crear una aureola de ensoñación rockera donde la fuerza expresiva de los riffs y solos está al servicio de una melodía que va madurando sobre el camino. La sección #21 retoma los aspectos sutiles de ‘Slate Wiper’ (de hecho, se titula ‘Slate Wiper, Pt. Two’) para sembrar el camino de la aguerrida oscuridad de ‘A Day’s Death’, sección diseñada para retomar las vías de expresión de ‘Running From The Dream’ y ‘Re-birth’. Mientras nos acercamos al final de la suite, ‘Completion Of The Cycle’ explora recursos de claridad melódica mientras articula parajes donde la guitarra puede solear con un dinamismo sensible y virtuoso: el bloque sonoro es tremendamente extrovertido, incluso portando un fulgor volcánico en varios momentos, pero el tenor del núcleo melódico tiene un perfil más bien nostálgico. Todas las aristas de este último despliegue melódico se terminan resolviendo en la última sección, titulada ‘One And All’: poco a poco se construye una atmósfera de paz donde lo introspectivo, lejos de acentuar la nostalgia, brinda la paz añorada y que ahora se hace realidad con un aura envolvente.


Todo esto fue  “Circadian Rhythm Disorder”: la lectura que ha hecho Glenn Snelwar de la elocuencia percusiva de Marco Minnemann nos ha dejado plenamente satisfechos, ha sido un experiencia melómana intensa y enriquecedora. Esta obra de AT WAR WITH SELF implica un nuevo orden para el proyecto en base a un ritmo diferente, y por eso resulta muy recomendable para cualquier buena discoteca progresiva.



A escuchar “Circadian Rhythm Disorder”: https://soundcloud.com/glenn-snelwar/circadian-rhythm-disorder