HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
Hoy estamos complacidos de exponer nuestras impresiones sobre uno de los discos más esperados de MIKE OLDFIELD, ídolo perpetuo de la vanguardia rockera desde aquel tiempo en que su opera prima “Tubular Bells” conquistó el Universo del Art-Rock mientras él estaba recién entrando a la veintena. Lo que nos trae el maestro OLDFIELD es una remodelación de su otra obra cumbre de los 70s “Ommadawn”, y lo hace bajo el título de “Return To Ommadawn”. Para empezar, el arsenal instrumental empleado para este disco que tenemos en nuestras manos es prácticamente el mismo que utilizó para ese disco original del año 1975. Guitarras eléctricas Fender y PRS, acústica, flamenca, bajos acústico y eléctrico, mandolinas, banjo, ukelele, arpa céltica, piano de cola, órganos Vox Continental, Hammond y Farfisa, mellotrón, sintetizadores Solina y Clavioline, bodhran, tambores africanos, glockenspiel y flautas irlandesas: todo esto, ni más ni menos. La idea de volver a este clásico estaba en la mente de OLDFIELD desde el año 2015, y de hecho, en octubre de ese año publicó en su cuenta de Twitter que estaba “continuando en la elaboración de ideas para «Un nuevo Ommadawn» durante la última semana para tantear si realmente funciona la idea.” Pues a juzgar por lo resultados, sí funcionaba pues el 8 de mayo ya estaban completadas las sesiones de grabación y producción para este trabajo de resurrección de este inmortal estándar del catálogo Oldfieldiano. El proceso de grabación tuvo lugar bajo las pautas de producción e ingeniería de sonido impuestas por el propio OLDFIELD en exclusiva. Por su parte, el arte gráfica que representa un amable paisaje invernal con un aura de leyenda céltica se basa en ilustraciones de Rupert Lloyd y el diseño de parte de Phil Smee: en buena medida, la parte gráfica refleja fielmente la combinación de serenidad, meditación y calmado solaz que se expresa en la mayor parte de la música creada para la ocasión.
La
primera parte de este concepto de “Return To Ommadawn” se expande por un
espacio de 21 minutos y pico mientras que la segunda casi llega a los 21
minutos exactos. Lo primero que escuchamos en las instancias iniciales de ‘Return
To Ommadawn Pt. I’ es una capa dual de órgano y vientos étnicos con oportunos
retazos de guitarra flamenca. Mientras el primer motif se asienta, las capas de
teclado se tornan más etéreas mientras la dupla de guitarras acústicas va
reforzando los matices más sutiles del esquema melódico en curso. El bajo
eléctrico y el glockenspiel a ratos establecen un encuadre desde el cual los
ornamentos melódicos adicionales motivan un crescendo con el ingreso
convincente de otros instrumentos como las guitarras eléctricas y las
mandolinas. Desde antes de llegar a la frontera de los cuatro minutos y medio
se puede decir que ya hay una musculatura plena y concreta en la armazón instrumental.
Las vibraciones folklóricas se asientan de manera más reforzada con el ingreso
de las percusiones, y nos vamos dando cuenta de que lo que tenemos aquí no es
simplemente un retorno a los campos y valles de “Ommadawn” sino también una
recuperación de las estilizaciones folk-rockeras de “QE2” así como una reconstrucción
de la interioridad parsimoniosamente densa del clásico postergado “Hergest
Ridge”. El motif que se inicia antes de llegar a la barrera del séptimo minuto
es simplemente hermoso: las líneas de las guitarras eléctricas flotan como un
sortilegio de melancólica sobriedad. Más adelante se elabora un nuevo motif más
grácil donde lo sobrio deja paso a lo cálido dentro de la permanente actitud de
reflexividad melancólica. Poco antes de llegar a la frontera del minuto 12 se
instaura un puente guiado por la guitarra que nos lleva a la danza ritual que
se ha de iniciar un minuto después: los tambores, las capas de teclado y los
samplers de los cánticos femeninos arman una triangulación desde la cual se
crea la magia sonora conjurada por las diversas guitarras y teclados. Hay una
ambientación de emotiva candidez que se impone en los fraseos de la guitarra
eléctrica así como en las plácidas orquestaciones de sintetizador mientras las
percusiones y los cánticos anuncian que es el momento de dejarse llevar por la
alegría. Mientras la trama percusiva termina quedándose sola para encaminarse a
su fade-out, resurge la inicial armazón de órgano, vientos étnicos y guitarras
clásicas, con lo que se completa el círculo multitemático de esta primera
parte.
