Los
“Cuentos de Canterbury” de Geoffrey Chaucer reflejan las anécdotas variopintas
de varios contertulianos reunidos durante un breve descanso en sus trayectos
respectivos de peregrinación al Altar de Thomas Beckett en la Catedral de
Canterbury. De forma ingeniosamente paralela, este grandioso y grandilocuente
documental “Romantic Warriors III: Canterbury Tales” nos muestra diversas
paradas confluyentes en el camino de la vida como pretextos para relatar el
origen, desarrollo, bifurcaciones y ulteriores remodelaciones del legado del
movimiento progresivo etiquetado como Canterbury. José Zegarra y Adele Schmidt
nos hacen mirar a fondo los testimonios de diversos héroes de la primera
generación que surgió y trabajó bajo esta etiqueta en las vanguardias rockeras
de Gran Bretaña y la Europa Continental, su influjo tardío en la avanzada
progresiva estadounidense que se forjaba fines de los 70’s, y finalmente, su
recuperación de parte de las últimas generaciones de rock progresivo (los
últimos dos decenios). Lanzado al mercado a mediados de abril de este año 2015
a través de Zeitgeist Media, y con una duración de 118 minutos, “Romantic
Warriors III: Canterbury Tales” logra capturar consistentemente un aura de
entrañable nostalgia a través de las intercaladas imágenes de entrevistas y
vídeo-clips, además de mostrarnos algunos esbozos supremamente interesantes
sobre lo que hacen bandas de reciente formación y que se sienten conectadas con
el legado del Canterbury. Bill MacCormick es resolutamente enfático en señalar
que nadie había creado un sonido así antes, se trataba de un sonido totalmente
nuevo: ser considerado inolvidable es el justo premio moral para esta
iniciativa progresiva.
El
desarrollo del documental se divide en cuatro secciones que no siempre
responden a divisiones temáticas per se, pero sí se van hilando en una
meticulosa secuencia cronológica: ‘Canterbury Scene – Early Days’, ‘Europe’s
Reception’, ‘Rock Bottom’ y ‘Soft Machine 7’. Además de mostrar pasajes de
entrevistas de viejos archivos, también vemos a viejos héroes del género como
Pye Hastings, Bill MacCormick, Daevid Allen, David Sinclair y su primo Richard,
Phil Miller, Mont Campbell, Roy Babbington, Geoffrey Richardson, Dave MacRae, John
Etheridge, Didier Thibault y Robert Jan Stips, sino además, los expertos
musicólogos Aymeric Leroy, Bruce Galenter y Leonardo Pavkovic. El primero de
éstos expone pronto una buena descripción inicial de esta provincia progresiva
específica: rock melódico con cierta sensibilidad pop, alimentado de elementos
jazzeros y con excéntricos de arreglos melódicos y desarrollos rítmicos.
También cabe resaltar la etérea música incidental que aporta el talentoso
músico Dan Britton. Lo primero que se nos muestra en los créditos iniciales de
opciones es un paisaje marino con el maestro Daevid Allen mirando al horizonte,
y de hecho, eso es también lo primero que vemos al iniciarse la narración
formal tras el preámbulo y lo último que vemos en las postrimerías del
documental mismo: todo eso constituye un hermoso homenaje a este enorme genio
del rock vanguardista, habida cuenta que su partida al más allá tuvo lugar poco
antes del mes de abril (el 13 de marzo, para ser debidamente exactos). Al
iniciarse la primera sección del documental, de inmediato emerge el mundanal
ruido urbano de las calles de Canterbury, pero el impacto no es chocante pues
nos encaramos con toda su atmósfera gentilmente añeja, ese aire a pasado
inmortal que se explaya en las calles y edificios de la ciudad, su catedral, el
cielo que la corona. No tarda mucho Pye Hastings en aclarar que eso del “rock
progresivo de estilo Canterbury” es simple y llanamente una etiqueta inventada
por la prensa musical del momento (como el rock’n’roll hecho en Liverpool).
