HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
El ensamble danés de TAYLOR’S
UNIVERSE resurge al mercado fonográfico progresivo del presente año 2017
mientras llega a su último cuarto: el ítem que nos trae ahora se titula “Almost
Perfected”, un título prácticamente idóneo porque nos hallamos con una labor
musical que roza la perfección total con el excelente muestrario de inspirada
música jazz-progresiva que se contiene allí. El estilo de TAYLOR’S UNIVERSE ya
está bien definido dentro de su equilibrado e intenso eclecticismo que incluye
elementos de Canterbury, jazz-rock, rock-in-opposition (en su modalidad menos “chocante”),
sinfonismo, fusión contemporánea y psicodelia (de tenor etéreo). La cosa es
mantener la valla muy alta en la creatividad melódica y la inspiración para los
arreglos de atmósferas y entrelazamientos instrumentales, y el punto es que
Robin C. Taylor y sus secuaces se han lucido una barbaridad en todo ello. Taylor,
el fundador y perenne jefe de orquesta, se encarga de la mayor parte de los
teclados, los bajos y algunas texturas de guitarra, además de las percusiones y
algunos ocasionales arreglos vocales. Los demás integrantes permanentes son
John Sund [la mayor parte de las guitarras, efectos y alguna pista de bajo en
el tema #3], Jakob Mygind [saxos tenor, alto y
soprano], Thomas TV Ulstrup [sintetizador Mini-Moog] y la dupla de bateristas
Rasmus Grosell y Klaus Thrane. Al modo de chiste inspirado en el humor de los
legendarios HATFIELD AND THE NORTH, las coristas Louise Nipper y Jytte Lindberg
son bautizadas como THE TAYLORETTES; también tiene una intervención vocal
Pierre Hansson en el tema #2. Robin C. Taylor se hizo cargo de todas las composiciones, las cuales tuvieron un proceso largo de 18 meses para su grabación en Soundscape Studio (salvo las partes de batería de Thrane, que fueron grabadas en su propio estudio particular, cabalmente bautizado como Thrane Studio); la labor terminó en setiembre de este mismo año, y ya para el 20 de octubre último era el disco una realidad concreta en el mercado. Bueno, ya hemos manifestado por adelantado nuestro entusiasmo por este nuevo disco de TAYLOR’S UNIVERSE... Ahora vayamos a sus detalles.
El tema que abre el álbum se titula ‘Mean Attack’, el cual dura poco menos de 11 3/4 minutos. Tras un engañosamente cándido inicio centrado en la triangulación de percusión tonal, suaves escalas de teclado y líricas proyecciones de saxofón, el ensamble se dispone a desplegar su vigor expresivo bajo las meticulosas pautas temáticas diseñadas para la ocasión. La primera cosa que asalta nuestros sentidos es un robusto solo de sintetizador que ostenta aires arábigos y la segunda es una serie particular de solos de guitarra que oscilan entre lo Crimsoniano y el modelo de JEFF BECK.; pero, en general, se puede decir que el bloque instrumental se caracteriza por un imparable despliegue caleidoscópico donde se alternan momentos de tendencia serena y otros de talante furioso. Mientras tanto, el groove armado por la dupla rítmica preserva una ingeniería consistente a través de las variaciones de atmósferas y esquemas rítmicos, y el modo en que el saxo halla espacios para su lucimiento particular ayuda bastante a completar la fastuosidad inherente a la pieza. Poco antes de llegar a la frontera del octavo minuto, la pieza deriva hacia un paraje de otoñal ensimismamiento en base al piano y las orquestaciones de teclado, abriéndose campo para un estilizado solo de guitarra, seguido por otros de saxofón y de sintetizador bajo una aureola bastante emotiva. Ahora el asunto se pone sinfónico, y es una pena que el último solo de guitarra se disuelva en un fade-out... pero es que todavía faltan unos temas más para recorrer el repertorio y hay que dar su debido espacio a cada uno de ellos. Un poco menos largo - pues dura solo un minuto menos - es el tema que sigue a continuación, el mismo que se titula ‘Definitely Greek (He Said)’. La atmósfera de esta pieza se remonta a lo melancólico con un leve toque que parece algo así como lúgubre, aunque este último detalle no tapa en lo absoluto la etérea y envolvente calidez que inspiró al motivo central de la primera parte. Tras un delicado interludio breve signado por un solo de guitarra acústica, la segunda parte aplica recursos de deliciosa vivacidad en clave progresiva donde lo sinfónico y el Canterbury se entrelazan fluidamente. Dentro del puntillosamente equilibrado bloque instrumental, las capas de órgano, el fulguroso groove de la batería y el solo de guitarra se erigen como los ítems protagónicos. El canto femenino ha sido el elemento constante en ambas partes.