‘Return To Ommadawn Pt. II’ comienza con
una grácil amalgama de texturas de mandolina y de guitarra acústica sobre un firme
trasfondo de teclados concentrados en crea un paisaje sonoro envolvente. Más adelante,
las cosas se agilizan un poco y llegan a crear un clima jovial cuyo foco
melódico los guitarreos eléctricos resuelven con ese vibrato especial que
OLDFIELD convirtió en marca de la casa. Nos parece una pena que este momento de
protagonismo de las guitarras eléctricas no se prolongue un poco más pues su
gancho melódico porta una magia cautivadora muy especial, pero el motif que
sigue a continuación tampoco es desdeñable en lo absoluto. En efecto, el
matrimonio de guitarra acústica y mandolina ayuda a crear otro recurso de
jovialidad que esta vez se enmarca hacia una especie de dulzura otoñal que
inspira una sensación de frescura espiritual bajo el manto de una luminosidad
serena. Las cosas se intensifican un poco más cuando entra a tallar una
ingeniería rítmica en base a tambores étnicos: sin pecar de aguerridos, los
guitarreos ostentan un vigor renovado desde el cual procuran respetar la delicada
integridad de los delineamientos melódicos creados para el momento. Incluso hay
un breve paraje donde la dupla de glockenspiel y sintetizador entra a tallar
para dialogar con las líneas de la guitarra. Con el ingreso de las guitarras
acústicas y la leve variación de cadencia en la sección percusiva se arma un
fin de fiesta sugerente y embelesador. Luego sigue una dupla de secciones
relajantes que transitan desde la majestuosidad refulgente hasta el sosiego
cálido, siempre bajo el imperio de una ingeniería sónica vitalista. A poco de
pasada la frontera de los 17 minutos se da un nuevo momento de fastuosidad que
en realidad es el clímax conclusivo de la sección que veníamos describiendo. Nos
toma por sorpresa que sea un momento tan efímero pero lo que sigue después es
un nuevo motif folklórico que se presenta como una reconstrucción más imperiosa
y rauda de ‘On Horseback’, la canción infantil que sirvió como coda para el “Ommadawn”
original. Ahora tenemos en nuestras manos un nuevo ejercicio de festividad
lírica donde se evoca la vivacidad y el esplendor que sigue dejando huellas en
el mundo que nos rodea: la conclusión de la danza es rotunda y nos deja con una
sonrisa en nuestros rostros. Ahora entendemos que ese breve momento fastuoso no
era tanto el cierre de la penúltima sección sino la preparación para la danza
final. ¿Habrá
sido esta nueva convocatoria a dar un paseo a caballo una invocación fúnebre al
hijo Dougal que se fue al más allá en mayo del 2015? Puede ser, y de ser así, la
simetría con el “Ommadawn” original se completa cabalmente teniendo en cuenta
que buena parte de la inspiración de éste vino motivada por el duelo ante la
muerte de su propia madre Maureen. Incluso
una de las fotos del librillo nos muestra un columpio vacío en una tarde
avanzada pronta a recibir al atardecer: la imagen de la añoranza por el hijo
desaparecido se refuerza en nuestras particulares elucubraciones.
Aquí tenemos, con indudable certeza, un retorno a las primeras raíces que echó y asentó MIKE OLDFIELD en la tierra de la vanguardia británica de los 70s: el título de “Return To Ommadawn” no es precisamente engañador aunque también nos puede sonar a peligro como si el maestro OLDFIELD se dedicara a mirarse al ombligo con displicencia, algo que hizo anteriormente con el legado de “Tubular Bells” más de una vez. En todo caso, nos parece que en “Return To Ommadawn”, si no una obra maestra, sí tenemos una labor de creación musical muy digna, dueña y señora de sus preciosismos esenciales, directora de los sortilegios y recovecos melódicos que se van sucediendo en su seno y a lo largo de las expansiones del mismo. Esta mirada atrás ha sido muy inspirada, sí señor.
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