HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
Setiembre de 1997 fue un mes muy especial para la escena rockera
progresiva mundial porque fue cuando el grupo IQ publicó una de sus obras
cumbre: el doble CD “Subterranea”. Con este sexto trabajo de estudio del grupo
británico no solo logró afianzar su
proceso de maduración estilística iniciada con su álbum anterior “Ever” (del año 1993), sino
también concretar su sueño de grabar un ambicioso disco conceptual, dándose en
este caso una sesuda labor de exploración y desarrollo para las ideas de la
autodeterminación, el crecimiento emocional, el ansia de libertad y,
finalmente, la fatalidad. Por supuesto que esta combinación de encuadres
conceptuales en la narrativa articulada en la poesía del frontman Peter Nicholls debe tener un cariz necesariamente trágico,
y nos referimos a lo trágico en su dimensión más conmovedora. Una bendición para este IQ dispuesto a renacer de las cenizas en las que quedó hundido a fines de los 80s que Nicholls regresara para quedarse. Con este álbum,
el entonces recientemente renacido ensamble heroico de la nueva ola del rock
progresivo británico (neo-progresivo para quienes gustan de las etiquetas
facilistas) seguía integrando a los integrantes fundadores Mike Holmes
(guitarras y guitarra-sintetizador) y Martin Orford (teclados y coros) junto al
antes mencionado frontman Peter
Nicholls y el baterista-percusionista clásico Paul Cook, además de un John
Jowitt (bajos, pedales bajos y coros) que se sentía totalmente aunado al
universo musical de IQ desde inicios de los 90s. Para esta ocasión también tuvo
lugar la primera vez en que Holmes incorporaba ocasionales labores de teclista
al entramado instrumental de la banda. Tony Wright fungió de invitado al saxofón en un par de canciones (no fue la primera vez que colaboró con este genial quinteto ni tampoco será la última). La fecha oficial de publicación de esta monumental obra doble fue el 5 de setiembre de 1997, justo a tiempo para que las primeras ventas pudieran tener lugar en dos conciertos en The Met, un local de Manchester que siempre recibió con los brazos abiertos a IQ a lo largo de los años.
Fue largo el proceso en que el grupo se puso a diseñar la línea de trabajo y la creatividad con miras al disco que tenía que aprovechar el buen momentum creado por “Ever” y su consecuente gira. La cosa “empezó”
a fines de 1994 e inicios de 1995 cuando la banda empezó a testear nuevas ideas
en los conciertos, como cuando el prólogo instrumental de lo que luego
maduraría como la larga suite ‘The Narrow Margin’ se utilizaba como
introducción a ‘The Darkest Hour’, además de una versión instrumental de la
canción posteriormente bautizada como ‘Breathtaker’. Ya en 1996, la banda
tocaba los primeros minutos de la más desarrollada ‘The Narrow Margin’ (bajo el gracioso título inicial de ‘Clanck
Tingy Tingy’) y la dupla de ‘Laid Low’ y ‘Breathtaker’ (ya con letra y bajo el
título de ‘Big Pouf Paino’). Para entonces, la banda ya había anunciado su
agenda de grabar un disco en otoño de 1996 para que éste se convirtiera en una
real entidad fonográfica a fines del mismo año. Pero, como así son las cosas de
la vida, y a pesar de rechazar ofertas de tocar en festivales para concentrarse
en la preproducción, grabación y masterización del nuevo disco, la gente de IQ
anunció que el disco se postergaba hasta abril de 1997… ¡y luego hasta
setiembre de 1997! Pero esta segunda desazón quedaba con creces aliviada por el
hecho de que se iba a tratar de un disco conceptual doble con un relato de
base. ¡Como los clásicos “The Lamb Lies Down On Broadway” de GENESIS, “Tommy” y
“Quadrophenia” de THE WHO! La expectativa creció enormemente y ya el asunto
pendiente era llevar a buen puerto este nuevo enfoque creativo. Aunque las sesiones de composición y grabación fueron un tanto
agotadoras e inconstantes – todos los integrantes tenían que ganarse la vida
con un empleo “serio” – todo fluía bien bajo las circunstancias. Una vez estaba
Nicholls saliendo de su trabajo y, camino al metro, aprovechó que pasaba cerca
de la casa de Orford para visitarle y así grabar con él una pequeña muestra de
lo que después sería ‘King Of Fools’ a partir de una letra que se le había
ocurrido esa misma mañana. También hubo un momento de sinergia grupal cuando se
decidió que el motif central de ‘Infernal Chrous’ debía incluir una breve
parada, lo cual dio pie a Nicholls a imaginar que el personaje central de “Subterranea”