En
todo caso, yendo al momento en que se instalaron los cimientos de las
inquietudes estéticas mismas de esta modalidad artísticamente ambiciosa de
música pop, observamos el nacimiento de The Wilde Flowers bajo la iniciativas
de los hermanos Hugh y Brian Hopper, con Robert Wyatt y Kevin Ayers completando
el cuarteto inicial, más las posteriores incorporaciones de Pye Hastings y
Richard Sinclair. Así comienza el desfile de un músicos emergentes que tenían
en su horizonte cercano el convertirse en figuras de la música progresiva
británica de los 70’s. Simultáneamente, Daevid Allen, un hippy vagabundo
oriundo de Australia y un tanto mayor de edad que los demás, fungía no solo
como compañero de banda sino como educador de las corrientes jazzeras del
momento al compartir con ellos su vasta colección de elepés de Charles Mingus,
Charlie Parker, Thelonius Monk, Duke Ellington, Ray Charles, Ornette Coleman, etc.,
además de folklores de países oceánicos y asiáticos. Los primeros pasos de The
Wilde Flowers oscilaban entre un estilo R’n’B y una modalidad ligera de jazz y
blues. La disolución de este grupo seminal dio vida a SOFT MACHINE y CARAVAN, o
sea, una vía de experimentación y epifanías espirituales – bajo la fuerte
influencia de Allen – y otra vía más centrada en la estructuración melódica,
aunque sin abandonar el espíritu aventurero: SOFT MACHINE encarnaba la visión
abierta hacia lo ecléctico con fuerza de carácter y una presencia predominante
de lo jazzero, mientras que CARAVAN se enfilaba hacia una actitud arquitectónica
dentro de un lenguaje claramente rockero donde lo jazzero era más un ornamento
preciosista que el núcleo central. El cuarteto de Wyatt, Allen, Ayers y Mike
Ratledge sufrió el inconveniente de que se impidiera el retorno del segundo a
la patria británica desde su periplo francés, pero eso sirvió para que el grupo
siguiera adelante con una formación particular; Jimi Hendrix, el dios del rock
para quien abrieron en varios conciertos, les dio la idea de utilizar pedales y
efectos propios de la guitarra (fuzz, wah-wah) en el órgano Lowrey de Ratledge,
un consejo oportunamente obedecido que significó un hito para el uso del
teclado en el rock del underground británico, además de una marca esencial de
SOFT MACHINE como personalidad sonora. La gira estadounidense desgastó pronto a
Ayers y Wyatt se quedó en los EE.UU., haciendo música por su cuenta y mostrando
interés por la escena vanguardista de la Costa Este (VELVET UNDERGROUND, FRANK ZAPPA
& THE MOTHERS OF INVENTION), además de disfrutar de fiestas interminables
con Hendrix y sus amigos. Una llamada telefónica transatlántica de parte de
Ratledge le recordó a Wyatt que debían hacer un segundo álbum para cumplir con
el contrato de grabación aún vigente. Con Ayers fuera de escena, Hugh Hopper
entró y se convirtió en la contraparte ideal para Ratledge: con el empleo
sistemático de fuzz en su bajo, la banda impuso su sonido esencial que era
exquisito y agresivo a la vez. Grabar “Soft Machine Volume 2” pasó de ser una
labor de obligación a ser una motivación para seguir adelante con el proyecto:
el empuje creativo para los siguientes álbumes ya estaba dado.