Con todo este despliegue sonoro que se nos ha exhibido a lo largo de los 22 minutos y medio que ocupan estas dos primeras piezas ya se ha hecho clara la orientación por la cual se enrumba la locuacidad musical de Taylor y sus compañeros de viaje... pero todavía queda más, por supuesto. Ostentando una espiritualidad meditabunda dentro de un encuadre jazz-progresivo revestido de suprema elegancia, ‘Remembering Johannesburg’ está enfocado en un tempo de 7/8 a la hora de desarrollar las cristalinas líneas melódicas en curso. Para el momento del solo de saxofón, el esquema se torna más sutil, una situación que luego virará hacia un retorno a la elegancia fastuosa inicial para la segunda mitad, esta vez con un lugar protagónico para la guitarra, la cual goza de algunos pasajes dialécticos con un señorial sintetizador (casi como si nos achezara el fantasma de ese dúo de ensueño que durante algunos años de inicios de los 70s fue el de JOHN MCLAUGHLIN y JAN HAMMER). Pocas veces la melancolía ha portado una robustez así, pero hay que oírlo para creerlo y en ‘Remembering Johannesburg’ está la prueba fehaciente de que algo así es posible de ser creado en el arte del sonido, o al menos, en la manera en que el arte del sonido halla un lugar en la inteligencia particular de esta banda. ‘Dark Side Of Alec’ es la pieza más extensa del álbum (dura poco menos de 14 1/2 minutos) y también es la que lo cierra. Esta vez hay un mayor influjo de dos factores refrescantes dentro de la recurrente estrategia jazz-progresiva de TAYLOR’S UNIVERSE: una atmósfera grisácea que gesta un aura de misterio y unas capas psicodélicas sobre las cuales se asienta la primera fase del esquema sonoro creado para la ocasión. Se nota que aquí hay un filo pronunciado en lo que parece ser una especie de coqueteo con el space-rock, pero ese filo es lo más lejano a lo aguerrido: esa aura misteriosa a la que hicimos mención antes se convierte en un recurso de fuerte expresividad a través de las interacciones entre los instrumentistas. Los guitarreos diseñados para los varios solo que entran a tallar transitan del paradigma de DAVID GILMOUR al de PHIL MILLER con una naturalidad prodigiosa. Resumiendo, el repertorio contiene dos piezas expresionistas y exploratorias en sendos extremos, y otros dos de talante más plácido en el ínterin.
Si no existe nada perfecto en esta viña del Señor, al menos lo que nos brindan los integrantes de TAYLOR’S UNIVERSE “Almost Perfected” va rumbo a la esfera de la perfección tanto en lo que se refiere al explayamiento de inquietudes creativas en lo compositivo como en lo relativo a la vitalidad gestada por las interacciones entre los instrumentos. Es de lo mejor que nos ha estado brindando este ensamble liderado por Robin C. Taylor a lo largo de toda su trayectoria, poniéndose en altitud simétirca con otras estupendas joyas que nos ha dado como “Kind Of Red” y “Worn Out” en años anteriores. Con todo, nunca está de más señalar que la espiritualidad sónica y los parámetros estilísticos expuestos ahora en “Almost Perfected” muestran un norte diferente (afín a lo que TAYLOR’S UNIVERSE viene haciendo desde su disco del 2015 “From Scratch”), con un énfasis más directo en lo atmosférico sin perder la sofisticación propia de la motivación jazz-progresiva suntuosa que el grupo maneja a la perfección. Como dijimos antes, “Almost Perfected” se acerca a la perfección.
Muestras de “Almost Perfected”.-
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