HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
Hoy
presentamos a la banda finlandesa RESONANCE BAND, un cuarteto instrumental
dedicado a cultivar una modalidad de jazz-rock progresivo con un enfoque
equitativamente focalizado en el punche y la elegancia. “Vibing” es su disco de
debut, publicado a inicios de junio pasado por vía del sello Impossible Music.
Los guitarristas Tuomo Dahlblom y Saku Mattila, el bajista Pekka Lehti y el
baterista Marko Timonen conforman esta alineación asentada en la misma capital
Helsinki. Dahlblom es el compositor de todo el repertorio de la banda y hace
algunos solos por aquí y por allá, pero es su colega Lehti quien se pone a
cargo de la mayor parte de los solos y de las melodías. El estilo de la banda
es tremendamente estilizado, rico en matices y muy preocupado por elaborar
desarrollos temáticos meticulosamente dibujados: música jazz-progresiva de
elegante factura y selecta personalidad. Pasemos ahora a los detalles del
repertorio de “Vibing”, ¿vale?
La primera pieza del álbum, que se titula ‘As The Wonder Comes’, establece una atractiva ambientación sobria en la que el estándar del jazz-rock se reviste de meticulosa sutileza de claros tintes post-rockeros. Entre el groove en 7/8 de la batería y los retazos de la primera guitarra se arma sólidamente el bloque general del cuarteto. El segundo tema se titula ‘Since I’ve Been Gone’ y consiste en un explayamiento de serenos matices bucólicos a cargo solamente del dueto de guitarras acústicas. Es cuando emerge el tercer tema, que responde al título de ‘Flags’, que el cuarteto ya empieza a poner toda la carne en el asador; a lo largo de su casi 5 ¾ minutos de duración, el grupo hace gala de una exquisita combinación de garra y elegancia con el despliegue de una pulida ilación de cuerpos centrales sobre un medio tiempo que se enriquece convenientemente con cada variación de atmósfera que tiene lugar. ‘Lucky You’, que es una pieza un poco más larga, se llena de jovialidad con el empleo de una cadencia de sorprendente cariz pop-rock en su esquema básico, aunque la armazón del groove se sofistica con suficiente solvencia como para sustentar la vitalidad rítmica del bajo y la segunda guitarra, así como para motivar el despliegue de los bien armados solos de guitarra que entran a tallar. Si ‘Flags’ simbolizaba el esplendor de una tarde de otoño, ‘Lucky You’ hace lo propio con la imagen de un mediodía primaveral: se puede interpretar su ilación como un continuum de expresividad jazz-rockera donde la extroversión se impone como una reina absolutista. Cuando llega el turno de ‘Conviction’, el grupo reafirma la actitud esencial de la pieza precedente reelaborando un tenor más estilizado para la extroversión reinante. Eso sí, los fraseos de algunos solos de guitarra se adentran seria y convincentemente en el terreno del rock duro, casi bordeando el prog-metal melódico.
En
este momento del disco, ‘Observer’ emerge para generar una impresión de falsa
frivolidad al centrarse en un swing burlonamente jovial (un tanto a lo ZAPPA),
el mismo que recibe ocasionales recursos de sofisticación en su desarrollo,
incluyendo una breve incursión en cadencias jazzeras en algún lugar del
intermedio. ‘My Anthem’ es el tema más extenso del disco con su duración de 6 ¾
minutos: su estrategia básica consiste en establecer un nexo fluido entre la
estilización preclara del jazz-rock y las vibraciones evocativas del post-rock.
Tenemos aquí un cénit particular del álbum, queda claro. Nos vamos acercando al
final del disco cuando nos topamos con ‘Mentors Of Life’, pieza que en su
espacio de 4 ½ minutos despliega un lirismo bien asentado, con unos diálogos
bien arraigados entre el delicado groove de la dupla rítmica y la sobriamente
maciza labor de las guitarras duales. Vemos aquí una cálida confluencia entre
la faceta serena de un STEVE VAI y algunos dejos propios del modelo de CAMEL.
Durando poco menos de 3 minutos, el irónicamente titulado ‘First Waltz’ está a
cargo de cerrar el repertorio y lo hace ostentando una belleza inapelable en su
muy sereno motif en 3/4. El aire de relax en medio de un paisaje nocturno es
simplemente irresistible: el grupo aprovecha muy bien la sencillez estructural
del motif para convertirlo en algo rotundamente etéreo… una cierta confluencia
con el lado acústico de PAT METHENY se respira en el aire, y sobre todo, un
compromiso convincente con los ideales más “puros” de belleza en el arte de la
música. Todo esto fue “Vibing”, un disco parejo y atractivo que nos hace
prestar atención seriamente a RESONANCE BAND. Estemos atentos a sus futuras
actividades fonográficas en el futuro próximo para esta banda portadora de las
llamas más resonantes de la hoguera de la avanzada jazz-progresiva escandinava.
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