Mientras
tanto, en Francia, Daevid Allen daba inicio al ensamble GONG junto a su
entonces compañera Gilli Smyth, el cual apuntaba a enfatizar los elementos psicodélicos
antes explorados en los primeros días de SOFT MACHINE mientras añadía elementos
de free-jazz, pop de tonos burlescos y rock experimental, con toda esa
mitología dadaísta referente al Planeta Gong y los Octave Doctors que el mismo
Allen describe como una instancia real pero no física (patafísica, para ser más
exactos). Conocer a Didier Malherbe fue una bendición para Allen y Smyth en
cuanto a la activación concreta de GONG como entidad musical con una propuesta
propia que busca hacer de la música rock no solo un hogar de experimentaciones
musicales sino también una fuerza motivadora para la reflexión contracultural
frente a los desvaríos del mundo moderno. Es un detalle muy llamativo y muy
curioso que Daevid Allen señale los disfraces y carisma teatral de Peter
Gabriel en sus días como frontman de GENESIS como lo que le inspiró a desarrollar
los recursos teatrales propios de GONG en los conciertos. Por su parte, en la
misma ciudad de Canterbury, el teclista Dave Sinclair se unía a su primo Richard,
Pye Hastings y Richard Coughlan para la conformación de CARAVAN. Dave Sinclair
recibió fuertes influencias de la música sacra y académica, lo cual marcó luego
su aproximación al mundo del rock y el jazz: una estructuración estilizada y un
dinamismo bien dibujado en el teclado – especialmente el órgano – que, a la
postre, habrá de erigirse en el ítem nuclear de los vuelos instrumentales del
grupo. Un dato importante que añade el maestro Mont Cambell (y notoriamente
avalado por Pye Hastings) es el empleo del humor inglés, con su talante
autodespectivo y casi surrealista, en los títulos y concepciones de varias
ideas musicales con las que se experimentaba en los discos de las bandas de
Canterbury. Varias letras, de hecho, aluden burlonamente a los rituales
aburguesados de la “personalidad británica” y al morbo del erotismo, algo
infaltable en la farsa irreverente.
La
presencia de SOFT MACHINE y CARAVAN en giras hechas en la Europa Continental
influyó en algunos jóvenes inquietos que aspiraban a hacer cosas interesantes e
inauditas en las escenas underground de sus propios países. A despecho del
reconocimiento crítico, las bandas del Canterbury no lograban éxito comercial y
solo contaban con un área geográfica muy limitada a la hora de organizar sus
conciertos; el club Middle Earth era un lugar de gran impulso para jóvenes
bandas inquietas por revolucionar el discurso del rock y del jazz, pero eran
pocos los espacios abiertos con este modus
operandi. Más bien, con mini-giras europeas y participaciones en festivales
en la Europa Continental sí lograban obtener beneficios económicos
razonablemente notables: les pagaban 10 veces más por concierto, según Bill
MacCormick. Los franceses de MOVING GELATINE PLATES y los holandeses de
SUPERSISTER se hicieron eco de esa modalidad de vanguardia rockera y no
tardaron en convertirse en héroes destacados dentro de la marginalidad
progresiva naciente en el rock nuevo. Robert Jan Stips nos narra su entusiasmo
por remover la avanzada rockera holandesa con sus otros tres compañeros de
SUPERSISTER – Sacha van Geest, Ron van Eck y Marco Vrolijk – desde su reducto
de Den Haag, ciudad que el mismo Stips describe como muy sosa y aburrida, solo
animada por el pequeño ambiente musical que existía allí. Con el single inicial
‘She Was Naked’ y sus tres primeros elepés “Present From Nancy”, “To The
Highe$t Bidder” y “Pudding En Gisteren”, la banda logró asentar un lugar de
fama y éxito comercial antes de disolverse, cosa que ocurrió tras la
publicación del disco de 1974 “Spiral Staircase” bajo la firma de SWEET OK
SUPERSISTER. El renombre que los SUPERSISTER conquistaron en su país de origen
se concretaba en varias apariciones televisivas y en presencias destacadas en
festivales de rock. Es curioso que no mencione a “Iskander” como parte especial
del catálogo de la banda (fue un disco hecho con otro vientista tras la partida
de Van Geest), pero, por otra parte, se siente muy entrañable la anécdota de
que Sacha y él acordaron hacer un disco con letras del primero a modo de
despedida de SUPERSISTER. Didier Thibault, figura líder de la banda parisina
MOVING GELATINE PLATES, habla con orgullo sobre cómo la prensa musical local de
entonces los describía como un híbrido de FRANK ZAPPA, SOFT MACHINE y KING
CRIMSON, lo cual significaba que la banda lograba hacerse eco eficazmente de un
Zeitgeist musical partcularmente
osado. Con sus dos discos “Moving Gelatine Plates” y “The World Of Genius
Hans”, este combo conformado por Thibault, Gérard Bertram, Maurice Helmlinger y
Gérard Pons logró hacerse notar en la escena vanguardista de su país, incluso
siendo una de las bandas más aclamadas en el Le Bourget Pop Music Festival de
1970, antes de grabar su primer álbum. La separación de MOVING GELATINE PLATES
se debió a su falta de recursos y logística para seguir adelante organizando
conciertos y grabando discos, a pesar de que todavía tenía bajo la manga un
repertorio preparado para futuras ediciones.