se daría cuenta en ese momento de que tiene un cuchillo en su mano y está en
posición de atacar al espía que le viene atormentando desde hace días (más adelante, los detalles). Una mágica
confluencia de inspiración musical, poesía y dramaturgia. El concepto del álbum está inspirado en el dramático caso del joven
alemán Kaspar Hauser, quien vivió sus primeros
años de vida recluido en un cuarto oscuro de estrechas dimensiones. Con la apariencia de un muchacho de unos 16 años, como si nada apareció este misterioso ser deambulando por las calles de Nüremberg el 26
de mayo de 1828; siendo llevado a una comisaría, el personaje en cuestión anotó
su nombre en un papel. Convertido instantáneamente en una dramática celebridad
local, su corta vida terminó tras ser acuchillado gravemente en diciembre de
1833. El gran cineasta alemán WERNER HERZOG hizo la película Jeder für sich und Gott gegen alle (también
conocida como El enigma de Kaspar Hauser)
inspirado en la trágica vida de este señor.
A partir de este antecedente histórico, las letras de Nicholls desarrollan la historia de un joven anónimo,
encerrado desde su más tierna infancia en un laboratorio psicológico
experimental ubicado en una vieja torre medieval en un bosque, bajo la dirección
del Dr. Mockenrue. Un buen día, liberado de su encierro, se dirige bajando por
la estepa hasta llegar a la gran ciudad, donde experimentará los avatares de la
vida urbana, así como a generar sus propias emociones de miedo, inseguridad, fe
religiosa, amor – todo ello bajo la soterrada vigilancia de unos espías que van
monitoreando su conducta. El hábitat de su elección inicial es el de los pasadizos del metro pues está instintivamente ligado al (perverso) confort de su anterior vida cautiva. Su breve historia de amor con una mujer llamada Maya es especialmente reveladora pues ella no solo le brinda sus afectos de mujer sino que también le da un nombre, le bautiza, le convierte en una concreción individual propiamente dicha. Pero este idilio es efímero y la repentina desaparición de esta misteriosa musa que parecía haber salido de la nada deja turbado al protagonista, sacando de sí una tristeza que antes no había conocido, unas ansias de venganza que no sabe explicar. Una vez que se percata de que hay gato encerrado en
esta situación, que tal vez sea objeto de observación e investigación por parte de unos espías, confronta y mata a
uno de ellos no sin antes sonsacarle el nombre de su jefe. Esto le causa una fuerte crisis espiritual, una turbia duda motivada por la capacidad drásticamente destructiva que acaba de descubrir dentro de sí. Su rabioso jolgorio de saber que es capaz de defenderse cede pronto a una imborrable mancha de homicida culpa. En fin, nuestro protagonista tiene que sobrevivir así que gana algo de dinero haciendo trabajos de poca monta y asumiendo un perfil bajo mientras reside en sucesivos departamentos alquilados: mientras tanto, sigue percibiendo la presencia de espías por aquí y por allá. La furia y el
ansia de libertad lo llevan a plantear una franca rebeldía ante el Doctor,
llegando incluso a conocer a otras personas que se encuentran bajo el mismo
predicamento: un tatuaje común les delata como compañeros de desventuras. Dado su talante especialmente carismático, el protagonista se erige como su líder
y los dirige en una marcha para enfrentar y asesinar al Doctor Mockenrue, pero los
matones de éste se adelantan y los apresan, encerrándolos en una fábrica
abandonada a la que prenden fuego. Nuestro protagonista había dejado de ver a la humanidad como una manada de neuróticas estampidas y ya empezaba a soñar con un recurso de socialización que le permitiera ser una entidad autónoma, pero el sueño se desvaneció sin más. En medio de todo el caos mortal en llamas, él cree ver a la bella Maya: ¿es ella una de las víctimas de Mockenrue o fue tan solo un agente de fingimiento a su servicio?... ¿o simplemente fue un espejismo de su desesperado delirio? Nuestro héroe es el único que se salva de la
masacre, pero al entender que en el mundo exterior él es un peligro tanto para los demás como para
sí mismo, decide, por propia voluntad, regresar a los cuarteles de Mockenrue para reinstalarse en su encierro inicial: comprender
su condición de esclavitud es una verdad que no lo libera, solo le permite
