HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.
Hoy nos complace enormemente presentar el nuevo disco del fabuloso e
inquieto cuarteto estadounidense MOON MEN, colectivo especialista en cultivar
un estupendo híbrido de space-rock, jazz-prog a lo Canterbury, experimentaciones
psicodélicas y avant-prog: nos referimos a “Tales From The Space Pirates”, su
cuarto disco de larga duración, el cual salió al mercado el pasado 18 de
setiembre. Al modo de GONG y varios grupos de línea Zeuhl, el grupo se presenta
con seudónimos para cada integrante y eufemismos dadaístas para designar los
instrumentos a cargo de ellos: Sgt. Cthulhu Moone (Jerry King), se encarga del
bajo, el trombón y algunas guitarras; Eschaton Crater (Bret Hart) es el
guitarrista principal, y además, toca el sintetizador, la armónica y realiza
labores de efectos de sonido y deconstrucción de los ítems grabados desde la
consola; Major Dom Fook (Dave Newhouse, el mismo de THE MUFFINS y MANNA / MIRAGE),
toca diversos teclados y saxofones, además de algo de clarinete; Billzilla (Bill Jungwirth) es el baterista. La edición física de “Tales From The Space Pirates” se reduce a una cantidad de 100 ítems en formato de CD-R con un código para la descarga digital adicional, aunque también puede se comprar la sola descarga digital en el blog de Bandcamp de Newhouse [dirección: https://davenewhouse.bandcamp.com/album/tales-of-the-space-pirates]. En cuanto a los detalles técnicos del disco que ahora reseñamos, éste fue mezclado y masterizado por Ian Beabout (habitual colaborador en estas lides de muchas figuras de la vanguardia estadounidense) en el ShedSounds Studio; mientras tanto, el arte gráfica del álbum fue realizada por Bret Hart, mientras que el diseño del álbum estuvo a cargo de Eric Kearns en PhinBot Graphics. Todas las composiciones son acreditadas al ensamble íntegro, aunque siempre hay uno o dos de sus integrantes con los que la idea se inicia. Bueno, centrémonos ahora en la música misma que aparece en el repertorio, ¿vale?
La dupla de ‘Life Of The Automaton Accountant’ y ‘Andy Had Gills (For
Andy Gill)’ ocupa los primeros 8 ¼ minutos del álbum, instaurando varias matrices
y enfoques sonoros para la estrategia general del álbum. En el caso del primero
de estos temas, el ambiente central es grácil y aguerrido a la vez, debiéndose lo primero al excelso groove jazz-rockero creado por la batería, mientras que lo segundo reposa sobre los hombros de los ornamentos de sintetizador y los flotantes fraseos de la guitarra; estos dos últimos ítems exudan vitalistas dosis de garra en clave cósmica. Por su parte, ‘Andy Had Gills (For Andy
Gill)’ se centra en un encuadre más explícitamente ágil, organizando un clima luminoso y jovial que mayormente se contrasta frente a la moderada densidad que reinó imponentemente en la pieza precedente. Este segundo tema suena a una versión estilizada de los CAN de la época 70-72 a través del filtro Zappiano de fines de los 70s en su faceta más cálida, más algunos oportunos toques de space-rock al estilo de GONG. Hemos tenido dos variantes interesantes para estas instancias iniciales del álbum. ‘Space Hero Theme Song’, que es la pieza más breve del disco con sus
poco menos de 3 minutos de duración, expone muchas cosas. Comienza con una ceremoniosa fanfarria de vientos, cuyo impacto es inicialmente coactado por la irrupción de un motif de tenor free-jazz alimentado por efectos de sonido psicodélicamente estrambóticos, pero mientras éste se va asentando a su propio ritmo, se retoma el motif de la fanfarria inaugural con un talante más lírico, siendo así que la flauta asume el rol protagónico para este factor particular mientras el caos organizado de los demás instrumentos sigue vigente en sus pulsaciones deconstructivas. Convivencia de arquitectura melódica e incertidumbre. ‘Paper Ball For Kitty’ establece un ejercicio de atmósferas Canterburyanas (al estilo de un híbrido de NUCLEUS y los SOFT MACHINE de la etapa 71-73) sobre la base de un groove otoñal propio de los dos primeros álbumes de WEATHER REPORT. La verdad que nos saben a muy poco los cuatro minutos y medio destinados para esta estupenda idea, pero es que ya llega el turno de ‘Sliding On
The Moone’. Este quinto tema del álbum regresa a la agilidad luminosa del ítem #2 y le añade cuotas blues-rockeras por vía de las intervenciones de la armónica y sencillos solos de guitarra dentro de la amalgama sonora. Básicamente, se trata de un jam space-rockero de tenor pop y con los mencionados ornamentos blueseros; la batería se luce a voluntad en sus ornamentos mientras centra la ingeniería rítmica para el bloque performativo.