La anécdota que cuenta Thibault sobre los conciertos que daba la banda en locales de provincias es muy significativa: el público quedaba encantado con lo que la banda ofrecía, comprándose un trago en la barra del local y concentrándose en las complejas y poco bailables piezas que escuchaba… ¡pero los administradores de los locales querían a bandas de pop y rock bailable que influyeran en un uso masivo de los licores en la barra! Esta apreciación del público no se traducía en apoyo institucional del mainstream ni de los gerentes de las salas de conciertos fuera de cierto círculo “mal que bien elitista”, lo cual llevó a MOVING GELATINE PLATES a un dorada bancarrota. El caso de los SUPERSISTER fue más llevadero en cuanto al éxito comercial se refiere, pero también nos brinda una anécdota reveladora: el primer single de SUPERSISTER ‘She Was Naked’ se convirtió en un hit no merced al interés de las radioemisoras comerciales sino a la labor de la radioemisora pirata naval Radio Veronica. Sea cual sea el nivel de éxito concreto que vaya a obtener una banda comprometida con la idea del rock como art pour l’art o la idea del jazz-rock que rompe estándares, el impulso inicial deberá venir de parte de distribuidoras marginales, y junto a ello, del boca-a-boca de un público receptivo que, condenado a ser minoritario, puede ser muy locuaz y así formar una especie de “zona de confort” para las bandas progresivas. Las cosas no eran muy diferentes para las bandas británicas en su propio hábitat, y además, había que sumar a esto las tensiones internas que se daban dentro de ellas de forma natural. El tedio que los dos primos Sinclair sucesivamente sentían dentro de los confines estéticos planteados en CARAVAN les llevó a integrarse en otros proyectos dentro del mismo vecindario del Canterbury: Dave se unió a Robert Wyatt en MATCHING MOLE mientras que Richard formó HATFIELD AND THE NORTH con expatriados de EGG, GONG y los efímeros MATCHING MOLE. La partida de Wyatt de la banda que co-fundó obedecía a la profundización en investigaciones jazzeras que se daba en la banda desde el ingreso del vientista Elton Dean y con la generosa venia de un cada vez menos psico-popero Hugh Hopper. CARAVAN, por su parte, se topó con una actitud escéptica de parte de su propio público de culto cuando en algún momento ingresó el talentoso e intenso multi-instrumentalista Geoffrey Richardson para tocar la viola (él habría de ampliar su espectro performativo con el tiempo): de hecho, su debut como miembro de CARAVAN en “For Girls Who Grow PlumpIn The Night” fue su primera experiencia en un estudio de grabación. Cosas de la vida misma, el flujo que hace que las cosas vengan y se vayan para, de vez en cuando, volver de manera transformada… cosas de estos cuentos de Canterbury sobre los cuales todavía quedan muchas cosas pro comentar, pero eso lo dejamos para la segunda parte de esta reseña, ¿vale?
El
destino de GONG también fue bastante movido pero parece que su propia evolución
estilística se basaba menos en el drama de egos que ahora confluyen y luego se
desagregan, y más bien va por el lado de una repotencialización continua de sus
visiones de jazz, rock y psicodelia dentro de un esquema de trabajo persistente.
