Wednesday, September 09, 2015

PANDORA SNAIL: tácticas y estrategias de la nueva generación progresiva rusa


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy nos toca el turno de presentar al quinteto ruso PANDORA SNAIL por motivo de la reciente publicación de su primer disco “War And Peace”; el título en ruso se escribe “Война и мир”, y de hecho, circulan ejemplares del disco con ambos títulos en la portada. El grupo que grabó este disco que tenemos en las manos por Ulyana Gor [teclados], Oleg Gorgadze [guitarras], Kirill Klyushin [bajo y contrabajo], Artem Gareev [violín] e Igor Cheridnik [batería y percusión]: actualmente, desde la segunda mitad del año 2014, el baterista-percusionista del grupo es Vsevolod Shuvalov. El grupo se originó a fines de la primera década del nuevo milenio en la ciudad de San Petersburgo, siendo su proceso de asentamiento y estabilidad un poco largo, pero con paciencia y una labor inspirada entre los años 2011 y 2013, en base a composiciones de Gor y Gorgadze, el grupo fue completando un razonablemente amplio catálogo propio con la inspiración de sus héroes clásicos del rock progresivo y el jazz-rock. Grabado en el año 2014, el repertorio de “War And Peace” finalmente vio la luz del día a mediados de marzo pasado, a través del sello independiente Art Beat. Mientras repasamos los detalles de este disco, escribiremos los títulos de sus piezas en inglés (el grupo también utiliza títulos en su propio idioma en la edición de lengua rusa).


Durando casi 6 minutos, ‘Dilemma’ abre el repertorio con una dinámica vitalista que está bien soportada por los lineamientos melódicos del violín y el vigoroso groove de la dupla rítmica. Definitivamente tenemos aquí una inspirada muestra de equilibradas presencias de aires folklóricos y fastuosidad sinfónica, además de algunos coqueteos muy sutiles con el rock duro en ciertos riffs guitarreros. ‘By The Mountain River’ sigue a continuación para explorar caminos líricos marcados por una aureola de envolvente melancolía. Algunos matices novedosos emergen cuando el piano dirige unos breves interludios en clave jazz-rockera, pero aquí se cumple regla general del grupo según la cual el violín ocupa un rol protagónico (que no absorbente) a la hora de desarrollar los arreglos de los motivos centrales. Algo renovador tiene lugar cuando llega el turno de ‘To Catch The Wind’, pieza que cumple con la misión de desplegar una agilidad rockera bastante llamativa, permitiéndose así que la guitarra asuma un rol más prominente dentro del bloque instrumental global; por su parte, ‘Submarine’ se mete de lleno en la típica sofisticación melódica del sinfonismo, empezando en clave relajada y serena para luego virar hacia una expresividad vibrantemente extrovertida. Ya estamos metidos en más de 19 minutos de la propuesta musical de PANDORA SNAIL y nos hacemos una buena idea del enfoque artístico que el grupo exhibe ante el público, y es por eso que el momento es idóneo para explayarse en una larga composición de más de 16 ½ minutos: nos referimos a ‘James Pont’.


Una suite ubicada como quinta pieza del álbum: el mensaje es indudablemente claro respecto a la intención de la banda de ubicarla como ítem central del repertorio. ‘James Pont’ comienza con un groove muy marchoso que se sitúa a medio camino entre los modelos de U.K. y de JEAN-LUC PONTY (la época entre el ‘75 y el ‘77), siendo así que los guitarreos se ponen bastante fieros en algunos pasajes: este último factor ayuda al grupo a asentar aires de familia con el jazz-prog de coqueteos prog-metaleros que es tan recurrente en algunas laderas progresivas del nuevo milenio. A poco de pasada la barrera del octavo minuto y medio, una breve sonata de piano pone la cuota de expresividad manierista antes de que una nueva sección llena de punche rockero se desarrolle en un ejercicio de neta sofisticación al más puro estilo progresivo: elementos de YES, KING CRIMSON y DREAM THEATER, además de PONTY (nuevamente), salen a colación en la ilación multi-temática que se explaya luminosamente ante nuestros oídos. Es así como el quinteto arma y refuerza unos vericuetos musicales impresionantes dentro de una lógica multicolor poderosa: el aire etéreo de la minúscula coda sirve para refrescar la mente tras este hermoso asalto melómano al cual fue sometida.


‘Mother’s Tears’ cumple con la función de devolver a la banda hacia el territorio del lirismo sereno, y esto se concreta con una sobria mezcla de sencillas melodías de corte sinfónico con amables grooves de motivación fusionesca. La situación es que el grupo parece abrirse sin tapujos al influjo de los geniales japoneses KBB. La siguiente pieza, ‘Red Rivers’, que no llega a los 2 ¼ minutos de duración, nos muestra una explosión de vitalista alegría a modo de preparación para el momento en que emerge ‘Stones’ Names’ para desarrollar este mismo espíritu alegre y lo arrope bajo un esquema sonoro exquisito. Encapsulado en una sobria ingeniería donde se alternan lo sinfónico y lo jazzero, el colorido patente del desarrollo melódica se centra en tonalidades no muy exuberantes. Una mención especial debe ir para el hermoso – aunque demasiado breve – solo de guitarra acústica que entra a tallar en un momento estratégico. ‘Dance Under The Bullets’ sí se encamina convincentemente por los senderos del jazz-rock con claros matices progresivos. Una vez más, el modelo de KBB se hace aparente como importante punto de referencia. Nos acercamos al final del álbum cuando llega el turno de ‘After The War’: el grupo aprovecha el momentum de extroversión colorida creado por la secuencia de las dos piezas anteriores y capitaliza esta nueva idea, y mientras perpetúa esta atmósfera particular, la capitaliza con recursos propios de la psicodelia progresiva en varios pasajes.

  

Finalmente, los últimos 8 minutos del álbum están ocupados por ‘Satori’, pieza que instala un lugar idóneo para que el grupo se explaye con soltura en todas las intencionalidades más estilizadas de su propuesta, alternando momentos marcados por una inteligente arquitectura sinfónica y otros donde el groove jazz-rockero se impone con luminosa gracilidad, además de insertar algunos pasajes focalizados en las cadencias pesadas de la columna vertebral de guitarra-bajo-batería. Como casi siempre, el violín es el protagonista más recurrente a lo largo de la ilación multi-temática, pero también hallamos pasajes en los que los ornamentos percusivos ostentan sus vibraciones celebratorias; también hay un interludio dirigido por el piano – a lo RICK WAKEMAN – en el cual se organiza la gestación de un pasaje sinfónico de talante renacentista. Ahora que hemos repasado íntegramente este disco que tenemos en las manos, reiteramos que PANDORA SNAIL ha sido un muy agradable descubrimiento de parte nuestra… más que agradable, en realidad: este disco “War And Peace” nos muestra una nueva luz en el mediodía presente de la escena progresiva rusa, instaurando un recurso de vigencia para el ideal del rock artístico a nivel mundial. Vale la pena descubrir a este grupo y seguirle el rastro en el futuro próximo.


Muestra de “War And Peace”.-

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