aceptar su fatal destino. Otra lectura alternativa del pasaje final es que el protagonista decide vivir como un homeless y renunciar a toda sociabilidad porque el mundo no necesita de sus destructivos sueños heroicos, por lo que decide reducir su vida a la mínima praxis posible. Se trata, al fin y al cabo, de otro tipo de encierro, por lo que la moraleja de la cruel verdad que expusimos unas líneas más arriba también se aplica aquí. La ambientación cavernícola de esta trama parece aludir a la famosa alegoría de la caverna que ocupa los pasajes iniciales del Libro VII del clásico filosófico de PLATÓN La República. Pero si en el caso de este ambicioso testimonio de la doctrina platónica, el proceso de conocimiento y autoinspección es la vía para superar la ignorancia y liberarnos con la adquisición del saber, en el drama de “Subterranea”,
nuestro protagonista solo cosechó con la siembra del saber el afianzamiento de la perpetua esclavitud de su cuerpo y su psique. Una noción retorcida y descorazonadora, sin duda... ¡y también, aunque nos duela, progresivamente genial!
Dada la naturaleza especialmente dramática de la trama narrativa, es de
entender que este disco resulte más denso y agresivo musicalmente que su glorioso predecesor “Ever”, el cual ostentaba un talante más melancólico y reflexivo en un clima generalmente muy colorido. También hay que tener en cuenta que la peculiar poesía del frontman Nicholls ahora debía ajustar muchos de sus crípticos recursos metafóricos a una historia concreta, por lo que su inspiración se debió orientar a estos delineamientos conceptuales. En lo musical, “Subterranea” muestra un tratamiento especialmente duro de
las guitarras, una solidez mayúscula de la sección rítmica, y en cuanto a los teclados, un acento oscuro
en las cortinas y armonías, además de unos recurrentes efectos de
aspereza en varios de los solos. Respecto a lo dicho sobre los enfoques sonoros de las guitarras y los teclados, éstos son factores que seguirán afinándose y afilándose en discos ulteriores de IQ. Atención que algunos pasajes aparente de
escalas de guitarra electroacústica son realmente escalas de teclado, así como
algunas capas y solos de sintetizador resultan ser de la guitarra-sintetizador:
un ejemplo está en la primera mitad de ‘Somewhere In Time’, donde los retazos de fluta sintética tras el segundo estribillo emanan de cuerdas, no de teclas. Por otro lado, la
ambientación siniestramente etérea de ‘The Sense In Sanity’ se sostiene por las
labores duales de Orford y Holmes a los sintetizadores. En líneas generales, el
grupo presume a lo largo del disco de haber conquistado un enfoque moderno para
este nuevo explayamiento de su visión progresiva del rock, lo cual resulta perfecto
para complementar la tendencia hard
de algunas ejecuciones así como para completar idóneamente el swing intenso y
extrovertido de varios pasajes particularmente marchosos. Las ideas melódicas
están muy inspiradas y los arreglos son manejados con ingenio y con un
iluminado sentido del ensamble; los instrumentistas saben acoplarse en un todo orgánico efectivamente funcional. Todo comienza con el medley inaugural de ‘Overture’ (mención especial al sampleo inaugural
de orquesta calentando motores, tal vez el único momento de humor del disco),
la miniatura ‘Provider’ y la canción homónima: los criterios de vitalidad
rockera son manejados con solvencia y convicción mientras los exquisitos
desarrollos melódicos se van explayando en estilizadas ingenierías típicamente
progresivas. Mención especial para las vibrantes líneas de bajo que Jowitt gesta para la canción homónima. La pregunta inicial formulada en ‘Provider’ (“Are you inside,
Provider, or am I?”) es el pistoletazo que marca el inicio del drama. El primer momento de explosividad auténticamente opulenta surge en ‘Sleepless Incidental’, canción que transita fluidamente entre el lirismo
vulnerable, la neurosis sincopada en 5/4 y la majestuosa sección final que
porta una imponente aureola románica. Acto seguido llega otro momento cumbre de
dramatismo musical de la mano de ‘Failsafe’, canción que delinea
portentosamente el fin de la ingenuidad y el inicio de la furia de vivir del
protagonista. Tras disfrutar de un enérgico despliegue de briosos
preciosismos melódicos, Nicholls hace declamar a su protagonista: “I don’t belong here. / I’m not your victim
and I don’t believe. / I’m not strong here. / No religion, nothing more. / I’m
telling you now / I'm not your candidate / Guaranteed failsafe. / I’m caught in
a headrush / And I’m out of control.” ¡¡Bestial!!