‘Graham Crackers In The Monastery’, más bien, nos devuelve al groove relativamente parsimonioso de la pieza inaugural del álbum, pero esta vez, recogiendo las semillas de extravagante exuberancia del tercer tema del álbum. Las exploraciones relativamente libres de los teclados y los vientos contrastan abiertamente con la disciplina estricta del bajo y el sitar eléctrico, siendo así que con ellas se arma un diálogo dinámicamente integrador. Con la ilación de ‘The Chemicals I
Ate Did It’ y ‘Unknown On The Telephone’, el ensamble sigue explorando caminos de vitalismo ecléctico en clave progresiva. El primero de estos temas se orienta hacia una cruza entre lo melancólico y lo sombrío dentro de un enclave jazz-progresivo arropado por un grueso manto etéreo de naturaleza frontalmente psicodélica. Aquí resuenan ecos de AGITATION FREE, KING CRIMSON y la asociación de THE MUFFINS con HENRY COW. Por parte del segundo de estos temas mencionados, el grupo decide enfocarse en un clima juguetón no demasiado extrovertido, pero sí generoso en alusiones satíricas expresadas cabalmente por las líneas de los múltiples saxos y los guitarreos (tanto eléctricos como acústicos). Imaginemos una partitura perdida del ZAPPA de la etapa 72-73 que fue rescatada, apropiada y remodelada por los HENRY COW durante su última gira... algo así. ‘Space Opera Blues’ vuelve al matrimonio de blues-rock y space-rock con elementos añadidos del dadaísmo combativo de CAPTAIN BEEFHEART. En términos de sofisticación típicamente progresiva, se da aquí un explayamiento de variantes temáticas más ambicioso que en ‘Sliding On The Moone’, lo cual se traduce en un ejercicio arquitectónico mucho más exigente. El grupo
se reserva la pieza más extensa del álbum para el final: ‘Journey To The Plains
Of Obmurd’, que dura casi 8 minutos. Todo comienza con un prólogo expectante que anticipa la instauración de un swing ceremonioso; esto no dura mucho, pero da un apropiado impulso a una base armónica de guitarra para que establezca un punto de referencia repetitivo para un extrañamente cautivador empuje de ornamentos sonoros que se van aunando con una lucidez deconstructiva. Todo se va armando aleatoriamente dentro de una refinada estrategia de interacciones casuales que se van manejando a lo largo del camino, y solo a poco de pasada la frontera del quinto minuto emerge la batería con un groove reconocible, aunque sus mismos ornamentos impiden que el grupo asuma un enfoque ágil. Por el contrario, este recurso no tardó mucho en revelarse como otro evento aleatorio, pasando luego a armar un breve swing tribal con el que invita a sus compañeros a finiquitar sus exploraciones. En perspectiva, advertimos que esta pieza de cierre fue un paseo por el patio de recreo donde se organizó una esquematización osada de los aspectos posmodernistas que muchas de las piezas precedentes operaron como ornamentos; en esta ocasión, ellos tomaron las riendas de la creatividad sonora en curso.
Todo esto es lo que gestó, gestionó y grabó el personal de MOON MEN para “Tales Of The Space Pirates”, una pletórica exhibición de creativos tesoros musicales desde su nave de eclécticas aventuras progresivas. Tal vez resulta nuestro disco favorito de ellos hasta el momento, y realmente exige gran talento y una visión clara sobre el enfoque experimental del rock el haber consumado este disco tan excelso sin haber llegado a ningún tipo de agotamiento con toda la cantidad de discos de larga duración y EPs que los MOON MEN tienen en su haber desde hace solo tres años. Manejando a cabalidad discursos y recursos propios de la psicodelia, el jazz contemporáneo, las tradiciones del Canterbury y el RIO, el blues-rock y el space-rock, este cuarteto sigue firmemente asentado en un lugar destacado dentro de la élite de la vanguardia estadounidense. ¡¡Recomendado al 400!! (Un 100% por cada pirata involucrado en esta labor.)
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