HOLA, AMIGOS DE
AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
Hoy tenemos el deleite de
presentar a EIEMEL, el proyecto del músico y compositor argentino Ariel Martín
Loza: de hecho, no solo nos referimos al proyecto en sí sino a su homónimo disco de debut. Le conocemos de sus días como bajista del grupo LÁQUESIS, al cual ya no
pertenece desde hace varios años. El nombre de este proyecto proviene de la transcripción onomatopéyica
de las iniciales del propio Ariel Martin Loza en inglés. Siendo compositor de
todo el material, Loza también realiza la muy exhaustiva labor de hacerse cargo
de los bajos, teclados, algunas guitarras, percusión, programación, arreglos
orquestales, voz y coros. Pero también ha contado con las colaboraciones de
mucha gente: los guitarristas Federico Silva, Daniel Mistretta y Rodrigo San
Martín, los bateristas Iván Louro, Damián Luscher, Álvaro Manzanero y Martín
Blengino, además de Yamil Mohadile (trombón y arreglos de bronces), Bruno
Lazzarini (trompeta), el ensamble de Las Gaitas Asesinas San Virulais (gaitas), las flautistas
Luisina Pérez e Inés Garrocq, y el bandoneísta Ariel Aguilar. Todo lo que aparece aquí, en el repertorio “Eiemel”, es el resultado de la acumulación de inquietudes creativas de Loza, quien tras 25 años de ser integrante de esta y otra banda, halló en sí mismo el empuje para iniciar este proyecto solista a inicios del año 2017, llevando consigo una alforja de canciones marcadas por sus diversas matrices estilísticas. La serie de 14 piezas que forman parte de “Eiemel” fue grabada en los Estudios Penny Lane y SMN Records, pasando luego a los sucesivos procesos de mezcla en los Estudios Orión y de masterización en Astor Mastering Studio. Hay una vasta selección de dibujos que llena las páginas del librito de este disco, siendo casi todas de autoría de Mauro Mussi con la excepción de un dibujo de María Candelaria Loza. El disco tiene una presentación en un empaque normal y otra, de edición limitada, en una caja de madera tallada. Bueno, veamos ahora los detalles del extenso y variopinto repertorio contenido en “Eiemel”, ¿vale?
Loza decidió repartir los 14 temas equitativamente entre dos Capítulos de 7 cada uno. El Capítulo 1 comienza con la dupla de ‘M.o.r.’ y
‘Cénit’, la cual pone bien en claro el tipo de fastuosidad melódica que será
predominante en el repertorio. El prólogo ‘M.o.r.’ nos brinda un minuto y tres
cuartos de envolventes orquestaciones de teclados y evocadores fraseos de
guitarra (algo muy Floydiano) antes de que ‘Cénit’ se explaye en un llamativo
ejercicio de estilizados esplendores prog-sinfónicos sobre un esquema rítmico
muy ágil. La llamativa luminosidad de la pieza y la vitalidad señorial que
signan al bien delineado núcleo temático nos remiten a una cruza entre los
paradigmas de YES y de PABLO EL ENTERRADOR. Luego sigue ‘Plan B’, canción
marcada por una combinación de gracilidad, elegancia y vibraciones melancólicas:
éstas se imponen desde la primera estrofa de la letra – “No recuerdo cuándo fue la última vez / que te vi desde el andén. /
Siempre igual, tan fugaz, / No creo que haya ciencia que te pueda descifrar.” Si la pieza anterior brillaba como una mañana de mitad del verano, ésta combina brillo y frescura al modo de las primeras horas de una tarde primaveral. Dentro de una sofisticada ingeniería rítmica que tiene
mucho de jazz-rockero, su desarrollo melódico se abre de flor en flor,
intensificando su swing básico mientras va progresando la canción. El asunto
suena a un híbrido entre las bandas compatriotas JINETES NEGROS y la ya
mencionada PABLO EL ENTERRADOR. Cuando llega el turno de ‘Ave De Paso’, Loza y
su compañero de turno Álvaro Manzanero gestan una pieza contundente y rotunda
que nlos hace recordar esos tiempos en los que el colectivo de LÁQUESIS creaba
una propuesta prog-sinfónica plagada de un refinado nervio rockero donde se
hacía un leve coqueteo con la faceta melódica del estándar del prog-metal. La
claridad de los suntuosos armazones donde se conjugan los aportes de las
guitarras y los teclados se mueven orgánicamente sobre la intrincadamente ágil
labor de la batería y los bajos. Muy bien aprovechados sus casi 8 ¾ minutos de
espacio; se trata de un punto culminante del disco, no nos cabe duda.