El único momento de calidez emocional en todo el álbum llega de la mano de la dulce e irresistible balada ‘Speak My Name’, una de las más bellas creaciones que IQ han hecho hasta el día de hoy; cabe enfatizar que esta calidez es muy intensa por la manera que tiene de estremecer las fibras sensibles más delicadas del oyente empático. Es algo contemplativo y vehemente a la vez. Con una armazón inicial de teclados atmosféricos y matices de bajo sin trastes para que después entre el piano en la puntuación de las armonías básicas, Nicholls canta con aura vulnerable la dicha del protagonista: “A simple moment set aside / And I feel like I'm mine. / There are times when I remember, / But in my heart I'm not the same, / And I feel myself connected / Every time you speak my name, / You speak my name.” El solo de guitarra clásica – acompañado de tenue percusión menor – realza el candor romántico del motif central antes del último estribillo. Aunque esta canción es, desde lo estilístico, la rara avis dentro del repertorio, su diseño musical es idóneo para plasmar al unísono la magia del amor y la satisfacción del postergado descubrimiento de la identidad personal. De todas maneras, tal como expusimos en la síntesis narrativa que sirve de concepto para el disco, este gozo de amor resulta efímero y llega el momento en que el protagonista habrá de hundirse en la peor de sus pesadillas gradualmente. Con la ferocidad cadenciosa de ‘Tunnel Vision’ y el talante góticamente ominoso de ‘Infernal Chorus’ (mediando un intermedio espacial que aporta un aire psicodélicamente misterioso al asunto), el grupo concreta los recursos de más airada vitalidad y rabiosa exasperación del disco. El compás marcial que impone la dupla rítmica en el inicio de ‘Infernal Chorus’ y el acento siniestro de sus golpes finales culminan a lo grande esta noción musical. Las cosas se ponen un poco más etéreas con la dupla de ‘King Of Fools’ y ‘The Sense In Sanity’, piezas sostenidas sobre abundantes capas y ornamentos de sintetizadores: la primera de ellas ostenta una letra cínica que refleja la indefinida confusión del protagonista (en base a una melodía prestada de ‘Failsafe’) mientras que la segunda se centra en su sentimiento de culpa, la gran culpa de tener la sangre de un ser humano en sus manos. Las líneas “Now that I am far beyond beginning to belong / Maybe I don't understand the sequence as I should. / Can't tell left from right from wrong, / God from bad from good” son tremendamente elocuentes al respecto. El breve instrumental ‘State Of Mine’ – por poco no toca la barrera de los dos minutos – remodela la secuencia de marimbas sintetizadas en 7/8 de ‘The Sense of Sanity’ para derivar en un excitante vuelo de matices orientales con el bloque instrumental en pleno estableciendo una dinámica incandescente y usando el mismo tempo.
Tras la
exótica plenitud que signó al clímax final del CD1, el CD2 retoma ese motif
pero esta vez con un talante orquestal sobre los hombros del piano y la
guitarra eléctrica: se trata de ‘Laid Low’, breve instrumental que abre la
puerta para la emergencia de ‘Breathtaker’, una canción maciza cuyos grooves y cadencias
nos recuerdan mucho a las de ‘Tunnel Vision’, y en menor medida, a las de ‘Failsafe’.
