MAXOPHONE fue una de tantas
bandas italianas que hicieron su aparición en el mercado discográfico con un
excelente disco y luego desaparecieron prácticamente sin dejar huella, o casi:
en realidad, lanzaron a la venta un single y la versión inglesa de su LP, antes
de llegar a su ya mencionada disolución. Es una tremenda lástima, pues el
resultado final de su único disco homónimo es un prodigio repleto de
composiciones inspiradas, ejecutadas de forma brillante por los músicos,
quienes aparte de encontrar espacios de lucimiento personal, saben entrar en un
diálogo mutuo constante y fluido. De hecho, los arreglos instrumentales exhiben
una exuberancia que es ocasionalmente realzada por la presencia de una sección
de cuerdas, pero dicha exuberancia nunca se desborda, sino que siempre
permanece comedida dentro de los parámetros melódicos de cada canción. Su disco homónimo y
único, que este año ha cumplido la cuarentena, lleva los estándares del
sinfonismo clásico italiano promovido por PREMIATA FORNERIA MARCONI y BANCO DEL
MUTUO SOCCORSO hacia niveles magníficos de estilización y musicalidad que el
grupo convierte en su propia “marca registrada”. Cualquier influencia de la
escena anglosajona que se filtre por allí aparece de manera muy tenue (tal vez
algo de GENTLE GIANT o GENESIS). El estilo progresivo de MAXOPHONE se apoya en una amalgama bien armada
de academicismo barroco y manierista, jazz-rock de inspiración Cantebury, jazz
de vieja escuela, elementos acústicos de tendencia pastoral, y también algunos elementos
de blues-rock. Este eclecticismo que se lee tan complicado en el papel resulta
muy fluido y bien amalgamado en la realidad sonora. Es que el grupo se formó en Milán en el año 1973
bajo la iniciativa del bajista-guitarrista Alberto Ravasini, el
guitarrista-pianista Roberto Giuliani y el baterista-percusionista Sandro
Lorenzetti, gente que provenía de academias y talleres de jazz. Sabiendo que
sus ambiciones musicales les obligaban a enriquecer su sonido más allá de lo
que podían crear como un simple trío, al poco tiempo logró el grupo duplicar su
alineación con los ingresos sucesivos de Sergio Lattuada [pianos, órgano,
sintetizador ARP y espineta], Leonardo Schiavone [flauta, saxos y
clarinete] y Maurizio Bianchini [trompeta, corno, vibráfono y percusión adicional], todos ellos
músicos de conservatorio de cámara. Esta amalgama de dos
tríos de músicos de dos diferentes vertientes funcionó a las mil maravillas y
las ideas no tardaron en fluir a la hora de crear su propio repertorio: los
Sres. Giuliani y Lattuada se erigieron como los principales compositores de la
música. Los pasajes vocales, sin estorbar
al protagonismo de los pasajes instrumentales, también juegan un rol destacado
en el repertorio, en especial la voz ronca y emotiva del bajista Ravisini.
“Maxophone”, que consta de seis temas, se grabó entre los
meses de febrero y abril del 1975, siendo publicado a mediados del mismo año
por el sello Produttori Associatti. El grupo, que de por sí ya tenía la riqueza
y el poder sónico propios de una pequeña orquesta (era más una orquesta de rock
que un grupo de rock) contó con colaboradores ocasionales al violín, el cello y
el arpa en algunos temas del disco, todo ello en nombre del esplendoroso
preciosismo que el sexteto se propuso como meta musical. Para describir de forma resumida el
estilo particular que aportó el ensamble de MAXOPHONE a la escena progresiva
de su país, se nos ocurre decir que fueron el eslabón perdido
entre QUELLA VECCHIA LOCANDA y
LOCANDA DELLE FATE pues ostentaban una sensibilidad académica similar a la de
los primeros y una conmovedora elegancia arquitectónica similar a la de los
segundos. El tema de apertura ‘C’é Un Paese Al Mondo’ se inicia con una solemne y enérgica
introducción de piano, tras el cual los demás instrumentos se van sumando hasta
conectarse en torno a la melodía principal. La breve sección intermedia tipo
dixieland, con el solo de clarinete, es particularmente deliciosa. A
continuación sigue el instrumental ‘Fase’, que en un primer momento se
sostiene sobre un riff de guitarra eléctrica que marca la dirección de los
demás instrumentos: el tono de este tema es primordialmente jazzero, y el solo
de vibráfono protagónico durante el pasaje intermedio ayuda a incluir un tono
de sutileza en el conjunto. De todas maneras, el primer cuerpo no se demora
mucho en reinstalarse y abre campo a algunos lucimientos solistas cuyo
propósito global es ornamentar la arquitectura sónica en curso. ‘Al Mancato Cumpleanno Di Una
Farfalla’ sigue por
una onda más reposada, con una primera sección pastoral de corte barroco que se
arma en torno a la triangulación de guitarra acústica, espineta y maderas;
luego, la segunda sección se muestra más centrada en el paradigma del
jazz-fusión mientras mantiene un sentido sinfónico de la melodía. La decisión
colectiva de seguir adelante con esta sección hasta el fade-out definitivo debe
obedecer a la necesidad de reflejar un esplendor decisivo frente al cual no hay
marcha atrás.