‘Aqueronte’ se adhiere a una robustez sonora muy similar, pero esta vez con una arquitectura musical más concisa. Con letra en inglés, esta canción exhibe un paisaje melódico de talante ensoñador – un poco a lo CAMEL – mientras los arreglos instrumentales en curso hacen un uso mesurado de su musculatura. Los últimos 10 ½ minutos del primer Capítulo están
ocupados por ‘Ojalá La Lluvia Te Acercara Hasta Mí’ y ‘Homeless’. La primera de estas piezas, fiel a su nostálgico
título, desarrolla un cálido ejercicio de candidez emocional sobre un tempo
lento. La guitarra acústica, el piano y las capas orquestales de sintetizador
asientan los fundamentos del sendero melódico. Solo en las instancias finales, poco
antes del fade-out, el swing se
agiliza: algo así como que la mirada del compositor de liberó de la nostalgia
inicial y empieza a observar todo con un nuevo talante. Por su parte, ‘Homeless’, lleva más a fondo la espiritualidad serena que ya había signado a la pieza precedente. algo que viene bien con la letra, explícitamente descriptora de las circunstancias de un vagabundo. Una figura que se muestra ante nosotros y que muchas veces optamos por no prestarle atención, pero que guarda dentro de sí un misterio que arropa a su miserable y desvalida coyuntura personal. La pieza encargada de inaugurar el Capítulo 2 se titula ‘Chaotic Laws’, y se caracteriza por establecer una atractiva cruza entre un prog-metal melódico y un jazz-rock grácil con ribetes funky. Este ítem nos recuerda un poco al estándar del maestro JEFF BECK reciclado a través de los filtros de LIQUID TENSION EXPERIMENT y PLANET X... y una vez más, percibimos que no hubiese estado fuera de lugar dentro de un repertorio de LÁQUESIS. El matiz diferenciador, en todo caso, está en que los teclados ocupan un rol prioritario sobre la guitarra en la instauración y el desarrollo de la mayor parte del bloque melódico; una vez dicho eso, que conste que el solo de guitarra final es fenomenal. ‘Mala Sangre’ sigue exacta,mente esta misma línea de trabajo, siendo sí que la abierta focalización predominante en el factor jazz-rockero es facilitado por el papel protagónico que a veces ocupa el bajo. La letra (mayormente hablada) hace un retrato apocalíptico de los niveles de saturación y confusión que abruman al hombre moderno, con unos estribillos que hacen un llamado a la conciencia.
Con el efusivo título de ‘In
Full Swing’, Loza y sus compañeros de viaje (en esta ocasión, Manzanero, Mohadile y Lazzarini) elaboran un hermoso ejercicio de jazz-fusión al estilo de los WEATHER REPORT de la fase 1975-8. Este radical viraje estilístico genera muy buenos resultados, pues la atmósfera creada por los músicos y la organización de los enclaves establecidos por cada instrumento exhiben una fluidez perfecta. Hay un momento en que la interacción entre la guitarra y los bronces produce un efecto entrañable dentro del centro temático. También se lucen bastante esos solos de sintetizador en los que las notas parecen volar etéreamente mientras absorben algo del vigor reinante en la instrumentación global. ‘Parece Que Fue Ayer’ ofrece otro drástivo cambio estilístico, esta vez bajo la forma de una danza céltica. Este ejercicio de rock-fusión (muy a la medida del particular paradigma de MIKE OLDFIELD) cuenta con importantes aportes de flauta y de gaitas mientras que uno de los teclados emula al acordeón; mientras tanto, la combinación de percusiones reales y programadas garantizan que el aire de algarabía de la pieza se sostenga con un esplendor consistente. ‘I’ll Do It All The Same’ es una balada ensoñador que viene muy bien tras todos estos diversos despliegues de extroversión que se articularon en la ilación de las cuatro piezas precedentes. El penúltimo
tema del Capítulo y del disco se titula ‘Temblor’ y en su enfoque sinfónico implanta el clímax decisivo dentro del repertorio: dura poco menos de 9 minutos
y consta de dos secciones, respectivamente tituladas ‘Hipocentro’ y ‘Epicentro’. Desde el mismo punto de partida, esta pieza impone su robusta pomposidad y su suntuoso dinamismo de variantes de ritmos y atmósferas. Las herencias de los paradigmas de YES y GENESIS son tan vitales como los aires de familia con LÁQUESIS, ÜNDER LINDEN y KARMACANIC a la hora de cuadrar las variadas raíces melódicas que van emergiendo a lo largo de lcamino. ‘Arrullo’ pone el punto final al disco en clave de afectuoso candor: bajo el manto de los arreglos orquestales, la articulación de las escalas de la guitarra acústica y las líneas de flauta encauza el intimista desarrollo temático (muy a lo ANTHONY PHILLIPS). Un final dulcemente emotivo tras la fastuosidad explícita y persistente de ‘Temblor’.
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