El empleo de efectos mecánicos de rieles como ornamento ocasional del esquema
rítmico enfatiza el ambiente urbano que impregna al concepto dramático del
disco. ‘Capricorn’, por su parte, es una hermosa semibalada (muy a lo GENESIS)
en la que los instintos de supervivencia del protagonista revelan la añoranza
por aquel tiempo en que la nobleza y la inocencia eran las marcas esenciales de
su espíritu: “Thinner than most sinners
and saints alive. / Dare you speak my name? / So what if you're temperamental /
And I'm out of tears, out of sympathy? / So what if I'm elemental?...” El
saxofón (recordemos que el invitado para ocasiones como ésta es Tony Wright) es
el perfecto instrumento interlocutor de Nicholls, y termina por disolverse en
un éter sonoro que despliega el brote del flotante instrumental ‘The Other Side’.
Esta pieza fue compuesta y ejecutada casi integralmente por Holmes y se luce
como un exquisito ejercicio de electrónica prog-sinfónica. ‘Unsolid Ground’
muestra la persistencia de rezagos de nobleza primitiva en el protagonista en
el momento más pop del disco: suena muy al estilo de los CAMEL de fines de los
70s así como a lo que los mismos IQ hicieron en su periodo 87-89. ‘Somewhere In
Time’ vira nuevamente a la faceta genuinamente épica de la banda, removiendo y
remodelando estándares y ambientes que ya apreciamos antes en ‘Sleepless
Incidental’ y ‘Failsafe’, además de recibir ecos del conmovedor lirismo de ‘Capricorn’.
Tras el segundo estribillo, el asunto se pone un poco más filudo mientras la compacta
aleación instrumental mantiene la impecablemente armonizada oleada sónica con miras a la edificación de un epílogo exaltado en 5/4. Algunas alusiones breves a retales temáticos de ‘Breathtaker’
e ‘Infernal Chorus’ parecen señalar que ya se avecina el momento del crucial
encuentro entre nuestro protagonista y el amo de su ser-marioneta.
Las letras de este final de ‘Somewhere In Time’ y la de la breve semibalada ‘High Waters’ reflejan el momento del intento de rebelión contra Mockenrue: el hecho de que ‘High Waters’ porte una melodía triste y augusta indica a todas luces el hado fatal que aguarda a la vuelta de la esquina. Realmente es bellísimo ese motivo de piano que impulsa al núcleo melódico de ‘High Waters’, y el canto de Nicholls en clave reflexiva ayuda a realzar ese efecto; el ulterior solo de guitarra eleva a este talante reflexivo a un fulgor altanero y formidable. Durando 20 minutos exactos, ‘The Narrow Margin’ concluye el CD2 y el repertorio, y lo primero que escuchamos de él es la maquinaria locomotora que había aparecido antes en algunas secciones de ‘Breathtaker’. De todas maneras, en lo estrictamente melódico, lo primero que resuena sobre este groove mecánico es una soltura grácil guiada por los teclados mientras la guitarra llena sutilmente espacios con escalas rítmicas y fraseos sobrios. Es el momento en que los potenciales rebeldes son detenidos en masa por agentes de Mockenrue y son encadenados dentro de un tren rumbo a una fábrica abandonada en algún área rural.