‘Elzeviro’ es tal vez el tema de
orientación más agresiva del disco, pero siempre mantiene el espíritu de amplia
diversidad temática que domina en el disco. De hecho, aunque ya a estas alturas
del disco disponemos de pautas seguras para racionalizar la oferta artística de
MAXOPHONE, la cosa es que el grupo se da mañana para sorprendernos de una forma
espectacular y rotunda: la ilación de los diversos motivos nos lleva por
desarrollos que parecen insospechados en una primera instancia, pero que a la
luz de la realización completa de su ingeniería musical revelan una
inteligencia impecable. A propósito, qué bella es la guía melódica del corno
para el fade-out de ‘Elzeviro’. Intensidad es tal vez la palabra
sinónima de MAXOPHONE, pero ésta baja un poco de dosis en el caso de la
reposada balada sinfónica ‘Mercanti
Di Pazzie’, una canción arropada por una lánguida y envolvente
belleza, la misma que expande su potencial de luminosidad en la emergencia de
ciertos delicados pasajes barrocos. La aureola de contemplativa melancolía que
se impone en los momentos finales es simplemente irresistible. El cierre de
“Maxophone” viene con otra canción particularmente sofisticada, ‘Antiche
Conclusioni Negre’, la cual recibe sendos legados del vitalismo
exquisito de ‘Elzeviro’
y la mágica robustez de ‘Fase’. El colorido de la fanfarria inicial y el groove
del pasaje intermedio son nuevos ejemplos del ingenio inmenso que hace de este
disco un clásico indiscutible de la primera generación progresiva italiana. La
sección final consiste en un etéreo juego coral desplegado sobre un nebuloso y
épico fondo de órgano.
Existe una edición en CD que incluye
los dos temas de su sencillo publicado a inicios de 1977: ‘Il Fischio
Del Vapore’, una canción alegre en tiempo de vals que ostenta un
claro talante folk-progresivo, y ‘Cono Di Gelato’, una
melancólica balada con un notorio tono jazzero que nos puede recordar a los
PREMIATA FORNERIA MARCONI del periodo del “Chocolate Kings”, y tal vez un poco
a BANCO DEL MUTUO SOCCORSO en su faceta más intimista. Parece ser que para la
gestación y los arreglos de estas dos canciones, el grupo decidió apostar por
un aligeramiento de sus instintos manieristas a favor de una agilidad más directamente
llamativa: eso sí, el nivel de refinamiento en las amalgamas instrumentales
ostentan la grácil inteligencia de siempre. También existe otra edición que
incluye la versión en inglés íntegra, junto con algunas de las versiones
originales italianas: se hizo por vía de Mellow Records en 1993, reeditada en
el 2008 por la asociación de AMS y BTF. Como es natural, ésta no es tan
recomendable como la original en italiano, pero queda como un testimonio del
intento que hicieron los MAXOPHONE por emular las estrategias de internacionalización
de sus compatriotas de PFM, BANCO y LE ORME. También existe la edición de
CD+DVD “From Cocoon To Butterfly”, publicada en el 2005 por el sello Vinyl
Magic en asociación con BTF. El DVD incluye actuaciones en la RAI, entrevistas
y una actuación de reunión. Por su parte, el CD incluye, además del disco
original y el sencillo de 1977 que antes mencionamos, cuatro maquetas hasta
entonces inéditas que muestran a unos MAXOPHONE continuamente creativos, a
pesar de que el apoyo discográfico para la realización de un segundo LP nunca
se llegó a concretar. Las piezas en cuestión son ‘Kaleidophonia’, ‘L’Isola’,
‘Il Lago Delle Ninfee’ y ‘Dadaidà’: en ‘Kaleidophonia’ tenemos un ambicioso
instrumental que explora la confluencia de motivaciones jazzeras,
blues-rockeras y manieristas dentro de una sólida visión prog-sinfónica, y
‘Dadaidà’ es una maravilla sónica que oscila entre lo fastuoso y lo delicado
con asombrosa fluidez, dando especial prioridad al factor jazzero (a lo
Canterbury).
En suma, la gente de MAXOPHONE nos
ha brindado un legado musical rebosante de excelsa belleza que se erige como
uno de los más brillantes tesoros perdidos del progresivo sinfónico italiano:
40 años después, la belleza y poder evocativo de su disco homónimo se mantienen
incólumes, y es de apreciar enormemente que se haya podido rescatar algo más de
su labor por el ideal del rock artístico.
Muestras de “Maxophone”.-
C’è Un Paese Al Mondo: https://www.youtube.com/watch?v=Mj2_MnaHqPI
Antiche Conclusioni Negre: https://www.youtube.com/watch?v=VmSvuDj7HD8
Il
Fischio Del Vapore: https://www.youtube.com/watch?v=o2ZHrkNiWfY
Kaleidophonia: https://www.youtube.com/watch?v=GszjnbYvu9g
[Esta reseña contiene información originalmente publicada
en el enlace de Manticornio http://www.manticornio.com/rock-progresivo/M/MAXOPHONE/maxophone-album.php]
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