Tuesday, September 22, 2015

ELDBERG vuelve a la carga y lo hace a lo grande


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy es el turno de prestar atención a los islandeses de ELDBERG so pretexto de su segundo disco “Þar Er Heimur Hugans”: publicado en marzo pasado, este nuevo trabajo cosecha la siembra retro-progresiva bien afinada del primer álbum – titulado al igual que la banda y que data del año 2011 – para llevarla a una dimensión sonora un poco más contundente. La alineación de Ásmundur Svavar Sigurðsson [bajo y Moog Etherwave Theremin], Eyþór Ingi Gunnlaugsson [canto], Heimir Klemenzson [órgano Hammond M3, piano de cola, pianos eléctricos Wurlitzer y Fender Rhodes, sintetizador], Jakob Gretar Siigurðsson [batería, sintetizador] y Reynir Hauksson [guitarras] ha gestado un repertorio de dos suites, idóneas para llenar cada una un lado de un vinilo a la antigua usanza, y de hecho, hay edición en vinilo de este ítem, además de la edición en CD (a cargo del sello chileno Mylodon Records). La primera suite consta de cinco secciones, mientras que la segunda consta de siete. El quinteto ha contado con las ocasionales colaboraciones de los músicos Pétur Björnsson (al violín), Pétur Hjaltested (al sintetizador) y Þórður Helgi Guðjónsson (al clarinete) para completar la paleta sonora diseñada para el repertorio de “Þar Er Heimur Hugans”: repasemos ahora los detalles del mismo, ¿vale?    


El instrumental ‘Miklivellur’ da inicio a la primera suite con una expresividad bastante robusta que, pudiendo ser abrumadoramente densa, resulta, por el contrario, envolventemente cautivadora. Claro que hay densidad a rebosar en las orquestaciones de los teclados y en el solemne encuadre armado por la dupla rítmica, pero el carácter evocativo del desarrollo melódico es el que impera en el colorido sonoro global. El violinista Pétur Björnsson colabora con un pertinente colorido sobrio para realzar elegantemente un pasaje particularmente ágil. Para cuando surge ‘Skynjun’, escuchamos por primera vez el canto de Gunnlaugsson, y el contexto consiste en una atmósfera reflexiva bien delineada; el interludio y el final instrumentales, por el contrario, son muy vivaces, permitiendo a la guitarra desarrollar unos fraseos propios del estilo de PETER BANKS mientras que los sucesivos solos de órgano y piano se proyectan hacia los paradigmas de CRESSIDA y el YES pre-Wakeman. Con ‘Skýjaborgin’ gozamos de una intensificación emocional que se explaya desde el centro del corazón, dejando solo un pequeño espacio para el arribo de alguna luz exterior. Recibiendo los impactos sucesivos de las dos secciones precedentes, ‘Heimar Hugans’ se orienta hacia musicalidades más sofisticadas y variadas, alternando pasajes serenos y extrovertidos con una fluidez impecable. Los solos de guitarra y teclado son manejados con buen gusto, generando una vivacidad que nunca rompe con el espíritu general del bloque instrumental: eso sí… una mención especial debe ir para el segundo solo de Hammond, que es una maravilla muy particular. La primera suite se cierra con ‘Hinn Viti Borni Maður’, sección que cumple con la misión de seguir cosechando la siembra de sobria vitalidad derivada de la inmediatamente anterior, incluso añadiendo algún matiz Floydiano, más específicamente, el aspecto lírico de sus primeros disco. La coda instrumental ya había sido anticipada en un momento intermedio de ‘Miklivellur’.

  

Sin tomarnos muchos segundos de descanso tras el finiquito de la primera suite, la segunda se enrumba raudamente con su primera sección, titulada ‘Hulinn Heimur’; ésta consiste en una recitación sombría sobre un trasfondo de minimalistas notas de pianos acústico y eléctrico. ‘Sólhvörf’ nos muestra un vigor llamativo al modo de una cruza entre el URIAH HEEP 71-73 y el TRETTIOÅRIGA KRIGET del ‘Krigssång”. El breve instrumental ‘Tómarúm’ es un alucinante viaje cósmico al modo de un híbrido entre el PINK FLOYD pre-1973 y el TANGERINE DREAM de la época 72-75: la amalgama de sintetizadores, efectos de guitarra y Theremin funciona muy bien a la hora de crear un clima lisérgicamente sórdido. ‘Næturljoð’, por contraste, instaura una clima calmado, penetrado por una dulce introspección: entre las cadencias jazzeras de la batería y los sencillos fraseos blueseros de la guitarra, las armazones manieristas del órgano se asientan cómodamente para generar un paisaje sonoro rectamente adaptado al canto del momento. La dupla de ‘Hughvörf’ y ‘Handan Misturs Mána’ perpetúa esta introspectiva ceremoniosidad: en la primera de estas canciones tenemos un viaje al modelo del GENESIS de la época del “Tresspass” remodelado con algunos matices del PROCOL HARUM pre-1970, mientras que la segunda nos lleva más bien por el modelo de URIAH HEEP. De hecho, algunos quiebres melódicos de esta última nos recuerdan a esa clásica balada épica que es ‘ Circle Of Hands’ (del álbum “Demons And Wizards”), lo cual revela un interés por parte de la banda de trabajar una fastuosidad para esta última sección cantada, aunque el grupo se mantiene coherentemente en la línea de no llevar el elemento fastuoso hasta niveles absorbentes. El epílogo de la segunda suite y del álbum, titulado ‘Heljarhrun’, consiste en un collage de efectos acelerados en reversa de algunos de los motivos que conformaron esta segunda suite: es la idea de dejarse cautivar por la imagen de un anillo de momentos pasados que gira sin parar y penetra en nuestras conciencias hasta el fin de nuestros días.
  
 

En nuestro balance final sobre “Þar Er Heimur Hugans” lo primero que debemos resaltar es que se trata de un álbum muy bello y elaborado con refinada artesanía musical. La gente de ELDBERG ha superado con creces las expectativas que nos hicimos sobre él tras la experiencia de su estupendo álbum debut: en el momento actual, “Þar Er Heimur Hugans” queda como un muy buen testimonio de la creatividad que aporta la escena escandinava al escenario mundial del rock progresivo.


Muestras de “Þar Er Heimur Hugans”.-


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