Por supuesto, este proyecto musical debía tener un correlato teatral sobre los escenarios, así que la subsiguiente gira de promoción tuvo que desarrollarse en una cantidad muy específica de escenarios de varias localidades europeas donde la logística del local de turno posibilitara el entramado tecnológico diseñado para la ocasión. No se trataba solamente de una pantalla a espaldas del grupo donde se pudiera proyectar filmes, diapositivas y fotos tomadas del arte gráfica del disco, sino que también debía haber un ecran plegable al frente del grupo para algunas ocasiones en las cuales se tenía que hacer una proyección doble: un ejemplo es el momento de ‘The Narrow Margin’ donde la combinación de contraluz, iluminación y diapositivas debía dar la sensación de un encierro en un lugar oscuro mientras se está rodeado de crecientes llamas. También había una simbología en el vestuario del grupo, estando Nicholls vestido de blanco para las tres primeras canciones y la sección final de ‘The Narrow Margin’, mientras que para el resto del repertorio lleva un vestuario negro. Esto refleja la pérdida de la inocencia mientras su dramático periplo por la vida que él no escogió le hace madurar como un ser conflictuado, aceptando finalmente su derrota y ansiando recuperar la inocencia perdida. Mientras tanto, los músicos empiezan estando vestidos íntegramente de negro mientras cogen turno para cambiar sus respectivas camisetas negras por otras blancas. El show que el grupo ofreció el 4 de abril de 1999 en el 013 de Tilburg, Países Bajos, fue el escogido para su registro en el VHS “Subterranea - The Concert” así como para un CD doble. Siempre fue un lugar de buena acogida para el grupo y ahora fue escenario de este gran espectáculo. Un momento notable es el simulacro de pelea con el espía y su ulterior asesinato durante ‘Infernal Chorus’, siendo así que Nicholls porta una máscara de cuero. Con el paso del tiempo, este tremendo documento audiovisual tuvo su correspondiente reedición en DVD, más específicamente en el año 2000. Pero hay un capítulo adicional para el legado de esta magna obra progresiva pues en el año 2012, el grupo decidió hacer una mini-gira europea tocando el álbum entero con toda su parafernalia teatral por motivo de su aniversario #15. Para entonces, la alineación de IQ constaba de Nicholls, Holmes, Cook (quien había vuelto dos años antes tras un hiato de 5 años), el teclista Neil Durant y el repatriado bajista original Tim Esau. Un fastuoso adelanto de esta idea se había plasmado ya en la primera de dos jornadas que se habían armado para el trigésimo aniversario de la banda, exactamente el 22 y el 23 de octubre del año 2011 en De Boerderij, un local de la ciudad neerlandesa de Zoetermeer.
Como anécdota
peculiar, hay un par de canciones bien acabadas que terminaron
fuera del repertorio de “Subterranea” porque de alguna manera su inclusión
hubiera afectado a la fluidez general del repertorio: una es ‘The Universal
Scam’, dueña de una fiereza rockera vorazmente instalada sobre un llamativo
medio tiempo; la otra es una etérea balada de tintes célticos titulada ‘Eyes Of
The Blind’. Una de ellas debía aparecer durante el momento en que el
protagonista estaba tentado a entrar en un culto religioso mientras que la otra
debía aparecer después entre ‘Breathtaker’ y ‘Capricorn’. Como se tratan de
canciones con personalidad definida, de todas maneras fueron incluidas en el recopilatorio
de rarezas “The Lost Attic” (publicado en 1999), para beneplácito de los
seguidores de la banda. En fin, no siendo precisamente objetos de gran misterio nuestro aprecio y nuestra
admiración por el catálogo de IQ en tanto algo sumamente relevante para la solidificación del legado del rock progresivo desde la década de los 80s, hemos tratado de ser lo más objetivos posible. Bueno, subjetiva u objetivamente, “Subterranea” es,
en nuestra humilde opinión, uno de los concept-albums más brillantes de la historia del rock progresivo, y ciertamente, una de las obras más notables de los 90s.
Muestras de “Subterranea”.-
Speak My Name: https://www.youtube.com/watch?v=jF18ytcLTEY
Infernal Chorus: https://www.youtube.com/watch?v=RlZPyQ_a5Gw
Somewhere In Time: https://www.youtube.com/watch?v=J_zfw0nk_Sw
Sleepless
Incidental [en vivo]: https://www.youtube.com/watch?v=hsDLFqI6354
Capricorn
[en vivo]: https://www.youtube.com/watch?v=THp_IMS8q-I
The Narrow
Margin [en vivo]: https://www.youtube.com/watch?v=QauKN1R8_e8[Parte de esta retrospectiva se basó en la reseña originalmente publicada en el enlace de la página Manticornio http://www.manticornio.com/rock-progresivo/I/IQ/subterranea.php]
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