Así, la remodelación de la alineación que involucró sucesivamente al maestro de
la guitarra Steve Hillage, al monstruo de la batería y las percusiones Pierre
Moerlen, al preciso bajista Mike Howlett y al mago de los sintetizadores Tim
Blake, sirvió para que el núcleo de Daevid Allen, Gilli Smyth y Didier Malherbe
también fuese creciendo orgánicamente como un aquelarre de personalidades
artísticas con sus propias fuerzas creativas. Le trilogía de “Flying Teapot”
(aquí con otra dupla rítmica), “Angel’s Egg” y “You” supuso un cénit esencial
para la visión musical prog-patafísica de la banda. De hecho, en palabras del
mismo Malherbe, GONG empezó a alcanzar su sonido más esencial y relevante con
el ingreso de Tim Blake, quien con su arsenal de sintetizadores AKS y Moog supo
traducir la ideología cósmica de la banda a una realidad concreta dentro de un
entramado real. Aunque el nutrido ensamble gestor de estas maravillas no estaba
exento de tensiones interpersonales que brotaban de vez en cuando, la verdadera
crisis de esta primera etapa de GONG se dio cuando Allen y Smyth dejaron al
grupo poco antes del inicio de la gira de promoción del esplendoroso “You”. Se
sabe que las causas de Smyth eran mayormente relativas al interés de
desarrollar su vida personal, pero en el caso de Allen, tal como él testimonia,
se trataba de un gesto de desencanto ante el ingreso de intereses comerciales
en el entorno de la banda que amenazaban seriamente con desintegrar su visión
artística. Esto que veía venir Allen se concretó cuando Virgin prácticamente
condicionó a Pierre Moerlen y a quienes aún seguía colaborando con él a seguir
grabando discos bajo el nombre de PIERRE MOERLEN’S GONG. Allen califica al
negocio musical como “la peor y más hedionda forma de capitalismo”, siendo así
que éste “es un sistema que no aprecia precisamente”.
De
todas maneras, GONG resurgió al mundo musical en la década de los 90s’, y de
hecho, era algo que se caía de maduro pues desde la segunda mitad de los 70’s
existían varios proyectos explícitamente vinculados al legado estético y
filosófico de GONG, siendo explícitamente validados como tales (MOTHER GONG,
NEW YORK GONG). Para la grabación del disco “I See You”, publicado en el año
2014, Allen convocó a varias figuras nuevas como Kavus Torabi (GUAPO, CHROME
HOOF, KNIFEWORLD) y el brasileño Fabio Golfetti (VIOLETA DE OUTONO), así como
al vientista Ian East. Siendo un disco que se conecta mucho con las herencias
de la época que va entre “Camembert Electrique” y “You”, resultaba idóneo como
mensaje de despedida de los escenarios de parte de Allen. Por si fuera poco que
el disco contenga una elegía de agradecimiento titulada ‘Thank You’, este
documental nos muestra a Allen portando un ejemplar de “I See You” y afirmando
“Gong est mort, vive Gong!”: esta alusión directa al
título de un álbum en vivo de 1977 que recogía un concierto especial de reunión
de la formación que grabó “Angel’s Egg” y “You”, indica la misión que tiene
GONG de continuar sin él bajo la nueva guía del talentoso Torabi, sin un Allen que prefiere retirarse de los escenarios musicales mientras se prepara para abandonar el escenario de la vida terrenal, sometido bajo el yugo del cáncer. A la luz de su
muerte acaecida en marzo pasado, las imágenes finales de Allen contemplando el
mar ostentan un inconmensurable poder emotivo.
Continuará…
Muestras
de “Romantic Warriors III: Canterbury Tales”.-
Teaser
del documental: https://www.youtube.com/watch?v=rx22QbzQ2kw
Tráiler
del documental: https://www.youtube.com/watch?v=p1RdZgf5lk4
Porción
de entrevista a Didier Malherbe (de GONG): https://www.youtube.com/watch?v=2SbmFRnd7ro
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